lunes, 28 de julio de 2014

3. Recuerdos

  La mañana era fría, para un lugar como Fortín, pero no tanto como para hacerme estremecer… aunque trajera una falda de mezclilla, y una blusa de manga corta… y mi torso solo estaba cubierto por un suéter beige de punto. Mi hermano tampoco lucia incomodo con la temperatura, por su entrenamiento militar -que había hecho antes de cumplir la mayoría de edad- estaba acostumbrado a las bajas temperaturas. Víctor era el único que mostraba un atisbo de frío, pero luchaba con todo su ser por ocultarlo, estábamos esperando un taxi que no llevara a la central de Córdoba, donde abordaríamos otro camión para ir a Boca del Río. Respire hondo cuando subimos al vehículo, tenia sueño… pero no quería dormir, finalmente, luego de varios meses, había conseguido dormir unas cuantas horas sin soñarlo, pero el miedo y el ansia de volver a hacerlo… se hacían cada vez más fuertes. Resople, completamente derrotada… quería verlo, quería sentirlo, quería olerlo, quería escucharlo… cerré los ojos, lo extrañaba tanto, casi como si tuviéramos años sin vernos. Me gustaba que todo sucediera dentro de mi cabeza, dejando fuera a los demás, haciéndome saber que nadie era participe de mi locura; aunque esta vez, debido a nuestra reciente pelea, iba sentada sola. Respire profundamente, y me hundí en el asiento… tenía casi media hora para intentar buscarlo, si esto era un don… como lo había estado pensando, quería dominarlo.
  Era increíblemente atractivo, aun con ese jersey verde oliva, no había necesidad de especular nada… no después de lo que había sucedido la otra noche, ella aun era incapaz de mirarle a los ojos, pero la mano de él iba firmemente unida a la de ella. No podía evitar sentirse cohibida luego de lo que había pasado entre ellos, llevaban conociéndose unas semanas, y ya habían pasado su primera noche, juntos… eso la hacía completamente feliz pero también la confundía. Le amaba, con cada fibra de su ser… y él le había demostrado el mismo amor la noche anterior, pero aun tenía plantada la semilla de la duda desde que se habían reunido con esa muchacha; ahora mismo iban a buscarla, él le había jurado que terminaría con esa relación, y que podrían ser felices para siempre. Le creía, o luchaba por hacerlo… pero estaba asustada.
  Miro sobre su hombro Rui- Picasa se veía majestuosa con los primeros rayos del sol, ella amaba esa estructura, estar montada en uno de los vehículos era como estar en el cielo… completamente libre. Suspiro con tristeza, debilitando drásticamente la presión que había ejercido sobre la mano de él, cosa de la que él se percato inmediatamente y se detuvo a mirarla; jamás había dudado de cuanto le amaba, pero… siempre había pensado que si amaba algo tenía que dejarlo ir, a pesar de haber pasado tantas cosas para estar a su lado, no quería que él renunciara a su felicidad, por ella… el amor, según ella, no funcionaba de esa forma.
-¿Qué ocurre?- le pregunto él, acariciando su mejilla rápidamente.
-¿La amas?- susurro, tragando con dificultad el nudo que se le había hecho en la garganta.
-Ya tuvimos esa discusión anoche, cariño- respondió, con una sonrisa cálida.
-Contéstame- agrego, antes de perder los estribos y romper a llorar-, por favor…
-No tanto como te amo a ti- inquirió él, acercándose para besarla.
-No… tu lugar esta con ella- susurro, alejándolo… sintiendo como su corazón se contraía al hacerlo-, no conmigo.
-No digas tonterías, amor- murmuro el chico, tomando su mano y entrelazando sus dedos con los de ella.
  Ella sollozó un poco y acaricio su mejilla, sintiendo como las lágrimas lamian su rostro con parsimonia, luego le sonrió… soltando su mano.
