Había algo ahí, pero no podía ver nada; ni sentir nada. Escuchaba un ligero sonido cerca de mí, algo pillaba tranquilamente cerca de mí… algo similar al palpitar de mi corazón. ¿Estoy viva?, pero… ¿Cómo? Me pregunte algo asustada, estaba segura de que mi corazón se había detenido; quise remontar mis recuerdos a esa noche, había perdido todo sentido del tiempo, no tenia ni la más mínima idea de cuanto tiempo había pasado exactamente. Ningún recuerdo acudió a mi memoria, solo el color de la sangre en el hermoso rostro de Lucian, quise gemir o gritar, pero mi garganta no emitió ningún sonido; maldije en voz baja, mientras intentaba encontrar cada una de mis extremidades. Lo primero que me contesto fue mi mano derecha, mi dedo índice trataba de moverse, pero parecía cargar algo muy pesado, eso torno su movimiento lento y torpe; mi mano izquierda respondió aun más lentamente, pero no sentía el brazo, suspire controlándome un poco… no iba a asustarme ahora, estaba viva, algo que no creí lograr cuando mi corazón empezó a fallar…
Pero… ¿y Mio?, ¿Cómo se encontraba?, si le pasaba algo… nunca se lo perdonaría a Lucian; ¿Qué tan preocupado estaría James?, ¿Dónde estaría?; Victoria, ella seguramente estaría preocupada, consternada y aun así lo ocultaría para poder apoyar a James; mis padres… si se enteraban de esto, era muy probable que ya estuvieran en la ciudad… Josep, mi Josep… ¿Cómo estaría él?... Estaba divagando.
La imagen del chico que me había hablado apareció en mi cabeza, era solo una silueta negra, no recordaba ninguna seña en particular de ese muchacho, pero tenia la sensación de conocerlo, como si lo hubiera visto antes… además esa voz, esa voz me era familiar; el sonido de aquella cosa aumento drásticamente, conforme yo trataba de recordar de donde conocía esa voz. Los ennegrecidos ojos que había visto en el pasillo acudieron a mi memoria sin ser llamados, mi cuerpo empezó a temblar de miedo, era imposible que se tratara de la misma persona; no tenia ninguna razón para estar ahí, no podía ser posible…
-D-damien…- escupí con dificultad.
-¡Hermana!- gimieron Josep y James al unísono.
La luz me molesto en los ojos, todo era demasiado claro como para que acostumbrara tan rápido, alce la mano para tallarme los ojos y fue entonces cuando vi todas las manguerillas que estaban unidas a mi brazo; una parecía estar irrigando sangre a mi cuerpo, otra un liquido blanquecino como medicina, de otra bajaba un liquido translucido que daba directamente a mi mano. Reconocí inmediatamente lo que tenia en el dedo índice, era para monitorear mi ritmo cardiaco. Había una sonda en mi nariz, tente mi pecho lentamente, percatándome de la presencia de una placa metálica que estaba unida a mi piel por medio de un par de puntos quirúrgicos; de ahí estaban sostenidos una sonda pequeña y un cable. Empecé a sentir que me ahogaba, como si tuviera un nudo en la garganta que se negaba a salir; luche por enderezarme, pero la cálida mano de Josep me detuvo en la cama.
-No estás en condiciones de levantarte, hermanita- me dijo, mientras acariciaba mi rostro.
-Josep…- susurre-, emm… ¿Dónde esta mamá?
-Ella y papá fueron a dormir, estuvieron aquí toda la noche- respondió con amabilidad-, James esta dormido en el sillón, quiso quedarse hasta que despertaras.
-Entiendo…- la imagen de Mio acudió a mi memoria esporádicamente-, ¿y Mio?
-Ella ya esta en su casa, no fue nada grave- murmuro, no mu convencido-, el medico dijo que fue una descompensación nutricional…
-¿Falta de alimento?- susurre, de forma casi inaudible.
Era imposible, Mio no era anoréxica ni nada por el estilo, sin duda era muy delgada, pero ella amaba ejercitarse… le gustaba cuidar su físico, era ridículo que creyeran que padecía algo como eso.
-¿Dijiste algo?- grazno James desde el sillón.
-Deberías ir a dormir- respondí sonriendo-. Te vez horrible.
-¡Claro!- murmuro estirándose-, lo dice la reina de las momias…- concluyo, haciendo una imitación bastante pobre, pero muy graciosa.
