martes, 29 de julio de 2014

4. Decisión.

UN AÑO DESPUÉS.
  La vida universitaria no era sencilla, por momentos deseaba no haber elegido una ingeniería que conllevaba un poco de todas las carreras que había en el campus; Charlie estudiaba Biología, compartíamos algunas clases… ya que la mía tenía también un perfil en esa carrera. Era bastante lindo ver a mi hermano y a Grecia juntos, aunque ella estudiaba periodismo… siempre se las ingeniaban para estar juntos, en cualquier momento del día no me parecía raro verlos caminar tomados de la mano rumbo a la cafetería, eso me hacía sentir feliz… y al mismo tiempo un poco celosa. Marlon estudiaba Arquitectura, y su novia… Psicología; yo había conocido a una chica, de mi salón… que parecía ser vieja amiga de Andrea, su nombre: Marie Farfallan. Ella era muy linda, tanto exterior como interiormente; algunos argumentaban que parecía más mi hermana que el mismo Charlie; también tenía otros amigos, con los que al principio no tenía un lazo bastante fuerte… pero el tiempo había fortalecido la relación. Ahora, a pesar de las objeciones de Marlon, de vez en cuando, todos nos reuníamos a desayunar, o a comer.
-Danny- susurro Jael cuando entro al salón-, hola.
-Ah, hola Jael- respondí, dejando mis pensamientos a un lado.
-¿Vas a ir a desayunar?- pregunto, mirándome… con una sonrisa.
-Claro- respondí, tomando mi mochila-, seguramente Charlie y el resto ya están en la cafetería. Vendrás, ¿cierto?
-Sí… a Marlon no le mortifica- respondió, caminando a mi lado.
  Puse los ojos en blanco, a veces odiaba que todos se preocuparan por la estúpida personalidad de Marlon, nadie hacia nada por desagradarle, simplemente le desagradaba… ni siquiera yo sabía cómo funcionaba  alguien como él, y menos sabía cómo era que tantas chicas lo veían tan magnífico e inalcanzable. Pese a todo, era magnífico, pero no inalcanzable… Andrea lo había alcanzado, y era la dueña inequívoca de todo lo que era él; dejando eso de lado… Marlon era simplemente un estudiante más del Campus.
  Grecia, ella tenía el don de agradarle a toda la gente que conocía, por lo que Charlie estaba celoso de manera constante, ya que su novia… era el tipo de chica que le gusta a todos los chicos, y eso provocaba en mi hermano un malestar constante… pero a mí me parecía gracioso, ya que nunca lo había visto tan enamorado. Jael y yo caminamos hasta la cafetería, Charlie nos hizo una seña rápidamente para que ubicáramos la mesa y nos sentáramos, hoy Marlon y Andy no nos acompañaban… al parecer era su aniversario, y querían privacidad, lo cual era completamente entendible.
-Daniela- susurro Grecia mirándome.
-¿Qué ocurre?- preguntándome, mientras dejaba mi mochila en la silla.
-¿Podemos hablar?- inquirió, antes de besar a mi hermano-, vamos a pedir la comida.
-Claro…- respondí, un tanto confundida.
  Grecia se puso a mi altura y ambas nos dirigimos a la barra donde se pedía la comida, ella no era para nada misteriosa, pero si era la única que sabía sobre el fideicomiso de mi padre, del que yo era apoderada… y el cual utilizaría para ir a Londres durante el puente que se avecinaba. Además… sería ella quien me cubriría, y eso la hacía lucir nerviosa.
- Sabes que Charlie no te dejaría- susurro ella.
- Por eso Charlie no lo sabe- le recordé.
-¿Qué haré si Charlie logra descubrirlo?- pregunto, mirándome.
- No lo sé- admití-, conociéndolo... querrá tomar un avión para regresarme.
- Ya me imagino el regaño- bromeo ella.
- ¿A ti o a mí?- le seguí la corriente.
- A las dos, pero seamos sinceras, más a ti- respondió con ánimo.
- Si, cuando logre encontrarme- declare-... en un país que no conoce.
-La que tiene ventaja- sonrió mirándome. 
-Algo así- admití, encogiendo los hombros.
-¿Y si crees encontrar a quien buscas?- pregunto, mirando el menú.