-Te amo- inicio, y puso el dedo índice sobre los labios de él, antes de que pudiera proferir palabra alguna-, con toda mi alma… y lo de anoche ah sido maravilloso. Pero no puedo seguir con esto, debo regresar… mi madre está preocupada, y esa chica te ama. Te hará feliz, lo sé…
-Nadie puede hacerme más feliz que tú- resolló él, cuando logro zafarse…
-Lo lamento…
  Ella se dio media vuelta y empezó a correr a través Westminster Bridge Rd., no quería mirar atrás… eso la haría regresar y no podía, tenía que dejarlo ir… ella tenía que irse, nunca podrían ser felices mientras ella fuera una fugitiva de su familia, y él tuviera una relación con alguien más. Era lo mejor, se repitió una, otra, y otra vez hasta que llego a Jubilee Gardens; estaba sofocada, o lo estuvo hasta que lo vio, al chico que la había ayudad a llegar a esa conclusión, a tomar esa decisión…
-Ah, sido lo mejor- susurro-, ven conmigo- extendió la mano hacia ella.
  Ella la tomo, sin poder dejar de llorar…
  Desperté, confundida, agitada, estresada y triste. Me mordí el labio y mire a Charlie… él y Víctor me hicieron una seña, habíamos llegado; baje de mala gana, aun estupefacta por lo que había visto, ¿Quién era ese chico?, ¿Por qué tenía la sensación de haberlo visto antes? Maldita sea, no iba a lograr concentrarme en el examen si esto seguía dando vueltas en mi cabeza; tenía que pensar en otra cosa. Andrés y Grecia estarían ahí… presentando el examen también, ojala me tocase en el mismo salón con alguno de ellos, eso sería lo mejor que me podría pasar en este momento. Tomamos otro taxi, que nos llevo hasta la USBI de Boca del Río, el lugar donde presentaríamos la prueba. Chasquee la lengua, la fila era enorme, y yo odiaba esperar; al bajar del auto vi a Grecia hacerme señas, no pude evitarlo… mi corazón se estrujo violentamente y me precipite hacia ella. La abrace con fuerza, hundiendo mi rostro en su cabello castaño, que llevaba un tanto rizado;  ahora más que nunca me ayudaba mucho ver una cara conocida, que no fuera la de Charlie, seguía molesta con él. Mi amiga me estrecho contra su cuerpo, sin poder ocultar su sorpresa ante mi necesidad; no era alguien que requiriera mucha atención, pero si era alguien sumamente expresiva, y ella sabía leerme a la perfección… solo había una cosa que ella ignoraba, y esa cosa eran… mis sueños, los responsables de que me sintiera tan débil en este momento.
  Permanecí contra ella, era por muy poco más alta que yo, pero junto a ella… al menos ahora, me sentía cómoda, y protegida; Charlie se acerco y la beso, sin siquiera tocarme. Víctor no dijo nada, solo nos hizo una seña para informarnos que iría a preguntar algo al principio de la fila; ninguno le respondió, no había necesidad de tal cosa, y yo… no estaba en condiciones de hacerlo.
-Pareces un zombi- grazno una voz cerca de mí.
  Me volví, sin soltar a Grecia… ahí estaba él. Alto, ligeramente fornido, musculatura delicadamente distribuida a lo largo de su tórax, espalda y brazos; con aquella sonrisa arrogantemente atractiva y despreciable, pero… tan perfecto como lo recordaba. Vestido completamente de negro, a excepción de su camisa, que era rojo escarlata; venía acompañado… de una muchacha, que tenía un rostro precioso… como el de una muñequita de porcelana. Ese rostro de muñeca estaba enmarcado por un cabello castaño oscuro, que caía de forma ondulada sobre sus hombros, sin sobrepasarlos completamente; me sorprendí, ella se veía tan vulnerable a su lado, y sin embargo, su mirada irradiaba una fortaleza oculta. Una fortaleza que, hasta cierto punto, se veía eclipsada por el amor que había entre ellos dos.
