jueves, 24 de julio de 2014

Yvridio 9



  Esto no tenía sentido, todo se volvía más y más complicado. Pero… no sabía que era lo que me lastimaba más, si la idea de imaginar a Josep metido en esto, o la idea de aprender a defenderme en este nuevo mundo y alejarme de Damien.
  Epifron me había llevado a la habitación de Hybris, para darme una ducha. Ella era rubia, de piel grisácea, como si estuviera muerta, su cabello impedía ver sus ojos, pero cuando te miraba no podías ignorarla, ni huir de ella. Su especialidad era la violencia, sin embrago, parecía extrañamente serena. Ahora debía verme similar a ella, la misma capa verde olivo, que cubría todo mi cuerpo, con un ancho cinturón negro en la cintura, cubría completamente mi cuerpo, y tenía una capucha, que de traerla puesta, cubriría perfectamente mis ojos. Al verme en el espejo, la tela de satén se amoldaba a mi cuerpo demasiado bien, pues se adecuaba perfectamente a cada una de mis curvas. Desenrede mi cabello con los dedos, mirándome al espejo, todo era tan diferente ahora… las cosas habían cambiado; no sólo por lo que había descubierto so mí, si es que lo que descubrí era del todo verdad. Pues que Damien seguía expresando un odio tremendo contra todos los Covey… ¿qué había pasado para que él odiara a nuestra familia?, ahora bien, mi madre lo odiaba a él, también ignoraba la razón…y la única persona que podía despejar mis dudas, según mi corazón, era Uriel. Un arcángel que tenía prohibido verme. Por eso conocí a Gabriela, una Potestad, algo más que un simple peón, como lo éramos James y yo.
  El ruido de la puerta principal abrirse, distrajo mis pensamientos: James había llegado. Mi corazón se aceleró violentamente, ¿qué sucedería ahora?, me mordí el labio inferior… y me acerque a la puerta, pero el picaporte giro antes de que yo lo tomara. La mirada de Damien se cruzó con la mía, inmediatamente al desaparecer la puerta que bloqueaba el suceso, él me miro, en silencio… pero en sus ojos había una chispa apasionada, que sólo había visto aquella vez que estuve noqueada en su cama. Tuve desviar la mirada y aclararme la garganta, él se hizo a un lado, haciendo un diminuto gesto para que avanzara. Volvimos a la sala de estar, Damien parecía mi sombra, pegado a mi espalda, podía sentir su tensión, pero estaba, de alguna forma, feliz por sentirlo así de cerca; al llegar, pude ver la fría mirada de mi hermano James, y la serenidad en el rostro de Josep. Mi instinto me hizo precipitarme hacia Josep, mis brazos se cerraron alrededor de su cuello, y él sonrió, hundiendo su nariz en mi cabello… me sacaba más de 20 centímetros de estatura, por lo que tenía que pararme de puntillas para alcanzarlo, jamás me había importado. James estaba detrás de él, y sólo lo mire… tratando de decirle que lo amaba, pero era tan terco… dudaba que él aceptara algo más de mí, mientras estuviera con Damien. Me mordí el labio, soltando el cuello de mi hermano, bajando mis manos hasta su abdomen, quedándome abrazada de él, tratando de protegerlo… aunque más parecía que él me protegía a mí.
-Escupe lo que tengas que decir, me están esperando- gruño James, mirando a Damien, pero refiriéndose a Epifron.
  El ambiente era tenso, yo sabía que él seguramente se refería a Victoria.
-Seré breve- susurro Epifron, sin inmutarse, haciendo un gesto para que todos tomáramos asiento-. Tú y Corina, saben lo que son, o tienen una idea de lo que son. Sin embargo, no saben explotar su naturaleza… y han vivido engañados, por su familia… todos y cada uno de los integrantes de su familia.
  La mandíbula de James se tensó, podía verlo de reojo, sus músculos estaban listos para atinar un golpe de ser necesario, me aferre a la mano de Josep, restándole importancia a las palabras de Epifron.
-Pero no está dentro mis facultades revelar dichos secretos- murmuro Epifron, acariciando la mano de Hybris con serenidad-, pero si puedo responder sus dudas. Que de ser ustedes, tendría muchas…
  Las palabras de Epifron llegaron a mis oídos, mi corazón se aceleró. Realmente tenía dudas, empezando con Uriel…
-¿Por qué un arcángel tendría dos hijos con una humana?- pregunte, arrastrando las palabras, tratando que no sonaran duras, temía herir a mis hermanos con mi desconfianza.