-Ya lo vi, conozco su voz...- respondí con una tranquilidad fingida-, no será sencillo hacer a hablar a cada chico de cabello negro y ojos verdes para encontrarlo…- suspire, y luego la mire decidida- pero no es imposible.
-Írela...- bromeo, mientras yo secundaba su risa -¿Y qué pasará cuándo lo encuentres?- me dijo, aun mirando el menú con seriedad.
-No lo sé... ¿tu lo sabrías?- le dije, mirando en la misma dirección que ella-. De estar en mi lugar... no sé, pero entre mis opciones no está abrazarlo, besarlo y decirle que lo amo.
-¿Por qué ni siquiera abrazarlo?- inquirió, sumamente confusa.
-¿Abrazarías a un desconocido?- resollé.
-Te fugarás a Londres por un desconocido- remarco-. ¿Y te sorprende un abrazo?
-Bueno... ¿imaginas la cara que pondría?- sonreí sin gracia.
-Quizá primero estaría anonadado, pero no te quitaría- respondió, mirándome a los ojos.
-No puedo estar segura de que él siente lo mismo por mí- murmure, sin poder evitar el temblor en mi voz-, lo que yo por él.
-Lo has dicho, no estás segura- me recordó, infundiéndome el valor que solo ella podía darme.
-¿Y si no siente nada por mí?- agregue, aun temerosa.
-¿Y sí, sí?- inquirió.
-Me fastidia la idea de ir y no llegar a nada...- admití, mirando a la nada- pero, no puedo quedarme con la idea de si lo hubiera hecho.
-No lo sabrás hasta que lo intentes- sonrió, eso yo ya lo había pensado, pero el que ella me lo recordara, realmente me hizo sentir extraña.
  Grecia me miro, con una sonrisa que denotaba su nerviosismo y su duda; ella se preocupaba por mí, y se lo agradecía… aunque tenía muchos motivos para dudar sobre mi cordura. El viaje era redondo, ya había comprado el boleto, saldría el viernes de esa misma semana… y la fecha de regreso estaba abierta, para volver cuando yo quisiera. Además iría sola, aun país que no conocía personalmente, solo había visto en sueños, lo cual… sonaba absurdo.
-Tienes razón- suspire- pero... ¿sobrevivirías a Charlie?
-Admito que me da miedo, y más cuando dice mi nombre completo- me miro, haciendo una mueca… mostrándose algo divertida-, pero ya veré que haré con él.
-¿Se lo dirías?... digo, dudo que él no imagine donde estaré... pero- me puse rígida-, irse a la deriva... sería un problema
-Trataré de ocultárselo y distraerlo el mayor tiempo posible- me aseguro.
-Gracias…
-No agradezcas, pero recuerda siempre tener cuidado- ella se preocupaba genuinamente por mí, y yo lo sabía, era por eso que nuestro lazo era tan fuerte.
-Pero... te arrastrara con él- la mire, preocupándome también por ella.
-Probablemente- admitió, tomándome la mano-. Pero para cuando eso suceda, quizá ya tengas la respuesta de lo que fuiste a buscar.
-Ojala tengas razón- apreté su mano.
-Aunque no la tuviera ya veremos qué hacer- me devolvió el apretón-. Hay que saltar ese tope cuando lleguemos a él. 
-Bueno, pero no está demás tenerlo como posibilidad- rodé los ojos.
-Lo sé, pero mientras pasa, tú ve y busca tranquila.
  La abrace, a veces ella era la única que realmente conocía mis sentimientos y mi problemática al hablar de todo eso. Sin embargo, ella y yo habíamos hablado antes sobre esto, ella decía que ya conocía a Charlie, y mi hermano decía lo mismo, se habían encontrado, aunque no precisamente en el lugar que había esperado; pero yo creía que el lugar realmente no importaba. Quizá si hubiera sido más valiente y lo hubiera alcanzado en ese metro, ya mínimo sabría su nombre. Suspire. No podía seguir mortificándome por ello, ya había pasado más de un año desde que eso había sucedido, sin duda… seguía pensando en lo que hubiera pasado, pero ahora tenía una oportunidad palpable de conocerlo, no iba a desperdiciarla. Eso evoco una sonrisa en mis labios, al fin iba a lograrlo, algo dentro de mí ardía conforme ese día se acercaba; aunque Grecia y yo mentiríamos para escaparme, ella pasaría el fin de semana en la playa, con todo pagado, sin contar que sería la única persona con la que yo tendría contacto mientras estuviera lejos.