  Gemí de forma inaudible, sentí un pinchazo en el fondo de mi alma, Marlon y su novia… Grecia y Charlie, y yo…  la compañera incomoda que solo terciaba cualquiera de los dos grupos, me mordí el labio inferior, deseando con todo mi corazón que Jorge estuviera a mi lado en ese preciso instante. Solté a Grecia y me aparte un poco, ignorando como se fulminaban Marlon y mi hermano con la mirada; estaba celosa, a un punto que no podía explicar… nunca había sentido algo así, jamás en toda mi vida me sentí tan fuera de lugar como en ese instante. Me aleje hasta que me senté sobre  las raíces de una palmera y cerré los ojos, no era siquiera capaz de verlos darse arrumacos mientras yo estaba sola, lamentándome internamente sobre lo que había pasado en mi sueño. Dolía, mis ojos ardían, quería llorar… pero no me daría el lujo de hacerlo, no ahí. Abrace mis piernas instintivamente y me oculte tras ellas, Víctor no se veía por ningún lado, cosa de agradecí y maldije a partes iguales; tome mi teléfono y marque un número, número que había jurado no marcar nunca: el de la casa de Jorge.
-Hola...- susurro al otro lado de la línea.
-Hola…- murmure, ocultando lo mejor que pude la agonía en mi voz.
-Hey, ¿Cómo estás?- se apresuro a decir cuando me reconoció.
-Bien y ¿tú?- inquirí, mirando a la nada-, ¿listo para la escuela?
-¿Bromeas?- gruño, a son de burla-, no quiero ir si no estás ahí.
-Oh, vamos- gemí, casi dolorosamente-… tendrás que aprender a vivir sin mí- Jorge y yo nos llevábamos así, un día podíamos coquetearnos y al siguiente ignorarnos-; si paso este examen no me veras en un tiempo.
-Pues tendré que apresurar mis planes- farfullo, antes de soltar una risita-, para atarte a este lugar.
-No me digas- gruñí, siguiéndole la corriente-, adivinare… ¿te acostaras conmigo?
-¿Tan predecible soy?- pregunto, medio bromeando y medio en serio…
-Tonto- respondí, al darme cuenta de que la fila avanzaba-, ya vete… se te hará tarde.
-Lo que usted ordene, my lady- grazno por la bocina, antes de que le colgara.
  ¿Por qué no lo amaba?, hubiera sido sencillo… era guapo, y ya me había dado una clara muestra de que le gustaba… ¿Por qué no dejar todo el rollo de mis sueños y dedicarme a aprender a amarlo?, la respuesta me llego más rápido que un golpe directo a mi estomago… yo no me quedaría en Durango para siempre, no cabía una gran posibilidad de que reprobara este examen. Me pare detrás de Marlon y de su chica, en total silencio; no quería hablar con nadie, sin importarme si me habían escuchado mientras hablaba por teléfono, ninguna reprimenda cambiaria mi ya de por sí, asesinado, estado de ánimo.
  Casi como un enviado por los ángeles, Víctor apareció justo antes de que yo entrara a la Facultad, me miro y se precipito hacia mí, con una sonrisa nerviosa.
-Relájate- le dije, mirándolo-, nos ira de maravilla.
-Lo sé, confió en ambos- me respondió-; cuando salgan llámame, yo vendré por ustedes.
-Sí, lo hare…- conteste, sonriéndole un poco-. Te lo prometo.
-Suerte.
-Gracias…
  Empezaba a creer que la necesitaría, estaba demasiado dañada emocionalmente como para concentrarme en una prueba para entrar a una carrera que no estaba seriamente demandada, ya que acababan de abrirla un par de semanas atrás, cuando cheque la página de dicha Universidad. Una chica me pregunto por mi número de ficha, y me condujo al salón donde presentaría el examen, había perdido al resto del grupo de vista, pero no me importaba… entre más lejos estuviera de las muestras de cariño era mejor para mí salud; no es que tuviera nada en contra de que fueran felices, al contrario… me daba mucho gusto; lo malo aquí era que… ninguno de ellos podía imaginar cómo me sentía y menos tras la discusión con Charlie. Entre al aula, y me sorprendí… Marlon estaba en el mismo salón, un par de pupitres detrás del mío. ¡Estupendo!, gruñí para mí misma, ahora tendría que presentar la prueba, no solo presionada por todas mis angustias… sino que tenía que soportar esa mirada tajante, que parecía querer destruirme con solo enfocarse en mi persona; me estremecí, él era raro… había aprendido a quererle, pero eso no cambiaba el hecho de que en ocasiones me asustara. Me senté, meneando un poco la cabeza; la encargada de nuestro grupo se acerco a mí y sonrió.
