lunes, 28 de julio de 2014

2. Viaje

  El día del viaje llego más pronto de lo que habría deseado, ya estábamos en la maldita terminal, esperando que anunciaran nuestra salida; solo viajaríamos Charlie y yo, el novio de mi madre nos esperaría en el Distrito Federal, donde transbordaríamos para llegar a Fortín. Resople, mi madre le daba a Charlie un montón de instrucciones, aunque yo era la mayor… a su lado parecía que él me llevaba 3 o 4 años; a pesar de ser, bastante atractiva -textuales palabras de mi hermano-, aun tenía la apariencia de una niña, al menos en el rostro, ya que llegando al cuello… el resto, era de una mujer completamente desarrollada… a 15 días de cumplir la mayoría de edad.
-¡El autobús con destino a México Norte, está a punto de partir por la sala 2, anden número 35!- dijo la voz de una mujer en el alto parlante-, favor de pasar a abordar.
  Tome mi maleta y me coloque la chaqueta en el hombro, hacía calor… pero la temperatura comenzaría a disminuir con forme las horas transcurrieran; eran casi las 6 de la tarde, el viaje duraría, como mínimo, 12 horas. Mi madre me abrazo con fuerza y beso mi mejilla, no iba a decirme nada, no había necesidad de hacerlo. Charlie se adelanto a entregar los boletos, mientras yo lo seguía de cerca; el señor que estaba en la puerta le sonrió y le susurro: ''Feliz viaje'' mientras le regresaba los boletos. Él me tomo de la mano, nadie que hubiera visto a mi madre, pensaría que éramos hermanos; Charlie se portaba más como un padre, o un esposo, que como un hermano menor, pero… aun así lo adoraba.
  Tomo su lugar al lado de la ventada y palmeo el asiento que estaba a su lado, puse mi bolsa en la parte de arriba y me senté, acorrucándome en su regazo rápidamente; era algo que hacía por mero instinto, o necesidad, no lo sabía… solo sabía que en esa posición me sentía segura, Charlie daría cualquier cosa con tal de protegerme y yo haría lo mismo por él. El conductor puso una película en cuanto salimos de la central, era 2012, yo ya la había visto, por lo que me dedique a escuchar música en mi celular; sabía que eso no me orillaría a nada, más que a quedarme total y profundamente dormida…
  Waterloo Rail Station se abría paso ominosamente frente a ella, pero por primera vez en todo lo que llevaba de vida, era la primera vez que se sentía en su hogar; extrañaba todo lo que había dejado atrás, pero no le parecía tan descabellado haberse ido por buscar un sueño, lo cierto era que… necesitaría muchísima suerte para poder localizarlo, pues… solo estaba segura de reconocer su voz. ¿Cómo iba a hacer hablar a todos los hombres de Inglaterra?, no lo sabía, ciertamente no tenía ni la más mínima idea de cómo hacerlo, pero… si estaba segura de una cosa. No iba a darse por vencida.
 Camino lentamente, con las manos dentro de la gabardina beige que llevaba; tenía hambre, y busco un lugar para comer. Acababa de pasar por Jubilee Gardens, cuando decidió bajar por Road Beleverde, hasta un pequeño bar llamado Neds Noodle. Se sentó en la barra y espero a que alguien la atendiera, pero al parecer solo la miraban, como si fuese un bicho raro metido en el lugar equivocado. Se le erizo la piel de la nuca, y se mordió el labio… maldiciendo por no haber llegado a Arch One Bar & Grill que estaba realmente mucho más cerca de la estación, sin embargo… solo estaba dejando que su interior se expresara, no era algo que ella decidiera sola, algo dentro de ella la hizo entrar a ese bar, pero no sabía que era. El bar no era precisamente precario, era pequeño, si… pero también sumamente acogedor, algo en el ambiente hacia que se sintiera cómoda; miro hacia todos lados, un chico en particular la estaba mirando, se sintió un poco consternada, ya que no podía verle el  rostro, lo tenía cubierto con el menú. Suspiro volviendo su vista al barman, algo dentro de ella le pedía que saliera, pero otra… igual o más fuerte, le exigía que se quedara y encarara a ese chico; no lucía mayor a ella, podida deducirlo, aunque si era por mucho más alto que ella.
-Disculpe- dijo él, con una voz que sonó algo interesada-, ¿nos conocemos?
  Eso la tomo desprevenida, y sintió un vuelco en el estomago, conocía esa voz, definitivamente la conocía, pero la pregunta era, ¿de dónde? No supo que lo había estado mirando como una completa idiota, hasta que él le sonrió, con cierta complicidad.
-Lo siento, me temo que no- respondió ella, escudándose tras la limonada que habían puesto frente a su lugar, sin embargo… esas palabras sonaron más a una mentira o a una blasfemia.
-Es una lástima- inquirió, ignorando a la chica que había llegado a su lado-, mataría por besar esos labios.
  El sonrojo se hizo presente rápidamente, y la confusión se alojo en todo su cuerpo, eso no tenía ningún sentido, o ¿sí?...
  Me enderece, un poco  desorientada, mirando por la ventana, Charlie parecía muy interesado en la película, no era 2012, era una diferente… la protagonista era la actriz de un programa que yo solía ver, llamado ''Almas Perdidas''. Me talle los ojos y mi hermano sonrió.
-¿Dónde estamos?- le pregunte, al darme cuenta de había oscurecido por completo.
-Exactamente…- susurro pensativo-, no lo sé. Hace como media hora salimos de Zacatecas.
-Ya veo…- mentí, aun recordando la imponencia de Road Beleverde, y la hermosura de Jubilee Gardens.