-Lo que pasa en la playa, se queda en la playa- susurro, luego de pedir la comida.
-Ja…- respondí mirándola-, eso si llega Charlie y tienes que detenerlo.
  Grecia se sonrojo completamente ante esa idea, ella sabía claramente de lo que yo estaba hablando, y no tenía intención de retractarme por ello, simplemente había dado en el clavo; pero no era de mi incumbencia su vida sexual, y menos… necesitaba saber que tan activa era. Prefería vivir en total ignorancia con respecto a ello.
-Ya les había dicho que quiero sobrinos- inquirí-, pero no era para que lo tomaran tan en serio.
-¡Ya basta!- gimió, sonrojada, mirando a Charlie-, sabes que no va por ahí.
-Ya, ya…- alce los brazos a manera de disculpa-, lo siento… no volveré a tocar el tema, a menos de que tú me lo autorices.
-Y claro que hablaremos de esto- susurro, mirándome de esa inquietante forma, que solo ella podía hacer-, cuando vuelvas… quiero todos los detalles.
-¿Acaso tengo cara de que me acuesto con desconocidos?- pregunte, bromeando.
-Debe ejercer la misma atracción Charlie ejerce en mí- respondió, ignorando por completo mi broma-, además… tú no has tenido experiencias de ese tipo, puede que la atracción que ejerza sobre ti… sea mayor.
-¡Grandioso!- masculle, cerrando los ojos-, no tengo ánimos de hablar sobre mi inexperiencia en el plano amoroso.
-No es el amoroso, es el pasional- rió ella mientras tomaba la bandeja, y señalaba la otra con la cabeza.
  Me reí luego de tomar la otra bandeja. Era increíble que me llevara así con la novia de Charlie, ellos eran parecidos en muchas cosas, pero eran diferentes en otras tantas; yo sabía que mi hermano me habría cubierto en cualquier otra situación, pero esto… claramente se salía de su control. Aunque hubiera podido convérselo de irse con Grecia a la playa, durante 3 días seguidos, solos… mi madre habría sospechado demasiado pronto; yo sabía que iban a descubrir mi fuga, pero esperaba que cuando lo hicieran… yo ya estuviera lo bastante lejos para que no me hicieran regresar.
  Nos sentamos a comer tranquilamente. Jael y Grecia hablaban animadamente, mientras mi hermano comía su orden de patatas fritas, y yo mi hamburguesa.
-¿Qué te pasa?- me pregunto, arrimándome el plato con frituras.
-Nada- respondí, tomando unas cuantas-, ¿por?
-Haz estado rara- aseguro, quitándome la hamburguesa de la mano-, tú no eres así.
-Extraño a Jorge…- mentí, odiaba utilizarlo para evadir las preguntas de Charlie, pero… simplemente no podía dejar que él me descubriera, no antes de tomar el primer autobús rumbo al Distrito Federal-. No puedo evitarlo, quizá si lo quería.
-Daniela- murmuro mi hermano, dándole un trago a su Coca-cola-, llámalo, aunque… dudo mucho que él siga esperándote.
-Deja de hablar así de él- gemí, escrutando a mi hermano con malevolencia.
-Yo no lo estoy llamando de ninguna forma- sonrió victorioso-, pero si tú crees que el saco le queda.
-Vete al infierno- solté, antes de levantarme de la mesa-, a veces me pregunto porque lo odias tanto.
  Tome mi mochila y camine a la salida, Marlon y Andy venían entrando, pero no me moleste en mirarlos siquiera; sentía que algo dentro de mí estaba hirviendo, pero me quemaba, y no necesitaba que nadie más supiera eso y mucho menos que se anduviera comentando con tanta rapidez. No era común que no vieran pelear a mí y a Charlie, lo que si sabían era que cuando eso sucedía, era porque uno de los dos había hecho algo realmente malo para enfurecer al otro.