-¿Daniela Sagredo?- pregunto con timidez, mirando mis ojos… preguntándose si serían reales o si sería lentillas.
-Sí- respondí, ligeramente inquieta por su mirada-, y sí… son mis ojos.
-Disculpa- susurro ella, poniendo un cuadernillo y una hoja frente a mí-, llénala y puedes empezar.
  Respire hondo, ignorando tanto como podía la fija mirada de Marlon en mi espalda; abrí el sello del examen y empecé a contestarlo, la chica puso la hora de inicio en el pizarrón y argumento que tendríamos 2 horas para contestarlo. Yo no había estudiado, y me sentía cansada… pero al evaluar el examen de forma general, me di cuenta de que, en cierto modo, era pan comido. Resople e inicie a llenar círculos en la hoja que me habían entregado; era lo que más odiaba de las pruebas de opción múltiple… no me gustaba hacer círculos para llenar cada espacio, era tedioso, complicado y confuso; trate de calmarme, estaba irritada por mi sueño, pero este no era el lugar ni el momento para ponerme a interpretarlo… primero tenía que terminar esa prueba.
  Me sobe la sien al llegar a la parte de Informática, no era fanática de esa materia, conocía lo básico y me sentía orgullosa de ello, puesto que no creí necesitar más. Eran preguntas sencillas, casi todas relacionadas con los iconos de los principales programas que solían utilizarse, los de Office; finalmente había terminado, repase mis respuestas un par de veces y me levante, extendiéndole la hoja a la responsable.
-Puedes irte- sonrió con amabilidad-, gracias…
  A veces me parecía completamente hipócrita que la gente sonriera de esa manera, cuando no te conocía, puesto que incluso la gente que te conocía lo utilizaba para distraerte; abrí la puerta y salí. Realmente estaba enloqueciendo, me enfurecía cualquier comentario o situación, y todo por culpa de un maldito sueño… en el que ahora me veía en medio de dos chicos. Me acerque a un pequeño estanque, situado cerca de donde se encontraba el edificio donde había realizado la prueba; me incline y mire mi reflejo en el agua. ¿Por qué me estaba pasando todo esto?, ¿Por qué no podía ser normal?...
-Sería estúpido que lo fueras- susurro Marlon a mis espaldas. ¿Cuándo había llegado?, ¿Cómo encontró el hilo de mis pensamientos?-, dejarías de gustarme.
-Déjate de tonterías- grazne, enderezándome-, tienes novia… y por lo que vi, están completamente perdidos uno por el otro.
-No me gustas de la misma forma que ella, y lo sabes- murmuro, acercándose lo suficiente para alcanzar la piel de mi mejilla con solo estirar el brazo-. Y no soy el único al que le fascina tu forma de ser… por autoritaria y confusa que sea.
-Gracias por el alago- sisee, apartando su mano de mi rostro-, pero no lo necesito.
-Deberías dormir un poco más…- añadió, antes de cerrar su mano alrededor de mi cuello-, cuando duermes como se debe, tienes un humor más agradable… y eres menos temeraria.
-Si vas a matarme, hazlo- lo rete, mirando fijamente sus ennegrecidos ojos.
-No digas tonterías- susurro, sin inmutarse-, aunque… admito que es sumamente tentador.
-¿Me odias?- gemí, ocultando el creciente miedo que se albergaba en mí.
-No, no te odio- respondió, cerrando los ojos-; eres alguien muy importante para mí, y por eso… si me lo volvieras a pedir… de esta forma, sería incapaz de negarme.