  Me sumí en el asiento y jale mi chaqueta, si habíamos salido de Zacatecas…. Entonces llevábamos 4 o 5 horas de camino, suspire. ¿Por qué había soñado eso?, refunfuñe. Había visto su rostro, pero mi memoria de corto plazo era algo a lo que nunca me había fiado, pues solía jugarme muchas bromas de mal gusto; Charlie me tomo la mano y sonrió.
-¿De nuevo mi cuñado etéreo?- murmuro con dulzura.
-Lo vi- respondí mirándolo a los ojos, detectando la sorpresa y alegría en ellos.
-¿Cómo es?- pregunto, completamente interesado en lo que estaba diciendo.
-Cabello negro, lacio, piel blanca…- murmure, poco convencida-, no recuerdo sus facciones, pero… ahora si reconocería su voz en cualquier confín de la Tierra.
-Mientras tu mente no esté jugándote otra broma- susurro, antes de besar mi sien-, por mi no hay problema en acompañarte a cruzar el océano.
-Olvídalo- sentencie.
-Londres no es precisamente un pueblito, Danny- inicio él mirándome-, ¿crees que dejare a mi hermana merodear sola por una ciudad desconocida?
-No seas tonto- gemí-, conozco la ciudad.
  Si por conocer podía entender que cada noche, los últimos diez años, una nueva parte de la ciudad se develaba en mis sueños. No tenía idea de lo que sería estar ahí realmente, pero… esperaba fervientemente que la espera no fuera terriblemente larga, pues me parecía que casi 18 años eran más de lo que podía soportar. No luche por volver a dormirme,  aunque mi hermano permanecía acariciando mi brazo suavemente, sabiendo que eso destruía todas mis fuerzas de seguir consciente, no tenía ánimos de dormir, cosa que incluso a mí me sorprendió un poco.
  Charlie se quedo dormido al poco rato, abrazándome, como si fuera un oso de peluche. Esto era un viaje largo, sin importar lo que estuviera pasando por mi mente, la idea de que no sería el último se volvió, repentinamente, llevadera. Saque mi teléfono y agradecí tener señal, me conecte a internet y encontré conectada a la única amiga que tenía en Orizaba, su nombre Grecia Starks.
HOLA, le escribí inmediatamente.
¿CÓMO ESTAS?, me pregunto… yo sonreí, ella era alguien a quien yo apreciaba mucho.
CREO QUE PODRIA ESTAR MEJOR, PERO… NO PUEDO QUEJARME, le respondí… sintiendo como mi hermano se movía debajo de mi espalda,  Y ¿TÚ?
BIEN, TAMBIÉN. ¿DÓNDE ESTÁS?, esa pregunta me desarmo… me alegraba verla de nuevo, pero aun así no estaba feliz con el hecho de vivir en Fortín, a 10 minutos de Orizaba.
DE CAMINO A TU CASA, quise ponerle un tono de humor  a mis palabras.
¡ESTUPENDO!, me reí. La señal se había perdido, ya me pondría en contacto con ella cuando llegara a México, si es que llegaba a una hora decente.
  Me acorruque en el cuerpo de mi hermano, esperando dormir otro rato, apenas eran las 11:30 de la noche, aun nos quedaban cerca de 6 horas de camino; quería soñarlo de nuevo, los últimos meses lo único que anhelaba en el día… era la hora de volver a dormir, pues solo en ese momento podía estar cerca de él. Recordar sus labios moverse mientras decía que le encantaría besar los míos me dejo inmóvil durante un segundo, pensando cómo sería, o más bien como se sentiría tener sus labios sobre los míos… Lleve delicadamente mi dedo índice a mis labios, nunca había deseado besar a nadie, no como esta vez, era completamente irracional. Era desesperante, no había mucho que hacer y la pantalla del autobús se guardaría en cuando la película terminara; y ya estábamos sumidos en una penumbra, algo sobrecogedora, el camión estaba tenuemente iluminado por unas lámparas fluorescentes de color verde, que no servían para ver a una gran distancia, supuse que era para que los guardias de caminos pudieran contabilizar a las personas que viajaban en el autobús, aun que… la cantidad era relativamente nula. Generalmente los viajes al Distrito Federal eran demandados, pero en este autobús en particular… solo viajaban cuatro personas, además de mi hermano y yo. Suspire, aun faltaba mucho tiempo… y no quería ponerme a pensar en nada que no fuera en recordar su rostro, su voz era terriblemente familiar, como si la hubiera escuchado antes, incluso antes de que naciera, porque me había estado siguiendo desde que tenía uso de razón, esto era algo sumamente diferente…
  La central del Norte en México, apareció en mi campo de visión era ostentosa… incluso aunque fuera de noche, el camión iba entrando lentamente sin precipitarse ni un poco.
-Charlie…- le susurre al oído, tratando de zafarme de sus brazos.
-¿Qué?- gimió él, abriendo un ojo de mala gana.
-Ya llegamos- le informe, señalando la ventana-, levántate.
-Espera a que estacione- resoplo, volviéndose a acomodar.
-Juro que si te duermes… te dejare aquí- lo amenace, levantándome de mi lugar para estirar las piernas.
  Mi hermano sonrió alegremente y  me empujo para que lo dejara pasar, baje mi bolsa y espere a que el vehículo se detuviera en el andén, mi hermano me siguió cuando me apresure a bajar; saco los boletos que nos habían dado para la maleta y se lo dio al hombre que bajaba el equipaje. Se lo colgó y entramos a la central, ciertamente era más grande que la de Durango, me sentí amedrentada por el gentío que iba y venía en todas direcciones; sentí como mi estomago se comprimía al sentirme desubicada. Charlie me tomó de la mano y entramos, tenía miedo, mi corazón latía frenéticamente… estaba demasiado nerviosa, más de lo que me habría gustado; todo estará bien… me obligue a pensar mientras caminaba, o mejor dicho… era remolcada, por Charlie a través de toda la central. Pero entonces sucedió algo que no habría imaginado… escuche una voz, cerca de un puesto de comida en la central.
