El día del viaje llego más pronto de lo que habría deseado, ya estábamos
en la maldita terminal, esperando que anunciaran nuestra salida; solo
viajaríamos Charlie y yo, el novio de mi madre nos esperaría en el Distrito
Federal, donde transbordaríamos para llegar a Fortín. Resople, mi madre le daba
a Charlie un montón de instrucciones, aunque yo era la mayor… a su lado parecía
que él me llevaba 3 o 4 años; a pesar de ser, bastante atractiva -textuales
palabras de mi hermano-, aun tenía la apariencia de una niña, al menos en el
rostro, ya que llegando al cuello… el resto, era de una mujer completamente
desarrollada… a 15 días de cumplir la mayoría de edad.
-¡El autobús con destino a México
Norte, está a punto de partir por la sala 2, anden número 35!- dijo la voz de
una mujer en el alto parlante-, favor de pasar a abordar.
Tome mi maleta y me coloque la chaqueta en el hombro, hacía calor… pero
la temperatura comenzaría a disminuir con forme las horas transcurrieran; eran
casi las 6 de la tarde, el viaje duraría, como mínimo, 12 horas. Mi madre me
abrazo con fuerza y beso mi mejilla, no iba a decirme nada, no había necesidad
de hacerlo. Charlie se adelanto a entregar los boletos, mientras yo lo seguía
de cerca; el señor que estaba en la puerta le sonrió y le susurro: ''Feliz
viaje'' mientras le regresaba los boletos. Él me tomo de la mano, nadie que
hubiera visto a mi madre, pensaría que éramos hermanos; Charlie se portaba más
como un padre, o un esposo, que como un hermano menor, pero… aun así lo
adoraba.
Tomo su lugar al lado de la ventada y palmeo el asiento que estaba a su
lado, puse mi bolsa en la parte de arriba y me senté, acorrucándome en su
regazo rápidamente; era algo que hacía por mero instinto, o necesidad, no lo
sabía… solo sabía que en esa posición me sentía segura, Charlie daría cualquier
cosa con tal de protegerme y yo haría lo mismo por él. El conductor puso una
película en cuanto salimos de la central, era 2012, yo ya la había visto, por
lo que me dedique a escuchar música en mi celular; sabía que eso no me
orillaría a nada, más que a quedarme total y profundamente dormida…
Waterloo
Rail Station se abría paso ominosamente frente a ella, pero por primera vez en
todo lo que llevaba de vida, era la primera vez que se sentía en su hogar;
extrañaba todo lo que había dejado atrás, pero no le parecía tan descabellado
haberse ido por buscar un sueño, lo cierto era que… necesitaría muchísima
suerte para poder localizarlo, pues… solo estaba segura de reconocer su voz.
¿Cómo iba a hacer hablar a todos los hombres de Inglaterra?, no lo sabía,
ciertamente no tenía ni la más mínima idea de cómo hacerlo, pero… si estaba
segura de una cosa. No iba a darse por vencida.
Camino lentamente, con las manos dentro de la
gabardina beige que llevaba; tenía hambre, y busco un lugar para comer. Acababa
de pasar por Jubilee Gardens, cuando decidió bajar por Road Beleverde, hasta un
pequeño bar llamado Neds Noodle. Se sentó en la barra y espero a que alguien la
atendiera, pero al parecer solo la miraban, como si fuese un bicho raro metido
en el lugar equivocado. Se le erizo la piel de la nuca, y se mordió el labio…
maldiciendo por no haber llegado a Arch One Bar & Grill que estaba
realmente mucho más cerca de la estación, sin embargo… solo estaba dejando que
su interior se expresara, no era algo que ella decidiera sola, algo dentro de
ella la hizo entrar a ese bar, pero no sabía que era. El bar no era
precisamente precario, era pequeño, si… pero también sumamente acogedor, algo
en el ambiente hacia que se sintiera cómoda; miro hacia todos lados, un chico
en particular la estaba mirando, se sintió un poco consternada, ya que no podía
verle el rostro, lo tenía cubierto con
el menú. Suspiro volviendo su vista al barman, algo dentro de ella le pedía que
saliera, pero otra… igual o más fuerte, le exigía que se quedara y encarara a
ese chico; no lucía mayor a ella, podida deducirlo, aunque si era por mucho más
alto que ella.
-Disculpe-
dijo él, con una voz que sonó algo interesada-, ¿nos conocemos?
Eso la tomo desprevenida, y sintió un vuelco
en el estomago, conocía esa voz, definitivamente la conocía, pero la pregunta
era, ¿de dónde? No supo que lo había estado mirando como una completa idiota,
hasta que él le sonrió, con cierta complicidad.
-Lo siento, me
temo que no- respondió ella, escudándose tras la limonada que habían puesto
frente a su lugar, sin embargo… esas palabras sonaron más a una mentira o a una
blasfemia.
-Es una
lástima- inquirió, ignorando a la chica que había llegado a su lado-, mataría
por besar esos labios.
El sonrojo se hizo presente rápidamente, y la
confusión se alojo en todo su cuerpo, eso no tenía ningún sentido, o ¿sí?...
Me enderece, un poco desorientada, mirando por la ventana, Charlie
parecía muy interesado en la película, no era 2012, era una diferente… la
protagonista era la actriz de un programa que yo solía ver, llamado ''Almas
Perdidas''. Me talle los ojos y mi hermano sonrió.
-¿Dónde estamos?- le pregunte, al
darme cuenta de había oscurecido por completo.
-Exactamente…- susurro pensativo-, no
lo sé. Hace como media hora salimos de Zacatecas.
-Ya veo…- mentí, aun recordando la
imponencia de Road Beleverde, y la hermosura de Jubilee Gardens.
Me sumí en el asiento y jale mi chaqueta, si habíamos salido de Zacatecas….
