Vaya porquería, ahora que estaba tan cerca de descubrirlo todo…
tendría que seguir esperando; suspire, tratando de tragarme un poco el dolor de
mi costado… ¿en qué momento había pasado esto? Todo se había ido al carajo
demasiado rápido para que pudiera notarlo. Maldije en voz alta, al mismo tiempo
que golpeaba el suelo con el puño, no iba a desmayarme… no lo haría, solo
porque no quería hacerlo. Recordé momentáneamente las palabras de James, al
decirme cuan terca y temeraria era… no me importaba, esa parte de mí me había
mantenido viva muchas veces, me seguía manteniendo cuerda a pesar de todo lo
que me había tocado experimentar los últimos 15 meses de mi vida. Y eso me
había servido para que mis padres no me internaran en una clínica de
rehabilitación mental cuando supieron lo de Lucían; mi estúpida forma de ver
las cosas… me ayudaba a seguir aquí, mi terquedad me funcionaba perfectamente
para seguir de pie; y ahora no sería la excepción. Quite la mano de mi costado,
y la utilice para apoyarme, me erguí lentamente frente a mis padres, mi hermano
y quien fuera la persona que estaba detrás de mí; pude sentir su confusión
cuando ignore el dolor y me erguí por completo…
-Quiero respuestas… y las quiero ahora- resollé, mirando a mis
padres fijamente.
Mi madre corrió a ayudarme
y me llevo a la casa, mientras mi padre se quedaba atónito, mirando a la persona
que se había quedado detrás de mí; mi hermano se quedo con él, solo mi madre y
yo entramos a la casa.
-¿Puedo entrar al baño?- pregunte, soltándome del agarre de mi
madre.
Ella asintió suavemente, y
me miro mientras yo caminaba, o más bien, cojeaba hasta el baño. Entre y cerré
la puerta, me alce la blusa y mire mi reflejo en el espejo; la carne de mi
costado estaba como quemada o rasgada de una forma completamente contraria a lo
que debería hacer; se veía terrible, pero era solo apariencia… se veía peor de
lo que verdaderamente era. Suspire y me quite la blusa, para poder enjuagarme
con tranquilidad, mi madre siempre tenía un botiquín en el baño, así que busque
una gasa y algo de tela adhesiva.
-¿Por qué siempre tienes que ser tan tonta?- mascullo una voz a
mis espaldas, mientras que una gélida mano me ayudaba a ponerme el,
improvisado, vendaje.
-¿De nuevo tú?- inquirí, mirándolo a través del reflejo del
espejo.
-¿Te sorprende?- susurro, como si le causara gracia la expresión
de mi rostro.
-Realmente…- respondí, bajando el brazo, mientras él me ponía el
vendaje… con un cuidado impresionante-. ¿Por qué este afán de cuidarme?
-Si lo supiera, no estaría aquí…- respondió, con una serenidad
increíble, extendiendo una mano para que le diera más tela.
Era estúpido, todo esto lo
era… que me cuidara, que se preocupara… y sobre todo, que estuviera ahí,
conmigo… en el baño, conmigo medio desnuda y ni siquiera mostrara un atisbo de
interés en mí, o no físicamente.
-No lo entiendo…- susurre, cerrando los ojos, mientras le pasaba
la tela adhesiva.
-Nunca entiendes nada, Corina- se rió sin gracia-; sin embargo,
ahora vas por buen camino… ya sabrás porque no me enorgullece ser un Covey… Y
conocerás uno de los mejores guardados, secretos de tu familia.
-Espera… Damien…- gemí, al verlo desaparecer en el reflejo.
¿Por qué era así?, parecía
querer guiarme a algo, pero nunca lo decía abiertamente, simplemente… me daba
palabras o frases claves para que yo continuara indagando por mi cuenta; no era
justo, pero al menos… seguía preocupado por mí… eso era bueno, ¿no? Me mordí el
labio y me puse la blusa, aun llena de sangre; salí de ahí, con un montón de
cosa en la cabeza y me desplome en el sillón de la sala, procurando no
apoyarme, para no manchar la costosa tapicería. Mi madre me miraba con una
tranquilidad, pobremente fingida.
-Madre… ¿Quién es mi padre?- pregunte, con cierto temor a escuchar
la respuesta-. Sé que Christopher Follet, no lo es… y quiero saberlo.
-Cora…- susurro ella, cerrando los ojos, como si recordar el pasado
le trajera recuerdos terriblemente dolorosos-. Tienes razón Christopher no es
tu padre, o no tu padre biológico… porque él te crío, prácticamente toda tu
vida.
-Yo recuerdo a alguien más… ¿Quién es?- inquirí, aun confundida.
-Su nombre es Uriel…- murmuro ella, sin poder mirarme a los ojos.
-Uriel... ¿Qué?- musite. Era como si
mi madre me ocultara algo, algo que no podía revelar de una forma tan sencilla.