  Todo mi cuerpo se estremeció cuando su mano se retiro lentamente de mi cuello. Sus manos siempre me habían parecido extrañas, por el hecho de que me brindaban seguridad… y un miedo profundo, al mismo tiempo; no podía negarle nada, y se me dificultaba pensar cuando estaba cerca de él, sin embargo… me gustaba estar cerca de él, era la única persona que podía ayudarme cuando me encontraba devastada.
  Su novia salió de un edificio contiguo al nuestro, me miro con cara de pocos amigos, pero tomo instintivamente el brazo de Marlon. Me mordí el labio inferior, si ella había visto la forma en la que él me trataba, quizá lo había malinterpretado todo… Andrés era incapaz de portarse como alguien normal, siempre era seductor con sus actos, aunque no fuera intencionalmente, o eso era lo que yo siempre quería pensar.
-Por cierto, ella es Andrea- me dijo, mientras acariciaba la mejilla de la muchacha con un cuidado que jamás había visto, como si fuese a quebrarse ante cualquier toque rudo.
-Un placer- susurre, sintiendo de nuevo aquel dolor en el pecho… provocado por los celos.
-El placer es mío, Daniela- murmuro ella, esbozando una media sonrisa.
  No pude seguir mirando, tanto amor me hacía sentir mareada y dolida… quería encontrar una explicación lógica a mi último sueño; hice un gesto con la mano y me aleje de ellos, pensando en lo que había sucedido… me había marchado de su lado, luego de… según lo que había sentido fue una noche alucinante, donde había notado lo mucho que me amaba. ¿Por qué?, ¿podía ser tan tonta como para hacerlo?... si eso lo haría feliz, lo haría sin dudarlo; ese tipo de acciones eran parte de mí, siempre dándolo todo por otros y casi nada por mí. Detuve en seco mi caminata, ¿era capaz de renunciar a la persona que amaba, por satisfacer el amor de alguien más?, un grito quedo ahogado en mi garganta, yo conocía a ese muchacho… al que me había dado la mano en el sueño, no podía equivocarme… era él, nada más y nada menos que: Jorge.
  Esto tenía que ser una maldita broma de pésimo gusto, que diablos estaba soñando entonces… ¿el presente, el pasado o el futuro?, era demasiado confuso… de ser el pasado, Jorge no podría estar ahí, y ese chico que había visto era él… sus facciones, su cabello, su cuerpo, su forma de hablar, no podía equivocarme con eso. Chasquee la lengua, no podía ser el presente… porque yo estaba en México no en Londres, y si era el futuro… estaba cometiendo un terrible error, ya que ninguno sería feliz al lado del otro; quizá con esfuerzo funcionaria un par de meses, pero ¿después? Podría esforzarme, pero… tal y como había tratado de ignorar mi sueños, iba a fracasar en mi intento por olvidarlo, y creía que sería más fuerte ese sentimiento cuando fuese capaz de verlo, tocarlo y sentirlo; negué con la cabeza, llorando con desesperación. ¿Qué estaba pasando conmigo?, ¿Por qué tenía que pasarme esto a mí? Desee tanto estar en mi casa, y poderme hacer ovillo en mi cama, ignorando todo y a todos… dedicándome a dormir, para conocer el desenlace de esa trágica historia. Me obligue a caminar, aun abrazándome a mí misma.
  Unos brazos se cerraron en torno a mi cuerpo, y fue cuando rompí en llanto, a él no podía mentirle, no podía engañarlo… sin importar lo que pasara entre nosotros, siempre lo querría de la misma manera, no podía evitarlo, me gire y hundí mi rostro en su pecho, ignorando todo lo que nos rodeaba, en ese momento… solo existíamos Charlie y yo. Mi hermano acariciaba mi cabello suavemente, susurrándome que todo estaba bien, que no me preocupara; repentinamente me vi transportada a la época en la que yo le decía eso, hacia 8 años, durante el divorcio de nuestros padres. Él era todo cuanto deseaba proteger, pues mi hermana aun estaba en el vientre de mi madre para ese entonces, así que mi única responsabilidad real había sido Charlie; nuestra complicada infancia nos había vuelto tan unidos, casi podíamos sentir los estados anímicos del otro, eso era raro… pero sumamente útil cuando ninguno quería hablar sobre algo, como en este momento.