Entonces llevábamos 4 o 5 horas de camino, suspire. ¿Por qué había soñado eso?,
refunfuñe. Había visto su rostro, pero mi memoria de corto plazo era algo a lo
que nunca me había fiado, pues solía jugarme muchas bromas de mal gusto;
Charlie me tomo la mano y sonrió.
-¿De nuevo mi cuñado etéreo?- murmuro
con dulzura.
-Lo vi- respondí mirándolo a los ojos,
detectando la sorpresa y alegría en ellos.
-¿Cómo es?- pregunto, completamente
interesado en lo que estaba diciendo.
-Cabello negro, lacio, piel blanca…-
murmure, poco convencida-, no recuerdo sus facciones, pero… ahora si
reconocería su voz en cualquier confín de la Tierra.
-Mientras tu mente no esté jugándote
otra broma- susurro, antes de besar mi sien-, por mi no hay problema en
acompañarte a cruzar el océano.
-Olvídalo- sentencie.
-Londres no es precisamente un
pueblito, Danny- inicio él mirándome-, ¿crees que dejare a mi hermana merodear
sola por una ciudad desconocida?
-No seas tonto- gemí-, conozco la
ciudad.
Si por conocer podía entender que cada noche, los últimos diez años, una
nueva parte de la ciudad se develaba en mis sueños. No tenía idea de lo que
sería estar ahí realmente, pero… esperaba fervientemente que la espera no fuera
terriblemente larga, pues me parecía que casi 18 años eran más de lo que podía
soportar. No luche por volver a dormirme,
aunque mi hermano permanecía acariciando mi brazo suavemente, sabiendo
que eso destruía todas mis fuerzas de seguir consciente, no tenía ánimos de
dormir, cosa que incluso a mí me sorprendió un poco.
Charlie se quedo dormido al poco rato, abrazándome, como si fuera un oso
de peluche. Esto era un viaje largo, sin importar lo que estuviera pasando por
mi mente, la idea de que no sería el último se volvió, repentinamente,
llevadera. Saque mi teléfono y agradecí tener señal, me conecte a internet y
encontré conectada a la única amiga que tenía en Orizaba, su nombre Grecia
Starks.
HOLA, le escribí inmediatamente.
¿CÓMO ESTAS?, me pregunto… yo sonreí,
ella era alguien a quien yo apreciaba mucho.
CREO QUE PODRIA ESTAR MEJOR, PERO… NO
PUEDO QUEJARME, le respondí… sintiendo como mi hermano se movía debajo de mi
espalda, Y ¿TÚ?
BIEN, TAMBIÉN. ¿DÓNDE ESTÁS?, esa
pregunta me desarmo… me alegraba verla de nuevo, pero aun así no estaba feliz
con el hecho de vivir en Fortín, a 10 minutos de Orizaba.
DE CAMINO A TU CASA, quise ponerle un
tono de humor a mis palabras.
¡ESTUPENDO!, me reí. La señal se había
perdido, ya me pondría en contacto con ella cuando llegara a México, si es que
llegaba a una hora decente.
Me acorruque en el cuerpo de mi hermano, esperando dormir otro rato,
apenas eran las 11:30 de la noche, aun nos quedaban cerca de 6 horas de camino;
quería soñarlo de nuevo, los últimos meses lo único que anhelaba en el día… era
la hora de volver a dormir, pues solo en ese momento podía estar cerca de él.
Recordar sus labios moverse mientras decía que le encantaría besar los míos me
dejo inmóvil durante un segundo, pensando cómo sería, o más bien como se
sentiría tener sus labios sobre los míos… Lleve delicadamente mi dedo índice a
mis labios, nunca había deseado besar a nadie, no como esta vez, era
completamente irracional. Era desesperante, no había mucho que hacer y la
pantalla del autobús se guardaría en cuando la película terminara; y ya
estábamos sumidos en una penumbra, algo sobrecogedora, el camión estaba
tenuemente iluminado por unas lámparas fluorescentes de color verde, que no
servían para ver a una gran distancia, supuse que era para que los guardias de
caminos pudieran contabilizar a las personas que viajaban en el autobús, aun
que… la cantidad era relativamente nula. Generalmente los viajes al Distrito
Federal eran demandados, pero en este autobús en particular… solo viajaban
cuatro personas, además de mi hermano y yo. Suspire, aun faltaba mucho tiempo…
y no quería ponerme a pensar en nada que no fuera en recordar su rostro, su voz
era terriblemente familiar, como si la hubiera escuchado antes, incluso antes
de que naciera, porque me había estado siguiendo desde que tenía uso de razón,
esto era algo sumamente diferente…
La central del Norte en México, apareció en mi campo de visión era
ostentosa… incluso aunque fuera de noche, el camión iba entrando lentamente sin
precipitarse ni un poco.
-Charlie…- le susurre al oído,
tratando de zafarme de sus brazos.
-¿Qué?- gimió él, abriendo un ojo de
mala gana.
-Ya llegamos- le informe, señalando la
ventana-, levántate.
-Espera a que estacione- resoplo,
volviéndose a acomodar.
-Juro que si te duermes… te dejare
aquí- lo amenace, levantándome de mi lugar para estirar las piernas.
Mi hermano sonrió alegremente y me
empujo para que lo dejara pasar, baje mi bolsa y espere a que el vehículo se
detuviera en el andén, mi hermano me siguió cuando me apresure a bajar; saco
los boletos que nos habían dado para la maleta y se lo dio al hombre que bajaba
el equipaje. Se lo colgó y entramos a la central, ciertamente era más grande
que la de Durango, me sentí amedrentada por el gentío que iba y venía en todas
direcciones; sentí como mi estomago se comprimía al sentirme desubicada.