-Los arcángeles necesitan peones- inicio, sin sutileza alguna-, aunque los ángeles están directamente bajo sus órdenes, el estar tan cerca de los humanos, nubla su juicio y tienden a cambiar de bando al tener oportunidad. No son creaturas fieles, ni del todo buenas, aún tienen la habilidad de elegir a quien serle fiel…
-¿Por qué nosotros somos diferentes?- la voz de James sonaba áspera, e incrédula, pero mi mirada se quedó fija en su perfil.
-Porque ustedes estaban bajo el ojo vigilante de Uriel…- susurro Hybris, sin una nota de humor en su voz-, el arcángel guerrero, él deseaba que sus hijos siguieran sus pasos y se convirtieran en parte de los 7.
-¿Los 7 arcángeles?- susurre, tragando un poco de saliva.
-Los 7, son elegidos por sus obras en la Tierra, los milagros realizados a los humanos, cosas de ese estilo- agrego Epifron, tratando de serenar una molestia palpable en Hybris, pero que al parecer era el único que sabía, que la generaba-. Sin embargo, Uriel tenía conocimiento de lo que pasaría al tener hijos con una humana; si es que esta no moría en el proceso. Pero es inteligente, supo elegir… a una Cartago, una mujer proveniente de una larga familia de híbridos, que resistiría al infernal acoso de Baal…
˃˃ Fue un arcángel inteligente, no existen muchas familias marcadas, quizá sea la única con un historial tan… interesante- dijo él, con cierto sarcasmo-. Pero ustedes, estaban protegidos, desde ambos frentes…
-¿A qué te refieres?- gruño James, levantándose violentamente del sillón.
  La mirada de todos los daimónes se posó sobre Josep. En ese instante note que no había proferido sonido alguno desde que había llegado, se mantenía serio, aferrado a mi mano, pero sin mostrar ningún tipo de confusión, molestia o consternación. Como si supiera perfectamente de lo que estábamos hablando.
-James…- murmuro Josep, apenas separando los labios-. Epifron se refiere a que había dos creaturas cuidándolos, ambos de una posición de considerarse, dentro de la jerarquía angelical y demoniaca.
  La cara de Apate se contorsiono, en una mueca de alegría inmensa, mientras volvía a acercarse cariñosamente, aunque no fuera capaz de experimentar sentimientos humanos, a Damien… haciendo que mi corazón se desbocara, culpa de los celos. Epifron seguía serenando a Hybris, siendo consciente de las palabras que salían de la boca de mi hermano menor, pues también sonreía, con menos descaro que Apate o Zelos, pero lo hacía.
-Habla de una vez, carajo…- lo miro James, formando puños con las manos.
-A ustedes los cuidaba un serafín y espíritu principal- susurro Josep, sin inmutarse por la reacción de James-. Por Christopher y por mí…
  Un jadeo escapo de mis labios, me levante violentamente del sillón, alejándome de Josep. ¿Quién era qué?, yo siempre me sentí cómoda con Josep… igual que con Lucian, ¿Cómo podía mi hermano pequeño ser un demonio? Negué con la cabeza, caminando de espaldas, alejándome de Josep.
  Las manos de Damien me tomaron por los hombros, calmando un poco mi ansiedad, mientras mi hermano se detenía frente a mí, tratando de abrazarme… puse mi puño contra la boca de su estómago. No sabía cómo sentirme, pero quería tenerlo lejos, Damien estaba tranquilo detrás de mí, pero Josep lo miraba con ira, aun tratando de alejarme de él.
-Esto no es algo que nos concierna, Damien…- murmuro Apate, sin apartarse de su brazo derecho-. Es cosa de hermanos, por decirlo así.
  Las manos de Damien cayeron de mis hombros y se marchó, acompañado de Apate. Esta vez, no sentía celos… no podía pensar en otra cosa, más que en la mentira de Josep…
  El resto de los daimónes los siguieron, al abrir la puerta, Victoria busco la mirada de James, quedando frente a frente con Zelos, él tomo su rostro con delicadeza, alzándolo hacia arriba, para poder mirarla fijamente a los ojos. Mi amiga reacciono, e intento zafarse, pero aquel pelirrojo era mucho más fuerte de lo que ella podía soñar.
-Más vale que la dejes, imbécil- siseo James, sin levantarse del sillón.
-James… llévate a Victoria, esto no tiene que ver contigo- le dijo mi hermano, alejándose de mí un par de pasos-. Esto… tú y yo ya lo hablamos.
  Reí sin gracia, mientras un par de lágrimas salían de mis ojos y rodaban por mis mejillas. Así que era por eso, la maldita razón por la que James estaba lejos de mí, porque sabía la verdad y no iba a contármela. James se acercó a mí, y me abrazo a su pecho, mientras besaba mi coronilla.