-Uno por favor- susurro un muchacho de cabello negro a la dependienta.
  Mi corazón se detuvo instantáneamente, y solté la mano de Charlie, era él… lo sabía, jamás habría podido ser tan estúpida como para confundir ese tono de voz tan seductor, no cabía la menor duda, era él… y yo no iba a dejar pasar esta oportunidad.
-¡Daniela!- grito mi hermano cuando me aleje para llegar a la tienda.
  Mis oídos estaban tapados, o esa sensación tenía, estaba confundida; mi cabeza maquinaba muchas ideas locas, ninguna sonaba coherente o cierta, yo no tenía ni la más mínima idea de lo que le diría una vez que estuviera frente a él. No lo conocía, no sabía su nombre, lo único que era inconfundible para mí era su voz, esa voz que lograba erizarme la piel… esa voz que me hacía sentir yo misma, en casa… mi hogar estaba al lado del dueño de esa voz; me abrí paso a través de la gente, esperando alcanzarlo. Pero ya no estaba ahí.
-El chico- jadee mirando a la dependienta-, el que estaba aquí hace un minuto. ¿Por dónde se fue?
-Por allá, rumbo a la salida- dijo ella sonriendo-, ¿es tu novio?
-Ojala lo fuera- respondí, antes de ponerme a buscar la salida como una loca.  
  Perdí de vista a mi hermano, y sentí como mi teléfono vibraba dentro de mi bolso, pero lo ignore. Tenía que llegar, tenía que alcanzarlo… me sentía obligada a hacerlo, gimotee recordando mi último sueño, se había portado algo arrogante, pero sin duda la confianza que mostraba en si mismo me había hecho delirar… un calor abrazador subió por mis piernas cuando escuche sus palabras, y ahora mi corazón me exigía encontrarlo. Encontré la salida, y me pareció verlo entrar al subterráneo, me mordí el labio… nunca antes había viajado ahí, y no tenia intensiones de hacerlo; obligue a mis piernas a seguir en movimiento, y saque mi teléfono, justo en el momento que entro una llamada del novio de mi madre.
-¿Dónde estás?- pregunto alarmado-, tu hermano me dijo que saliste corriendo, ¿Qué ocurre?
-No puedo explicarte, voy al subterráneo… tratare de encontrarlos ahí- la señal volvió a morir una vez que llegue abajo-, ¿Dónde…?- inicie, cuando lo vi acercarse al unas escaleras que daban a una planta inferior.
  Me mordí el labio, esta vez con más fuerza. ¿Qué diablos estaba haciendo?, ¿le gritaría?, ¿se detendría si lo haría?, y si así fuera… ¿Qué iba a decirle?... Mis labios hormiguearon ante la idea de una posible respuesta, por más de 17 años había estado esperando esto, alguna señal real de que era de verdad, que él existía y ahora la tenía; no lo iba a dejar ir… aunque tuviera que detenerlo y besarlo. Alcance a ver donde compro el boleto, nadie más se acerco a la taquilla hasta que llegue y saque mi cartera.
-Un boleto, con el mismo destino que el chico que vino hace rato- susurre, sintiendo mi corazón estrujarse ante la espera.
-Suerte con tu novio- me dijo ella, señalando la puerta por la que había entrado.
-Gracias…
  Entre a donde paraba el metro, mirando a todos lados, no estaba ahí. Maldije, y entonces vi al metro pasar frente a mí… él iba sentado cerca de la puerta, pude ver su perfil, me quede helada… sus ojos verdes eran hermosos, como dos esmeraldas que refulgían bajo la luz blanca del metro. Llore en silencio, lo había perdido; mire el boleto distraída, iba al aeropuerto internacional, aunque tomara el siguiente… probablemente no lo alcanzaría. Sentí el frío del DF por primera vez, y me puse la chaqueta, regresando por donde había venido, había reaccionado demasiado tarde y ya no podía cambiar eso, estaba molesta conmigo misma. Baje la cabeza, esperando ser ignorada por la muchacha de la taquilla, llegue a las escaleras que subían hacia la central, cuando mi a mi hermano… quien al reconocerme se precipito a abrazarme; oculte mi rostro en su pecho, llorando desconsoladamente. Él no dijo nada, me mantuvo abrazada a su cuerpo mientras caminaba detrás de Víctor, el novio de mi madre, para comprar los boletos que nos llevarían en metro hasta la central de TAPO. Subimos al metro, ya había estado en ese lugar, cinco minutos antes, pero ahora… sentía como si no estuviera ahí, era como si mi alma se hubiera ido con aquel chico; era estúpido, pero estaba segura de que era él, no me daba miedo apostar todo lo que poseía a que era él. Charlie me sentó en un espacio vacío y puso la maleta frente a mí, la sostuve con las piernas y mire por la ventana; era de madrugada, no veía gran cosa… y realmente no me interesaba ver nada, simplemente quería bajarme… quería ir al aeropuerto a buscarlo, pero no tenía ninguna referencia para hacerlo, había visto sus ojos… más de lo que nunca vi en mis sueños, y recordar eso hacía que mi corazón volviera a desbocarse. Nunca había sentido algo similar, jamás. Nunca había sentido que mi corazón se detuviera y se acelerara al mismo tiempo; vi mis ojos reflejarse en el vidrio del vagón, y luego recordé su perfil… cerré los ojos, tratando de aferrarme a ese recuerdo, no había prisa, el viaje en metro duraba más o menos hora y media.
