Mi cuerpo no llego a tocar el suelo, pero ya no había mas dolor, y la oscuridad parecía estarse disipando lentamente; yo no me movía, pero tenia la ligera sensación de que si lo hacia, como si algo o alguien más me cargara. Pude reconocer olores, e incluso degustar algunos sabores; por lo que supuse que mi boca estaba entreabierta.
-¿Cómo esta?- pregunto la alarmada voz de mi madre.
-Esta muy bien, creo que mejor de lo que pensé- susurro Christina muy cerca de mí.
Había una cálida mano que no se apartaba de mi rostro, y otra que se aferraba a mi mano. Sentía muchas presencias a mí alrededor, ninguna era malvada, no como las que había sentido en aquel lugar oscuro.
-¿Dónde estaba, Ian?- inquirió la débil voz de Lía.
-Mirey la encontró, simplemente apareció… flotando en el aire- susurro Ian con cautela-. Sostenía por… algo que bien pudieron ser alas.
¿Alas?, ¿era una broma?, ¿no estaba muerta?... ¡Que alegría!, tuve una gran necesidad de levantarme y abrazar a Ian, pero no podía moverme; no estaba segura de donde estaba cada una de mis extremidades. Quise buscar algún indicio de las fracturas que había tenido, alguna herida expuesta a lo largo de mi cuerpo, pero no había nada; ¿Qué había pasado? Tampoco podía recordar lo que había pasado, solo recordaba el dolor y los pasos.
-Por lo menos esta bien, completa…- inquirió Sara, reconocí en su voz que había llorado, pero no comprendía por que ninguno parecía asustado con mi aspecto físico.
Tenia que verme terrible, casi deshecha, llena de colmilladas, totalmente irreconocible. Pero todos se escuchaban, y sus auras denotaban una profunda y verdadera felicidad. ¿Cómo pudo haber pasado algo así?, era casi imposible que sobreviviera con tantas heridas y después de perder tanta sangre. Aun así estaba feliz de estar viva, y junto a las personas que yo más amaba.
-Aunque no me caiga muy bien…- murmuro Mirey con cierto desprecio-; no soportaba la idea de que se fuera.
-Algo debió pasar- tercio Aarón, dirigiéndose a alguien que no reconocí.
-Ese estado de pureza, fortaleza y armonía solo lo eh visto una vez- reconoció una voz aterciopelada y serena-. Y fue en alguien que murió violentamente, pero aun no era su momento, y regreso
¿Regresar?, ¿entonces si había muerto?... ¿Por qué regresaría?, la única respuesta que encontraba era que había sido por el amor que le tenia a Ian, y porque aun no cumplía mi propósito en la vida. ¿A quien le importaba?, yo tan solo quería despertar y abrazar a Ian, no tenia ni quería imaginar el calvario por el que había pasado durante mi ausencia; tan solo quería abrazarlo, sentirlo cerca… que volviéramos a ser una sola persona, como lo éramos al estar juntos. Lentamente me di cuenta de donde estaban mis extremidades, pero parecían mucho más livianas que la última vez, era como si apenas existieran.
Todos se alejaron, salieron del cuarto, solo la presencia de Ian permaneció a mi lado. Lo amaba tanto, que estar con él alejaba cualquier recuerdo de lo que había pasado con Kristen y Michael. Me esforcé por abrir los ojos, pero solo logre apretar su mano; él dio un respingo y me devolvió el apretón.
-¿Amor?- susurro con dulzura, recorriendo mi rostro suavemente.
-Ian…- murmure, sin abrir mucho los labios, lo sentía un poco entumidos… al igual que todo el cuerpo-. Amor…
Pude abrir los ojos y girar la cabeza hacia donde sentía la calidez de su mano; me tope con su torturada mirada aguamarina, el color de sus ojos parecía haberse intensificado dos o tres tonos por la preocupación, pero seguían siendo igualmente bellos, y yo me seguía sintiendo atrapada en ellos. Me ayudo a sentarme en el improvisado catre, manteniendo uno de sus brazos fijos a mi espalda para evitar que me cayera.
-¿Dónde estoy?, ¿Qué paso?- le pregunte, mirándolo a los ojos.
-Te atacaron, suponemos que fue Michael… pero no estamos seguros- me respondió rápidamente-. ¿Cómo te sientes, cariño?
-No, no fue Michael… ayudo, pero no fue él- gemí, recordándolo todo, mi mente fue asaltada por una innumerable cantidad de imágenes, cada una mas aterradora que la anterior, y negué con la cabeza… dejando fluir algunas lagrimas-. Kristen…
-¿Kristen?- inquirió él, confundido-. Ella esta…
-¡No!, no lo esta- lo interrumpí, sin poder mirarlo-. Esta viva, pero no es humana… su padre, ella es… una quimera…
No podía parar mi llanto, todo era tan difícil, me sentía tan impotente; recordé mi muerte en ese instante, junto con la llegada de Ian, su beso a mis labios fríos y carentes de vida; Mirey no me había encontrado, eso le habían dicho a mi madre porque ella no entendería que Ian dio parte de su vida para salvarme. No, no, no…repetí en mi cabeza, yo tenia que morir para que los dejaran en paz, ahora ellos volverían… me matarían de nuevo…
-No quiero morir- repetí en voz alta, aferrándome al cuerpo de Ian.
-Ya no pueden hacerte daño- me dijo, con una seguridad impresionante mientras acariciaba mi cabello-. No pueden, ni siquiera tocarte, amor.