  Subí los tres pisos de escaleras, y salte una bardilla de metal, para llegar al techo del segundo piso, que daba directamente a la Avenida Real, calle que cruzaba Orizaba de norte a sur, sin dar giros realmente confusos; caminar por ella me ayudaba a pensar, pero hoy… necesitaba relajarme no pensar, pues si lo hacia todo lo malo acudiría a mi cabeza, como pirañas atraídas a un animal que se está desangrando en el agua. Negué con la cabeza y subí los pies a la barda, abrazándolos para recargar la cabeza en mis rodillas; detestaba que este fuera otro de esos tantos días en los que quería salir corriendo y escapar, pero simplemente no podía hacerlo, mi corazón estaba contento con el plan que había trazado, sin embargo, necesitaba apegarme a él para que funcionara, no podía salir corriendo y escaparme a todo esto… pretendiendo que no iba a haber repercusiones por ello. También era necesario que pensara en lo que haría una vez que llegara haya, tenía la vaga idea de ir a Neds Noodle… ya que era el primer lugar en concreto en el que lo había soñado, y eso… creo yo, que era mejor pista que nada; suspire, cerrando los ojos. Esto me parecía tan grande, tan irreal… pero, estaba a punto de hacerlo… a punto tomar mis maletas y salir rumbo al Distrito Federal para tomar un avión que me llevara a Londres, al corazón del Reino Unido… al hogar de Isabel I y Ana Bolena; mi corazón dio un vuelco al imaginarme en aquellas calles, que eran tan similares a lo que siempre había soñado que fuera mi hogar, estaba tan cerca que casi podía sentirlo… Solo dos días más me separaban de aquella fecha tan importante, y el plan, hasta ahora, seguía siendo el mismo… sin sobresaltos, sin sustos, sin cambios de último minuto.  Todo saldrá bien… me prometí, mientras sonreía, encarando al Sol.
  Deje que este lamiera toda mi piel a su antojo, el frío que había sentido antes había sido reemplazado por el calor, me gustaba esa sensación, me hacían recordar a Durango; gemí, quizá ahí sería el primer lugar, real, en el que mi madre me buscaría… ella seguramente llamaría a Ágar para armar una brigada de búsqueda. Chasquee la lengua, ¿Cómo es que no lo había pensado?, esa también era una enorme posibilidad, y con Grecia en la playa… tendrían que ir a buscarla para preguntarle cualquier cosa; Dios… no había abarcado todas las posibilidades, mi madre creía que yo estaba ligada amorosamente con Jorge, así que no le parecería completamente mal que yo regresara por él… simplemente, era lo que una adolescente enamorada haría, era lo que yo iba a hacer, aunque… no era a Jorge al que estaba buscando, era algo mucho peor.
-Deja de pensar tonterías, Daniela- susurro Marlon en mí oído, sobresaltándome, provocando que casi me cayera-, y ten más cuidado- me reprocho, mientras me sostenía del brazo y yo me aferraba a su cuerpo.
-¡Idiota!- chille, sin poder soltar su chamarra, totalmente asustada.
-Oh, lamento haberte asustado- mintió, con esa voz melosa que me desesperaba; yo seguía luchando por soltarme, cuando él cerró sus brazos a mi alrededor-; sabes que jamás te haría daño, tonta.
-Maldito sea ese estúpido trato- me queje, mientras lo alejaba de mí.
-Pero, ¿porqué?- inquirió, mientras me miraba directamente a los ojos.
-Me fastidia que me llames tonta- informe, mientras bajaba las piernas, y las ponía sobre el techo, en un lugar seguro.
-Solo te llamo por lo que eres- acaricio mi mejilla, haciendo erizar mi piel-, no por honrar el trato.
-No tengo ánimos para pelear contigo- resollé, tomando mi mochila.
-¿Qué… paso?- me pregunto, al momento de que me tomaba del brazo para acercarme a él.
-Discutí con Charlie- respondí, sin luchar contra su agarre.
-El amigo Charlie- repitió con sarcasmo-, ¿Qué ocurrió?
-No te voy a contar sobre mis asuntos familiares- lo mire, retándolo-, eso no es de tu interés.
-No seas terca- cerro los ojos, recargándose contra el filo de la barda-, todo lo que tiene que ver contigo… me interesa.
-¿Por qué?- exigí, mientras me ponía frente a él.
-Yo decido lo que importa y lo que no- abrió los ojos, mirando los míos directamente… enviando una descarga eléctrica a lo largo de todo mi cuerpo.
