Sonreí tontamente al recordar sus besos. Eran
tan naturales, pero al mismo tiempo me dejaban sin habla, con el corazón
acelerado y respirando agitadamente; no me importaba, aunque me provocaba
coraje, ver como él solo sonreía abiertamente luego de besarme. Tome una liga
de mi tocador y me recogí el cabello en una coleta alta, cuando alguien llamo a
mi puerta. Creí que era James, pero al abrir me encontré con Victoria, a quien
me apresure a abrazar.
-Lamento mucho la actitud de James- me
susurro al oído, estrechando su abrazo.
-No importa, sé que es difícil para él y
que solo lo hace porque me quiere- conteste, aunque en el estomago sentía como
si alguien me hubiera golpeado. No estaba realmente segura de lo que pasaba por
la mente de James, vivíamos juntos, pero parecíamos dos extraños o dos almas
vagando por la misma casa, sin intenciones de cruzarse una en el camino de la
otra.
Nos sentamos en la orilla de la cama, ella se
veía realmente avergonzada por la actitud de mi hermano, aunque ella no tenía
nada de culpa ni de responsabilidad por lo que pasaba. Esto se debía a que
nuestras vidas habían cambiado drásticamente en un abrir y cerrar de ojos, lo
cual era complicado para ambos; apenas y éramos consientes de que no éramos
totalmente humanos, sino que teníamos algo de ‘’divinidad’’ gracias a nuestro
ausente padre, a quien ninguno se molestaría en buscar, debido a que
probablemente nos gustaría estar en una mejor condición, para reprocharle todo
sin temor a que pudiera dañarnos. Eso era algo de lo que tampoco estábamos
seguros, de si un ángel dañaría a un hibrido o no, o de si podríamos hacerle
algo. Yo sabía que al ser híbridos, teníamos aquella parte humana que nos daba
libre albedrio y la capacidad para elegir entre seguir por el camino del bien o
del mal, pero ¿Qué significaba realmente tener una parte angelical y porque
nuestra familia estaba tan estrechamente ligada con los ángeles y los demonios,
si es que ambos eran reales? No teníamos pruebas que comprobaran o refutaran lo
que éramos, pero había cosas inexplicables, como la aparición de Bael, Lucian,
Mio… la extraña habilidad de Damien para aparecer y desaparecer como si de
vapor de agua se tratara. Era complicado, y confuso… y Victoria estaba inmersa
en todo este mundo sin saber siquiera lo que ocurría a su alrededor.
Quizá era cierto que los humanos solo se veían
afectados por las decisiones que otros tomaban, ellos solamente podían dejarse
llevar por ellas, como si fueran arrastrados por la corriente. Eso no estaba
bien, no tenía sentido. ¿Por qué los humanos no reclamaban nada?, si existían
los ángeles y los demonios, ¿eso no era prueba suficiente de la existencia
absoluta de Dios y Satanás? Su lucha eterna debía terminar en algún momento,
alguien tenía que hacerlos entender sus errores. Siempre vi a Dios como un ser
arrogante que no hacía nada por ayudar a quienes lo veneraban, simplemente
observaba como los humanos se destruían unos a otros, por el anhelo de obtener
poder o riquezas; Satanás, simplemente se aprovechaba de la debilidad humana y
de su codicia. Quizá mi hermano James y yo, no fuéramos algo bueno, no éramos
una creación divina, sino un error de la naturaleza; era algo que sólo el
tiempo se encargaría de hacernos saber. Si era cierto que cada criatura
viviente sobre la Tierra tenía un motivo y razón de ser, nosotros sabríamos
nuestro propósito tarde o temprano…
-¿Corina?- gimió Victoria en mi rostro,
mientras me agitaba un poco.
-Oh, lo siento…- admití, me había perdido
en mis pensamientos-. Todo estará bien, esto no es culpa tuya. Se solucionará.
-Eso espero- respondió, con una sonrisa
nerviosa-. Es tarde…
Volví a sonreír y la abrace con fuerza, antes
de levantarnos y encaminarnos a la sala, donde mi hermano alzo la mirada al
verla acercarse; siempre envidie la manera en la que la miraba, pero ahora,
podía comprender la veneración con la que la admiraba cuando la tenía cerca.
Nosotros no amábamos de la misma manera que los humanos, y Victoria veía algo
maravilloso en mi hermano, no otro a ser humano, sino algo totalmente etéreo;
¿era así como yo miraba a Damien?, me pregunte. Probablemente, respondió
automáticamente mi mente, en un tono de burla.