  Finalmente había aceptado tomar un café con él, no estaba muy segura de ello pero tampoco perdía nada, lo único que la mantenía ahí era esa encandilante mirada color esmeralda, y aquella voz hipnótica. Sin embargo, él se mostraba, hasta cierto punto, arisco con ella… como si admirara cada uno de sus movimientos a una distancia prudente. La chica agacho la cabeza, provocando que uno de sus lacios cabellos se pusiera sobre su rostro, él sonrió animadamente y con un delicado gesto, coloco aquel mechón en su lugar.
-Te ves preciosa- susurro, aun estando a escasos centímetros de su rostro.
-G-gracias- titubeo ella, mirándolo fijamente a los ojos.
-Tengo tantas ganas de…- dijo él, aproximándose a sus labios…
  Antes de que pudiera responder, él trabo su boca con la suya, haciendo que cada una de sus células cobrara vida propia, era mareante, pero una sensación que la embargo de placer en un segundo, tomo su rostro, atrayéndolo aun más hacia ella; era una urgencia de pertenecerse, que se transmitió a través de sus labios, unidos como si se tratase de una sola persona…
  Desperté, completamente desorientada, el vagón seguía en movimiento; mire a Charlie… antes de llevarme una mano a la boca, finalmente lo había hecho, lo había besado y esa agradable sensación seguía presente en cada una de mis terminaciones nerviosas. Con un gesto le hice saber a mi hermano que todo estaba bien, de hecho… por una parte… todo lo estaba, pero ahora estaba más decidida que nunca a buscarlo, quien quiera que fuese, y lo encontraría; esta vez la distancia no me interesaba, no importaba si tenía que cruzar el océano… lo haría sin pensarlo.
  Bajamos del metro y subimos por la rampa hasta la central, no dirigimos con premura a la taquilla de AU, donde Víctor compro los boletos con destino a Orizaba.
-Démonos prisa- argumento, casi jadeando-, el camión está por salir.
  Nos acercamos al andén, donde checaron nuestras maletas y luego subimos al autobús, aun eran 5 horas desde ahí, el viaje aun era largo… y yo estaba agotada, aunque había dormido gran parte del tiempo que hizo el autobús de Durango al DF, mis sueños solo lograban revolver mis sentimientos y me hacían sentir extraña, con cada uno de ellos me hacía más consciente de que este no era mi lugar, tenía que irme, sin importar la promesa que le había hecho a mi madre de no viajar hasta que me graduara de la Universidad… era posible que no resistiera tanto tiempo, no ahora que sabía que él existía.
  Me estremecí. Era descabellado… no podía dar a conocer su existencia, no con solo un presentimiento y una carrera por alcanzarlo, él ni siquiera se había percatado de mi existencia; quizá yo realmente estaba demente, aunque no lo creyera en su totalidad… tampoco podía refutarlo completamente. El amor que sentía era una prueba irracional de su existencia, pero este mismo amor, dirigido a alguien que no conocía, podía ser una prueba innegable de que estaba completamente loca; era algo que no podía negar, ni aceptar, según fuera el caso. Suspire, mirando por la ventana, el rocío cubría los vidrios del autobús, y el mismo calor de la gente que iba en la unidad con nosotros provocaba que se empañaran, debido a que la temperatura afuera era más baja que la que había dentro; la limpie, hundiéndome en mi asiento y cubriéndome lo mejor posible con mi chaqueta.
  Ya no podía dormir sería como jugar demasiado cerca del fuego, y aun no pretendía quemarme con él, pero tenía la ligera sensación de que eso sería completamente inevitable; ese fuego del que hablaba era una diminuta brasa que permanecía débil, y parcialmente encendida dentro de mí… nada, nunca, había perturbado su estado, no hasta el sueño del día de hoy. Parecía que ese beso había desencadenado una serie de pequeñas explosiones a lo largo de mi cuerpo, haciéndome saber que estaba viva… justo ahora que creía que no podía sentir otra cosa que no fuera desesperación, confusión y una profunda tristeza… ese beso me había hecho entender que podía sentir más, mucho más, y era un sentimiento abrazador que, así como me complementaba amenazaba con destruirme. Todo en exceso es malo, pensé. El amor sin medida podía causar un dolor aplastante, y yo no me sentía lista para eso, el dolor de dejar todo aquello que había considerado mío alguna vez… ese dolor de apartarme de lo material y quebrantar los lazos que había forjado a través del tiempo, sabía que nada de eso se compararía con el dolor de perder a la persona que había amado locamente los últimos 17 años de mi vida. Eso evoco un nudo en mi garganta, estuve a punto de romper a llorar cuando recordé que no estaba sola, no podía llorar, no sabiendo que tendría que dar explicaciones al respecto, no tenia esas explicaciones… y aunque las tuviera, no sabría como modificarlas… a tal grado de que no me tomaran como a una lunática que tenía un lugar garantizado en el ala principal de algún hospital psiquiátrico; si no estaba lista para un nuevo hogar, definitivamente no lo estaría para un cambio tan radical en mi vida. Ni era el tipo de chica que estaba dispuesta a vivir bajo los efectos de medicamentos, que los médicos asegurarían, mantendrían mis alucinaciones a raya. Eso era estúpido por sí mismo, yo misma había luchado fervientemente por ignorar todos y cada uno de mis sueños, pero cada vez se volvían más y más frecuentes, y en cada uno de ellos mis sensaciones físicas se  fortalecían; cada sueño me hacia amarlo más, cada uno me hacía sentir un paso más cerca de él… y ahora que lo había visto… nada ni nadie iba a volver a llamarme loca, no iba a permitirlo.