-James, déjala…- pidió Josep con ternura-, no la molestes.
-Aunque este así, puedo patearte y lo sabes- informe, algo autoritaria.
-Ya, ya…- se excuso, acercándose a mí-. Tú ganas. ¿Cómo te sientes, hermosa?
-Ummm… como si me hubiera atropellado un tráiler o algo por el estilo- reí un poco-. ¿Qué paso?
Mis hermanos se quedaron pensativos, mirándome fijamente como si no supieran que decir; se miraron uno al otro y Josep salió de la habitación tranquilamente.
-Voy por algo de comer, y a ver si Victoria y Mio ya llegaron- susurro, alzando un brazo a manera de despedida.
Asentí, tontamente, a pesar de que no me veía. James se sentó en la silla donde había estado antes nuestro hermano; miro todos los aparatos que rodeaban la cama, y detuvo su vista en mi rostro.
-James, ¿Qué ocurrió?- exigí saber.
-Corina…- murmuro-. Te asaltaron, te apuñalaron cinco veces en la espalda y una cerca del hombro; el doctor dijo que no fueron muy profundas, solo la de tu brazo causo estragos, pues la puñalada atravesó uno de los tendones y afecto un musculo que permitía el movimiento. Sin embargo, afirmo que con rehabilitación podrás recuperar hasta un 90% de movilidad. ¿Qué no recuerdas nada?
-Yo…- susurre asustada.
Recordé a Lucian, la discusión, el beso, esa silueta golpeándolo, la destrucción de mi automóvil, el empujón que me dio ese tipo, como trato de estrangular a Lucian, el dolor que provenía de mi espalda, el entumecimiento de mi cuerpo, cuando me puse de pie, la desaparición de Lucian… el rostro del tipo…
-James…- farfulle paralizada-, lo que me paso… eso, eso no fue un asalto.
-¿De que hablas?- pregunto, consternado.
-Primero prométeme que no te pondrás histérico- le rogué, mirándole a los ojos. Él asintió lentamente, sin dejar de mirarme-. Esa noche cuando se fueron, luego de lo de Mio, yo fui a ver quien le había hecho eso, desde que salí del cuarto tenia la sensación de que iba a morir; para mi sorpresa no había nadie ahí, ni un sonido o movimiento en la calle.
>>Pero luego apareció, sorprendiéndome como siempre lo hizo, apareciendo del aire sin esfuerzo- susurre, mi hermano lo identifico de inmediato.
-Lucian…- murmuro con un hilo de voz, yo asentí y continué.
-Vicky sabia de él, siempre fueron amigos, lo siguen siendo… no la culpo, ella es buena y se preocupa por todos, es normal que sean amigos- me desvié-; Lucian me dijo muchas cosas, discutimos y luego él me beso…
-Ese bastardo…- se quejo mi hermano.
-James…- interrumpí, irritada-. Algo lo alejo de mí, destruyo mi coche al arrojar a Lucian contra él, luego a mí también me lanzo… me golpee en la cabeza y eso disminuyo mi campo de visión; lo que se clavo en mi cuerpo no fue el cuchillo de un asaltante… Fueron las púas del armazón por donde crece la enredadera en casa.
>>Esa cosa o persona iba a matar a Lucian, y yo… no podía permitirlo- resollé, rompiendo en llanto-. Lo detuve, pero me desmaye, Lucian huyo… pero esa cosa se quedo a mi lado; lo escuche decirme que todo estaría bien, luego todo desapareció…
-¿Por qué nombraste a Damien Covey cuando despertaste?- me pregunto.
-No lo sé, lo recordé… por…- todo tuvo sentido…
Su habilidad, su rapidez, su seriedad, mis sentimientos encontrados, mi intuición a cerca de su pasado, su belleza, su fuerza… Los ojos que vi en el pasillo aquel día, eran los mismos que había reconocido esa noche durante el ataque a Lucian; y esos ojos le pertenecían a él: a Damien Covey.
-¿Por qué?- susurre para mi misma.