¿De que hablaba?, cualquiera podía tocarme… él lo estaba haciendo, ¿tenia algo que ver con lo que había dicho Raven?, ¿con que yo me había vuelto totalmente pura? Era una tontería, yo solo había muerto momentáneamente, ¿no? Ian no había sacrificado parte de su vida para que yo volviera, él… él no podía, él tenia que vivir conmigo, a mi lado… por siempre. Me lo había prometido. Estreche mi abrazo, sintiendo como una a una mis lágrimas humedecían su playera; no sabia que tan mal podía encontrarse luego de su encuentro con Michael, pero en ese momento solo pensaba en cuanto tiempo estaríamos juntos. Lo mire a los ojos, y luego desvié la mirada hasta sus labios, del lado derecho tenia un cardenal purpureo, que ensombrecía su dulce sonrisa.
-Te han hecho daño- dije, tratando de no sobresaltarme.
-No es nada- sonrió, como si le restara importancia, debido a lo que me habían hecho a mí.
-Déjame, permíteme curarte- le pedí sin dejar de mirar sus ojos.
Bese el lugar dañado suavemente, tratando de no lastimarlo; hubo una especie de conexión, sentí sus pensamientos con claridad, así como sus sentimientos. Luego hubo un pequeño intercambio, su labio se alivio inmediatamente, pero el mío adquirió el daño; sin embargo, mi cuerpo lentamente lo sano y en un para de segundos ambos estábamos completamente curados.
-Natalia…- susurro Ian mirándome a los ojos-. Pensé que te perdería…
-Yo creí que jamás volvería a verte- admití, ignorando el nudo en mi garganta.
Sus labios se aproximaron a los míos con cautela, mientras sus manos se movían despacio en torno a mi cuerpo, me trataba con mucho más cuidado que antes, aunque yo me sentía mucho más fuerte que nunca; mi boca se trabo con la suya en un pequeño beso. Un beso que lo fue todo; todo cambio, había sido como una unión sagrada, una comunión extracorpórea de nuestros cuerpos, nuestros pensamientos y nuestras almas. Finalmente lo habíamos logrado, éramos una sola persona, en dos cuerpos distintos; era la unión perfecta, algo que nunca nadie habría podido lograr. Sonreí abrazándolo por el cuello, permitiendo que su luz me embriagara, así él se embriagaba con la mía; ¿Cómo podíamos amarnos tanto?, no lo sabia, no quería saberlo tampoco… Todo era tan perfecto, un momento increíble, que solo nos pertenecía a nosotros dos; y ahora ya nada, ni nadie podía dañarnos mientras nos perteneciéramos mutuamente, y al alejarse uno, moriría el otro… y no importaba.
Ambos salimos del pequeño cuarto, no tenía idea de donde estábamos, pero no parecía un avión, era más bien una casa. ¿Cómo llegamos ahí?, ¿Cuándo sucedió?, ¿dormí tanto tiempo? Me tambalee, o al menos esa fue la sensación, ya que di un respingo al ver que mis pies apenas rozaban el suelo… era como si la ley de la gravedad no me afectara en lo más mínimo. Pero aunque flotaba unos milímetros sobre el suelo, no era más alta que Ian, y é seguía pegado a mi menudo cuerpo, con ademan protector.
-¿Raven podrá explicármelo todo?- le pregunte a Ian, antes de que abriera la puerta de doble hoja que había frente a nosotros.
-Lo hará, cielo- me respondió acariciando mi mejilla-. Él sabe más cosas que ninguno de nosotros, y sabe, más o menos lo que te pasa.
Asentí con la cabeza y él beso mi mejilla. La puerta nos brindo el acceso al imponente salón. Del techo colgaban un par de enormes lámparas ornamentadas por miles de cristales que reflejaban un arcoíris entre sí; los enormes ventanales estaban enmarcados por unas pesadas cortinas de lino blanco… que ondeaban a la par del viento; un par de paredes estaban tapizadas con libreros… tan altos como el techo mismo, todos abarrotados de libros viejos y nuevos, en varios idiomas; el otro par estaba empapelado con una ornamenta renacentista, flores y guirnaldas de hojas extremadamente detalladas. No solo Ian me había parecido hermoso cuando abrí los ojos, ahora todo parecía mucho más claro, más nítido… todo era tan puro y armónico que me hizo sentir en casa.
Hasta ese momento, la única persona que había visto era Ian, pero ahora… en los sillones que estaban dispuestos alrededor de una mesa para té, estaban sentados algunos miembros de la Alianza. Sara se veía mucho más esbelta de lo que recordaba, sus cabellos caían en cascada por su espalda, sus ojos refulgían con poder y tenacidad, su exterior poderoso y a la vez indefenso iba bien apareado con Aarón; él se veía atento, su mirada color ocre era más bella de lo que jamás note, su exterior musculoso era solo una careta para su interior sensible; Christina se veía tan delicada y al mismo tiempo tan capaz, sus ojos verdes miraban a Matt con una ternura envidiable; Matt parecía un mártir, pero la forma en que miraba a mi mejor amiga era tan dulce, como si no hubiera alguien más en su vida, como si Christina fuera el principio y el final de su vida; Isaac lucia tan elegante, como una pantera vigilante, esperando cualquier estimulo para saltar, su mirada felina estaba fija en mí y eso me hizo ruborizarme; Mirey… era toda una beldad, morena, cuerpo soberbio… envidiable sin duda; Gabriel parecía un tanto débil, pero yo sabia que no lo era, solo esperaba el momento perfecto para hablar o atacar, era como un refuerzo en una manada de lobos, el que llegaba de atrás para dar el golpe final. Mi mirada se paseo hasta cruzarla con la de Raven, ya lo había visto antes, pero no con tanto detenimiento; no parecía humano, estaba segura de que no lo era, él era algo más. No solo su exterior me hacia pensarlo. El cabello negro azulado, muy por debajo de los hombros, extremadamente lacio: la piel nívea, sin ninguna mancha o imperfección; tenia los ojos de un color extraño, similar al violeta, pero denotaban una sabiduría increíble. Me sentí pequeña al verlo, torso con una musculatura atractiva, los brazos marcados, y vestía con mucha propiedad, aunque pareciera sacado de una película basada en el siglo XVIII.
