domingo, 14 de agosto de 2011

Yvridio 2.1

-¡Un minuto!- grite para quien estaba en la puerta.
 Mio respiraba muy esporádicamente, como si luchara por hacerlo y le estaba costando un trabajo enorme, como si algo que no podíamos ver la estuviera estrangulando; James trataba de reanimarla, con un trapo humedecido con alcohol, pero no surtía ningún efecto… así como tampoco los esfuerzos de Victoria por despertarla.
 Mi amiga no era débil, nunca lo fue; Mio Orlov era una rusa hermosa, capaz de embelesar a todos los hombres que se propusiera, era tan obstinada como bonita, y tan fuerte como astuta. Mio era mucho de lo que yo aspiraba a ser, a pesar de que en ocasiones era demasiado arrogante, siempre estaba a mi lado cuando había problemas; pero odiaba que alguien quisiera protegerla, detestaba la petulancia de los hombres, sin embargo los amaba,  eran su razón de ser, aquello que le daba emoción a su vida. Nunca se permitía enamorarse, para ella los hombres no eran más que un capricho que satisfacer,  eran ese algo que la satisfacía momentáneamente… eso era un hombre para Mio; sin embargo, el amor no tenia ningún significado para ella, el amor perdió significado luego de haberla lastimado tanto… ahora utilizaba a los chicos antes de que ellos la usaran a ella…
 James la dejo en mi habitación, mientras Victoria llamaba a un doctor para que fuera a revisarla, que aunque ya respiraba mejor, aun no despertaba y seguía tan pálida como cuando entro a la cocina. Yo estaba preocupada, era una de mis mejores amigas, la quería… me hacia falta, ahora que estaba tan confundida y que sabia que nada de esto era normal…
-El medico vendrá tan pronto como pueda- nos informo Victoria con voz tortuosa.
-Hermano, tenemos que llevarla a un hospital- le dije a James sin mirarlo, mientras recogía mi teléfono y lo armaba-, atenderé a quien este en la puerta y los alcanzo. ¿De acuerdo?
-Corina no te voy a dejar sola- grazno mi hermano con preocupación-; si Victoria se queda contigo, estaré más tranquilo…
-Pero si pasa algo… no podré cuidarla- respondí-, se cuidarme sola y lo sabes. Además si Vic se queda, tú solo estarás haciéndote ideas en la cabeza.
-No tenemos ni idea de lo que le ocurrió a Mio, no se si corres peligro aquí sola- insistió James.
 No sabia porque tenia tanto miedo, si era por la condición de mi amiga o porque realmente creía que mi vida estaba en peligro; la condición de Mio era totalmente anormal, de hecho era inexplicable para mí.
-Llévatela ya, tú puedes protegerlas mejor que yo- inquirí antes de salir de la habitación.
 James era muy astuto, protector y capaz de hacer todo por las personas que le importaban; también era muy intuitivo, pero no podía controlarme… desconocía si el motivo era por que yo era mayor que él, o porque yo era demasiado terca y temeraria como para escuchar una voz realista en lugar de a mi misma. Mi hermano siempre juzgaba mis acciones, me regañaba y no estaba de acuerdo con muchas cosas que yo hacia.
 Baje las escaleras y me dirigí a la puerta, mis manos temblaban, mi corazón estaba acelerado y mi mente insistía en decirme que la persona que estaba del otro lado de la puerta era el culpable de la condición de Mio; y ahora yo iba a enfrentarme a él, sin nadie detrás de mí que pudiera defenderme, sin ninguna arma para protegerme… sola y a su merced. Trague saliva mientras abría la puerta cuidadosamente, pero para mi sorpresa no había nadie ahí, ni siquiera el rio del viento colándose entre los árboles se hizo presente; era como si en muchos metros a la redonda, yo fuera lo único que estaba vivo. Había algo en el ambiente que no me gustaba, algo invisible que me presionaba lentamente, aumentando mi temor con cada segundo que pasaba; trate de serenarme mientras me adentraba en la inmensa oscuridad que reinaba esa noche, sumiéndome en aquella tétrica penumbra, pues no había luna ni estrellas en el cielo, y el alumbrado de la calle no parecía iluminar lo suficiente como para lograr calmarme.
 Llegue al borde de la banqueta y mire en todas direcciones, esperando algún movimiento o sonido que delatara la presencia de alguien más en la calle, pero no había nada; a lo lejos escuche el ronroneo de la camioneta de James, como lo había supuesto, salieron por la parte trasera y ya iban en camino al hospital. Ahora si estoy sola… gemí para mi misma; no podía, no iba a permitir que el miedo se apoderara de mí, no lo haría, no ahora que Mio me necesitaba. Gire paulatinamente hacia la casa y empecé a caminar, tan solo tomaría las llaves del auto y saldría en dirección al hospital…
-Hola Corina- murmuro una voz a mis espaldas.
