domingo, 14 de agosto de 2011

8.- Inconsistencias.

  Mitch y mi madre fueron a recogerme al día siguiente, pasaría unos días con ellos en la pequeña casa que habían rentado en Charles Village, al menos mientras mi padre acondicionaba la casa para que pudiera regresar y todo fuera más sencillo para mí; lo único que realmente me molestaba era el hecho de que tendría que esperar un par de días para volver al colegio. Necesitaba hablar con Christina sobre lo que me había dicho la ultima noche que pase en el hospital, aun no comprendía completamente lo había pasado y necesitaba entenderlo… me lo merecía, o al menos eso creía yo; suspire mientras mi madre me estrechaba contra su cuerpo. Ambas viajábamos en el asiento trasero de la suburban de Mitch, mi madre siempre fue muy protectora conmigo… sobre todo cuando me volví una chica propensa a los accidentes; que habían disminuido considerablemente en los últimos años. Pero aun me sentía triste, porque Ian se fue antes de que yo despertara… no lo había visto y ninguno de sus amigos estaban en el hospital cuando salí… ni tampoco los amigos de Christina; era decepcionante que un accidente tan ridículo hubiera acabado con los lazos que había formado las ultimas 3 semanas, ni siquiera había pasado un mes y yo ya estaba peor que al principio del semestre, al menos por un lado… ya que tenia novio y eso equilibraba las cosas de cierta forma. Un amigo no podía ser sustituido por una pareja, pero al no tener amigos, la balanza estaba inclinada del lado de la pareja… y de quienes apreciaran a la persona que tu querías, y ellos eran, irónicamente, las personas que yo creía que me odiaban; ahora necesitaba aprender a estar cerca de ellos, y a ganarme su confianza de alguna forma… al menos la Aarón y Raven, ellos eran los únicos que se mantenían neutros con respecto a mi relación con Ian. Y los únicos que estaban en contra eran Bruce y Germán, ambos peligrosos para mí… ya que solo era una simple adolescente que desconocía cualquier método para mantenerme a salvo de ellos; mi vida dependía de que no los hiciera enojar y que los dos lideres de esa organización estuvieran de ‘’mi lado’’, manteniéndolos alejados de mí lo más que pudieran. El resto me apoyaba, y apoyaba a Ian… pero sin dudarlo obedecerían una orden directa de Aarón, sin importar cual fuera; sonreí sin gracia, pensando en lo que diría mi madre si se enterara de que Ian pertenecía  a una Organización similar a la mafia rusa, y que tenia lazos fuertes con personas peligrosas, asesinos y ese tipo de personas. Mire a mi madre de reojo y bufe, ella enloquecería y me obligaría a volver a Omaha, su sobreprotección la orillaría a contratar guardaespaldas o algo por el estilo; era mejor que no lo supiera, a menos de que algo horrible sucediera… negué con la cabeza, asustada, no iba a suceder nada… todo estaría bien; lo de Kristen era una mera casualidad, nada real o que pudiera demostrarse con pruebas palpables. Ella simple y sencillamente me había visto como un blanco fácil de detectar, de seguir y de acosar a su antojo… manipulando mi mente inferior; solo era casualidad, me dejaría cuando comenzara a aburrirse o encontrara alguna mente inferior a la mía, lo que veía lejano… pero no podía descartarlo como una posibilidad muy buena, al menos para mí. Alce un poco la mirada para ver la casa, pero lo primero que vi fue el Mustang plateado estacionado frente a la pintoresca casa; luego al dirigir mi mirada al porche de la casa vi la silueta que tanto conocía, Ian Bastank estaba ahí… de pie, mirando fijamente la camioneta azul, en la que viajábamos, mientras ésta entraba a la cochera. Mi corazón enloqueció rápidamente mientras mis ojos se mantenían fijos en su dirección, mi madre rió por lo bajo cuando solté un débil jadeo de ansiedad; Mitch bajo y lo saludo animadamente.
       -Hola, Ian- le dijo mientras le estrechaba la mano.
        -Hola, Sr. Collins- respondió Ian devolviéndole el apretón de manos-, ¿Cómo están?