Charlie me tomó de la mano y entramos, tenía miedo, mi corazón latía
frenéticamente… estaba demasiado nerviosa, más de lo que me habría gustado; todo estará bien… me obligue a pensar
mientras caminaba, o mejor dicho… era remolcada, por Charlie a través de toda
la central. Pero entonces sucedió algo que no habría imaginado… escuche una
voz, cerca de un puesto de comida en la central.
-Uno por favor- susurro un muchacho de
cabello negro a la dependienta.
Mi corazón se detuvo instantáneamente, y solté la mano de Charlie, era
él… lo sabía, jamás habría podido ser tan estúpida como para confundir ese tono
de voz tan seductor, no cabía la menor duda, era él… y yo no iba a dejar pasar
esta oportunidad.
-¡Daniela!- grito mi hermano cuando me
aleje para llegar a la tienda.
Mis oídos estaban tapados, o esa sensación tenía, estaba confundida; mi
cabeza maquinaba muchas ideas locas, ninguna sonaba coherente o cierta, yo no
tenía ni la más mínima idea de lo que le diría una vez que estuviera frente a
él. No lo conocía, no sabía su nombre, lo único que era inconfundible para mí
era su voz, esa voz que lograba erizarme la piel… esa voz que me hacía sentir
yo misma, en casa… mi hogar estaba al lado del dueño de esa voz; me abrí paso a
través de la gente, esperando alcanzarlo. Pero ya no estaba ahí.
-El chico- jadee mirando a la
dependienta-, el que estaba aquí hace un minuto. ¿Por dónde se fue?
-Por allá, rumbo a la salida- dijo
ella sonriendo-, ¿es tu novio?
-Ojala lo fuera- respondí, antes de
ponerme a buscar la salida como una loca.
Perdí de vista a mi hermano, y sentí como mi teléfono vibraba dentro de
mi bolso, pero lo ignore. Tenía que llegar, tenía que alcanzarlo… me sentía
obligada a hacerlo, gimotee recordando mi último sueño, se había portado algo
arrogante, pero sin duda la confianza que mostraba en si mismo me había hecho
delirar… un calor abrazador subió por mis piernas cuando escuche sus palabras, y
ahora mi corazón me exigía encontrarlo. Encontré la salida, y me pareció verlo
entrar al subterráneo, me mordí el labio… nunca antes había viajado ahí, y no
tenia intensiones de hacerlo; obligue a mis piernas a seguir en movimiento, y
saque mi teléfono, justo en el momento que entro una llamada del novio de mi
madre.
-¿Dónde estás?- pregunto alarmado-, tu
hermano me dijo que saliste corriendo, ¿Qué ocurre?
-No puedo explicarte, voy al
subterráneo… tratare de encontrarlos ahí- la señal volvió a morir una vez que
llegue abajo-, ¿Dónde…?- inicie, cuando lo vi acercarse al unas escaleras que
daban a una planta inferior.
Me mordí el labio, esta vez con más fuerza. ¿Qué diablos estaba
haciendo?, ¿le gritaría?, ¿se detendría si lo haría?, y si así fuera… ¿Qué iba
a decirle?... Mis labios hormiguearon ante la idea de una posible respuesta,
por más de 17 años había estado esperando esto, alguna señal real de que era de
verdad, que él existía y ahora la tenía; no lo iba a dejar ir… aunque tuviera
que detenerlo y besarlo. Alcance a ver donde compro el boleto, nadie más se
acerco a la taquilla hasta que llegue y saque mi cartera.
-Un boleto, con el mismo destino que
el chico que vino hace rato- susurre, sintiendo mi corazón estrujarse ante la
espera.
-Suerte con tu novio- me dijo ella,
señalando la puerta por la que había entrado.
-Gracias…
Entre a donde paraba el metro, mirando a todos lados, no estaba ahí.
Maldije, y entonces vi al metro pasar frente a mí… él iba sentado cerca de la
puerta, pude ver su perfil, me quede helada… sus ojos verdes eran hermosos,
como dos esmeraldas que refulgían bajo la luz blanca del metro. Llore en
silencio, lo había perdido; mire el boleto distraída, iba al aeropuerto
internacional, aunque tomara el siguiente… probablemente no lo alcanzaría.
Sentí el frío del DF por primera vez, y me puse la chaqueta, regresando por
donde había venido, había reaccionado demasiado tarde y ya no podía cambiar
eso, estaba molesta conmigo misma. Baje la cabeza, esperando ser ignorada por
la muchacha de la taquilla, llegue a las escaleras que subían hacia la central,
cuando mi a mi hermano… quien al reconocerme se precipito a abrazarme; oculte
mi rostro en su pecho, llorando desconsoladamente. Él no dijo nada, me mantuvo
abrazada a su cuerpo mientras caminaba detrás de Víctor, el novio de mi madre,
para comprar los boletos que nos llevarían en metro hasta la central de TAPO.
Subimos al metro, ya había estado en ese lugar, cinco minutos antes, pero
ahora… sentía como si no estuviera ahí, era como si mi alma se hubiera ido con
aquel chico; era estúpido, pero estaba segura de que era él, no me daba miedo
apostar todo lo que poseía a que era él. Charlie me sentó en un espacio vacío y
puso la maleta frente a mí, la sostuve con las piernas y mire por la ventana;
era de madrugada, no veía gran cosa… y realmente no me interesaba ver nada,
simplemente quería bajarme… quería ir al aeropuerto a buscarlo, pero no tenía
ninguna referencia para hacerlo, había visto sus ojos… más de lo que nunca vi
en mis sueños, y recordar eso hacía que mi corazón volviera a desbocarse. Nunca
había sentido algo similar, jamás. Nunca había sentido que mi corazón se
detuviera y se acelerara al mismo tiempo; vi mis ojos reflejarse en el vidrio
del vagón, y luego recordé su perfil… cerré los ojos, tratando de aferrarme a
ese recuerdo, no había prisa, el viaje en metro duraba más o menos hora y
media.