  Al bajar por las cumbres, la niebla, que descendía con parsimonia sobre las montañas, capto por completo mi atención… las montañas estaban cubiertas de una densa vegetación, aunque conforme se alejaban iban cambiando las tonalidades verduzcas, por un misterioso y cautivante azul ceniza; vi mis ojos, reflejados en el vidrio… eran, hasta cierto punto, enigmáticos. La coloración que tenían era rara, muy poco conocida y quizá era la única en mi familia que la poseía; los ojos de Charlie eran achocolatados, aunque parecían tan profundos como un yacimiento de petróleo -solía compararlos con ello, porque el tono de café iba aumentando hacia su pupila, donde se tornaba completamente negro-, tenía lindos ojos, casi tan lindos como los de nuestra madre… pero compartíamos un rasgo característico en los miembros de la familia de mamá. Mientras más nos acercábamos a la edad adulta, nuestra apariencia era más tierna, pues nuestras facciones no eran marcadas, eran más buen suaves y bien delineadas; parecíamos niños, y no adultos… como se supone que debería ser.
-¿Me contaras lo que ocurrió?- me pregunto Charlie, sacándome violentamente de mis pensamientos. Volví a estar en el andén del metro… viendo su perfil, como si la vida se me fuera en ello…
-Lo vi…- gemí, salvada por el arribo del autobús a la central de Orizaba.
  Aun no estaba preparada para hablar de lo que había sucedido en el DF, aun era demasiado increíble para creerlo en su totalidad; baje detrás de Charlie, aun con las manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta.
-Vamos a comprar los boletos- nos dijo Víctor con una sonrisa.
-Vayan… voy al tocador- murmure, señalando el baño-, nos vemos aquí.
  Vi la preocupación de Charlie crecer en sus ojos, pero no era el momento de contarle nada, ya habría tiempo de hacerlo, cuando estuviéramos a solas… y yo hubiera terminado de digerir la noticia; arrastre los pies hacia el baño de damas, entre y me moje un poco el rostro. Inconscientemente me mire al espejo… seguía siendo yo: alta, delgada, con el cabello negro cayendo con rebeldía sobre mis hombros, mis ojos grisáceos con aquellos peculiares destellos azulados, la piel blanca; era yo… tenia la misma ropa que día anterior: una blusa negra de manda corta, unos jeans oscuros, converse negros con blanco y una chaqueta color oro. Física y aparentemente era yo, continuaba siendo yo. Suspire, había algo más… yo adoraba delinearme los ojos, no mucho… solo lo suficiente, para que me dieran aquella expresión felina y depredadora que tanto me fascinaba. Sin embargo, ahora… aun con el maquillaje, parecía solo un insignificante gatito casero asustado; no me gustaba, lo odiaba, no tenía la vibra que solía tener. En ese aspecto no era yo, toda la seguridad que tenía en mi misma parecía haberse evaporado repentinamente, bufe y golpee uno de los lavabos, con la fuerza suficiente para que levantara la mano haciendo una mueca de dolor. Un sueño no podía estarme haciendo esto, una esperanza no podía degradarme de tal forma, o ¿sí? Gemí ante la respuesta que llego a mi cabeza, no quería que nadie más se molestara en hacérmelo saber, simple y sencillamente había bastado con mirarme al espejo para darme cuenta en el deplorable estado en el que me encontraba; eso a lo que me aferraba con tanto fervor, me convertía en nada… y no iba a esperar a ver como eso me destruía lentamente, no lo haría.
  Saque una liga de mi bolsa y me recogí el cabello en una coleta alta, el cabello me llegaba casi a media espalda recogido, luego salí del baño… con un humor bastante mejorado…, iba a seguir siendo yo, sin importar lo que tuviera que hacer; por ahora no podía simplemente tomar un avión y viajar a Londres, tenía que ser paciente… algún día lo haría, estaba segura de ello, alcanzaría mi sueño, estaba dispuesta a todo por lograrlo. No iba a pasarme la vida convirtiéndome en un pedazo de basura que tenia sueños proféticos que no luchaba por alcanzar, iba a ser alguien en la vida… y cuando lo fuera, lo primero que haría sería tomar el primer vuelo a Inglaterra, a cumplir lo que tanto anhelaba: reencontrarme con el chico al que había besado en sueños. Camine hacia donde me vería con mi hermano y con Víctor, ellos ya estaban ahí, esperando el autobús que dijera ''Córdoba''; le sonreí a Charlie y me apresure a pegarme a su pecho, aferrándome a su playera. Subimos a la unidad, y me escude, mirando fijamente por la ventana… la lluvia comenzaba a hacerse presente, y yo estaba cansada… y tenía hambre; me recosté sobre el hombro de Charlie, procurando no dormirme, ya habían sido muchos sueños por un día…
-¿Qué piensas?- susurro, abrazándome cariñosamente.
-Que quisiera haberme enamorado de ti- respondí, entrecerrando los ojos.
-Ja… suerte con ello- inquirió, sonriendo ampliamente-, sabemos que mi corazón tiene dueña.
-Sí, casi lo olvido…-resollé-, el magnífico Charlie… ha encontrado a la dueña de sus pensamientos… y su nombre es: Grecia Starks.  Señoras y señores, favor de pasar al lado izquierdo para que se les presente al siguiente soltero codiciado de la lista.
-Idiota…- respondió él riendo.