-Olvidaba que eres Dios- mire a otro lado, pero él me obligo a mirarlo de nuevo.
-Por favor…- susurro, acercando su rostro al mío-, eres tan cruda…
  Quite su mano de mi rostro, empujándola con una de mis manos y luego me aleje de él, lo suficiente como para que sus manos no me rozaran, pero él sonreía victorioso… sabiendo lo que había logrado en mi cuerpo; que seguía temblando un poco por su anterior cercanía.
-Eres imposible- le dije, mientras saltaba la barda para ir a mi siguiente clase.
  Marlon se quedo ahí, mirando el cielo, que estaba… extrañamente nublado, siempre que lo tenía cerca… el cielo se ponía así; lo que me hacia preguntarme si el raro era él, o toda la culpa la tenía el clima de la ciudad de Orizaba. Entre al laboratorio de Informática, donde tendría mi clase de Programación, clase que no compartía con ninguno de mis amigos, más que con Jael y Citlali, con esta última era con quien me urgía hablar; en cuanto la mire, me precipite  hacia ella… esperando a que terminara de hablar con el profesor.
-Buenas tardes- salude al profesor, mientras tomaba a Citlali del brazo.
-¿Qué ocurre?- me pregunto, algo confundida.
-Necesito saber, ¿Qué pasa si no vuelvo del puente?- pregunte, sin rodeos.
-¿De qué hablas?- insistió, doblemente confundida.
-Es que voy a viajar- empecé, tratando de ser convincente, pero sin dar demasiados detalles-, pero no se qué día regrese exactamente.
-Son cinco días- me recordó, aun sin creerme completamente-, pero puedo decir que enfermaste.
-Eres la mejor, Citlali- admití, mientras la abrazaba-. Gracias.
  Le sonreí feliz, antes de tomar mi lugar frente a la computadora. En realidad programación era sencilla, Charlie me había enseñado un poco… y mi padre, bueno él era programador de oficio, y Víctor era informático, así que… conocía lo que estaba haciendo, no era un problema para mí. Termine bastante rápido, como siempre, y grabe el CD para entregárselo al maestro, para que lo revisara y tuviera evidencias de mi trabajo, luego me dedique a navegar por la red; busque, principalmente el aeropuerto de Londres… al que llegaría una vez que el avión aterrizara, pero entonces encontré… otra prioridad, ya que tampoco había pensado en eso, ¿Dónde me iba a quedar? Reí sin gracia, y empecé a teclear 'Hoteles' en el buscador de Google, necesitaba algo que se ajustara a mi presupuesto, que… no era poco, pero tampoco era tan exorbitante como para mantenerme a mí en Londres, ya Grecia en la playa.
  Me sentía como una niña a punto de recibir su regalo de navidad, algo que había estado esperando durante mucho tiempo, finalmente se hacía real frente a mí, pero aun no podía sentir que esta era completamente mi realidad, aun… aun necesitaba tomar ese avión, cuando lo hiciera, todo se materializaría frente a mí…
  Mi teléfono vibro en mi bolsillo, lo saque y salí del laboratorio.
-Daniela- susurro la voz de Ágar al otro lado de la línea-, ¿Cómo estás?
-Hola, bien- conteste, contrariada- ¿y tú?
-Bien, yo…- titubeo-, estoy preocupada por ti.
-¿Por mí?- inquirí, tragándome el nudo que se había formado en mi garganta.
-Sí- repitió, con tranquilidad-, ¿Qué planeas?
-Yo no planeo nada- me queje, sintiéndome descubierta.
-No me hagas ir por ti- sentencio, antes de cortar la llamada.
  Me estremecí. Era culpa del maldito vínculo que habíamos forjado desde hace años, desde que teníamos 6 años, hasta ahora… 13 años después, ese vínculo nos ayudaba a saber cómo estaba una o la otra; o como en este momento, a revelar los planes de una de las dos. Yo no podía culparla por preocuparse por mí, era lo normal… aunque no era normal la manera en que lo había averiguado, no aun, no cuando todavía no había hecho nada. Suspire. Ya no podía cambiar el rumbo de las cosas, el plan estaba trazado, y yo estaba totalmente apegada a él, así como Grecia a su papel en mi elaborado plan de fuga.

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