¿Por qué alguien como él me había salvado de las garras de Lucian?, yo ni siquiera debería importarle a alguien como él… a alguien que tenía todo a sus pies, alguien que pertenecía a la misma especie que Lucian, alguien que podría tener todo aquello que quisiera con solo desearlo… negué con la cabeza, de nuevo me estaba sintiendo mareada…
Mi hermano puso su mano en mi hombro, inspirándome algo de confianza y serenidad; me aferre a su ropa llorando, él acaricio mi cabeza y me estrecho contra su cuerpo. Era demasiado confuso, Damien… era imposible que él me estuviera rondando de esa forma, tan cerca… tan preocupado por mí…. Al parecer James pensaba lo mismo, entre él y yo no había necesidad de muchas palabras, simplemente con una mirada podíamos decirnos muchas cosas… nos entendíamos a la perfección; siempre cuidamos uno del otro, y no era mucha nuestra diferencia de edades, quizá se debía a ello nuestra excelente comunicación.
La puerta se abrió lentamente, y entro una enfermera, James me alejo un poco de él y le cedió el lugar a la enfermera.
-Buenos días- me saludo con una afable sonrisa-, ¿Cómo te sientes?
-Creo que siempre puede ser peor- conteste, algo irritada. ¿Qué no bastaba con verme?
-Me alegra que tengas tan buen humor- siguió la enfermera, mientras anotaba algo en su tabla, y luego se dirigió a la maquina-. No creo que sigas necesitando eso, en una hora más o menos vendrá alguien a quitártela de aquí.
-Al fin una buena noticia- farfulle mirando a James con sarcasmo-. ¿Cuándo puedo irme?- quise saber.
-Bueno, esa decisión no es mía… le corresponde al doctor que te atendió en Urgencias, pero no creo que sea mucho tiempo- respondió ella con alegría.
-Ya veo…- susurre, mirando a mi hermano-. ¿Dónde están mis padres?
-¿Qué te hace pensar que están aquí?- inquirió a tono de burla.
-El hecho de que Josep no estaría aquí sin su compañía…- inicie, cerrando los ojos-, y que a estas alturas lo que me paso ya debe saberlo todo el Instituto.
-Oh, vamos… ni que fueras tan popular como Mio- gruño riéndose.
-James, ¿te digo una cosa?- mi hermano asintió-. A veces eres hartante…
Mi hermano rio sonoramente, mientras se desplomaba en la silla. La enfermera salió de la habitación con una sonrisa dibujada en el rostro; me empezó a dar un poco de sueño, la sustancia que inyecto en mi suero estaba haciendo efecto rápidamente… la puerta volvió a abrirse, y me di cuenta de que era mi hermano había salido de la habitación… y de que alguien había entrado a mi cuarto…
El chico se acerco a mi cama y me miro en silencio. Yo no podía reaccionar muy bien, y veía su rostro algo borroso…
-¿Cómo te sientes?- murmuro con voz profunda.
-Yo…- susurre…- ¿Qué haces aquí?
Pero… ¿y Mio?, ¿Cómo se encontraba?, si le pasaba algo… nunca se lo perdonaría a Lucian; ¿Qué tan preocupado estaría James?, ¿Dónde estaría?; Victoria, ella seguramente estaría preocupada, consternada y aun así lo ocultaría para poder apoyar a James; mis padres… si se enteraban de esto, era muy probable que ya estuvieran en la ciudad… Josep, mi Josep… ¿Cómo estaría él?... Estaba divagando.
La imagen del chico que me había hablado apareció en mi cabeza, era solo una silueta negra, no recordaba ninguna seña en particular de ese muchacho, pero tenia la sensación de conocerlo, como si lo hubiera visto antes… además esa voz, esa voz me era familiar; el sonido de aquella cosa aumento drásticamente, conforme yo trataba de recordar de donde conocía esa voz. Los ennegrecidos ojos que había visto en el pasillo acudieron a mi memoria sin ser llamados, mi cuerpo empezó a temblar de miedo, era imposible que se tratara de la misma persona; no tenia ninguna razón para estar ahí, no podía ser posible…
-D-damien…- escupí con dificultad.
-¡Hermana!- gimieron Josep y James al unísono.