-Me amas…- agregue, cerrando los ojos.
-Con todo mi corazón- susurro, antes de besar mi coronilla.

  Me relaje, sin quedarme dormida, solamente trate de mantener mi mente completamente en blanco… necesitaba vacaciones de tantas cosas inexplicables; mis sueños eran hermosos, pero… demasiado confusos en algunas ocasiones, quería acabar con todo esto, pero no era tan sencillo como sonaba. Requería ayuda, pero no sabía a quién pedírsela, nadie podía comprenderlo… no en la magnitud que tenía. Suspire, pensando en la Rui- Picasa, la rueda de la fortuna que podía  verse desde Westminster Bridge Road, pero en realidad estaba en Jubilee Gardens; era hermosa, y desde la parte más alta se podía observar el Big Ben con toda claridad… aunque el resto de la ciudad se viera completamente confuso desde aquella altura. Era como si yo quisiera encontrarme arriba, completamente ajena a lo que sucedía a mí alrededor… a todo lo que pasaba bajo mis pies, eso era una, de las muchas cosas que yo deseaba con todo mi ser; no había algo que ansiara más que el hecho de que toda mi familia viera en mí a la chica fuerte, decidida, madura, la muchacha a la que nada ni nadie podía doblegar. Por una parte, quizá pudiera ser cierto, pero por la otra… había días en los que deseaba morirme, llorar… una desesperación se hacía presente en mi pecho desde que despertaba, como si me hiciera consciente de que tenía una  bomba cronometrada en el corazón, y que se hubiese puesto en marcha; la mayor parte del día, procuraba no ser compañía de nadie, pues realmente  no era una buena compañía cuando me sentía de esa manera… con eso solo lograba preocupar y lastimar gravemente los sentimientos de las personas que me querían y se preocupaban por mí. Sin embargo, si había alguien que me hacía sentir mejor cuando estaba cerca de él, a veces creía que enamorarme de él hubiera resultado casi tan sencillo como enamorarme de Charlie. Yo le quería, y él me quería, muy a su manera… que era realmente muy poco ortodoxa, y quebrantaba todas mis definiciones de amor; pero, lo cierto era que… a su lado no me sentía vulnerable, él conocía mis debilidades tan bien como Charlie, pero él las utilizaba para enseñarme algunas lecciones. Algo de lo que estaba segura, siempre o casi siempre, era que odiaba que yo me sintiera débil, o que me hiciera daño, físicamente hablando, eso… me había quedado claro en más de una ocasión, en las que para reprenderme, amenazaba con hacerme más daño, y a pesar de que en el fondo era completamente incapaz de lastimarme… yo nunca había sido capaz de contradecirlo, siempre tenía la razón y me hacia darme cuenta de lo valiosa que era. Me humillaba, a tal punto de que mi verdadero yo surgía y lo ponía en su lugar; esa era su forma de mostrarme mí valía… haciendo renacer a quien era realmente, y ese alguien… le gustaba, le agradaba sobremanera; pero, éramos solo buenos amigos, amigos que siempre se daban la mano, aunque yo lo necesitara más que él a mí…, su apoyo incondicional, cariño -poco ortodoxo, pero cariño al final-, la preocupación uno por el otro… ¿Qué más podía desear?, me lo había preguntado más de una vez, y siempre tenía la misma respuesta: Él no es la persona a la que buscas, los últimos años cada chico que me llamaba la atención era rechazado por esa maldita respuesta, que llegaba de no sé qué maldito lugar de mi corazón; era exasperante. Me sentía cómo una desadaptada social, la única chica de mi edad a la que nadie le conocía un novio, la única que siempre estaba rodeada de chicos, pero que no se involucraba íntimamente con ninguno… o no de la forma que debería, era simple amor filial, de hermanos o familiares, nunca había pasado de eso. Me preocupaba por todos y cada uno de ellos, colaboraba a la hora de resolver sus problemas, hacia todo lo que estaba en mis manos y a veces hasta más. Sin importar lo que fuera, yo siempre estaba ahí para ayudarlos, aunque me sintiera como una completa estúpida de la que todos esperaban demasiado, era un título que, desgraciadamente, me había ganado yo sola, con mis acciones. Suspire, el camión se había detenido… finalmente habíamos llegado a nuestro destino.
  Víctor y Charlie hablaban animadamente sobre los verdosos paisajes que nos rodeaban por todos lados, a ninguno parecía importarle la ligera llovizna que caía sobre nosotros, yo odiaba la lluvia, pero no tenían porque enterarse; estornude y me solté el cabello, de alguna manera tenía que funcionar como una bufanda. Camine detrás de ellos, ajena a la casi toda la plática, era su charla… y no había sido invitada, así que no veía él porque tenía que intervenir en ella; entramos a la casa de la familia de Víctor, era una casa humilde, pero muy acogedora, no era la gran cosa por fuera -ni por dentro-, pero el cariño que se tenían en entre ellos… era mucho más que evidente. Además del toque hogareño, admití que olía delicioso… y mi estomago reacciono ante el aroma que provenía de la cocina, no me había preocupado por comer.  Y lo cierto era que me moría de hambre, deje mi bolsa donde Víctor nos indico… y entre a la cocina y me encontré con una señora no muy alta, de piel morena, cabello totalmente negro, y con una  expresión agradable en el rostro, su sonrisa era muy cálida e inmediatamente me inspiro una confianza increíble.
-No me di cuenta cuando llegaron- admitió, sin perder la sonrisa-, ya casi esta lista la comida.
-Hola, Sofí- dijo Víctor abrazándola-, ellos son mis hijos…
-Te falta una- agrego ella-, y tu esposa.