 Me petrifique, yo conocía muy bien esa voz, mejor de lo que hubiera deseado… todos los recuerdos que mantenía bajo llave en mi mente, florecieron en mi cabeza, llegaban uno tras otro como enormes olas devastando una playa; trate de moverme pero mis piernas no respondían, aunque les exigiera el movimiento… no recibía ninguna respuesta. Pude escuchar como sus pasos acortaban la distancia que nos separaba, él y tan solo él era el culpable de mis tristezas, de mis miedos, y de mi inusual cobardía; él me había convertido en no mas que un ratón asustadizo, su falso amor me había destruido, y aun así lo seguía amando, y me seguía destruyendo. Entre él y yo sólo existía un amor destructivo, un amor que nos lastimaba a ambos, los dos estábamos siendo consumidos por él, y ninguno era capaz de renunciar; esto era peor que una adicción, nada ni nadie podía mantenernos alejados, por que a pesar de todo éramos parte uno del otro…
-Estás tan hermosa como te recordaba- me susurro al oído, luego de apartar mi cabello.
-Me prometiste que jamás volverías- le recordé.
-Se lo que prometí, pero es algo que no puedo cumplir- susurro.
-¿Y que hay con ella?- resollé-, ¿acaso ya no la amas?
 Su rostro se contorsiono en una mueca de disgusto ante mis palabras, como si mi comentario hubiera matado alguien en su interior…
-Lo vez…- reí sin gracia-, no soy tu juguete, ya te lo había dicho, no estoy dispuesta a vivir bajo su sombra; te dejo de nuevo, ¿verdad?
-Deja de hablar de ella, arruinas el momento- me pidió mientras acariciaba mi mejilla.
-NO, no voy a dejar de hablar de ella- le advertí, alejando su mano de mi rostro-; ¿Quién crees que soy?, ¿una cualquiera?, no soy una mujer con la que puedas jugar… ni el plato de segunda mesa de nadie.
 Su rostro se volvió tortuoso, mis palabras lo estaban hiriendo y mi interior estaba a punto de ceder, iba a abrazarlo y besarlo, estaba a punto de decirle que no importaba nada, que se quedara conmigo hasta que arreglara las cosas con ella; pero ya no quería vivir de migajas de amor, no quería que solo me amara mientras tenia problemas, ya no, nunca más… Sin duda lo quería mucho, era muy importante para mí, y yo sabía que también era importante para él, pero también sabia que jamás seria competencia  para esa mujer, aquella que ocupaba todos sus pensamientos, la dueña indiscutible de su corazón y su alma…
-Dime, ¿Qué le hiciste a Mio?- replique, ordenando mis ideas.
-Necesitaba que estuvieras sola…- respondió sin amedrentarse.
-No tenias porque lastimarla- farfulle molesta, recuperando el control de mi cuerpo.
-Vamos, Corina…- murmuro-, tú también deseabas verme, me extrañabas tanto como yo a ti.
-No te equivoques conmigo…- lo mire a los ojos, yo no podía enfrentarlo, nunca podría ganarle… por lo que era.
-Se como te sentías, como estabas- me informó- nunca perdí el contacto con Victoria, quise volver a tu lado, pero ella me dijo que estabas en Italia con tu familia, y se cuanto me odian por el daño que te eh hecho… por eso no me atreví a buscarte…
 Sonaba tan sincero, tan arrepentido, tan herido… me estaba confundiendo de nuevo, esto era tan injusto… sus juegos mentales siempre surtían efecto conmigo y yo no tenia con que defenderme de él…
Trague saliva de nuevo cuando lo sentí acercarse, sus manos acunaron mi rostro y ocasionaron que toda mi piel reaccionara a su tacto, su aliento choco suavemente contra mis labios, desestabilizándome; volví a marearme, jamás había aprendido a luchar contra la imperiosa necesidad de estrecharlo contra mi cuerpo. Teniéndolo cerca el dolor no importaba, nadie más existía, solo éramos él y yo, como yo siempre quise que fuera. Sus labios rozaron los míos, enloqueciéndome por completo, perdí conciencia del tiempo, tan solo anhelaba estar con él…
 ¡Reacciona!, grite en mi mente. Abrí los ojos de golpe, tratando de alejarlo de mí, pero era como querer mover una montaña solo con las manos; ni siquiera se inmuto, siguió besándome, tratando de que todo fuera como antes, ignorando mis débiles intentos por alejarlo. Las lágrimas de desesperación salieron en tropel, yo no estaba dispuesta a ceder, y era obvio que él tampoco; en una lucha de poderes, yo llevaba todas las de perder, pero me negaba a rendirme… Estaba consiente de que podía demostrarle que ya no era una niña débil que podía ceder a su antojo, ya no más; jamás le perdonaría el dolor que me causo, y el que yo les cause a Josep y a James… yo, yo… sabia que lo odiaban, que deseaban venganza, pero eran mis hermanos menores, y yo era la mayor; mi deber era protegerlos, lo sabia, tenia que hacerlo… por primera vez en toda mi vida estaba dispuesta a tomar mi lugar como la protectora, yo jamás dejaría que mis hermanos se convirtieran en monstruos, no si podía evitarlo…
 Algo lo alzo por la camisa y lo arrojo contra mi automóvil, que sonó aparatosamente con el impacto, la alarma empezó a sonar estrepitosamente, no fui capaz de reaccionar, ese algo me arrojo a mi también, pero contra la pared de la casa; el dolor era insoportable, pero me obligue a abrir los ojos, todo estaba ennegrecido… no podía distinguir mucho entre toda esa maraña de formas que se materializo frente a mí, era como ver una película en blanco y negro… Me estremecí, el primer color que distinguí era rojo… y descendía por la mejilla de Lucian, como si proviniera de su cabeza, todo mi cuerpo temblaba; yo… nunca había visto a Lucian herido, ver su sangre era como volver a creer que era humano…
-Veo que no tienes respeto alguno por las mujeres- replico una voz, que provenía de la sombra que me había empujado-, o… ¿solo decidiste ignorar sus esfuerzos?