La luz me molesto en los ojos, todo era demasiado claro como para que acostumbrara tan rápido, alce la mano para tallarme los ojos y fue entonces cuando vi todas las manguerillas que estaban unidas a mi brazo; una parecía estar irrigando sangre a mi cuerpo, otra un liquido blanquecino como medicina, de otra bajaba un liquido translucido que daba directamente a mi mano. Reconocí inmediatamente lo que tenia en el dedo índice, era para monitorear mi ritmo cardiaco. Había una sonda en mi nariz, tente mi pecho lentamente, percatándome de la presencia de una placa metálica que estaba unida a mi piel por medio de un par de puntos quirúrgicos; de ahí estaban sostenidos una sonda pequeña y un cable. Empecé a sentir que me ahogaba, como si tuviera un nudo en la garganta que se negaba a salir; luche por enderezarme, pero la cálida mano de Josep me detuvo en la cama.
-No estás en condiciones de levantarte, hermanita- me dijo, mientras acariciaba mi rostro.
-Josep…- susurre-, emm… ¿Dónde esta mamá?
-Ella y papá fueron a dormir, estuvieron aquí toda la noche- respondió con amabilidad-, James esta dormido en el sillón, quiso quedarse hasta que despertaras.
-Entiendo…- la imagen de Mio acudió a mi memoria esporádicamente-, ¿y Mio?
-Ella ya esta en su casa, no fue nada grave- murmuro, no mu convencido-, el medico dijo que fue una descompensación nutricional…
-¿Falta de alimento?- susurre, de forma casi inaudible.
Era imposible, Mio no era anoréxica ni nada por el estilo, sin duda era muy delgada, pero ella amaba ejercitarse… le gustaba cuidar su físico, era ridículo que creyeran que padecía algo como eso.
-¿Dijiste algo?- grazno James desde el sillón.
-Deberías ir a dormir- respondí sonriendo-. Te vez horrible.
-¡Claro!- murmuro estirándose-, lo dice la reina de las momias…- concluyo, haciendo una imitación bastante pobre, pero muy graciosa.
-James, déjala…- pidió Josep con ternura-, no la molestes.
-Aunque este así, puedo patearte y lo sabes- informe, algo autoritaria.
-Ya, ya…- se excuso, acercándose a mí-. Tú ganas. ¿Cómo te sientes, hermosa?
-Ummm… como si me hubiera atropellado un tráiler o algo por el estilo- reí un poco-. ¿Qué paso?
Mis hermanos se quedaron pensativos, mirándome fijamente como si no supieran que decir; se miraron uno al otro y Josep salió de la habitación tranquilamente.
-Voy por algo de comer, y a ver si Victoria y Mio ya llegaron- susurro, alzando un brazo a manera de despedida.
Asentí, tontamente, a pesar de que no me veía. James se sentó en la silla donde había estado antes nuestro hermano; miro todos los aparatos que rodeaban la cama, y detuvo su vista en mi rostro.
-James, ¿Qué ocurrió?- exigí saber.
-Corina…- murmuro-. Te asaltaron, te apuñalaron cinco veces en la espalda y una cerca del hombro; el doctor dijo que no fueron muy profundas, solo la de tu brazo causo estragos, pues la puñalada atravesó uno de los tendones y afecto un musculo que permitía el movimiento. Sin embargo, afirmo que con rehabilitación podrás recuperar hasta un 90% de movilidad. ¿Qué no recuerdas nada?
-Yo…- susurre asustada.
Recordé a Lucian, la discusión, el beso, esa silueta golpeándolo, la destrucción de mi automóvil, el empujón que me dio ese tipo, como trato de estrangular a Lucian, el dolor que provenía de mi espalda, el entumecimiento de mi cuerpo, cuando me puse de pie, la desaparición de Lucian… el rostro del tipo…
-James…- farfulle paralizada-, lo que me paso… eso, eso no fue un asalto.
-¿De que hablas?- pregunto, consternado.
-Primero prométeme que no te pondrás histérico- le rogué, mirándole a los ojos. Él asintió lentamente, sin dejar de mirarme-. Esa noche cuando se fueron, luego de lo de Mio, yo fui a ver quien le había hecho eso, desde que salí del cuarto tenia la sensación de que iba a morir; para mi sorpresa no había nadie ahí, ni un sonido o movimiento en la calle.
>>Pero luego apareció, sorprendiéndome como siempre lo hizo, apareciendo del aire sin esfuerzo- susurre, mi hermano lo identifico de inmediato.
-Lucian…- murmuro con un hilo de voz, yo asentí y continué.