        -Por favor, llámame Mitch- Ian asintió y volvió su mirada a la camioneta-; todo bien, ella esta esperando para poder bajar…
       -¿Puedo?- susurro el chico rubio dando un paso hacia la camioneta.
  Mitch asintió y de nuevo sentí que me faltaba el aire, pero ahora comprendía que él realmente me quería y que seria muy difícil que eso cambiara, al menos no sería pronto; cuando abrió la puerta y me miro, sus labios se curvaron hacia arriba, en una sonrisa aliviada. Tendió su mano frente a mí, la tome sin pensarlo; me levanto en brazos y lo abrace por el cuello algo sorprendida.
        -Me debes una explicación- le susurre al oído.
        -Lo se, y te la daré linda- me prometió.
  Mi madre bajo de la camioneta y cerro la puerta, luego se acerco a Mitch y le hizo un ademan a Ian para que los siguiera, él obedeció y los cuatro entramos a la casa; era hermosa, parecida a la de Billy…, sin el enorme televisor abarcando la pared norte de la sala. Ian me dejo en un sillón y se sentó a mi lado, acariciando mi rostro lentamente… como si no creyera completamente que al fin volvía a ser normal, estaba en casa y estaba con él; sonreí y me precipite hacia él, ocultando mi rostro en su pecho… aspirando su fresco aroma. Volví a sonreír cuando sentí sus manos recorrer mi espalda y acariciar mi cabello con ternura; yo también necesitaba terminar de creerlo, escuche los cuchicheos de mi madre y de Mitch… provenientes de la cocina y sonreí de nuevo. Me sentía tan feliz, a pesar del dolor que emanaba mi pierna, no había necesidad de palabras… el silencio lo decía todo; alzo mi rostro lentamente, sin quitar su mano izquierda de la curva en mi cintura, mirándome con un fortuito anhelo; un deseo que no alcanzaba a descifrar completamente, me acerque a su rostro lentamente mientras mis manos se posaban a los lados de su cara. Cerró los ojos y se acerco también, lentamente, tentando a la suerte… igual que como yo lo hacia en ese momento; sentí su cálido aliento rozar mis labios y luego la tibieza de sus labios rozando los míos con sumo cuidado. Era la última prueba, la más contundente de todas, estábamos juntos ahora… y ese hecho no cambiaria en mucho tiempo, estaba segura de ello; uní mis labios a los suyos con la urgencia que demandaban mis labios y mi corazón, él respondió con apremio… pero conteniendo su verdadera necesidad, por temor a hacerme daño. Se detuvo antes de que el beso se tornara mucho más ferviente y me estrecho contra su cuerpo, su cabeza se oculto en el espacio que había entre mi mejilla y mi hombro, estaba aspirando el aroma que emanaba mi cabello; me pareció muy lindo y tierno, lo abrace cautelosamente y suspire cuando cerré los ojos. Pero al escuchar los pasos de mi madre… aproximarse a la sala Ian se levanto y la miro con tranquilidad, mientras mantenía mi mano unida a la suya; me voltee un poco para mirar a mi madre también.
       -Quería saber, si… ¿quieres quedarte a cenar con nosotros?- susurro mi madre con una sonrisa enorme en su rostro.
       -Me encantaría, Sra. Collins- admitió Ian-; si no les molesta por supuesto.
       -Que tonterías dices, Ian- replico mi madre con alegría-; no nos molesta, y queremos hacer feliz a Natalia.
       -¡Mamá!- gemí, dos octavas más alto de lo necesario.
       -Esta bien…- murmuro Ian, estrechando un poco más mi mano-; muchas gracias.
  Mi madre sonrío y se alejo rumbo a la cocina de nuevo, Ian volvió a sentarse a mi lado mientras yo era incapaz de desviar la mirada del lugar donde había estado mi madre, pero la mano de Ian… acariciando mi brazo, fue un distractor muy potente para mí; gire mi cabeza para mirarlo y suspire.
       -Me debes una explicación- inquirí, retomando el tema que había comenzado cuando me abrió la puerta.
       -Desde mi punto de vista te debo más de una- me dijo mientras me miraba a los ojos.