Sonreí cuando Ian se sentó y me acomodo en su regazo, todo era una experiencia nueva para mí, nunca había pasado por algo así; me sentía como una niña pequeña rodeada de juguetes nuevos, nuevas sensaciones y nuevas experiencias. Me sentía muy feliz, además de muy interesada en todo lo que me rodeaba; pero luego algo capto mi atención, el ambiente ahí dentro no era muy acogedor, todo parecían tensos y muy preocupados, aunque yo no entendía el porque; sus rostros lucían demacrados, como si se hubieran consumido con el tiempo. ¿Cómo podía saberlo?, no sabia que había sucedido desde que me desmaye en aquel lugar oscuro, no podía recordar más, ni siquiera cuando ellos llegaron a salvarme, no sabia nada de lo ocurrido.
-¿Ian?- susurre en su oído-. ¿Qué esta pasando?
-Solo están un poco confundidos- respondió él, acariciando mi rostro-. No te preocupes.
-Es que… pareciera que todos están enojados conmigo- admití sin atreverme a volver a mirarlos-. ¿Doy miedo?
-Claro que no, tonta- sonrió mirándome-. Solo que no saben como es que regresaste, todos le temen un poco a lo que no conocen.
Le di la razón con un ligero gesto, él tenia razón, solo era miedo a lo desconocido, incluso yo sentía un poco de miedo con respecto a mi misma; porque no entendía porque me había pasado algo así, ignoraba si era algo normal, solo sabia que estaba con Ian y era todo lo que me importaba. Y no podía culparlos a ellos, tan solo mostraban su desconfianza frente a lo que ignoraban y era una reacción totalmente normal en un humano común y corriente.
Raven me miraba con escepticismo, mientras Christian y Sara se mantenían en silencio, todo era tan confuso, yo… me sentía algo incomoda estando frente a tantas miradas confundidas y expectantes; me arme de valor para encarar a Raven, no podía ser tan difícil o, ¿si? Él no podía ser tan malo como aparentaba serlo, si Ian me había asegurado que me ayudaría a saber lo que me había pasado, yo le creía y estaba ansiosa por saberlo. Él sonrió y se aproximó a donde yo estaba, tomó mi mano con delicadeza y cerró los ojos.
Ambos nos sumergimos en un abismal océano oscuro, que pretendía engullirnos junto a sus corrientes, pero Raven no se inmuto, parecía poder respirar bajo el agua y yo seguía con miedo de intentarlo; sentía que el agua entraría a mis pulmones, los saturaría y el ardor de sentirme sofocada se apoderaría de mí. Lo cierto era que, tenía mucho miedo de la muerte; aunque no recordaba la sensación exacta.
-Vamos, inténtalo- susurro él con una sonrisa-. No tengas miedo.
Su mano se extendió frente a mí y yo la tomé, temerosa, no sentía miedo alguno al estar con él, parecía tan capaz como Ian de cuidarme y protegerme sin importar el enemigo; respire hondo, dándome cuenta de que, aunque estábamos debajo del agua, lo que respiraba no era otra cosa mas que aire puro. Podía moverme como antes, sin el peso de las ataduras físicas, ósea sin estar bajo la influencia de la gravedad, me sentía libre y completa, enteramente viva. Más viva que nunca.
-¿Dónde estamos?- le pregunte mientras lo soltaba, para poder vagar por ahí libremente.
-Es tu subconsciente…- respondió con serenidad.
-¿Qué hacemos aquí?- inquirí, buscando cualquier cosa que llamara mi atención.
-Descubro en que te haz convertido- contesto, cerrando los ojos, liberando algunas burbujas-. Cualquiera diría que eres un ángel, por tu armoniosa aura, pero lo cierto es que nos tienes completamente desconcertados.
-No lo entiendo…- admití, mirándolo con seriedad.
-Se supone que debiste morir…- afirmo sin moverse-, Ian te encontró deshecha totalmente, en medio de un charco de sangre; y tú, simplemente te levantaste.
Eso no era normal, incluso teniendo en cuenta que Kristen se había convertido en una quimera, no era normal que alguien que había muerto se levantara como si nada hubiera pasado, su cuerpo se reconstituyera como el electrolito de una batería; lo que me había pasado se salía totalmente de los parámetros normales. Mire el inexpresivo rostro de Raven, buscando alguna emoción o explicación, pero cada pensamiento mío retumbaba en aquel lugar, como un eco lejano; esto era demasiado para mí, aunque debí haberlo supuesto… Raven admitió que nos encontrábamos en mi subconsciente, no en el suyo, por eso mis pensamientos sonaban en voz alta, en ese lugar mi cabeza no estaba a salvo de ningún curioso.
-¿Lo que soy es bueno o malo?- volví a preguntar, era válido y tenia todo el derecho de saberlo, sin mentiras y sin rodeos.
-Por lo que hemos visto hasta ahora, es algo bueno… quizá algo mucho mejor que solo bueno- contesto abriendo los ojos-. Solo Ian puede saberlo con exactitud.
-¿Ian?- resollé con sorpresa-. ¿Por qué?