-Trata de escucharlo- me dijo al oído.
  Ahora era yo la irracional, excelente. Me quede, sosteniendo mi peso sobre mi pierna izquierda, tratando de que no escaparan más lagrimas; seguramente tenía un aspecto ridículo en ese momento, vestida como una Diosa, y con el rostro de una niña cobarde y completamente indefensa.
   Mi cabeza estaba vuelta loca con la idea de que Josep y James tuvieran un secreto que se hubieran negado a compartir; no imaginaba que podía ser tan complicado de explicar para que hubieran esperado a que yo estuviera cerca de los daimones para contarme. Mi hermano era incapaz de mirarme, pero por primera vez en todos los años de convivencia que recordaba, él no parecía en absoluto vulnerable, al contrario, emanaba una fuerza desconocida, temeraria y mortífera. En ese instante una excéntrica idea cruzo por mi mente, ¿sería acaso que Josep formaba parte de aquel mundo de fantasía y ciencia ficción en el que había convergido? Tome aire, sin duda si tenía el mismo linaje sanguíneo que James y yo, algo de eso tendría que existir dentro de él, que lo alejara de los seres humanos como especie. Pero… ¿Qué era?
-Creo que Gabriela te ha contado algunas cosas, ¿no?- susurro mirando la pared que estaba detrás de mí.
-¿Cómo sabes de ella?- gruñí, poniéndome a la defensiva, el único que parecía tener una idea real de la aparición de Gabriela, era Damien, porque eran amigos, entonces ¿cómo podía mi hermano saber al respecto?
-Porque Gabriela desobedeció mis reglas y pagará por ello- insistió él sin perder la paciencia.
-Podrías, de una maldita vez, explicarme… ¿a qué te refieres?- resollé, casi empujándolo-, primero me mientes, luego vengo a enterarme que eres un demonio, y ahora vienes a decirme ¿qué manipulas Potestades?
  Mi hermano me tomo por los hombros, mirándome fijamente a los ojos, como si mis palabras lo hubieran herido más que mi intento por lastimarlo físicamente, parecía dolido, pero esbozaba una sonrisa de cinismo que jamás había visto en sus labios.
-Siempre llegas a conclusiones erradas, linda- murmuro, cerrando los ojos para serenarse- ¿de verdad crees que otro demonio despreciaría a Damien como yo lo hago?, ¿o que podría manipular a una Potestad con la fortaleza que caracteriza a Gabriela?, eso suena demasiado disparatado.
-No para mí, para mí es bastante palpable- inquirí, soltándome de su agarre.
-Corina, siempre fuiste terca, temeraria, y siempre erraste en tus decisiones, aún ahora estas equivocada sobre mí- me dijo él, bajando los brazos despacio-. Si yo dije que Christopher los cuidaba, no me refería a que él fuera alguien bueno.
‘’Si bien, siempre velo por ustedes, no lo hizo por amor, él al igual que yo es incapaz de tener emociones humanas, porque no es un humano. Es una marioneta de Baal, y a su vez de Satanás. Supongo que luego de hablar con Gabriela, eres consciente de todas las creaturas que viven en el mundo, rodeando y conviviendo con los humanos- prosiguió con serenidad-. Bien, pues eh de decirte que yo no soy tu hermano, jamás lo fui; mi misión era cuidarlos de la presencia de Christopher, para que cumplieran las expectativas de Uriel.
   Repentinamente, mi forma de ver a Josep cambio, ya no parecía un niño indefenso que necesitaba protección, ni tampoco un hombre… parecía algo más amenazante, alguien mucho más fuerte que Damien, o los daimones. Me mordí el labio inferior, retrocediendo instintivamente para resguardarme en la distancia; él rio divertido, y salvo la distancia que nos separaba.
-No me temas, Corina…- susurro, mientras acariciaba mi mejilla con el dorso de su mano-. Jamás me atrevería a herirte, a ti o a James; no por mi misión, sino porque los eh visto crecer y sé que son la evolución de los ángeles como se les conoce.
‘’Solo ustedes pueden limpiar la mala fama de los híbridos y sus malas decisiones, así como salvar a la familia Cartago y su linaje manchado por culpa de los demonios- su rostro se contorsiono en una mueca-. Pero para eso, tienes que matar a Damien.
-¿Bromeas?- escupí con ira, mirándolo a los ojos-. Jamás, escúchalo, jamás le hare daño a Damien; además Gabriela dijo que debería dejarlo pronto, ¿es por ti?
-No, pero tiene razón. Damien le debe lealtad a otros, que no comparten nuestros ideales y que desean matarte, por tu anterior relación con Lucian- inicio con cautela-. Otra mala decisión, que afortunadamente no llego a mayores.