       -Empieza por tu reacción al decirte que sentía que alguien me acosaba, ¿conoces a Kristen Hotchnner?- lo asedie sin dejar de mirarlo, sonó despiadado y su rostro se contorsiono un poco cuando mencione el nombre-. Ian, necesito saberlo…
       -Si, la conozco- admitió tomando mis dos manos, bajando la mirada-; es una torturadora como Maurice, solo que más efectiva y cruel.
     ‘’Actué así, porque lo adivine en cuanto me explicaste tu sensación; salí y fui a hablar con Aarón, porque pensé que lo mejor seria alejarme de ti permanentemente…- me dijo y yo di un respingo al escucharlo, subió su mano y acaricio mi rostro tranquilizándome, sin dejar de mirarme-. Aarón me dijo que era una idea muy estúpida, que si te pasaba algo jamás me lo perdonaría y es cierto… él dijo que mejor me quedara cerca, para demostrarte que te quería, que me importas y sobre todo para protegerte de cualquier cosa o persona que quiera o intente hacerte daño; además el resto de los chicos me prometieron apoyarme si se suscitaba un enfrentamiento con la Hermandad, ya que solo se adelantaría un poco. Es algo inevitable.
  Lo mire alarmada, lo que menos quería era ser el motivo que desencadenara toda esa avalancha de sucesos que se veían más cercanos que nunca, y seria la única culpable de lo que sucedería, aunque todos lo negaran… era lógico; Kristen me acosaba a mí precisamente, consciente o no de lo que sentía por Ian y lo que él sentía por mí, no lo sabia a ciencia cierta… solo podía creerlo y aferrarme a esa idea para intentar sobrevivir. Ahora no me arrepentía de haber dejado Omaha, pero no podía evitar pensar que todo hubiera sido más sencillo haya, una ciudad tranquila sin desgarradoras noticias de asesinatos o secuestros, eso era exclusivo de las grandes ciudades, yo al menos quería creer eso. Jamás había estado tan inmersa en algo así, ni siquiera me había pasado por la cabeza en mis momentos de locura, pero alejarme del peligro tampoco era una opción factible; iba a dolerme y yo no estaba dispuesta a volver a llorar por una cuestión similar o igual a la que pase con Derek, lo único que de verdad me importaba era la seguridad de mis padres… solo eso. Siempre pensé que sería capaz de controlar una situación difícil, pensando con la cabeza fría, buscando una solución en donde nadie que yo apreciara resultara herido; moriría por alguien a quien amara sin pensarlo, me ofrecería como un intercambio si fuera necesario. Siempre lo creí, pero nunca estuve tan cerca de toparme de frente con una situación tan extrema como esa; era mi momento de fundamentar lo que había dicho una infinidad de veces, ahora realmente podía demostrar mi valor.
  Ian me sonrío y me abrazo, sus palabras eran verdad… no podía dudarlo, sus ojos me decían que él hablaba en serio; me quería, tanto como yo a él y no había necesidad de decirlo con palabras, mirando sus ojos podía conocer la intensidad de sus sentimientos; tan sencillo como mirar a través de las puertas del alma para saber cuando una persona es honesta o no lo es. Lo abrace también, pensando en lo que podría pasar y en cuan lejos estaba dispuesta a llegar en todo esto, por él lo haría hasta las ultimas consecuencias o al menos yo me aferraba a pensar eso, pero la verdad era diferente… no lo sabia, nadie puede saber con exactitud como reaccionara ante una situación determinada.. no puede saberse hasta que se esta viviendo esa experiencia en carne propia; por eso no podía asegurarlo completamente, quizá lo haría y llegaría aun mas lejos de lo que pude haber pensado, o me acobardaría y huiría lo más lejos que me fuera posible. Mis lágrimas humedecieron su camisa, nunca encontré la explicación para esas lágrimas en ese preciso momento, no existía un motivo valido para su presencia y sin embargo, ahí estaban humillándome como lo hacían en cada oportunidad que tenían; escapaban a traición, sin importarles si lo quisiera yo o no, solo pasaba… como una incomoda casualidad o porque tenían que estar presentes por un motivo que mi mente no comprendía en su totalidad. Me frustraba ser así y que Ian fuera tan