Finalmente había aceptado tomar un café con
él, no estaba muy segura de ello pero tampoco perdía nada, lo único que la
mantenía ahí era esa encandilante mirada color esmeralda, y aquella voz
hipnótica. Sin embargo, él se mostraba, hasta cierto punto, arisco con ella…
como si admirara cada uno de sus movimientos a una distancia prudente. La chica
agacho la cabeza, provocando que uno de sus lacios cabellos se pusiera sobre su
rostro, él sonrió animadamente y con un delicado gesto, coloco aquel mechón en
su lugar.
-Te ves preciosa-
susurro, aun estando a escasos centímetros de su rostro.
-G-gracias-
titubeo ella, mirándolo fijamente a los ojos.
-Tengo tantas
ganas de…- dijo él, aproximándose a sus labios…
Antes de que pudiera responder, él trabo su
boca con la suya, haciendo que cada una de sus células cobrara vida propia, era
mareante, pero una sensación que la embargo de placer en un segundo, tomo su rostro,
atrayéndolo aun más hacia ella; era una urgencia de pertenecerse, que se
transmitió a través de sus labios, unidos como si se tratase de una sola
persona…
Desperté, completamente desorientada, el vagón seguía en movimiento;
mire a Charlie… antes de llevarme una mano a la boca, finalmente lo había
hecho, lo había besado y esa agradable sensación seguía presente en cada una de
mis terminaciones nerviosas. Con un gesto le hice saber a mi hermano que todo
estaba bien, de hecho… por una parte… todo lo estaba, pero ahora estaba más
decidida que nunca a buscarlo, quien quiera que fuese, y lo encontraría; esta
vez la distancia no me interesaba, no importaba si tenía que cruzar el océano…
lo haría sin pensarlo.
Bajamos del metro y subimos por la rampa hasta la central, no dirigimos
con premura a la taquilla de AU, donde Víctor compro los boletos con destino a
Orizaba.
-Démonos prisa- argumento, casi
jadeando-, el camión está por salir.
Nos acercamos al andén, donde checaron nuestras maletas y luego subimos
al autobús, aun eran 5 horas desde ahí, el viaje aun era largo… y yo estaba
agotada, aunque había dormido gran parte del tiempo que hizo el autobús de
Durango al DF, mis sueños solo lograban revolver mis sentimientos y me hacían
sentir extraña, con cada uno de ellos me hacía más consciente de que este no
era mi lugar, tenía que irme, sin importar la promesa que le había hecho a mi
madre de no viajar hasta que me graduara de la Universidad… era posible que no
resistiera tanto tiempo, no ahora que sabía que él existía.
Me estremecí. Era descabellado… no podía dar a conocer su existencia, no
con solo un presentimiento y una carrera por alcanzarlo, él ni siquiera se
había percatado de mi existencia; quizá yo realmente estaba demente, aunque no
lo creyera en su totalidad… tampoco podía refutarlo completamente. El amor que
sentía era una prueba irracional de su existencia, pero este mismo amor,
dirigido a alguien que no conocía, podía ser una prueba innegable de que estaba
completamente loca; era algo que no podía negar, ni aceptar, según fuera el
caso. Suspire, mirando por la ventana, el rocío cubría los vidrios del autobús,
y el mismo calor de la gente que iba en la unidad con nosotros provocaba que se
empañaran, debido a que la temperatura afuera era más baja que la que había
dentro; la limpie, hundiéndome en mi asiento y cubriéndome lo mejor posible con
mi chaqueta.
Ya no podía dormir sería como jugar demasiado cerca del fuego, y aun no
pretendía quemarme con él, pero tenía la ligera sensación de que eso sería
completamente inevitable; ese fuego del que hablaba era una diminuta brasa que
permanecía débil, y parcialmente encendida dentro de mí… nada, nunca, había
perturbado su estado, no hasta el sueño del día de hoy. Parecía que ese beso
había desencadenado una serie de pequeñas explosiones a lo largo de mi cuerpo,
haciéndome saber que estaba viva… justo ahora que creía que no podía sentir
otra cosa que no fuera desesperación, confusión y una profunda tristeza… ese
beso me había hecho entender que podía sentir más, mucho más, y era un
sentimiento abrazador que, así como me complementaba amenazaba con destruirme. Todo en exceso es malo, pensé. El amor
sin medida podía causar un dolor aplastante, y yo no me sentía lista para eso,
el dolor de dejar todo aquello que había considerado mío alguna vez… ese dolor
de apartarme de lo material y quebrantar los lazos que había forjado a través
del tiempo, sabía que nada de eso se compararía con el dolor de perder a la
persona que había amado locamente los últimos 17 años de mi vida. Eso evoco un
nudo en mi garganta, estuve a punto de romper a llorar cuando recordé que no
estaba sola, no podía llorar, no sabiendo que tendría que dar explicaciones al
respecto, no tenia esas explicaciones… y aunque las tuviera, no sabría como modificarlas…
a tal grado de que no me tomaran como a una lunática que tenía un lugar
garantizado en el ala principal de algún hospital psiquiátrico; si no estaba
lista para un nuevo hogar, definitivamente no lo estaría para un cambio tan
radical en mi vida. Ni era el tipo de chica que estaba dispuesta a vivir bajo
los efectos de medicamentos, que los médicos asegurarían, mantendrían mis
alucinaciones a raya. Eso era estúpido por sí mismo, yo misma había luchado
fervientemente por ignorar todos y cada uno de mis sueños, pero cada vez se
volvían más y más frecuentes, y en cada uno de ellos mis sensaciones físicas
se fortalecían; cada sueño me hacia
amarlo más, cada uno me hacía sentir un paso más cerca de él… y ahora que lo
había visto… nada ni nadie iba a volver a llamarme loca, no iba a permitirlo.