-Tú lo curaste con un beso, solo él puede saber si eres mala o no…- susurro mirándome directamente a los ojos-. Tu beso, los ah unido… en un lazo que ya no podrá disolverse, aunque uno, otro o los dos mueran. Es una unión sagrada que no puede romperse.
Asentí lentamente, entonces no había sido solo una sensación mía, ese beso significaba más que solo un simple beso, yo le había probado mi amor de una manera limpia y totalmente sencilla, y él me había respondido de la misma forma. El amor no era el sacrificio de ninguno, era el esfuerzo de uno por apoyar a otro a ser lo que es verdaderamente. Sonreí, ya no había nada que nos separara, ni siquiera el odio de Kristen…
Kristen, repetí en mi mente; el agua del lugar comenzó a ennegrecerse y de ella unos enormes brazos comenzaron a emerger, tratando de capturar algo que no podían encontrar, yo solo miraba a Raven moverse, esquivando cada embate en su contra; no podía moverme, un sollozo salió de mis labios, al mismo tiempo que un par de lágrimas humedecían mis mejillas. Ella me había matado, ella había terminado con mi vida, ella me había convertido en esto, ella, ella, ella… yo tenia, mi deber era, yo había regresado… para matarla. Cubrí mi boca con ambas manos, yo no podía… aunque sabía que tenía que hacerlo, no me sentía capaz; no por la falta de fuerza, ahora podía ver que no era lo que me faltaba, lo que me faltaba era valor… un valor que dudaba mucho volver a encontrar.
Negué con la cabeza repetidamente, sin alejar las manos de mis labios y sin parar de llorar; los ataques incrementaban, las manos ya no estaban formadas solo de agua, ahora también había una desconocidas, que habían salido de la nada… eran transparentes y arremetían violentamente contra el cuerpo de Raven. No podía pedir que se detuvieran, no me obedecían, o lo estaba pidiendo mal; caí de rodillas, apoyando una mano contra el suelo de agua que había bajo mis pies. No, no… yo no puedo hacerlo, no puedo gemí mentalmente, mientras trataba de calmarme; mi respiración se volvía acompasada con cada segundo, pero un estridente grito taladro mis oídos. Raven había sido capturado por uno de aquellos malévolos entes y ahora todos los demás se dirigían a su dirección, él iba a morir, nada podía salvarlo… nadie más que yo, y yo no sabía como hacerlo. Me mordí el labio inferior, tomando enormes bocanadas de aire. Las manos comenzaron a desaparecer, como si hubieran estado hechas de algún tipo de cera, estaban derritiéndose, liberando a Raven de la presión que ejercían; no supe como llegue a su lado y sostuve su caída o como logre sostenerlo en el aire, pero lo hice.
-¿Raven?- susurre intentando hacer que reaccionara-, ¿Raven?
Repetí su nombre varias veces sin recibir respuesta, entonces empecé a ser consciente de una serie de sonidos, paredes cayendo a pedazos, crujidos de madera, gemidos de dolor, un cristal hecho añicos… Abrí los ojos de golpe, la imagen fue aterradora; el salón donde había estado con Ian, totalmente consciente, estaba destrozado. Los cristales de la ventana habían estallado, las cortinas estaban totalmente agujereadas de los impactos de los trozos de vidrio; las paredes parecía que algo había pasado por el centro de ellas, destruyéndolas, partiéndolas a la mitad; el suelo estaba lleno de agujeros como si una mano gigante lo hubiera golpeado repetidas veces; busque con la mirada algún signo de vida, y logre escuchar varios latidos frenéticos y luego como algunos escombros se movían para darle espacio a los que brotaban de ahí, llenos de rasguños o heridas muy leves. Raven estaba en el suelo, en la pared que estaba sobre él había un enorme surco, su cuerpo estaba perfectamente plasmado ahí, y luego una mano enorme, que parecía haberlo golpeado…
Volví a llorar, esa había sido yo, nadie más, yo los había lastimado… no intencionalmente pero lo había hecho; sentí un repentino descenso de energía, todo se volvió borroso. Lo último que vi fue el suelo, y la expresión dolida de Ian…
Abrí los ojos lentamente, percatándome de que la luz me quemaba un poco los ojos, Ian lo noto y cerró la cortina. ¿Cómo podía estar a mi lado después de lo que hice?, lo mire y trate de hablar, pero ninguna palabra salido de mi garganta; me enderece, ¿Por qué no podía hablar?, volví a intentarlo pero mi garganta seguía negándose a cooperar, Ian acaricio mi rostro al ver la desesperación en mis ojos.
-Todo estará bien, Raven esta bien… solo tiene algunas fracturas- me dijo con ternura, sin apartar su mano de mi cara-. El resto esta excelente, ninguna herida de gravedad… y el salón tiene remedio; nadie esta molesto… todos están preocupados por ti, amor…
Ian, amor… susurre, nada iba a estar bien. Sus ojos se llenaron de lágrimas, obstruyendo su campo de visión; él estaba desesperado al verme consciente, moviéndome pero siendo incapaz de hablar. Lo abrace, al menos no lo sabría… no sabría que mi único objetivo era matar a Kristen; no sabría que nada esta estaría bien hasta que ella muriera, no solo por lo peligros que pudiera ser Kristen, ahora también yo era una amenaza y mi amado Ian no tenia porque saberlo. Hundí mi rostro en la curvatura de su cuello, aspirando su olor; todo lo que me quedaba era aprovechar cada segundo a su lado, esperando pacientemente a que llegara mi momento para atacar…
Oh, Ian… ¡Te amo! Grite mentalmente, besando su oído…
Ahora era mi turno de protegerlos a todos, y lo haría, sin importar el precio; ahora estaba mas metida en este problema que nunca…
-Te amo, Natalia…
-¿Cómo esta?- pregunto la alarmada voz de mi madre.