-Cierto, Trinny y ella se quedaron haya- respondió, denotando cierta nostalgia-, ellos vienen a presentar el examen de la universidad.
-Oh, ya- admitió ella mirándonos, se percato de que Charlie me tomaba de la mano… un gesto poco común entre hermanos.
-Soy Daniela, y él es mi hermano: Charlie- nos presente, extendiendo mi mano libre hacia ella.
-Yo soy Sofía, la hermana de Víctor- respondió ella, estrechando mi mano con firmeza-, un placer conocerlos.
-El placer es todo nuestro- agrego Charlie, estrechando su mano, con solemnidad.
-Deben estar cansados, y deben querer darse un baño- añadió ella-, hay agua caliente para que se bañen.
-Muchas gracias- admití. Me moría de ganas por tomar un baño relajante.
  Mire a mi hermano y regrese a la habitación donde nos quedaríamos, a pesar de la lluvia el calor era agobiante, sin duda completamente diferente a lo que estaba acostumbrada; me había prevenido, una semana antes había salido con Ágar a comprar ropa holgada, fresca y cómoda. Tome una falda blanca de holanes, una blusa de tirantes del mismo color, pero con un pequeño grabado en negro, por lo que saque unos zapatos de piso del mismo color; saque mi shampoo y regrese a la cocina, añoraba bañarme, pero desconocía totalmente la ubicación del baño. Mire a Víctor expectante, y él señalo una puerta que estaba cerca de otra habitación, le sonreí y camine hasta ahí, algo distraída… hasta que choque con alguien. Me sacaba una cabeza, era casi de la misma altura que Charlie… y aunque me consideraba alta con mi 1,64… de pronto me sentí pequeña; una sonrisa se dibujo en su rostro al mirarme, no era la primera vez que un chico me miraba de esa forma; pero eso no lo hacía menos incomodo. Carraspee la garganta, atrayendo totalmente su atención, por un segundo, ya que la puerta principal se abrió tranquilamente y ese chico alzo la vista inmediatamente; era otra mujer, con rasgos similares a los de Sofía, sin embargo… al parecer la edad, y dos hijos -un adolescente rebelde y una niña peligrosamente cerca de esa edad- estaban haciendo mella en su rostro; se veía mayor a Sofía y a Víctor, pero irradiaba la misma energía positiva que ellos.
-Pepe- chillo el muchacho que venía con ella, él era unos centímetros más bajo que Pepe… pero era por mucho más robusto, aunque su complexión no podía ser comparable con la de mi hermano.
-Hola, Martín- susurro él, dándome acceso total al cuarto de baño.
  Escuche el gruñido de Charlie al darse cuenta de que ambos me miraban, como si fuese un exótico platillo que habían servido en su mesa, mi hermano era protector, y celoso… lo adoraba por defenderme, pero a veces… como en esta ocasión, exageraba un poco; yo podía cuidarme sola, la mayor parte del tiempo… pero cuando no podía, él siempre estaba ahí para apoyarme. Le sonreí, para calmar los ánimos y entre al baño.
  Al fin un poco de privacidad, me dije mientras me quitaba la chaqueta color oro, que estaba bastante húmeda. Había una modesta tina, que no me limite a la hora de llenar con agua tibia, requería un poco de relajación; dentro de unas horas saldríamos de camino a Boca del Río para presentar el examen que podría cambiar el resto de mi vida. Termine de desvestirme y entre a la tina, el solo hecho de sentir el agua cubriendo cada rincón de mi cuerpo me hizo sentir segura, amaba estar en contacto con el agua; me zambullí a modo de que el agua cubriera por completo mi cuerpo y luego volví a salir, recargándome en uno de los lados. Necesitaba aprobar ese examen si quería graduarme, necesitaba aprobarlo si quería salir adelante, necesitaba aprobarlo si quería largarme a buscarlo a Inglaterra. Gruñí, no era tan sencillo como decirlo. Iba a buscarlo, quería hacerlo… deseaba hacerlo, pero no podía… no ahora, no con tantos líos encima; y aunque pudiera… ¿Qué iba a hacer en Inglaterra, concretamente? Una respuesta podía ser ir a todos aquellos lugares que había soñado, algo me decía que no me perdería en Londres, lo conocía tan bien como si hubiera vivido en ese lugar mucho tiempo, pero si no podía encontrarlo, ¿Qué iba a hacer entonces?
  Ya era bastante estúpida la idea de fugarse con un novio, Mayra lo había hecho con su novio… y no le había funcionado, a pesar de llevar 3 años saliendo y que a toda su familia le agradaba, no habían soportado estar juntos 24 horas, 7 días a la semana; si ellos, conociéndose de toda la vida, siendo mejores amigos y luego novios… no había funcionado. ¿Qué garantías tenía yo para asegurar que funcionaria una relación con alguien a quien solo había soñado, y a quien, yo, aseguraba había visto una vez en mi vida?, sonaba enmarañado… me desesperaba mucho; pero albergar un poco de esperanza no podía ser tan malo,  o ¿sí?
    Suspire. ¿Él tendría el mismo interés que yo?, ¿los mismo sueños?... porque no, porque no me había mirado ni una sola vez, ¿era que había decidido que estaba loco y lo había ignorado?, ¿Por qué yo no podía hacerlo?... Si él había sido capaz de olvidar un amor tan tórrido como el que yo sentía, entonces… también yo podía hacerlo, ¿no? Trague saliva al imaginarlo, no podía… eso me convertiría en una chica más, yo nunca quise ser eso… yo era yo, y todos eran felices con mi forma de ser. Alguien debería amarme como era, y no por pretender ser alguien más. Cerré los ojos, vaya tontería era todo esto… Mi teléfono sonó, me sobresalte un poco, pero extendí el brazo para hurgar en mi pantalón en busca del aparato.