Al bajar por las cumbres, la niebla, que descendía con parsimonia sobre
las montañas, capto por completo mi atención… las montañas estaban cubiertas de
una densa vegetación, aunque conforme se alejaban iban cambiando las
tonalidades verduzcas, por un misterioso y cautivante azul ceniza; vi mis ojos,
reflejados en el vidrio… eran, hasta cierto punto, enigmáticos. La coloración
que tenían era rara, muy poco conocida y quizá era la única en mi familia que
la poseía; los ojos de Charlie eran achocolatados, aunque parecían tan
profundos como un yacimiento de petróleo -solía compararlos con ello, porque el
tono de café iba aumentando hacia su pupila, donde se tornaba completamente
negro-, tenía lindos ojos, casi tan lindos como los de nuestra madre… pero
compartíamos un rasgo característico en los miembros de la familia de mamá.
Mientras más nos acercábamos a la edad adulta, nuestra apariencia era más
tierna, pues nuestras facciones no eran marcadas, eran más buen suaves y bien
delineadas; parecíamos niños, y no adultos… como se supone que debería ser.
-¿Me contaras lo que ocurrió?- me
pregunto Charlie, sacándome violentamente de mis pensamientos. Volví a estar en
el andén del metro… viendo su perfil, como si la vida se me fuera en ello…
-Lo vi…- gemí, salvada por el arribo
del autobús a la central de Orizaba.
Aun no estaba preparada para hablar de lo que había sucedido en el DF,
aun era demasiado increíble para creerlo en su totalidad; baje detrás de
Charlie, aun con las manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta.
-Vamos a comprar los boletos- nos dijo
Víctor con una sonrisa.
-Vayan… voy al tocador- murmure,
señalando el baño-, nos vemos aquí.
Vi la preocupación de Charlie crecer en sus ojos, pero no era el momento
de contarle nada, ya habría tiempo de hacerlo, cuando estuviéramos a solas… y
yo hubiera terminado de digerir la noticia; arrastre los pies hacia el baño de
damas, entre y me moje un poco el rostro. Inconscientemente me mire al espejo…
seguía siendo yo: alta, delgada, con el cabello negro cayendo con rebeldía
sobre mis hombros, mis ojos grisáceos con aquellos peculiares destellos
azulados, la piel blanca; era yo… tenia la misma ropa que día anterior: una
blusa negra de manda corta, unos jeans oscuros, converse negros con blanco y
una chaqueta color oro. Física y aparentemente era yo, continuaba siendo yo.
Suspire, había algo más… yo adoraba delinearme los ojos, no mucho… solo lo
suficiente, para que me dieran aquella expresión felina y depredadora que tanto
me fascinaba. Sin embargo, ahora… aun con el maquillaje, parecía solo un
insignificante gatito casero asustado; no me gustaba, lo odiaba, no tenía la
vibra que solía tener. En ese aspecto no era yo, toda la seguridad que tenía en
mi misma parecía haberse evaporado repentinamente, bufe y golpee uno de los
lavabos, con la fuerza suficiente para que levantara la mano haciendo una mueca
de dolor. Un sueño no podía estarme haciendo esto, una esperanza no podía
degradarme de tal forma, o ¿sí? Gemí ante la respuesta que llego a mi cabeza,
no quería que nadie más se molestara en hacérmelo saber, simple y sencillamente
había bastado con mirarme al espejo para darme cuenta en el deplorable estado
en el que me encontraba; eso a lo que me aferraba con tanto fervor, me
convertía en nada… y no iba a esperar a ver como eso me destruía lentamente, no
lo haría.
Saque una liga de mi bolsa y me recogí el cabello en una coleta alta, el
cabello me llegaba casi a media espalda recogido, luego salí del baño… con un
humor bastante mejorado…, iba a seguir siendo yo, sin importar lo que tuviera
que hacer; por ahora no podía simplemente tomar un avión y viajar a Londres,
tenía que ser paciente… algún día lo haría, estaba segura de ello, alcanzaría
mi sueño, estaba dispuesta a todo por lograrlo. No iba a pasarme la vida
convirtiéndome en un pedazo de basura que tenia sueños proféticos que no
luchaba por alcanzar, iba a ser alguien en la vida… y cuando lo fuera, lo
primero que haría sería tomar el primer vuelo a Inglaterra, a cumplir lo que
tanto anhelaba: reencontrarme con el chico al que había besado en sueños. Camine
hacia donde me vería con mi hermano y con Víctor, ellos ya estaban ahí,
esperando el autobús que dijera ''Córdoba''; le sonreí a Charlie y me apresure
a pegarme a su pecho, aferrándome a su playera. Subimos a la unidad, y me
escude, mirando fijamente por la ventana… la lluvia comenzaba a hacerse
presente, y yo estaba cansada… y tenía hambre; me recosté sobre el hombro de
Charlie, procurando no dormirme, ya habían sido muchos sueños por un día…
-¿Qué piensas?- susurro, abrazándome
cariñosamente.
-Que quisiera haberme enamorado de ti-
respondí, entrecerrando los ojos.
-Ja… suerte con ello- inquirió,
sonriendo ampliamente-, sabemos que mi corazón tiene dueña.
-Sí, casi lo olvido…-resollé-, el
magnífico Charlie… ha encontrado a la dueña de sus pensamientos… y su nombre
es: Grecia Starks. Señoras y señores,
favor de pasar al lado izquierdo para que se les presente al siguiente soltero
codiciado de la lista.
-Idiota…- respondió él riendo.
