domingo, 24 de noviembre de 2013

Yvridio 6.1



 No comprendía porque ahora todos se portaban de esta manera conmigo. La postura de mi madre con respecto a Damien era clara, ella no lo aceptaba, ni siquiera haría un esfuerzo por hacerlo; Josep, mi querido hermano, a él ni siquiera parecía importarle, él me quería y siempre deseaba lo mejor para mí, incluso aunque fuera en contra de todo lo que los demás dijeran o pensaran.

-James…- gemí detrás de él, antes de que cerrara la puerta del baño- te portas como un bebé.

 Mi hermano había aceptado que estuviera con Damien, pero no le agradaba, y me lo dejaba bien claro cada momento del día, yo detestaba encontrarme en esa situación, donde tenía que elegir entre mi familia y mi felicidad. Lo detestaba sobre manera. Me recargue en la pared, junto a la puerta del baño, esperando a que saliera, aunque sabía que no estaba haciendo nada ahí dentro, simplemente estaba tratando de evitarme.

-James… lindo- murmure, lo suficientemente alto como para que pudiera escucharme-, odio esta situación, y tú lo sabes… porque también la odias. Vicky está de acuerdo con lo que pasa, sé que es mi amiga, pero… tú eres mi hermano y…-suspire con fuerza- te amo, por sobre cualquier cosa, pero no me hagas decidir, por favor. Sabes que te elegiría. Siempre.

 Cerré los ojos, realmente no esperaba que él reaccionara positivamente; me levante, dispuesta a volver a mi habitación para cambiarme, pues estábamos retrasándonos para la escuela, otro lugar que revolvía el estómago. Ya todos parecían acostumbrados con la idea de Damien y yo, aunque no éramos una pareja, propiamente dicha, o al menos no en público. Él me estaba enseñando, sobre lo que era y lo que podía hacer, cosas que mi hermano aprendió por su cuenta, sin comentarme nada y ahora, por su molestia… se negaba a mostrarme.

 Camine tranquilamente hasta mi habitación y cerré la puerta, sacándome la blusa. Tenía el cabello hecho un asco, así que tome un cepillo y lo pase por mi cabello un par de veces sin molestarme por mi apariencia, ni por estar semidesnuda. Mi apariencia en el espejo se veía algo desprolija. Había adelgazado, pero no había rastros de heridas en mi cuerpo. Lo más reciente había sido la de mi hombro, donde ahora apenas y se alcanzaba a ver una tenue línea, apenas más oscura que mi tono natural de piel. Yo me había fugado de mi casa ese día, justo después de que recobre la conciencia y bese a Damien; habíamos estado en su casa, pero los recuerdos eran algo borrosos…

 Empecé a moverme debajo de las sabanas, aunque… por la textura de las mismas, esta no era mi cama, ni la de nadie que yo conociera… de pronto mi nariz capto un aroma, no lo suficientemente dulce como para marearme, pero sí para cautivarme; mi mano se cerró en torno a, lo que identifique como, su camisa; moví mi cabeza y entonces fui consciente de que estaba acorrucada en su regazo, sobre su brazo. Estaba tan cómoda, como nunca me había sentido, y tuve que obligarme a abrir los ojos.

 Lo primero que vi, fue su camisa; él nunca usaba colores claros, o yo jamás lo había visto, imaginarlo con una camisa blanca, era algo fuera de mis ideales, seguí alzando la vista hasta que me tope con el ángulo de su mentón, pero no podía ver claramente sus rasgos, solo el arcoíris que se reflejaba en su cabello por culpa de la luz… aquel que me colaboro a quitarme el aliento la primera vez que lo vi. Luego de corroborar que era él, empecé a querer ser consciente de mí misma… mis piernas batallaban un poco contra las sabanas, pero sin duda estaba muy cómoda, pero la mayor parte se debía a su presencia. Mi mano libre empezó a buscar la herida de mi hombro, pero no había nada… ni siquiera rastro de una posible cicatriz. Mordí mi labio suavemente, mi siguiente objetivo era saber qué hora era, o que día inclusive… pero para saberlo, tenía que preguntarle, y no quería acabar con este momento, quería que esto durara para siempre… aunque no supiera exactamente en qué momento, este sentimiento había despertado en mí. Necesitaba respuestas y no había muchos lugares en donde conseguirlas, solo él…

-Estás muy callada- susurro Damien, sin mover su cuerpo-,  ¿estás bien?