-Esta muy bien, creo que mejor de lo que pensé- susurro Christina muy cerca de mí.
Había una cálida mano que no se apartaba de mi rostro, y otra que se aferraba a mi mano. Sentía muchas presencias a mí alrededor, ninguna era malvada, no como las que había sentido en aquel lugar oscuro.
-¿Dónde estaba, Ian?- inquirió la débil voz de Lía.
-Mirey la encontró, simplemente apareció… flotando en el aire- susurro Ian con cautela-. Sostenía por… algo que bien pudieron ser alas.
¿Alas?, ¿era una broma?, ¿no estaba muerta?... ¡Que alegría!, tuve una gran necesidad de levantarme y abrazar a Ian, pero no podía moverme; no estaba segura de donde estaba cada una de mis extremidades. Quise buscar algún indicio de las fracturas que había tenido, alguna herida expuesta a lo largo de mi cuerpo, pero no había nada; ¿Qué había pasado? Tampoco podía recordar lo que había pasado, solo recordaba el dolor y los pasos.
-Por lo menos esta bien, completa…- inquirió Sara, reconocí en su voz que había llorado, pero no comprendía por que ninguno parecía asustado con mi aspecto físico.
Tenia que verme terrible, casi deshecha, llena de colmilladas, totalmente irreconocible. Pero todos se escuchaban, y sus auras denotaban una profunda y verdadera felicidad. ¿Cómo pudo haber pasado algo así?, era casi imposible que sobreviviera con tantas heridas y después de perder tanta sangre. Aun así estaba feliz de estar viva, y junto a las personas que yo más amaba.
-Aunque no me caiga muy bien…- murmuro Mirey con cierto desprecio-; no soportaba la idea de que se fuera.
-Algo debió pasar- tercio Aarón, dirigiéndose a alguien que no reconocí.
-Ese estado de pureza, fortaleza y armonía solo lo eh visto una vez- reconoció una voz aterciopelada y serena-. Y fue en alguien que murió violentamente, pero aun no era su momento, y regreso
¿Regresar?, ¿entonces si había muerto?... ¿Por qué regresaría?, la única respuesta que encontraba era que había sido por el amor que le tenia a Ian, y porque aun no cumplía mi propósito en la vida. ¿A quien le importaba?, yo tan solo quería despertar y abrazar a Ian, no tenia ni quería imaginar el calvario por el que había pasado durante mi ausencia; tan solo quería abrazarlo, sentirlo cerca… que volviéramos a ser una sola persona, como lo éramos al estar juntos. Lentamente me di cuenta de donde estaban mis extremidades, pero parecían mucho más livianas que la última vez, era como si apenas existieran.
Todos se alejaron, salieron del cuarto, solo la presencia de Ian permaneció a mi lado. Lo amaba tanto, que estar con él alejaba cualquier recuerdo de lo que había pasado con Kristen y Michael. Me esforcé por abrir los ojos, pero solo logre apretar su mano; él dio un respingo y me devolvió el apretón.
-¿Amor?- susurro con dulzura, recorriendo mi rostro suavemente.
-Ian…- murmure, sin abrir mucho los labios, lo sentía un poco entumidos… al igual que todo el cuerpo-. Amor…
Pude abrir los ojos y girar la cabeza hacia donde sentía la calidez de su mano; me tope con su torturada mirada aguamarina, el color de sus ojos parecía haberse intensificado dos o tres tonos por la preocupación, pero seguían siendo igualmente bellos, y yo me seguía sintiendo atrapada en ellos. Me ayudo a sentarme en el improvisado catre, manteniendo uno de sus brazos fijos a mi espalda para evitar que me cayera.
-¿Dónde estoy?, ¿Qué paso?- le pregunte, mirándolo a los ojos.
-Te atacaron, suponemos que fue Michael… pero no estamos seguros- me respondió rápidamente-. ¿Cómo te sientes, cariño?
-No, no fue Michael… ayudo, pero no fue él- gemí, recordándolo todo, mi mente fue asaltada por una innumerable cantidad de imágenes, cada una mas aterradora que la anterior, y negué con la cabeza… dejando fluir algunas lagrimas-. Kristen…
-¿Kristen?- inquirió él, confundido-. Ella esta…
-¡No!, no lo esta- lo interrumpí, sin poder mirarlo-. Esta viva, pero no es humana… su padre, ella es… una quimera…
No podía parar mi llanto, todo era tan difícil, me sentía tan impotente; recordé mi muerte en ese instante, junto con la llegada de Ian, su beso a mis labios fríos y carentes de vida; Mirey no me había encontrado, eso le habían dicho a mi madre porque ella no entendería que Ian dio parte de su vida para salvarme. No, no, no…repetí en mi cabeza, yo tenia que morir para que los dejaran en paz, ahora ellos volverían… me matarían de nuevo…
-No quiero morir- repetí en voz alta, aferrándome al cuerpo de Ian.
-Ya no pueden hacerte daño- me dijo, con una seguridad impresionante mientras acariciaba mi cabello-. No pueden, ni siquiera tocarte, amor.