-Me amas…- agregue, cerrando los ojos.
-Con todo mi corazón- susurro, antes
de besar mi coronilla.
Me relaje, sin quedarme dormida, solamente trate de mantener mi mente
completamente en blanco… necesitaba vacaciones de tantas cosas inexplicables;
mis sueños eran hermosos, pero… demasiado confusos en algunas ocasiones, quería
acabar con todo esto, pero no era tan sencillo como sonaba. Requería ayuda,
pero no sabía a quién pedírsela, nadie podía comprenderlo… no en la magnitud
que tenía. Suspire, pensando en la Rui- Picasa, la rueda de la fortuna que
podía verse desde Westminster Bridge
Road, pero en realidad estaba en Jubilee Gardens; era hermosa, y desde la parte
más alta se podía observar el Big Ben con toda claridad… aunque el resto de la
ciudad se viera completamente confuso desde aquella altura. Era como si yo
quisiera encontrarme arriba, completamente ajena a lo que sucedía a mí
alrededor… a todo lo que pasaba bajo mis pies, eso era una, de las muchas cosas
que yo deseaba con todo mi ser; no había algo que ansiara más que el hecho de
que toda mi familia viera en mí a la chica fuerte, decidida, madura, la
muchacha a la que nada ni nadie podía doblegar. Por una parte, quizá pudiera
ser cierto, pero por la otra… había días en los que deseaba morirme, llorar…
una desesperación se hacía presente en mi pecho desde que despertaba, como si me
hiciera consciente de que tenía una
bomba cronometrada en el corazón, y que se hubiese puesto en marcha; la
mayor parte del día, procuraba no ser compañía de nadie, pues realmente no era una buena compañía cuando me sentía de
esa manera… con eso solo lograba preocupar y lastimar gravemente los
sentimientos de las personas que me querían y se preocupaban por mí. Sin
embargo, si había alguien que me hacía sentir mejor cuando estaba cerca de él,
a veces creía que enamorarme de él hubiera resultado casi tan sencillo como
enamorarme de Charlie. Yo le quería, y él me quería, muy a su manera… que era
realmente muy poco ortodoxa, y quebrantaba todas mis definiciones de amor;
pero, lo cierto era que… a su lado no me sentía vulnerable, él conocía mis
debilidades tan bien como Charlie, pero él las utilizaba para enseñarme algunas
lecciones. Algo de lo que estaba segura, siempre o casi siempre, era que odiaba
que yo me sintiera débil, o que me hiciera daño, físicamente hablando, eso… me
había quedado claro en más de una ocasión, en las que para reprenderme,
amenazaba con hacerme más daño, y a pesar de que en el fondo era completamente
incapaz de lastimarme… yo nunca había sido capaz de contradecirlo, siempre
tenía la razón y me hacia darme cuenta de lo valiosa que era. Me humillaba, a
tal punto de que mi verdadero yo surgía y lo ponía en su lugar; esa era su
forma de mostrarme mí valía… haciendo renacer a quien era realmente, y ese
alguien… le gustaba, le agradaba sobremanera; pero, éramos solo buenos amigos,
amigos que siempre se daban la mano, aunque yo lo necesitara más que él a mí…,
su apoyo incondicional, cariño -poco ortodoxo, pero cariño al final-, la
preocupación uno por el otro… ¿Qué más podía desear?, me lo había preguntado
más de una vez, y siempre tenía la misma respuesta: Él no es la persona a la que buscas, los últimos años cada chico
que me llamaba la atención era rechazado por esa maldita respuesta, que llegaba
de no sé qué maldito lugar de mi corazón; era exasperante. Me sentía cómo una
desadaptada social, la única chica de mi edad a la que nadie le conocía un
novio, la única que siempre estaba rodeada de chicos, pero que no se
involucraba íntimamente con ninguno… o no de la forma que debería, era simple
amor filial, de hermanos o familiares, nunca había pasado de eso. Me preocupaba
por todos y cada uno de ellos, colaboraba a la hora de resolver sus problemas,
hacia todo lo que estaba en mis manos y a veces hasta más. Sin importar lo que
fuera, yo siempre estaba ahí para ayudarlos, aunque me sintiera como una
completa estúpida de la que todos esperaban demasiado, era un título que,
desgraciadamente, me había ganado yo sola, con mis acciones. Suspire, el camión
se había detenido… finalmente habíamos llegado a nuestro destino.
Víctor y Charlie hablaban animadamente sobre los verdosos paisajes que
nos rodeaban por todos lados, a ninguno parecía importarle la ligera llovizna
que caía sobre nosotros, yo odiaba la lluvia, pero no tenían porque enterarse;
estornude y me solté el cabello, de alguna manera tenía que funcionar como una
bufanda. Camine detrás de ellos, ajena a la casi toda la plática, era su
charla… y no había sido invitada, así que no veía él porque tenía que
intervenir en ella; entramos a la casa de la familia de Víctor, era una casa
humilde, pero muy acogedora, no era la gran cosa por fuera -ni por dentro-,
pero el cariño que se tenían en entre ellos… era mucho más que evidente. Además
del toque hogareño, admití que olía delicioso… y mi estomago reacciono ante el
aroma que provenía de la cocina, no me había preocupado por comer. Y lo cierto era que me moría de hambre, deje
mi bolsa donde Víctor nos indico… y entre a la cocina y me encontré con una
señora no muy alta, de piel morena, cabello totalmente negro, y con una expresión agradable en el rostro, su sonrisa
era muy cálida e inmediatamente me inspiro una confianza increíble.
-No me di cuenta cuando llegaron-
admitió, sin perder la sonrisa-, ya casi esta lista la comida.
-Hola, Sofí- dijo Víctor abrazándola-,
ellos son mis hijos…
-Te falta una- agrego ella-, y tu
esposa.