intrigante, pero eso me llamaba mucho la atención… a pesar de todo, era contrariado… estaba segura, pero no podía evitarlo, simplemente había pasado y ya; como si él siempre hubiera estado destinado a cruzarse en mi camino, desde que salí de Omaha mi destino cambio y él era mi destino, aunque sonara estúpido y ridículamente cursi. Yo jamás había sonado tan terriblemente cursi, ni siquiera en mis mas profundas reflexiones y pensamientos, aunque se supone que estos son enteramente propios; no podía culpar al hecho de no haberme enamorado nunca, porque eso seria mentir… lo único que si podía afirmar era que nunca me había enamorado de esta forma, por irracional y descabellado que sonara.  Me erguí y lo mire  fijamente, memorizando su rostro y sus ojos, siempre cargados de emociones que procuraba no demostrar por temor a que éstas lo traicionaran; pero en mi presencia era distinto, era como si de una forma inexplicable…, todos los muros que se alzaban a su alrededor hubieran sido abolidos… permitiéndome entrar y conocerlo mejor, ahora era parte de él, y él era parte de mí… así de simple, aunque sonara absurdo. Era tan simple como eso, aunque realmente no lo fuera tanto; sonreí a medias y escuche los pasos de mi madre acercándose desde la cocina, él sonrío también y me ayudo a levantarme… sin importarle que todo mi peso estuviera recargado contra su cuerpo.
       -La comida esta lista- nos dijo ella, sin evitar su sonrisa de complicidad.
       -Gracias, mamá- admití, fulminándola con la mirada-. Vamos en un segundo.
  Ella asintió y desapareció por la entrada al comedor, mientras yo trataba de caminar con ayuda de Ian; aun existía una duda en mi cabeza, y tenia que ver con mi padre… no lo había visto cuando salí del hospital y me parecía sumamente raro que no me hubiera llamado durante ese lapso de tiempo, que no había sido precisamente corto. Seguí al paulatino paso de Ian mientras meditaba las posibilidades para la ausente preocupación de mi padre, algo dentro de mí me hacia sentir mal al pensar en él, pero culpaba a la medicina del hospital mi extraña sensación. Sabía de sobra que Billy tenía problemas, por la profesión que ejercía, esclareciendo homicidios y otros crimines que se relacionaban con sospechosos muy peligrosos; él tenía enemigos, y eso también lo sabia… había tenido que crecer con esa precaución, y con la sobreprotección de mi padre cuando era una niña. Ian parecía notar mi creciente preocupación, pero guardaba silencio… como si aguardara pacientemente a que fuera yo la que rompiera el silencio y contestara una pregunta que, quizá, jamás iba a ser formulada; no me quedo otro remedio que sentarme en la mesa ocultando mis inquietudes internas, al menos hasta que pudiera estar a salvo y a solas con Ian en mi habitación provisional. Pero no podía evitarlo, y al parecer mi madre también estaba esperando a que yo, eventualmente, preguntara por Billy; pero tenia que sospesar mis palabras, para que no sonaran a una acusación en contra de mi padre, ni tampoco para que sonara demasiado alarmada con lo que sucedía. Mi cabeza ahora estaba bajo el dominio completo de alguien a quien no conocía, al menos de momento, y no podía dejar que nadie más lo supiera… ya habían quienes lo habían descubierto, pero además de ellos… nadie más tenia porque enterarse; suspire estruendosamente cuando clave mi tenedor en el pedazo de carne de ternera que me había servido mi madre, la realidad era que no tenia mucho apetito… sentía un terrible nudo en el estomago, como si algo o alguien hubiera llenado de mi tráquea de nudos que impidieran el paso de los  alimentos.
       -¿Dónde esta mi padre?- susurre sin alzar la mirada, la pregunta asalto mis labios sin aviso previo… simplemente había salido… porque me quemaba en la garganta.
       -Tu padre fue a un viaje a Brooklyn, le asignaron un caso… como fiscal del estado y no sabe cuando regresara- me respondió mi madre, con una nota de alegría en la voz; yo sabia que ella estaba feliz de tenerme cerca, pero no podía sentirme tranquila-. Dejo un número de teléfono por si querías comunicarte.