 Lucian se levanto sin esfuerzo, ignorando su herida, que por el aspecto de la sangre parecía haber sanado, cosa que no me sorprendería; sus ojos estaban completamente negros, y evidenciaban claramente su molestia y furia. Yo no podía hacer nada mas que observar, mi cuerpo estaba adormecido, ninguna de mis extremidades respondía a las ordenes de mi cerebro; ni siquiera podía concentrarme en descubrir la identidad del individuo que luchaba sin esfuerzo contra Lucian; solo pude percibir que se trataba de un chico.
 El chico camino pausadamente hasta Lucian y volvió a levantarlo por los cuellos de la camisa, alzando la cabeza lentamente.
-No te permitiré que vuelvas a lastimarla, ¿entiendes?- gruño el chico.
-Ni siquiera la conoces, ni a mí, mocoso estúpido- replico Lucian, riendo diabólicamente.
 Cerré los ojos, ignorando el dolor, obligándome a mi misma a levantarme; aun no encontraba por que me dolía tanto; pero sabia que venia de mi brazo izquierdo y mi espalda; me acerque a ellos tanto como pude, mi vista se nublaba más y más con forme me acercaba, nada se volvía nítido, todo se oscurecía con cada paso. Me percate de cómo un par de gotas de sangre cayeron al suelo, pero me seguí moviendo; ese chico, ese chico iba a matar a Lucian… yo, yo…
-Espera…- dije lo mas alto que pude, cuando estuve frente a ellos-, espera… por favor.
 El chico se volvió hacia mí, pero su rostro estaba demasiado ensombrecido para reconocerlo.
-Co-corina…- titubeo Lucian.
-Deja que se vaya, por favor…- le rogué, poniendo mi mano sobre el brazo que mantenía a Lucian en el aire-. No, no puedo permitirte que lo mates… Por favor.
 De alguna forma supe que el chico me miraba fijamente, atónito, pero yo empecé a llorar, recordando todo lo que había vivido con Lucian, no iba a permitir que muriera por mi culpa; mi vista se nublo por completo, pero mi mente logro despejarse un poco. El dolor, el dolor estaba regresando… y ese chico no cedía, aplique un poco de presión en su brazo, pero eso provoco que un espasmo de dolor recorriera todo mi cuerpo…
-Por favor…- insistí, aun llorando.
 Escuche a lo lejos como los pies de Lucian tocaron el césped del jardín, como un gato saltando desde una barda; luego su presencia desapareció, tal y como había llegado. Mis fuerzas escaparon demasiado rápido, mis rodillas chocaron contra el cemento del pequeño camino que daba hasta la puerta; tosí un poco y el sabor de la sangre impregno mis papilas gustativas.
-G-gracias- gemí, antes de caer de bruces contra el suelo.
 Mi mente seguía trabajando, pero el dolor se había ido, finalmente caí en cuenta de con que me había herido de esa forma; la fuerza de ese chico era descomunal, pero… también tuvo mucho que ver el armazón de acero que mamá había colocado entre la puerta y la ventana para que creciera una enredadera, tenia unas flechillas que sobresalían, realmente no estaban muy afiladas… pero la fuerza exacta les permitiría atravesar cualquier cosa. Me había clavado al menos tres, las que sentí salir de mi cuerpo cuando me moví.
-Estarás bien, te lo prometo- dijo el mismo chico, parecía estar cerca… pero lo escuchaba demasiado lejos.
 Todo se iba alejando, me estaba abandonando. El sonido sordo de mi corazón palpitando se debilito poco a poco… hasta que desapareció por completo…

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