Josep reconoció de inmediato la demanda de James, y me sonrió un
poco obligándome a bajar los brazos, este sermón no iba a ser para él, de hecho
ni siquiera estaba segura de que fuera para mí. Sería un tanto estúpido que me
regañara por haberlo defendido, aunque… también existía la posibilidad de que
su molestia se debiera a mi repentina necesidad de huir del hospital. Pero,
¿realmente había logrado huir?, ¿Qué iba a usar a mi favor?... No recordaba absolutamente
nada sobre lo que sucedió luego de que me desmaye; recordaba a Damien, mi
brazo, su afirmación, como me arranque la placa metálica del pecho, pero… luego
solo vi la puerta abrirse y me desmaye. No podía defenderme ante el inminente
ataque de James.
-¿Puedes decirme que carajo paso en el hospital?- inquirió, en
cuanto la puerta de la casa se cerró detrás de Josep.
-¿Y cómo voy a saberlo?- resollé, intentando zafarme.
-Victoria te trajo, junto con Mio- me informo, con recelo-,
dijeron que estabas sangrando, llorando y rogando que te sacaran de ahí.
Me quede completamente muda
ante sus palabras, ¿eso era lo que había pasado?, ¿Por qué no podía recordar
nada?... y de lo que recordaba, ¿Cómo iba a explicárselo a James?, ¿sería capaz
de entender por completo lo que pasaba conmigo?... ¡qué estupidez!, ni siquiera
yo podía entenderlo en su totalidad. Suspire, desplomándome en una de las
sillas que había en la barda de la cocina, James se paro del otro lado y me
observo fijamente, mientras yo, inconscientemente, acariciaba mi brazo; estaba
temblando… o esa era mi sensación, mi hermano no había cambiado su postura… y
yo sabía que su enojo y preocupación iban empatados dentro de él, luchando por
la supremacía de alguno de los dos… lo que yo pudiera decir, realmente seria
decisivo para esa pelea interna.
-James…- murmure alzando la vista-, júrame que vas a entender
esto, y que no me juzgaras.
-Jamás lo haría, Corina- susurro, tomándome de la mano.
Evidentemente la
preocupación había suprimido en su totalidad al enojo, pero eso no me hacía
sentir mejor, ni un poco; apreté por un segundo la mano de mi hermano y
suspire, tratando de ordenar mis propias ideas. Algo andaba mal conmigo, lo
presentía… o lo presentí desde que Damien apareció en la habitación del hospital.
-Lucían, apareció en mi habitación…- le dije con algo de temor.
-¡¿Qué te hizo ese bastardo!?- farfullo mi hermano, seguramente
maldiciendo mentalmente.
-No, James… él no me hizo nada- respondí, acariciando su hombro-,
fue a ver cómo me encontraba, y luego se fue… pero me aseguro que mataría a
Damien.
-Sabes que puede hacerlo, Corina- murmuro, algo inconforme con su
propia respuesta.
-Eso ya lo sé- inquirí-, pero… no es eso lo que me preocupa,
James.
-No entiendo- acepto, algo confuso.
-Damien…- inicie, controlando los espasmo de mi cuerpo-, él
también fue a verme al hospital, él… supo que mi brazo había sanado, aunque ni
siquiera yo sé cómo demonios pudo sanar tan repentinamente.
-Sí, eso es cierto…- murmuro-, pero ¿Por qué no te preocupa que
Lucían mate a Damien?
-Porque Damien me dijo que…- tome una bocanada de aire-, él me
afirmo que yo estaba en el hospital porque él así lo quería, porque me estaba
probando.
-Sin duda eres un imán para los problemas, Cora- rio mi hermano,
casi con un tono de burla.
-Te lo estoy diciendo en serio, James- me queje, algo herida.
-Igual yo, mira Corina… debes saber algunas cosas…- me dijo con
parsimonia.
-¿Qué cosas?- pregunte, confundida.
-¿Sabes porque mi padre estaba tan molesto?- mascullo, con una
sonrisa burlona.
-¿Y cómo carajo piensas que yo voy a saber eso?- resollé, casi con
ira.
Mi hermano río
armoniosamente al verme tan contrariada, sin duda él sabía algo que yo
desconocía, y claro… no iba a decírmelo por las buenas, tendría que ser yo la
que me pusiera a averiguarlo; bufe y lo golpee en un hombro con toda la fuerza
que pude, él me sonrío, sobándose un poco.
-Buen golpe, vas mejorando- susurro, sin poder dejar de reír.
-James, ¿sabes una cosa?- le dije, levantándome de la silla.
-¿Qué cosa, linda?- pregunto.
-A veces no sé porque Victoria te ama de una manera tan
irracional- respondí, alejándome rumbo a las escaleras-, cuando te lo propones…
¡Puedes ser un idiota!- le grite, mientras subía las escaleras.
Escuche sin mucha
dificultad la risotada de mi hermano. Camine por el pasillo del segundo piso
hacia mi habitación, necesitaba distraerme, pero encerrada en esa casa jamás lo
lograría; entre a mi habitación y corrí las cortinas para salir de la penumbra.