-¿Alo?- masculle, separando el aparato de mi oído para verificar el número, era mi buen amigo, el adorable Marlon.
-Hola- respondió con parsimonia, con ese tono tan arrogante que lo caracterizaba.
-Que sorpresa- mentí, haciendo una expresión aburrida.
-Grecia me dijo que venías hacia acá- agrego, un tanto serio-, ¿Por qué tu afán en portarte mal?, cuando te portas bien todo funciona de maravilla.
-Sí, de maravilla para ti- inquirí, molesta.
-Oh, vamos Danny- resolló, casi sentí como su mano se ponía sobre mi mejilla para aumentar mi molestia, gemí de una forma inaudible.
-No tengo ánimos de hablar contigo, ¿sabes?- le informe, limpiando mi rostro con agua para calmar el hormigueo que se había generado en ella tan repentinamente.
-Bien, nos veremos entonces- susurro, sin mostrar emoción alguna en su voz-… mascota.
  Estuve a punto de gritarle, pero que me contuve, esperando a que el tono de llamada finalizada se hiciera presente; así era siempre, una relación de estira y afloja… siempre había sido así. En un momento pensaba que hubiera sido lindo enamorarme de él, y en otros… como este, eran momentos en los que realmente deseaba verlo muerto… o matarlo con mis propias manos; podía ser tan idiota como simpático. Bufé, su llamada había arruinado mi concentración y serenidad, no dejaría que aniquilara también mi apetito; termine de ducharme y me vestí, lo más rápido que pude. Desenredé mi cabello con los dedos, y salí. Muy pocas veces me molestaba en peinarme realmente, mi cabello parecía acomodarse por sí mismo… y me daba un aspecto rebelde, pero sumamente atractivo. Cuando entre a la cocina, Charlie no estaba ahí… pero la mesa estaba cubierta de platos, vasos y la comida, el aroma volvió a hacer un hueco en mi estomago, realmente estaba hambrienta.
-Llama a tu hermano, por favor- me pidió Víctor mientras encendía un ventilador.
-Claro- sonreí, mientras me encaminaba al cuarto.
  Como era de esperarse, Charlie telefoneaba a Grecia… estaban planeando una huida cuando lo pille, me miro… y yo espere a que colgara para exigir una explicación. Mi hermano colgó discretamente y me miro fijamente a los ojos.
-No eres la única con tendencia fugitiva- inicio-, pero al menos yo la conozco.
  Eso me hirió, pude haberlo soportado de cualquier otra persona menos de él… el hecho de que Charlie me hubiera dicho eso, aniquilo algo en mi interior; no sabía si estaba enojada o triste, creo que ambos sentimientos se enzarzaban en una férrea pelea por la supremacía.
-Haz lo que se te dé la gana- declare, dándome la vuelta.
-Hermana…- gimió, al darse cuenta de lo que había hecho y me tomo de la muñeca-. Lo siento.
-No tienes nada que sentir- inquirí, soltándome violentamente de su agarre, imponiendo cierta distancia entre nosotros-, es tú vida… no mía. Así que al demonio.
-Daniela…- susurro, mirándome con tristeza.
-Necesitabas admitir que estoy demente- murmure, alzando la mirada para no llorar-, pero no esperaba que fueras el primero en hacerlo.
  Camine de vuelta a la cocina, con el orgullo y mi corazón hechos añicos, me senté entre Pepe y Martín, sin dirigirle una mirada a Charlie cuando cruzo el umbral, pero pude sentirlo… estaba triste, sabía el daño que me había hecho; era raro que él y yo discutiéramos, pero cuando lo hacíamos… solían ser peleas bastante difíciles, y duras. Éramos crueles uno con el otro, ninguno media su capacidad de lastimar al otro, era mero instinto competitivo; en eso nos especializábamos en competir uno con el otro, y a la hora de pelear… también competíamos por ver quién lastimaba más el orgullo del otro. Pero esto, esto había sido un golpe bajo de su parte, usar mi ''amor'' para excusarse, eso era escoria… aunque él no lo fuera, su acto fue una porquería, y una porquería que me había hecho más daño del que nunca sentí en mi vida. Y había pasado por experiencias bastante dolorosas, cosas que no le deseaba a nadie, y que agradecía por el hecho de que ni él, ni nuestra hermana pequeña recordaran; era mejor así… con que yo viviera atormentada por ello bastaba, no había necesidad alguna de inmiscuirlos en ello. Yo no podía enojarme con Charlie por ello, lo adoraba, pero me había lastimado… cerré los ojos, y me acomode el cabello detrás de mi oreja, ya hablaría con él, cuando me sintiera menos herida por sus palabras, hacerlo ahora solo causaría un revuelo innecesario en la mesa. Sofía nos sirvió y todos nos pusimos a comer en silencio; aunque Charlie aniquilaba con la mirada a los dos chicos que estaban dispuestos a cada uno de mis lados, y ellos a su vez… parecían estarme comiendo con la mirada; era algo a lo que me había acostumbrado, Jorge solía actuar como Charlie en algunas ocasiones, por eso no entendía porque se llevaban tan mal. Pensé en Marlon, ellos 3 se parecían, y los 3 siempre permanecían pendientes de mí, de una forma exagerada, pero… entre ellos no había ni espacio para el dialogo, el hecho de juntarlos era estar dispuesto a intervenir en una pelea, y aun así… los quería a todos…

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