       -¿Puedes dármelo?- murmure, aun más alarmada que al principio-. Necesito decirle algo.
       -Por supuesto, esta en una hoja… en mi bolsa- concluyo mi madre con una sonrisa-; esta en la sala.
  Asentí una sola vez y me levante de la silla, no sentí dolor alguno al apoyar el pie contra el suelo… solo sentí presión en la pierna, pero Ian se movió mecánicamente un poco más rápido que yo; su brazo derecho se coloco alrededor de mi cintura y su mano izquierda me sirvió como apoyo para caminar, debía quererme mucho para soportar mis ocurrencias… debía estar reposando… pero él sabia que no lo haría, al menos no hasta que no me sintiera tranquila y supiera de mi padre. Ian me dejo apoyada contra el sillón mientras buscaba el número que había dejado mi padre, cuando lo encontró respire un poco más aliviada y busque mi teléfono dentro de la bolsa de mi chaqueta… pero Ian me lo mostro, con esa sonrisa suya que me enloquecía; hice un mohín y luego le permití que me levantara en brazos para que me llevara hasta mi cuarto que, como siempre, estaba en la segunda planta de la casa. Al llegar arriba luche contra su agarre, necesitaba que me bajara… quería intentar hacerlo yo sola, sin su muy preciada ayuda; tenía un mal presentimiento y si no me equivocaba… no iba a arrastrarlo conmigo, aunque no pudiera caminar normalmente, ni hacer nada como acostumbraba. Me bajo a regañadientes, y me siguió con sigilo… pendiente de cada movimiento, atento en caso de que necesitara un apoyo o ayuda adicional para caminar y llegar hasta mi habitación; apreciaba eso, y quizá más ahora que sabia a lo que realmente se dedicaba… aunque no se tratara de algo que me incomodaba, pero yo siempre fui autosuficiente… eran contadas las veces en las que me enfermaba y mi madre tenía que cuidarme, sin embargo, eso no cambiaba el hecho de que odiara toda la parafernalia hospitalaria. Prefería vivir la agonía y el dolor en silencio, dentro de mí… sin incomodar a nadie más, eso me parecía injusto y completamente innecesario; aunque por ello me gane el apodo de terca. Prefería que me llamaran de esa forma a que se sacrificaran por mi culpa, había sido cosa mía lo del accidente y ahora… habían pasado muchas más cosas de las que yo hubiera y quería que pasaran; Christina había decidido que lo mejor era alejarnos, pero yo tenia mucho que explicarle, y ella tenía la obligación de escuchar mi versión de la historia y así poder tomar su decisión.
  Me senté en la cama y suspire con suficiencia… orgullosa de la proeza que acababa de hacer, Ian se recargo cerca del alfeizar de la ventana mirando hacia afuera con aire pensativo mientras yo marcaba el numero que me había dejado mi padre. Puse el aparato contra mi oído, escuchando atentamente cada timbre en la línea… sin recibir respuesta del otro lado; me mordí el labio inferior, reabriendo la herida que apenas había sanado. ¿Por qué esta sensación tan rara?, ¿no se suponía que era a mí a quién ellos querían?, ¿Por qué yo estaba empeñada en incluir a mi padre, aunque él no tuviera nada que ver?, ¿o si tenía que ver? Nada tenía un sentido concreto, solo eran pequeños eslabones de una cadena incompleta, a la que le faltaban grandes trozos y que ahora formaban una gran laguna mental en mi cabeza. ¿En que podía estar involucrado mi padre?, y si lo estaba, ¿Por qué demonios nadie lo había mencionado? Desistí con la llamada, dejando el celular a un lado, ocultando mi rostro con mis manos… las lágrimas ardían en mis ojos, a veces detestaba esa incapacidad mía de reprimir mis deseos de expresarme, de llorar y dar a conocer a todo el mundo mis sentimientos; no comprendía la relación que pudiera tener mi padre con todo esto. Ian me abrazo contra su pecho y yo respondí al gesto ocultando mi rostro en ese lugar, dejando que mis patéticas lágrimas humedecieran su camisa; estaba tratando de calmarme mientras acariciaba mi espalda y cabello, sus labios varias veces se posaron sobre mi cabeza. Era su forma de apoyarme cuando yo no hablaba claramente sobre lo que me pasaba, y era algo que tenía que cambiar, Ian no podía estar descifrándome todo el tiempo, era injusto… sumamente injusto que yo fuera tan egoísta con él. Busque su mirada y acune su rostro con mis manos, tratando de animarme a mi misma, ignorando todo lo que había pasado en el hospital y antes del accidente… el pasado ya no importaba, solo el presente, al cual iba a aferrarme con todas mis fuerzas para vivir plenamente cada día.