-Pues…- titubee un momento, lo que ocasiono que él se acomodara de una forma en la que pudiera mirarme-, ¿Qué ah pasado?- pregunte, no refiriéndome exactamente al tema de los besos y el sentimiento que me había comenzado a embargar.

-Te herí, por culpa de mi naturaleza… aunque no es una buena escusa- murmuro, mirando el techo-, después me prometiste que todo estaría bien y te traje a mi casa.

-¿Tu… casa?- repetí, casi con un gemido.

-¿Crees que sería capaz de abusar de ti mientras duermes?- inquirió, sonriendo cínicamente… él simplemente había llegado a la línea de mis pensamientos, justo antes de que yo lo hiciera- Tu hermano sabe que estas aquí, y si se entera… me haría pagar.

-Lo cual sería muy estúpido de su parte- masculle. Por alguna razón Damien me parecía invencible, quizá hasta inmortal…

-No, tú y él podrían acabar conmigo con una facilidad que logra ponerme nervioso- sonrió alegremente. ¿De verdad?

 Me encontré mirándole estupefacta, ¿hablaba en serio o solo quería hacerme reír?

-¿Y la herida?- dije mientras buscaba el lugar por donde debió entrar el arma.

-La curaste- dijo mientras mi miraba. ¿Qué?, ¿la cure?, ¿cómo?

-¿De qué hablas… exactamente?

-De que la curaste…

-Espera…- susurre, sin darme cuenta que me había incorporado repentinamente, mientras sobaba mi sien, tratando de entender- ¿estás diciendo que yo lo hice? Qué buena broma…

-¿Por qué bromearía con algo así?- sentencio con seriedad.

-Porque eh tenido heridas más graves y nunca pude hacer nada por ellas, al contrario- gemí, recordando el hospital, la visita de Lucian y su amenaza de matar a Damien-, tuve que estar en un hospital.

-Estuve ahí- me recordó, ahora luciendo ligeramente irritado-. No lo hiciste, porque no eras consciente de ti misma, aun no lo eres… por eso perdiste el sentido cuando te curaste.

 Me quede muda, como si Damien hubiera vertido un bote de agua helada sobre mi nuca y ahora estuviera bajando suavemente por mi espalda. La sangre empezó a llegar a mis mejillas, haciéndome volver a la realidad… tenía que reconocer que Damien sabía mucho más de esto que yo, debía tener muchísima más experiencia. Y de repente la sensación de sus labios unidos a los míos me golpeo, casi temí alzar mi mano y sentir el verdugón, que seguramente, iba a aparecer en cualquier momento. Pero no sabía si era el momento de preguntar, él estaba molesto, o al menos lo parecía…

-Damien…- inicie yo, buscando las palabras para disculparme formalmente con él, por lo que había hecho-, lamento mucho si… te confundí con lo último que hice…

-¿Por qué habría de perdonarte?- me interrogo, yo era incapaz de mirarlo, mis manos jugueteaban con las colchas, mientras trataba que mis ojos no comenzaran a llorar de manera incontrolable.

 Sé que me enrojecí, ya lo venía sintiendo desde hacía un momento, pero Damien me tenía realmente confundida, con su cambio de actitud, era un poco más tranquilo y relajado… ¿se debía a que estábamos solos?... Era una posibilidad.

-Corina…- murmuro él, aunque no sabía en qué momento a había acortado la distancia entre nosotros.

  Quise esperar a que terminara de hablar, para emitir cualquier sonido… pero ya no dijo más, tan  solo unió sus labios a los míos, no con la suavidad que lo había hecho antes, ni con la que yo intente hacerle sentir… sino con una chispa apasionada, que al mismo tiempo parecía tranquila y acompasada. Tarde un tiempo exagerado en reaccionar, cuando él empezó a apartarse, sin ganas de hacerlo realmente… pero lo detuve, me aferre como pude a su camisa y respondí su beso… pero ahora con la misma necesidad que él me hacía sentir…

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