Mi hermano encendió el motor, emprendiendo la
marcha hacia la escuela. En todo este tiempo no había pensado en Lucian o en
Mio, ella me preocupaba, porque era mi amiga y la apreciaba; quizá su
comportamiento se debía a su cercanía con Lucian y a todo lo que él, como
demonio significaba. Suspire, hundiéndome en mi asiento; ¿ella seguiría siendo
la misma de siempre, o lo que había pasado traería conflictos ente nosotras? Yo
esperaba que no, porque eso me dolería, pero si pasaba… tendría que vivir con
ello, ya que a mi pensar los demonios no eran mis enemigos; hasta ahora, los que
conocía… habían sido partes importantes en mi vida, y por su naturaleza no
dejarían de serlo, no podía olvidar todo para odiarlos y cazarlos, como se
esperaba que hiciera. Quizá no todo estaba tan bien como yo creía, para mí
estaba bien, porque Damien estaba conmigo y me quería, pero aun tenía cosas que
entender y que aprender; debía hacerme cargo de mi destino y de mi trabajo como
hibrido. Aunque, ¿Cuál era mi trabajo?, ¿asesinar a quienes no eran como yo?
Esto es demasiado, pensé al momento en el que bufe, hundiéndome en el asiento
de la camioneta de mi hermano, Victoria lo noto, y puso su mano sobre el brazo
de mi hermano, un gesto que denotaba una búsqueda de apoyo o comprensión de él
hacia mí; yo no sabía hasta qué grado James sabía sobre lo que éramos o
teníamos que hacer con nuestra naturaleza, no habíamos tenido la oportunidad de
hablar al respecto.
Al llegar a la escuela busque el automóvil de Damien con la mirada, pero
no lo encontré, sólo vi a Mio del otro lado del estacionamiento, mirando hacia
la dirección en la que venía Lucian. En otro momento, me habría parecido
enfermizo verlos juntos, pero ahora ni siquiera me resultaba incomodo, sólo un
poco confuso, porque Lucian era extraño y no hacía mucho tiempo me había dicho
que aun me quería y que me extrañaba, y ahora se paseaba por la escuela con una
de mis mejores amigas; la cual, parecía no darse ni por enterada de lo
preocupada que me tenía. Cerré los ojos con fuerza y suspire, antes de abrir la
puerta y precipitarme hacia afuera; James y Vicky ya habían salido y a mi
hermano no le preocupaba mucho dejar la camioneta a mi cuidado. Salí distraída
y me tropecé con el pie de alguien, yéndome de bruces contra el suelo, o eso
creí hasta que sentí su brazo alrededor de mi tórax, impidiendo mi caída; mis
mejillas se ruborizaron rápidamente. Su tacto era inconfundible, el calor de su
piel me hacía sentir segura, el acompasado latido de su corazón me quitaba el
aliento y el aroma que despedía su ropa me mareaba de una forma extraña. Me
ayudo a incorporarme, sin soltar mi brazo, y me miro a los ojos, esbozando una
sonrisa tranquila.
-Deberías tener más cuidado- murmuro,
sin prestar atención a nada más que a mí, lo que provoco un nuevo sonrojo.
-Lo siento- murmure, incapaz de dejar de
mirarlo.
-Debemos ir a clases- cerró los ojos,
bajando su mano suavemente, apenas rozándome la piel con la yema de los dedos-.
Vamos, Cora…
Camine a su lado, tratando de ignorar la
manera en que se erizo mi piel, con la mirada fija en el asfalto del
estacionamiento. Mi mente volvió a los pensamientos que había tenido esa
mañana, cuando comprendí la manera en que Victoria miraba a mi hermano; era
algo mágico e indescriptible, pero… ¿realmente yo miraba así a Damien?, era
obvio que no lo veía como a Lucian, porque mi corazón no reaccionaba de la
misma manera. Ahora Lucian era la representación más cercana de odio que había
sentido en mi vida, Damien por otro lado… era la clara expresión de que podía
querer a alguien, sin dejar de ser yo misma. Sin embargo, yo no era del todo humana,
y él tampoco; ¿qué era lo que nos unía? Ahora creía que mi unión a Lucian era
algo irreal, un capricho de él mismo… movido por el capricho; Damien y yo
éramos híbridos, aunque aun desconociera la definición real de la palabra, no
teníamos la fuerza que tenían ellos. Esto… ¿era real?
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