-¿No llego a mayores?- me reí sin gracia-, ósea que… mi estadía en el hospital fue, ¿nada?
-No comparado con lo que pudo ser- afirmo-. Aun no sabes nada del mundo en que vives, Corina. Ni siquiera eres plenamente consciente de lo que puedes hacer, de tu fortaleza y tus debilidades.
   No tenía palabras, era cierto, asquerosa y desgraciadamente cierto. Nuevamente yo era nueva en todo esto, cualquier cosa que sucediera distaba mucho de cualquier idea que pudiera hacerme sobre mí o sobre todos los nuevo seres, de los cuales ahora era medianamente consiente. Lo que era cierto es que jamás lastimaría a Damien, aunque eso tuviera sentido o yo estuviera segura de que me era posible hacerlo.
-Si tanto es el interés de todos porque será consiente de lo que soy, ¿porque no empiezan a aleccionarme?- gruñí, cada vez más molesta con todo esto-. Me parece estúpido que crean que yo aprender sola todo esto; aun me marea pensar que no soy un humano. Me enferma.
-¿Preferías haber muerto en la mentira?, ¿sin saber porque curabas tus heridas y vivías rodeada de un mundo de fantasía al que fueras completamente ajena?, si es así, ¿Por qué no te mantienes en negación?- inquirió, desplomándose en el sillón-. Tu naturaleza es lo que te hace desear proteger a Damien, aun cuando sabes que él no necesita ningún tipo de protección. Él no te ha mostrado ni la mitad de lo que puede hacer.
-¿Y tú sí?- lo mire, con cierto desprecio.
-No, porque lo tenía prohibido… Nadie en la familia, sin contar a Christopher, sabía nada sobre mí. Tienes que entender, los ángeles se jugaron el todo por el todo con ustedes, hace años que entre los Cartago no había Arkathos, por eso defenderlos era la prioridad para muchos; creímos que habíamos perdido a la familia hasta que Uriel llego anunciando su pecado, había embarazado a tu madre… aun cuando ya estaba prohibido todo contacto con los Cartago.
‘’Pero el consejo de los 7 lo vio como la oportunidad de tener una ventaja sobre los demonios, por ello se le dejo la tarea de tener tantos hijos como pudiera con tu madre- narro Josep, sin mirarme-. Pero Baal se encargó de torturar la mente de tu madre, tanto que por un momento creímos que su cordura estaba comprometida y les regalaría su alma. Tu madre trato de asesinarte. Todos ellos sabían que tu presencia en el mundo volvía a equilibrar la balanza del bien y el mal.
-No… tú estás mintiendo- gemí, pasando los dedos por mi cabello, cerrando los ojos. Esto era tan disparatado, incluso para un mundo tan irreal como el que tenía ahora frente a mí-. Mi madre jamás me lastimaría.
-De sus dos hijos, eres tú la más fuerte… sobreviviste al ataque de Astarot cuando naciste. En ese momento te convertiste en el blanco de todos los demonios a su servicio- suspiro, mirándome… ahora seguramente mi expresión era de total confusión, y miedo-. Eres un peligro para ellos, por eso tu padre busco a Damien, alguien lo suficientemente fuerte como para controlarte y protegerte.
‘’Que se conocieran no fue una casualidad del destino, Corina. Él sabía que tarde o temprano tenía que estar cerca de ti, tanto como para dormir en la misma cama, poder cuidar tu cuerpo y tu mente de todos los retorcidos juegos de las legiones…- Josep rio nuevamente…-, eres tan inocente aun que crees que él te ama… y no lo hace, hace mucho renuncio a sus emociones.
-Te equivocas…- escupí.
  La puerta del departamento se abrió de golpe, los pasos de Damien resonaron por toda la habitación, deteniéndose frente a mi hermano. Lo tomo del cuello de la camisa y lo obligo a levantarse; jamás había puesto atención a que Josep era por mucho más alto y fornido que Damien, y sin embargo, éste lo había levantado un par de centímetros del suelo.
-Déjate ya de estupideces- gruño él con ira-. Tú mente se ha nublado desde que convives con los humanos. No le metas ideas erróneas en la cabeza, sólo porque tu divinidad se está yendo al carajo. Yo la amo, no sé cómo o porque… pero la amo.
  Las palabras de Damien resonaron por mi cabeza, como un eco que se aleja con el viento a la orilla de un acantilado. Finalmente lo había aceptado frente a alguien que no fuera yo, me amaba… de la misma forma que yo lo amaba a él; deje de sentir miedo, a su lado siempre estaría a salvo, aunque no fuera consiente de mi fortaleza…

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