  Las manos de Ian se detuvieron en mi cintura, mientras sus ojos se clavaban en los míos, haciéndome sentir perdida en el enorme mar de emociones reflejado en sus ojos, el mismo arrebato que sentí cuando me levanto en el pasillo de la dirección; algo difícil de explicar, lo único que sabia era que lo quería y que él me quería a mí, aunque me negara a terminar de creerlo. Algún día iba a llegar la prueba concreta de lo que sentíamos uno por el otro, pero ahora necesitaba apoyarlo en su misión y él me apoyaba incondicionalmente para que yo mejorara más rápido.
       -Quiero protegerte- susurre en voz casi inaudible-. Puedo hacerlo, si me enseñan.
       -No es tan sencillo…- respondió, pegando su frente a la mía-. Y no voy a arriesgarte, no ahora.
       -Confía en mí, se que puedo hacerlo- continué, cerrando los ojos sin mover mis manos de su rostro-. Por favor.
       -Confió en ti, pero no es tan fácil…- insistió él con voz alarmada-. Te llevaría años aprender solo lo básico, y si te llegaran a considerar una amenazara… yo…
  Le impedí el habla poniendo mi dedo índice contra sus labios, enderezándome para poder afrontar su tortuosa mirada; ya sabia lo que iba a decir, pero no iba a perderme… yo quería protegerlo por el mismo motivo, y no era justo que uno se arriesgara y el otro no.
       -No me perderás, quiero ayudar- inquirí mirándolo fijamente a los ojos-. Sara estará de acuerdo.
       -Pero Aarón no, y yo tampoco- aseguro mirándome también, esta vez con una expresión mucho más seria en el rostro-. Natalia a todos nosotros nos enseñaron desde niños, tenemos años de experiencia y tú no tendrías años para aprender, y en tu estado es peligroso.
  Había perdido la discusión, no podía hacer nada contra esos argumentos, eran cosas que yo ya sabia, aunque me negara a aceptarlas. Me acosté en la cama, sobre las cobijas, dándole la espalda deliberadamente pensado en alguna otra forma de poder ayudar y de sentirme tranquila con respecto a mi padre, y en sí a toda la situación; suspire estruendosamente, Ian se acomodo a mi lado, ignorando mi actitud infantil. Gire un poco la cabeza y lo vi recostado, con ambos brazos detrás de su cabeza… mirando a la nada, con un aire imperturbable que me irrito rápidamente. Me gire completamente, con cuidado y me acomode sobre su pecho, no pareció sobresaltarse por mi acción… solo deslizo su mano izquierda por mi espalda, delineando mi columna sobre mi blusa; me estremecí, y suspire. Aun no me explicaba como podía estar con alguien como él, era una locura… una muy grande, pero estaba feliz de estar a su lado; nunca nadie me había mirado como él lo hacia, nadie nunca se había portado tan bien conmigo, jamás me habían cuidado tanto… ni se habían preocupado por mí de es forma. Era ilógico, pero nadie me había demostrado cuanto me quería y que tan importante era en su vida como Ian lo había hecho… desde la primera vez que lo vi. Sonreí alegremente, ahora podía sentirme completa… feliz y satisfecha con mi vida; mi madre podía volver a Omaha tranquila, yo me quedaría en Baltimore, al menos hasta que Ian y yo decidiéramos marcharnos a otro lugar.
       -Me alegra estar en este momento contigo…- murmure cerrando los ojos lentamente-. No sabes cuanto…
       -A mi también me hace muy feliz- susurro, antes de pegar sus labios a mi cabeza con suavidad-. Te quiero, Natalia…
       -Y yo a ti…

No hay comentarios:

Publicar un comentario