¿De que hablaba?, cualquiera podía tocarme… él lo estaba haciendo, ¿tenia algo que ver con lo que había dicho Raven?, ¿con que yo me había vuelto totalmente pura? Era una tontería, yo solo había muerto momentáneamente, ¿no? Ian no había sacrificado parte de su vida para que yo volviera, él… él no podía, él tenia que vivir conmigo, a mi lado… por siempre. Me lo había prometido. Estreche mi abrazo, sintiendo como una a una mis lágrimas humedecían su playera; no sabia que tan mal podía encontrarse luego de su encuentro con Michael, pero en ese momento solo pensaba en cuanto tiempo estaríamos juntos. Lo mire a los ojos, y luego desvié la mirada hasta sus labios, del lado derecho tenia un cardenal purpureo, que ensombrecía su dulce sonrisa.
-Te han hecho daño- dije, tratando de no sobresaltarme.
-No es nada- sonrió, como si le restara importancia, debido a lo que me habían hecho a mí.
-Déjame, permíteme curarte- le pedí sin dejar de mirar sus ojos.
Bese el lugar dañado suavemente, tratando de no lastimarlo; hubo una especie de conexión, sentí sus pensamientos con claridad, así como sus sentimientos. Luego hubo un pequeño intercambio, su labio se alivio inmediatamente, pero el mío adquirió el daño; sin embargo, mi cuerpo lentamente lo sano y en un para de segundos ambos estábamos completamente curados.
-Natalia…- susurro Ian mirándome a los ojos-. Pensé que te perdería…
-Yo creí que jamás volvería a verte- admití, ignorando el nudo en mi garganta.
Sus labios se aproximaron a los míos con cautela, mientras sus manos se movían despacio en torno a mi cuerpo, me trataba con mucho más cuidado que antes, aunque yo me sentía mucho más fuerte que nunca; mi boca se trabo con la suya en un pequeño beso. Un beso que lo fue todo; todo cambio, había sido como una unión sagrada, una comunión extracorpórea de nuestros cuerpos, nuestros pensamientos y nuestras almas. Finalmente lo habíamos logrado, éramos una sola persona, en dos cuerpos distintos; era la unión perfecta, algo que nunca nadie habría podido lograr. Sonreí abrazándolo por el cuello, permitiendo que su luz me embriagara, así él se embriagaba con la mía; ¿Cómo podíamos amarnos tanto?, no lo sabia, no quería saberlo tampoco… Todo era tan perfecto, un momento increíble, que solo nos pertenecía a nosotros dos; y ahora ya nada, ni nadie podía dañarnos mientras nos perteneciéramos mutuamente, y al alejarse uno, moriría el otro… y no importaba.
Ambos salimos del pequeño cuarto, no tenía idea de donde estábamos, pero no parecía un avión, era más bien una casa. ¿Cómo llegamos ahí?, ¿Cuándo sucedió?, ¿dormí tanto tiempo? Me tambalee, o al menos esa fue la sensación, ya que di un respingo al ver que mis pies apenas rozaban el suelo… era como si la ley de la gravedad no me afectara en lo más mínimo. Pero aunque flotaba unos milímetros sobre el suelo, no era más alta que Ian, y é seguía pegado a mi menudo cuerpo, con ademan protector.
-¿Raven podrá explicármelo todo?- le pregunte a Ian, antes de que abriera la puerta de doble hoja que había frente a nosotros.
-Lo hará, cielo- me respondió acariciando mi mejilla-. Él sabe más cosas que ninguno de nosotros, y sabe, más o menos lo que te pasa.
Asentí con la cabeza y él beso mi mejilla. La puerta nos brindo el acceso al imponente salón. Del techo colgaban un par de enormes lámparas ornamentadas por miles de cristales que reflejaban un arcoíris entre sí; los enormes ventanales estaban enmarcados por unas pesadas cortinas de lino blanco… que ondeaban a la par del viento; un par de paredes estaban tapizadas con libreros… tan altos como el techo mismo, todos abarrotados de libros viejos y nuevos, en varios idiomas; el otro par estaba empapelado con una ornamenta renacentista, flores y guirnaldas de hojas extremadamente detalladas. No solo Ian me había parecido hermoso cuando abrí los ojos, ahora todo parecía mucho más claro, más nítido… todo era tan puro y armónico que me hizo sentir en casa.
Hasta ese momento, la única persona que había visto era Ian, pero ahora… en los sillones que estaban dispuestos alrededor de una mesa para té, estaban sentados algunos miembros de la Alianza. Sara se veía mucho más esbelta de lo que recordaba, sus cabellos caían en cascada por su espalda, sus ojos refulgían con poder y tenacidad, su exterior poderoso y a la vez indefenso iba bien apareado con Aarón; él se veía atento, su mirada color ocre era más bella de lo que jamás note, su exterior musculoso era solo una careta para su interior sensible; Christina se veía tan delicada y al mismo tiempo tan capaz, sus ojos verdes miraban a Matt con una ternura envidiable; Matt parecía un mártir, pero la forma en que miraba a mi mejor amiga era tan dulce, como si no hubiera alguien más en su vida, como si Christina fuera el principio y el final de su vida; Isaac lucia tan elegante, como una pantera vigilante, esperando cualquier estimulo para saltar, su mirada felina estaba fija en mí y eso me hizo ruborizarme; Mirey… era toda una beldad, morena, cuerpo soberbio… envidiable sin duda; Gabriel parecía un tanto débil, pero yo sabia que no lo era, solo esperaba el momento perfecto para hablar o atacar, era como un refuerzo en una manada de lobos, el que llegaba de atrás para dar el golpe final. Mi mirada se paseo hasta cruzarla con la de Raven, ya lo había visto antes, pero no con tanto detenimiento; no parecía humano, estaba segura de que no lo era, él era algo más. No solo su exterior me hacia pensarlo. El cabello negro azulado, muy por debajo de los hombros, extremadamente lacio: la piel nívea, sin ninguna mancha o imperfección; tenia los ojos de un color extraño, similar al violeta, pero denotaban una sabiduría increíble. Me sentí pequeña al verlo, torso con una musculatura atractiva, los brazos marcados, y vestía con mucha propiedad, aunque pareciera sacado de una película basada en el siglo XVIII.