  Saco el celular de mi bolsillo, sin que me percatara completamente. Se sentía muy endeuda conmigo por todo lo que le había evitado, y ahora… que era más alto y robusto que yo, me había dicho que era su momento de protegerme; y lo cumplía a la perfección, mi hermano era maravilloso, y era más consiente que yo de que las personas podían cometer errores terribles… pero mi capacidad de perdonar estaba mil veces más desarrollada en mí, que en él. Casi me cargo para llevarme a la puerta de la Facultad, oía un par de juegos de pisadas cerca de nosotros, junto con algunos cuchicheos, pero no me sentía con la fuerza suficiente como para enderezarme y averiguar de quienes se trataba; pero no había necesidad, casi podía adivinar de quienes se trataban: Grecia, Marlon… y por lo tanto Andrea. Quizá Charlie y Marlon no se gustaran en absoluto, pero era más que obvio que compartían una cosa: su creciente preocupación por mí. Eso no me agradaba más que a cualquiera de ellos dos, pero en este momento no tenía fuerza ni siquiera para caminar por mi cuenta.
-Necesito aire- le dije a mi hermano con tranquilidad.
-Sí, linda…- susurro él, guiándome hasta una esquina.
  Esto no podía ser bueno, de hecho creo que era peor que solo malo. Cerré los ojos con fuera, yo podría contra esto, tenía que hacerlo; quise soltarme del agarre de mi hermano, pero él se mantuvo al pendiente de mí, sin dejar que Marlon se acercara para inspeccionarme.
-Puedo caminar sola- le dije, aunque ninguno me creyó… incluso para mí, eso sonaba como a una mentira.
-Si insistes en caminar- resolló la voz de Charlie-, te llevare en mis brazos.
  Lo mire, y me recargue contra su hombro, esperando a que me ayudara a caminar… odiaba que me cargara, me hacía sentir inútil, y a mí no me gustaba para nada esa sensación… estaba acostumbrada a hacerlo todo por mi cuenta, sin ayuda, sin que nadie se preocupara.
  Suspire, Víctor había llegado. Al parecer yo no me veía tan mal como creía… ya que él no hizo ningún comentario al respecto; Marlon y Andrea desaparecieron inmediatamente, sin decir una sola palabra, eso me tranquilizo un poco. Víctor se veía animado, y me aventure a pensar que era porque había charlado con mi madre, antes de venir.
-¿Quieren ir a la playa?- pregunto, esbozando una sonrisa amigable.
-Claro- me apresure a decir, soltando la camisa de mi hermano.
  Caminamos detrás de él, aunque el llegar a la playa no parecía suponer un gran esfuerzo… solo era cruzar un par de calles, y caminar cerca de un kilometro; me sentía animada… el hecho de ver la playa era emocionante para mí… aunque no supiera muy bien porque…
  Habían escapado, juntos, un par de días antes de que se volviera un compromiso formal. Ella lo había convencido, y estaba feliz, conduciendo sin un rumbo aparente.
-¿Secuestro?- mascullo él, con una sonrisa divertida.
-Tenía tu permiso, no cuenta- respondió ella, mirándolo de reojo.
Él rió alegremente, poniendo la mano sobre el muslo de ella, lo que le provoco una descarga eléctrica que la recorrió por completo en un abrir y cerrar de ojos.
-Me gustan tus piernas…- susurro, justo cuando llegaron al borde de un acantilado, que daba un panorama hermoso del mar.
-No magulles la mercancía- rió ella, abriendo la puerta del coche.