París era hermoso, todo lo que se extendía en los alrededores era precioso,
todo… hasta llegar a la Torre Eiffel, y después de ella; siempre extrañaría mi
natal Florencia, amaba mi país… pero nunca me había gustado vivir estancada en
un mismo lugar, Florencia era hermosa
también, tenía un gran mercado de trabajo… escuelas tan buenas como en la que
estudiaba ahora, la Universidad
de París: Pierre et Marie Curie, una de las 13 más conocidas de todo
Paris, y también una de las mejores a nivel mundial, sin embargo… el amor
fraterno y el amor filial eran los dos motivos que me habían traído hasta este
lugar. Quizá su lo mío con Lucían hubiera funcionado yo estaría viviendo en
Praga, o en Venecia y no aquí con mis hermanos, no habría vuelto a ver a mi
familia… y realmente no se en que me hubiera convertido; quizá era mejor seguir
siendo lo que era, si es que… yo podía llamarme una humana en su totalidad, era
algo que nunca había creído por completo. Suspire, ¿Qué era yo?...
En el mundo, al menos desde
mi punto de vista, todo venia en pares, y era común escuchar a los clérigos
hablar sobre la gran crisis de la lucha entre el bien y el mal; que el mal vive
tentando a los seres humanos al pecado para poder obtener sus almas, y el
bien... siempre trataba de salvarlos. ¿Qué tan cierto era eso?, ¿Por qué yo
siempre me sentía tan cómoda al lado de aquellos seres misteriosos con los que
había tenido contacto desde que era niña?... Era demasiado confuso. Yo le
llevaba un año a James, pero sabía que él podía ver y experimentar lo mismo que
yo, y ambos queríamos al esposo de mamá, pero ninguno lo podía recordar como
nuestro padre. Ella nos había dicho siempre que lo era, pero… los pocos
recuerdos que James y yo teníamos de nuestra infancia, el rostro de nuestro
padre era completamente diferente; era una de las cosas que yo no podía
explicarme, era algo que aun me provocaba algo de inseguridad; aunque no tanta
como la que me había provocado conocer a Lucían, también cuando recién llegamos
a Francia, durante una visita que hice al museo Louvre, con el fin de conocer
las pinturas del famoso Leonardo Da Vinci… ahí lo vi por primera vez… Estaba
mirando la pintura de La Gioconda cuando yo me pare a su lado y pude sentir
algo extraño, pero al ver su rostro… la atracción había sido inmediata; no
estaba segura si la idiota había sido yo, o el destino era lo que había cruzado
nuestros caminos, no lo sabía, solo estaba segura de que… si por mi hubiera
sido, yo no había seguido a su lado por mucho tiempo, por lo menos, habría
preferido que él me dijera lo que era… y no tener que descubrirlo por medio de
las palabras de Bael, su amigo… confidente y compañero… en otro momento de mi
vida habría pensado que estaba más que loca y paranoica, pero Bael me mostro
con hechos lo que era Lucían… que aunque solo pertenecía a las legiones, lo
bajo de lo bajo en el infierno… quizá pudo haber subido hasta el lugar que
ocupaba él… junto con Agares y Marbas; Lucía había sido el consentido de
Lucifago… hasta que me conoció a mí. Si yo no hubiera llegado hasta él, quizá
ahora sería algo más poderoso de lo que ya era, mi presencia lo había cambiado…
aunque aun tenia la fuerza para matar a Damien si se lo proponía… cosa que yo
no iba a permitir, no sabía cómo, ni porque… simplemente estaba dispuesta a
todo para conseguirlo.
Tome mi teléfono celular y
le marque a Mio, luego de corroborar la hora: 4:30 pm, era una buena hora para
salir… y distraerme. Espere un segundo a que me contestara, había mucho ruido
de fondo, unidos a las risas de Mio.
-¿Hola?- susurro, controlando su risa.
-Mio, soy Corina- susurre.
-¡Hola, Corina!- grito ella emocionada-. ¿Cómo sigues?
-Aburrida y nefasta, quiero salir de aquí…- le dije, algo conforme
con la fluidez de mis palabras.
-Bien, paso por ti en quince minutos- me dijo-, espérame en la
puerta.
Le colgué el teléfono luego
de eso, entre ella y yo no cabían las despedidas, era una relación extraña sin
duda, pero la apreciaba mucho, y sabía que ella sentía lo mismo por mí. Suspire
y me metí a la ducha, alguien había llegado… quizá Josep o alguien más, no me
preocupaba; abrí la llave del agua y sonreí… al menos estaba caliente. El vapor
abarco todo la habitación con rapidez, me gustaba más así, aunque pareciera un
sauna, yo tenía un trauma con el agua caliente. Termine de desvestirme y me
metí debajo del agua, era relajante un baño así luego de tantas tensiones, y
Mio contribuiría mucho a mi ‘’recuperación’’, si es que lograba hablar con ella
en serio… antes de que se embriagara y yo, un poco después que ella. Salí del
baño enredada en un toalla y camine hacia mi habitación, realmente la elección
de ropa no era un enorme problema para mí, simplemente me puse lo primero que
encontré, tome mi celular… y baje las escaleras cepillándome el cabello. No
había llegado Josep, pero si Victoria, y estaba en un momento bastante intimo
con mi hermano, por lo que deje el cepillo en los escalones y corrí a la
puerta.