Sonreí cuando Ian se sentó y me acomodo en su regazo, todo era una experiencia nueva para mí, nunca había pasado por algo así; me sentía como una niña pequeña rodeada de juguetes nuevos, nuevas sensaciones y nuevas experiencias. Me sentía muy feliz, además de muy interesada en todo lo que me rodeaba; pero luego algo capto mi atención, el ambiente ahí dentro no era muy acogedor, todo parecían tensos y muy preocupados, aunque yo no entendía el porque; sus rostros lucían demacrados, como si se hubieran consumido con el tiempo. ¿Cómo podía saberlo?, no sabia que había sucedido desde que me desmaye en aquel lugar oscuro, no podía recordar más, ni siquiera cuando ellos llegaron a salvarme, no sabia nada de lo ocurrido.
-¿Ian?- susurre en su oído-. ¿Qué esta pasando?
-Solo están un poco confundidos- respondió él, acariciando mi rostro-. No te preocupes.
-Es que… pareciera que todos están enojados conmigo- admití sin atreverme a volver a mirarlos-. ¿Doy miedo?
-Claro que no, tonta- sonrió mirándome-. Solo que no saben como es que regresaste, todos le temen un poco a lo que no conocen.
Le di la razón con un ligero gesto, él tenia razón, solo era miedo a lo desconocido, incluso yo sentía un poco de miedo con respecto a mi misma; porque no entendía porque me había pasado algo así, ignoraba si era algo normal, solo sabia que estaba con Ian y era todo lo que me importaba. Y no podía culparlos a ellos, tan solo mostraban su desconfianza frente a lo que ignoraban y era una reacción totalmente normal en un humano común y corriente.
Raven me miraba con escepticismo, mientras Christian y Sara se mantenían en silencio, todo era tan confuso, yo… me sentía algo incomoda estando frente a tantas miradas confundidas y expectantes; me arme de valor para encarar a Raven, no podía ser tan difícil o, ¿si? Él no podía ser tan malo como aparentaba serlo, si Ian me había asegurado que me ayudaría a saber lo que me había pasado, yo le creía y estaba ansiosa por saberlo. Él sonrió y se aproximó a donde yo estaba, tomó mi mano con delicadeza y cerró los ojos.
Ambos nos sumergimos en un abismal océano oscuro, que pretendía engullirnos junto a sus corrientes, pero Raven no se inmuto, parecía poder respirar bajo el agua y yo seguía con miedo de intentarlo; sentía que el agua entraría a mis pulmones, los saturaría y el ardor de sentirme sofocada se apoderaría de mí. Lo cierto era que, tenía mucho miedo de la muerte; aunque no recordaba la sensación exacta.
-Vamos, inténtalo- susurro él con una sonrisa-. No tengas miedo.
Su mano se extendió frente a mí y yo la tomé, temerosa, no sentía miedo alguno al estar con él, parecía tan capaz como Ian de cuidarme y protegerme sin importar el enemigo; respire hondo, dándome cuenta de que, aunque estábamos debajo del agua, lo que respiraba no era otra cosa mas que aire puro. Podía moverme como antes, sin el peso de las ataduras físicas, ósea sin estar bajo la influencia de la gravedad, me sentía libre y completa, enteramente viva. Más viva que nunca.
-¿Dónde estamos?- le pregunte mientras lo soltaba, para poder vagar por ahí libremente.
-Es tu subconsciente…- respondió con serenidad.
-¿Qué hacemos aquí?- inquirí, buscando cualquier cosa que llamara mi atención.
-Descubro en que te haz convertido- contesto, cerrando los ojos, liberando algunas burbujas-. Cualquiera diría que eres un ángel, por tu armoniosa aura, pero lo cierto es que nos tienes completamente desconcertados.
-No lo entiendo…- admití, mirándolo con seriedad.
-Se supone que debiste morir…- afirmo sin moverse-, Ian te encontró deshecha totalmente, en medio de un charco de sangre; y tú, simplemente te levantaste.
Eso no era normal, incluso teniendo en cuenta que Kristen se había convertido en una quimera, no era normal que alguien que había muerto se levantara como si nada hubiera pasado, su cuerpo se reconstituyera como el electrolito de una batería; lo que me había pasado se salía totalmente de los parámetros normales. Mire el inexpresivo rostro de Raven, buscando alguna emoción o explicación, pero cada pensamiento mío retumbaba en aquel lugar, como un eco lejano; esto era demasiado para mí, aunque debí haberlo supuesto… Raven admitió que nos encontrábamos en mi subconsciente, no en el suyo, por eso mis pensamientos sonaban en voz alta, en ese lugar mi cabeza no estaba a salvo de ningún curioso.
-¿Lo que soy es bueno o malo?- volví a preguntar, era válido y tenia todo el derecho de saberlo, sin mentiras y sin rodeos.
-Por lo que hemos visto hasta ahora, es algo bueno… quizá algo mucho mejor que solo bueno- contesto abriendo los ojos-. Solo Ian puede saberlo con exactitud.
-¿Ian?- resollé con sorpresa-. ¿Por qué?
-Tú lo curaste con un beso, solo él puede saber si eres mala o no…- susurro mirándome directamente a los ojos-. Tu beso, los ah unido… en un lazo que ya no podrá disolverse, aunque uno, otro o los dos mueran. Es una unión sagrada que no puede romperse.