-Cierto, Trinny y ella se quedaron
haya- respondió, denotando cierta nostalgia-, ellos vienen a presentar el
examen de la universidad.
-Oh, ya- admitió ella mirándonos, se
percato de que Charlie me tomaba de la mano… un gesto poco común entre
hermanos.
-Soy Daniela, y él es mi hermano:
Charlie- nos presente, extendiendo mi mano libre hacia ella.
-Yo soy Sofía, la hermana de Víctor-
respondió ella, estrechando mi mano con firmeza-, un placer conocerlos.
-El placer es todo nuestro- agrego
Charlie, estrechando su mano, con solemnidad.
-Deben estar cansados, y deben querer
darse un baño- añadió ella-, hay agua caliente para que se bañen.
-Muchas gracias- admití. Me moría de
ganas por tomar un baño relajante.
Mire a mi hermano y regrese a la habitación donde nos quedaríamos, a
pesar de la lluvia el calor era agobiante, sin duda completamente diferente a
lo que estaba acostumbrada; me había prevenido, una semana antes había salido
con Ágar a comprar ropa holgada, fresca y cómoda. Tome una falda blanca de
holanes, una blusa de tirantes del mismo color, pero con un pequeño grabado en
negro, por lo que saque unos zapatos de piso del mismo color; saque mi shampoo
y regrese a la cocina, añoraba bañarme, pero desconocía totalmente la ubicación
del baño. Mire a Víctor expectante, y él señalo una puerta que estaba cerca de
otra habitación, le sonreí y camine hasta ahí, algo distraída… hasta que choque
con alguien. Me sacaba una cabeza, era casi de la misma altura que Charlie… y
aunque me consideraba alta con mi 1,64… de pronto me sentí pequeña; una sonrisa
se dibujo en su rostro al mirarme, no era la primera vez que un chico me miraba
de esa forma; pero eso no lo hacía menos incomodo. Carraspee la garganta,
atrayendo totalmente su atención, por un segundo, ya que la puerta principal se
abrió tranquilamente y ese chico alzo la vista inmediatamente; era otra mujer,
con rasgos similares a los de Sofía, sin embargo… al parecer la edad, y dos
hijos -un adolescente rebelde y una niña peligrosamente cerca de esa edad-
estaban haciendo mella en su rostro; se veía mayor a Sofía y a Víctor, pero
irradiaba la misma energía positiva que ellos.
-Pepe- chillo el muchacho que venía
con ella, él era unos centímetros más bajo que Pepe… pero era por mucho más
robusto, aunque su complexión no podía ser comparable con la de mi hermano.
-Hola, Martín- susurro él, dándome
acceso total al cuarto de baño.
Escuche el gruñido de Charlie al darse cuenta de que ambos me miraban,
como si fuese un exótico platillo que habían servido en su mesa, mi hermano era
protector, y celoso… lo adoraba por defenderme, pero a veces… como en esta
ocasión, exageraba un poco; yo podía cuidarme sola, la mayor parte del tiempo…
pero cuando no podía, él siempre estaba ahí para apoyarme. Le sonreí, para
calmar los ánimos y entre al baño.
Al fin un poco de privacidad, me
dije mientras me quitaba la chaqueta color oro, que estaba bastante húmeda.
Había una modesta tina, que no me limite a la hora de llenar con agua tibia,
requería un poco de relajación; dentro de unas horas saldríamos de camino a
Boca del Río para presentar el examen que podría cambiar el resto de mi vida.
Termine de desvestirme y entre a la tina, el solo hecho de sentir el agua
cubriendo cada rincón de mi cuerpo me hizo sentir segura, amaba estar en
contacto con el agua; me zambullí a modo de que el agua cubriera por completo
mi cuerpo y luego volví a salir, recargándome en uno de los lados. Necesitaba
aprobar ese examen si quería graduarme, necesitaba aprobarlo si quería salir
adelante, necesitaba aprobarlo si quería largarme a buscarlo a Inglaterra.
Gruñí, no era tan sencillo como decirlo. Iba a buscarlo, quería hacerlo…
deseaba hacerlo, pero no podía… no ahora, no con tantos líos encima; y aunque
pudiera… ¿Qué iba a hacer en Inglaterra, concretamente? Una respuesta podía ser
ir a todos aquellos lugares que había soñado, algo me decía que no me perdería
en Londres, lo conocía tan bien como si hubiera vivido en ese lugar mucho
tiempo, pero si no podía encontrarlo, ¿Qué iba a hacer entonces?
Ya era bastante estúpida la idea de fugarse con un novio, Mayra lo había
hecho con su novio… y no le había funcionado, a pesar de llevar 3 años saliendo
y que a toda su familia le agradaba, no habían soportado estar juntos 24 horas,
7 días a la semana; si ellos, conociéndose de toda la vida, siendo mejores
amigos y luego novios… no había funcionado. ¿Qué garantías tenía yo para asegurar
que funcionaria una relación con alguien a quien solo había soñado, y a quien,
yo, aseguraba había visto una vez en mi vida?, sonaba enmarañado… me
desesperaba mucho; pero albergar un poco de esperanza no podía ser tan malo, o ¿sí?
Suspire. ¿Él tendría el mismo
interés que yo?, ¿los mismo sueños?... porque no, porque no me había mirado ni
una sola vez, ¿era que había decidido que estaba loco y lo había ignorado?,
¿Por qué yo no podía hacerlo?... Si él había sido capaz de olvidar un amor tan
tórrido como el que yo sentía, entonces… también yo podía hacerlo, ¿no? Trague
saliva al imaginarlo, no podía… eso me convertiría en una chica más, yo nunca
quise ser eso… yo era yo, y todos eran felices con mi forma de ser. Alguien
debería amarme como era, y no por pretender ser alguien más. Cerré los ojos,
vaya tontería era todo esto… Mi teléfono sonó, me sobresalte un poco, pero
extendí el brazo para hurgar en mi pantalón en busca del aparato.