-No me esperes despierta, y yo le aviso a Josep- grite, antes de
cerrar la puerta detrás de mí.
Aun no llegaba Mio, y podía
llamar a Josep en un minuto. Busque su número en mi agenda y espere a que
contestara.
-Hola, lindo- sonreí al escuchar su voz.
-Hola, ¿Qué pasa?- me pregunto, algo contrariado.
-Nada realmente, pero creo que James ocupara la casa y no es bueno
molestarlo- reí-, si sabes a lo que me refiero, ¿verdad?
Josep rió divertido al otro
lado de la línea, y luego trato de sosegarse un poco.
-Bien, bien- me dijo-, ¿Dónde te veo?
-Mio viene por mí en 10 minutos…- informe-, te espero aquí en el
jardín.
-Excelente- susurro y luego colgó.
Iba a darle la oportunidad a James, de estar a solas con Victoria,
ya me hacía falta una cuñada y a él sentar cabeza, mientras tanto… me iría con
Josep a pasar un buen rato, juntos como hacía tiempo que no lo hacíamos. Camine
y me senté sobre la acera que daba a la calle, alguno de los dos tenía que
llegar, y como siempre… el tiempo parecía ir demasiado lento, solo para lograr
sacarme de mis casillas. Chasquee la lengua, ¿Por qué tenía tantas preguntas?,
¿Por qué Damien era tan… ‘’importante’’ para mí?... era raro tener este
presentimiento tan grande, nunca me había sentido así, nunca había querido
defender tan férreamente a alguien que no conocía, y mucho menos… a alguien que
me había asegurado… que quería matarme. Suspire. Esto era confuso,
definitivamente necesitaba tiempo para distraerme, necesitaba dejar de pensar
en todo esto, simplemente… requería alejarme del mundo. Un auto ronroneó
mientras se acercaba por la calle, me levante inmediatamente, creyendo que me
aplastaría si me quedaba en ese lugar, casualmente Josep venía caminando por el
mismo, lado… y pude ver el rostro de Mio al verlo. El bellísimo Aston Marti se
detuvo perfectamente frente a mí, Mio beso animadamente los labios del muchacho
que la acompañaba; realmente a mi no me sorprendía en absoluto la actuación de
Mio, ella siempre había sido así. Me reí un poco y me acerque al automóvil.
-Hola, picarona- me mofe un poco, mientras esperaba a que Josep
llegara.
-Hola… niña loca- refunfuño, bajando del auto-. Él es Astarot, mi
nuevo novio.
Ese chico era realmente
atractivo, tenía la piel exquisitamente blanca, al igual que los dientes…
aunque su sonrisa era un tanto tétrica, aunque a Mio parecía ser lo que más le
atraía de él. Me mordí el labio inferior, cosa que le pareció interesante… pues
alzo una ceja y sonrió para sí mismo.
-Bueno, ¿nos vamos?- sonrío Mio, abrazando el brazo de aquel
chico.
Josep ya había llegado a mi
lado, y no dejaba de mirar al acompañante de mi amiga.
-Creo que… esta vez no- sentencio Josep, haciendo un ademan
protector.
Yo me quede en completo
silencio ante la sentencia de mi hermano menor, que parecía estar teniendo un
dialogo mental con aquel tipo, pues su rostro se veía demacrado y el de aquel
hombre… se veía cada vez más vigoroso; Mio bufo y se desplomo en el asiento, el
chico se coloco unos lentes oscuros y arranco el motor. No estaba segura de lo
que había ocurrido hay, solamente unas repentinas ganas de llorar. Abrace a
Josep por la espalda y él se giro instintivamente para abrazarme, estaba
preocupado, por algo que desconocía, pero parecía estarlo carcomiendo por
dentro. Me guio hasta mi auto, y lo encendió con serenidad, me pidió que
subiera, obedecí y luego él subió detrás de mí, tomando el lugar del conductor.
Esto no me gustaba, para nada…
Condujo sin un rumbo
aparente, hasta que llego a un pequeño jardín, antes de llegar al museo Louvre.
Se detuvo y bajo del auto, sin siquiera pedirme que bajara también yo, lo mire
algo confusa por un minuto, y luego lo vi llegar… se veía tan arrogante como lo
recordaba, ni siquiera se inmuto al ver el auto, simplemente sonrió
animadamente al ver a Josep. Baje del auto inmediatamente, y me pare delante de
mi hermano.
-¿Qué diablos haces tú aquí?- resollé, mirándolo fijamente.
-Te extrañaba- rio sonoramente.
-Sí, claro…- respondí-, como si fuera tan imbécil para creerte…
ahora que quieres conmigo, ¿Bael?
No hay comentarios:
Publicar un comentario