-Vicky sabia de él, siempre fueron amigos, lo siguen siendo… no la culpo, ella es buena y se preocupa por todos, es normal que sean amigos- me desvié-; Lucian me dijo muchas cosas, discutimos y luego él me beso…
-Ese bastardo…- se quejo mi hermano.
-James…- interrumpí, irritada-. Algo lo alejo de mí, destruyo mi coche al arrojar a Lucian contra él, luego a mí también me lanzo… me golpee en la cabeza y eso disminuyo mi campo de visión; lo que se clavo en mi cuerpo no fue el cuchillo de un asaltante… Fueron las púas del armazón por donde crece la enredadera en casa.
>>Esa cosa o persona iba a matar a Lucian, y yo… no podía permitirlo- resollé, rompiendo en llanto-. Lo detuve, pero me desmaye, Lucian huyo… pero esa cosa se quedo a mi lado; lo escuche decirme que todo estaría bien, luego todo desapareció…
-¿Por qué nombraste a Damien Covey cuando despertaste?- me pregunto.
-No lo sé, lo recordé… por…- todo tuvo sentido…
Su habilidad, su rapidez, su seriedad, mis sentimientos encontrados, mi intuición a cerca de su pasado, su belleza, su fuerza… Los ojos que vi en el pasillo aquel día, eran los mismos que había reconocido esa noche durante el ataque a Lucian; y esos ojos le pertenecían a él: a Damien Covey.
-¿Por qué?- susurre para mi misma.
¿Por qué alguien como él me había salvado de las garras de Lucian?, yo ni siquiera debería importarle a alguien como él… a alguien que tenía todo a sus pies, alguien que pertenecía a la misma especie que Lucian, alguien que podría tener todo aquello que quisiera con solo desearlo… negué con la cabeza, de nuevo me estaba sintiendo mareada…
Mi hermano puso su mano en mi hombro, inspirándome algo de confianza y serenidad; me aferre a su ropa llorando, él acaricio mi cabeza y me estrecho contra su cuerpo. Era demasiado confuso, Damien… era imposible que él me estuviera rondando de esa forma, tan cerca… tan preocupado por mí…. Al parecer James pensaba lo mismo, entre él y yo no había necesidad de muchas palabras, simplemente con una mirada podíamos decirnos muchas cosas… nos entendíamos a la perfección; siempre cuidamos uno del otro, y no era mucha nuestra diferencia de edades, quizá se debía a ello nuestra excelente comunicación.
La puerta se abrió lentamente, y entro una enfermera, James me alejo un poco de él y le cedió el lugar a la enfermera.
-Buenos días- me saludo con una afable sonrisa-, ¿Cómo te sientes?
-Creo que siempre puede ser peor- conteste, algo irritada. ¿Qué no bastaba con verme?
-Me alegra que tengas tan buen humor- siguió la enfermera, mientras anotaba algo en su tabla, y luego se dirigió a la maquina-. No creo que sigas necesitando eso, en una hora más o menos vendrá alguien a quitártela de aquí.
-Al fin una buena noticia- farfulle mirando a James con sarcasmo-. ¿Cuándo puedo irme?- quise saber.
-Bueno, esa decisión no es mía… le corresponde al doctor que te atendió en Urgencias, pero no creo que sea mucho tiempo- respondió ella con alegría.
-Ya veo…- susurre, mirando a mi hermano-. ¿Dónde están mis padres?
-¿Qué te hace pensar que están aquí?- inquirió a tono de burla.
-El hecho de que Josep no estaría aquí sin su compañía…- inicie, cerrando los ojos-, y que a estas alturas lo que me paso ya debe saberlo todo el Instituto.
-Oh, vamos… ni que fueras tan popular como Mio- gruño riéndose.
-James, ¿te digo una cosa?- mi hermano asintió-. A veces eres hartante…
Mi hermano rio sonoramente, mientras se desplomaba en la silla. La enfermera salió de la habitación con una sonrisa dibujada en el rostro; me empezó a dar un poco de sueño, la sustancia que inyecto en mi suero estaba haciendo efecto rápidamente… la puerta volvió a abrirse, y me di cuenta de que era mi hermano había salido de la habitación… y de que alguien había entrado a mi cuarto…
El chico se acerco a mi cama y me miro en silencio. Yo no podía reaccionar muy bien, y veía su rostro algo borroso…
-¿Cómo te sientes?- murmuro con voz profunda.
-Yo…- susurre…- ¿Qué haces aquí?
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