Asentí lentamente, entonces no había sido solo una sensación mía, ese beso significaba más que solo un simple beso, yo le había probado mi amor de una manera limpia y totalmente sencilla, y él me había respondido de la misma forma. El amor no era el sacrificio de ninguno, era el esfuerzo de uno por apoyar a otro a ser lo que es verdaderamente. Sonreí, ya no había nada que nos separara, ni siquiera el odio de Kristen…
Kristen, repetí en mi mente; el agua del lugar comenzó a ennegrecerse y de ella unos enormes brazos comenzaron a emerger, tratando de capturar algo que no podían encontrar, yo solo miraba a Raven moverse, esquivando cada embate en su contra; no podía moverme, un sollozo salió de mis labios, al mismo tiempo que un par de lágrimas humedecían mis mejillas. Ella me había matado, ella había terminado con mi vida, ella me había convertido en esto, ella, ella, ella… yo tenia, mi deber era, yo había regresado… para matarla. Cubrí mi boca con ambas manos, yo no podía… aunque sabía que tenía que hacerlo, no me sentía capaz; no por la falta de fuerza, ahora podía ver que no era lo que me faltaba, lo que me faltaba era valor… un valor que dudaba mucho volver a encontrar.
Negué con la cabeza repetidamente, sin alejar las manos de mis labios y sin parar de llorar; los ataques incrementaban, las manos ya no estaban formadas solo de agua, ahora también había una desconocidas, que habían salido de la nada… eran transparentes y arremetían violentamente contra el cuerpo de Raven. No podía pedir que se detuvieran, no me obedecían, o lo estaba pidiendo mal; caí de rodillas, apoyando una mano contra el suelo de agua que había bajo mis pies. No, no… yo no puedo hacerlo, no puedo gemí mentalmente, mientras trataba de calmarme; mi respiración se volvía acompasada con cada segundo, pero un estridente grito taladro mis oídos. Raven había sido capturado por uno de aquellos malévolos entes y ahora todos los demás se dirigían a su dirección, él iba a morir, nada podía salvarlo… nadie más que yo, y yo no sabía como hacerlo. Me mordí el labio inferior, tomando enormes bocanadas de aire. Las manos comenzaron a desaparecer, como si hubieran estado hechas de algún tipo de cera, estaban derritiéndose, liberando a Raven de la presión que ejercían; no supe como llegue a su lado y sostuve su caída o como logre sostenerlo en el aire, pero lo hice.
-¿Raven?- susurre intentando hacer que reaccionara-, ¿Raven?
Repetí su nombre varias veces sin recibir respuesta, entonces empecé a ser consciente de una serie de sonidos, paredes cayendo a pedazos, crujidos de madera, gemidos de dolor, un cristal hecho añicos… Abrí los ojos de golpe, la imagen fue aterradora; el salón donde había estado con Ian, totalmente consciente, estaba destrozado. Los cristales de la ventana habían estallado, las cortinas estaban totalmente agujereadas de los impactos de los trozos de vidrio; las paredes parecía que algo había pasado por el centro de ellas, destruyéndolas, partiéndolas a la mitad; el suelo estaba lleno de agujeros como si una mano gigante lo hubiera golpeado repetidas veces; busque con la mirada algún signo de vida, y logre escuchar varios latidos frenéticos y luego como algunos escombros se movían para darle espacio a los que brotaban de ahí, llenos de rasguños o heridas muy leves. Raven estaba en el suelo, en la pared que estaba sobre él había un enorme surco, su cuerpo estaba perfectamente plasmado ahí, y luego una mano enorme, que parecía haberlo golpeado…
Volví a llorar, esa había sido yo, nadie más, yo los había lastimado… no intencionalmente pero lo había hecho; sentí un repentino descenso de energía, todo se volvió borroso. Lo último que vi fue el suelo, y la expresión dolida de Ian…
Abrí los ojos lentamente, percatándome de que la luz me quemaba un poco los ojos, Ian lo noto y cerró la cortina. ¿Cómo podía estar a mi lado después de lo que hice?, lo mire y trate de hablar, pero ninguna palabra salido de mi garganta; me enderece, ¿Por qué no podía hablar?, volví a intentarlo pero mi garganta seguía negándose a cooperar, Ian acaricio mi rostro al ver la desesperación en mis ojos.
-Todo estará bien, Raven esta bien… solo tiene algunas fracturas- me dijo con ternura, sin apartar su mano de mi cara-. El resto esta excelente, ninguna herida de gravedad… y el salón tiene remedio; nadie esta molesto… todos están preocupados por ti, amor…
Ian, amor… susurre, nada iba a estar bien. Sus ojos se llenaron de lágrimas, obstruyendo su campo de visión; él estaba desesperado al verme consciente, moviéndome pero siendo incapaz de hablar. Lo abrace, al menos no lo sabría… no sabría que mi único objetivo era matar a Kristen; no sabría que nada esta estaría bien hasta que ella muriera, no solo por lo peligros que pudiera ser Kristen, ahora también yo era una amenaza y mi amado Ian no tenia porque saberlo. Hundí mi rostro en la curvatura de su cuello, aspirando su olor; todo lo que me quedaba era aprovechar cada segundo a su lado, esperando pacientemente a que llegara mi momento para atacar…
Oh, Ian… ¡Te amo! Grite mentalmente, besando su oído…
Ahora era mi turno de protegerlos a todos, y lo haría, sin importar el precio; ahora estaba mas metida en este problema que nunca…
-Te amo, Natalia…