-¿Alo?- masculle, separando el aparato
de mi oído para verificar el número, era mi buen amigo, el adorable Marlon.
-Hola- respondió con parsimonia, con
ese tono tan arrogante que lo caracterizaba.
-Que sorpresa- mentí, haciendo una
expresión aburrida.
-Grecia me dijo que venías hacia acá-
agrego, un tanto serio-, ¿Por qué tu afán en portarte mal?, cuando te portas
bien todo funciona de maravilla.
-Sí, de maravilla para ti- inquirí,
molesta.
-Oh, vamos Danny- resolló, casi sentí
como su mano se ponía sobre mi mejilla para aumentar mi molestia, gemí de una
forma inaudible.
-No tengo ánimos de hablar contigo,
¿sabes?- le informe, limpiando mi rostro con agua para calmar el hormigueo que
se había generado en ella tan repentinamente.
-Bien, nos veremos entonces- susurro,
sin mostrar emoción alguna en su voz-… mascota.
Estuve a punto de gritarle, pero que me contuve, esperando a que el tono
de llamada finalizada se hiciera presente; así era siempre, una relación de
estira y afloja… siempre había sido así. En un momento pensaba que hubiera sido
lindo enamorarme de él, y en otros… como este, eran momentos en los que
realmente deseaba verlo muerto… o matarlo con mis propias manos; podía ser tan
idiota como simpático. Bufé, su llamada había arruinado mi concentración y
serenidad, no dejaría que aniquilara también mi apetito; termine de ducharme y
me vestí, lo más rápido que pude. Desenredé mi cabello con los dedos, y salí.
Muy pocas veces me molestaba en peinarme realmente, mi cabello parecía
acomodarse por sí mismo… y me daba un aspecto rebelde, pero sumamente
atractivo. Cuando entre a la cocina, Charlie no estaba ahí… pero la mesa estaba
cubierta de platos, vasos y la comida, el aroma volvió a hacer un hueco en mi
estomago, realmente estaba hambrienta.
-Llama a tu hermano, por favor- me
pidió Víctor mientras encendía un ventilador.
-Claro- sonreí, mientras me encaminaba
al cuarto.
Como era de esperarse, Charlie telefoneaba a Grecia… estaban planeando
una huida cuando lo pille, me miro… y yo espere a que colgara para exigir una
explicación. Mi hermano colgó discretamente y me miro fijamente a los ojos.
-No eres la única con tendencia
fugitiva- inicio-, pero al menos yo la conozco.
Eso me hirió, pude haberlo soportado de cualquier otra persona menos de
él… el hecho de que Charlie me hubiera dicho eso, aniquilo algo en mi interior;
no sabía si estaba enojada o triste, creo que ambos sentimientos se enzarzaban
en una férrea pelea por la supremacía.
-Haz lo que se te dé la gana- declare,
dándome la vuelta.
-Hermana…- gimió, al darse cuenta de
lo que había hecho y me tomo de la muñeca-. Lo siento.
-No tienes nada que sentir- inquirí,
soltándome violentamente de su agarre, imponiendo cierta distancia entre
nosotros-, es tú vida… no mía. Así que al demonio.
-Daniela…- susurro, mirándome con
tristeza.
-Necesitabas admitir que estoy
demente- murmure, alzando la mirada para no llorar-, pero no esperaba que
fueras el primero en hacerlo.
Camine de vuelta a la cocina, con el orgullo y mi corazón hechos añicos,
me senté entre Pepe y Martín, sin dirigirle una mirada a Charlie cuando cruzo
el umbral, pero pude sentirlo… estaba triste, sabía el daño que me había hecho;
era raro que él y yo discutiéramos, pero cuando lo hacíamos… solían ser peleas
bastante difíciles, y duras. Éramos crueles uno con el otro, ninguno media su
capacidad de lastimar al otro, era mero instinto competitivo; en eso nos
especializábamos en competir uno con el otro, y a la hora de pelear… también
competíamos por ver quién lastimaba más el orgullo del otro. Pero esto, esto
había sido un golpe bajo de su parte, usar mi ''amor'' para excusarse, eso era
escoria… aunque él no lo fuera, su acto fue una porquería, y una porquería que
me había hecho más daño del que nunca sentí en mi vida. Y había pasado por
experiencias bastante dolorosas, cosas que no le deseaba a nadie, y que
agradecía por el hecho de que ni él, ni nuestra hermana pequeña recordaran; era
mejor así… con que yo viviera atormentada por ello bastaba, no había necesidad
alguna de inmiscuirlos en ello. Yo no podía enojarme con Charlie por ello, lo
adoraba, pero me había lastimado… cerré los ojos, y me acomode el cabello
detrás de mi oreja, ya hablaría con él, cuando me sintiera menos herida por sus
palabras, hacerlo ahora solo causaría un revuelo innecesario en la mesa. Sofía
nos sirvió y todos nos pusimos a comer en silencio; aunque Charlie aniquilaba
con la mirada a los dos chicos que estaban dispuestos a cada uno de mis lados,
y ellos a su vez… parecían estarme comiendo con la mirada; era algo a lo que me
había acostumbrado, Jorge solía actuar como Charlie en algunas ocasiones, por
eso no entendía porque se llevaban tan mal. Pensé en Marlon, ellos 3 se
parecían, y los 3 siempre permanecían pendientes de mí, de una forma exagerada,
pero… entre ellos no había ni espacio para el dialogo, el hecho de juntarlos
era estar dispuesto a intervenir en una pelea, y aun así… los quería a todos…
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