  Él amaba aquella sonrisa coqueta, que lo decía todo y no decía nada, pero no podía decírselo; aun se encontraba confundido. Estando con ella, era como encontrarse en su hogar, era ella todo cuando había deseado y anhelado; fortaleza, con un toque de ternura; belleza, con una deliciosa pisca de coquetería; inteligencia y agudeza, unidas a su lado intrépido… algo que siempre le atraía en una mujer, y que ahora lo mantenían atado a otra chica. Igualmente dulce y graciosa, pero no era ella… no era la chica de melena negra que ahora le sonreía para invitarlo a salir del automóvil; aquella chica no era la dueña de aquella enigmática mirada que lo enloquecía completamente, ni la poseedora de aquellos labios que encendían cada parte de su cuerpo. Sonrió y abrió la puerta, encaminándose a ella rápidamente y tomándola por la cintura…
-No hay prisa…- le dijo ella, sintiendo su aliento golpeándola en el rostro.
-Sí que la hay…- susurro, rozando sus labios con los de ella-, más de la que te imaginas…
  Ella sonrió, justo cuando él la besaba con una urgencia que no había sentido nunca, ni cuando se besaron por primera vez; las olas rompían contra las rocas, haya al fondo de aquel acantilado… las gaviotas ululaban, volviendo el panorama mucho más ameno. No importaba el fondo que tuvieran, si era la playa, una montaña, la pared de una habitación… mientras estuvieran juntos, cualquier lugar sería su hogar… 
  Sonreí, lo había recordado… por eso adoraba la playa, su urgencia al besarme… era todo lo que me importaba, no iba a cometer el error de mi otro sueño, no lo haría… lo buscaría, lo encontraría y me quedaría con él, para siempre. El viaje de vuelta a Fortín fue verdaderamente agradable, me sentía renovada… feliz, completa, al menos en algunos aspectos.
  Los dos días luego de ese viaje a Boca del Río, la estancia en Fortín fue bastante agradable; yo me había comportando un tanto rebelde con el hecho de la nueva boda de mi madre, pero… ahora estaba bastante segura de que no encontraría un mejor candidato para hacerla feliz, y si ella lo era… yo no tenía nada que argumentar al respecto. Mi vida había cambiado mucho, con tan solo un par de días cerca de la pareja sentimental de mi mamá, quizá… había una esperanza de que nuestra familia volviera a ser, al menos, similar a como había sido cuando la relación entre mis padres fue buena. No deseaba que volvieran a sufrir, ninguno se lo merecía. No era justo, para nadie.
  El viaje de regreso, fue un par de horas más largo de lo que fue el de venida, pero… mis sueños parecían haber cambiado un poco, ya no lo veía… solo podía sentirlo, como si algo nos mantuviera un poco lejos; eso dolía, pero también me ayudaba a poder conciliar un sueño realmente reparador.
  Faltaban unos meses para que yo tuviera que irme definitivamente de Durango, ya había tomado mi decisión, me iría, junto con toda mi familia; no estaba renunciando a mis amigos, simplemente había sopesado mis prioridades y había decidido. Ya era mayor de edad, lo cual… era bueno, una ventaja para lo que venía planeando desde que tenía poco más de 13 años: Viajar a Inglaterra. Ahora la idea no era tan descabellada, yo podía tomar mis propias decisiones, sin que estas afectaran, ya, directamente a mi familia… ahora el problema se tornaría meramente monetario, ya que dudaba tener algún espacio para conseguir un trabajo; y lo vuelos a Londres no eran para nada baratos. Estaba atada a mi vida en México, por otros motivos, pero seguía estándolo… y no me gustaba, para nada; pero… ya me las arreglaría cuando fuera tiempo.
  Ahora lo único que dolía era la despedida, de todos aquellos a los que quería, todos se quedaban en Durango… y me asustaba forjar nuevos lazos una vez que entrara a la Universidad, pero no podía evitarlo… estaría en el mismo campus con Grecia, con Andrés, y al parecer también con Andrea, la novia de Andrés. Con ellos ya tenía un lazo, y yo… era algo que no podía evitar, siempre tenía la necesidad de estar rodeada de gente en la que podía confiar…

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