-Solo Uriel, Corina- respondió, con
frialdad-, de hecho… para muchos ni siquiera debería existir… para muchos
hombres el único arcángel real es Gabriel, pero Gabriel… es un traidor.
-¿Arcángel?- gemí, ocultando una risa
divertida-, no juegues conmigo, madre…
-¡No lo hago, Corina!- grito,
molesta-, ¿Por qué lo haría?, yo sabía que querrías saberlo en algún momento,
pero si no me crees a mí, pregúntaselo a James… él tuvo esta misma curiosidad
el verano que pasaron en Florencia con nosotros, pero fue Chris quien se lo
conto todo.
-¿Esperas que crea que soy hija de un
arcángel?- sisee, irritada-. Es imposible.
-No, no lo es- continuo ella,
ignorando mi molestia-. Tú te niegas a creer que eres un hibrido, cuando has
tenido contacto con uno… con uno que debería estar muerto, porque Devora Covey
lo asesino hace mas de 100 años.
-Oh, cierto… el cuchillo- me reí, sin
gracia-. Eso es mentira, Damien Covey es un adolescente cualquiera, común y
corriente.
-¿Por eso siempre está a tu lado
cuando estás en problemas?- pregunto, mirándome fijamente.
-Mera coincidencia- resollé,
molestándome cada vez más.
-Las coincidencias no existen- me
reprocho-. Damien Covey te cuida, porque quiere hacerlo… aun no entiendo
porque, si se supone que tu raza y la suya son enemigas por naturaleza.
-Yo soy buena y él malo… buena broma- farfulle,
recordando cada vez que me había protegido, de mi misma incluso-, eso no puede
ser… él, él no es malo…
-Es lo que tú quieres ver en él… no
más, no menos- siguió, ignorándome, de nuevo-. Damien debería estar muerto, lo
que es… es lo que lo mantiene con vida, Corina.
-¿Y ahora me dirás porque carajo dice
que no me enorgullezca de ser una Covey?- pregunte, levantándome del sillón.
-Damien… es lo que es, porque nuestra
familia es contada- inicio ella.
-Dime algo que no sepa- resollé.
-Déjame hacerlo, y gustosamente lo
hare- me reclamo-, los Covey siempre estuvimos mezclados con seres que no
pertenecen a este plano… tanto ángeles como demonios, todos conviven con los
humanos, pero desde Devora, Damien y Dorian… los demonios predominaron en
nuestra sangre.
>>Devora era prima de Damien y
Dorian, los primeros hijos de un hibrido, que ya había en nuestra familia-
suspiro-, hijos de una Potestad, el ángel de la muerte… y un demonio, hibrido.
-Eso es imposible- grazne, recordando
a Bael.
-No completamente- susurro-, no
siempre se trata de una unión por amor, ni los ángeles ni los demonios tienen
ese tipo de sentimientos; al menos no los de las primeras dos Jerarquías, y los
demonios aman a los humanos, pero no por principios comunes… no como amamos
nosotros; es una guerra por las almas humanas.
-El bien y el mal… la guerra eterna, y
el balance- trague saliva-, ¿Qué hay con nosotros?
-Ustedes simplemente mantienen el
balance, cuidan a los humanos… los protegen. Es su deber, por eso están aquí- respondió ella, mirando por la
ventana-. No tienen otro proposito.
-Entonces, ¿somos marionetas?-
inquirí, cada vez mas irritada.
-No, no son marionetas…
-¡Claro que sí!- gemí, mordiéndome el
labio-. Mantenemos el balance, hacemos lo que los ángeles y demonios deberían
estar haciendo… un humano es alguien con el que siempre vamos a rivalizar,
porque son todo lo que nosotros no. Ellos tienen libre albedrio y tienen el
bien y el mal encerrados en su cuerpo, pero lo dominan y solo utilizan aquello
que les conviene- chille, al sentir que mi labio sangraba-, y nosotros… si somos
aquello que tú dices, solo somos una cosa o la otra, no vivimos en la dualidad
en la que viven ellos, eso es… estúpido; yo puedo seguir eligiendo que quiero
ser… si quiero ser buena o no.
-Lamento muchísimo decepcionarte,
cariño- cerro los ojos- podrás pretender querer elegir, aunque tienes una parte
humana… jamás podrás ser tan mala como lo son ellos, ni siquiera podrás serlo
un poco. Tu parte angelical predomina, y suprime a aquello malo que posees. El único
que podría corromperte es Damien.
-No empecemos con la discusión de
siempre- la mire, con ira-, no me alejare de él… no porque tú quieras.
-Siempre has hecho lo que ha sido tu
voluntad, Cora… y nunca te has equivocado- susurro, levantándose e indicándome
la puerta.
La discusión había terminado. Ella la había
finiquitado de una forma sumamente drástica, aunque de alguna manera eso era
normal, yo había querido ir demasiado lejos y ella se negaba a darme todas las
respuestas; así que... tenía que buscarlas por mi cuenta.