domingo, 14 de agosto de 2011

Libro Segundo. Ian Bastank. 1.-Indicios.

  Era tan pacifico el aire matinal que golpeaba mi rostro con serenidad, mientras esperaba a Natalia, recargado en el cofre de mi automóvil; era tan complicado terminar de entender todos los sentimientos que sentía por ella, inexplicables. Pero me gustaban demasiado. Sonreí sin ganas y mire el suelo. El pasto estaba cubierto de rocío, como la mayoría de las cosas en Baltimore, debido a la presencia excesiva de agua y al calor que azotaba la ciudad la mayor parte del año; suspire y mire el reloj de mi muñeca, ya era hora de ir a recogerla, a la única chica que había logrado despertar tantos sentimientos en mí de una sola vez. Entre al Mustang y encendí el motor, que respondió con un rugido armonioso y poderoso
       -Hola- la salude cortésmente, como esperaba Natalia que lo hiciera-. ¿Qué tal?
       -Hola…- bramo Christina cruzándose de brazos-; son un poco irresponsables, ¿dejarla sola cuando saben que la asechan?, ¿en que cabeza cabe?- sonaba molesta, sumamente irritada, yo sabia que no era de su agrado, pero jamás lo había dejado tan claro.
       -Me disculpo, no fue mi intensión- farfulle, molestándome también; Natalia apretó mi mano y la ignore deliberadamente-. No volverá a ocurrir.
       -Eso espero, por tu bien y el de los demás- me advirtió en un siseo y se alejo para volver a su casa, con algo de prisa.
  Natalia miro a Christina hasta que desapareció por la puerta de su casa, luego se soltó de mi agarre y entro de nuevo a su casa, para sacar su mochila y el resto de sus cosas; sin incomodarse por el acoso de mi mirada, como si luchara por ignorarme. Paso a mi lado, con su mochila a cuestas y subió al choche. No podía evitar sentirme tan mal por hacer que ella misma se sintiera así, desdichada; cerré los ojos con fuerza y negué con la cabeza, estaba mal… muy mal todo esto. Natalia no se lo merecía y a mí parecía no importarme demasiado.
       -¿Ian?, ¿Qué ocurre?- susurro con voz preocupada, mientras apretaba mi mano-, ¿estás bien?
  No podía negarme a contestar su pregunta, pero no sabía muy bien como hacerlo sin hacerla sentir mas mal de lo que ya se sentía. Maldita sea, ¿Por qué amar tenia que ser tan complicado?, ¿Por qué tenia que sentirme tan feliz por hacerlo? Nunca me había enamorado, y jamás espere que fuera así de ilógico e irracional.
       -Lamento ser la manzana de la discordia entre tu y Christina- respondí con temor, sin mirarla-, se supone que debo cuidarte y protegerte, no herirte y obligarte a elegir.
       -Deja de decir tonterías- gimió ella, obligándome a mirarla, tomando mi rostro con sus manos-, no eres la manzana de la discordia, ni tampoco me hieres o me obligas a decidir…
       -Natalia…- mascullé, hasta que ella puso su dedo índice en mis labios para callarme.
       -No tienes que decir nada más, esta decisión la tome yo… sabiendo las consecuencias y no me arrepiento- me aseguro, clavando su mirada en la mía-. Quiero estar contigo, sin importar los riesgos. Estoy feliz de estar a tu lado.
  Acune su rostro con mis manos, incapaz de seguir dominándome por el deseo de estrecharla contra mi cuerpo, de rodearla de amor y hacerla feliz. Trabe mis labios en los suyos, y ella respondió automáticamente, como si el estimulo fuera tan fuerte como para desestabilizarla; sonreí sin dejar de besarla. Ella perdió la noción de todo lo que nos rodeaba, y se pego totalmente a mi cuerpo, tentándome a sobrepasar los limites que yo mismo había forjado, y que ahora… deseaba romper; pero una promesa era lo que me mantenía firme. Tome sus hombros con firmeza y la aleje de mí suavemente, procurando no lastimar otra cosa, que no fuera su orgullo. Le sonreí y pude el automóvil en marcha, para poder dirigirnos a la escuela con prisa, vi como se recargo en la ventana… mirando a través de ella con aire pensativo… nunca me moleste en investigar que era lo que pensaba… realmente prefería que se mantuviera así, ajena a lo que yo pensaba y yo… ajeno a lo que ella pensaba, era lo mejor.
  Vire lentamente en el estacionamiento del colegio, para estacionarme en el mismo lugar de siempre; era divertido para mí, ver como algunas chicas miraban el auto entrar con cautela y estacionarse, como si se tratara de algún depredador y luego su desilusión al ver a Natalia bajar del auto y a mí, detrás de ella. La tome de la mano y entramos al edificio principal, donde William nos intercepto con una sonrisa de suficiencia y complicidad.
       -¿Cuándo vendrán los bebés?- pregunto William con interés, luego río ávidamente por el sonrojo de Natalia-. Picaron, eso quiere decir que no falta mucho.
       -Deja de portarte como un niño, William- murmure, fulminándolo con la mirada-; ese tema no te incumbe en absoluto.
       -Solo era una inocente pregunta- se escudo, mientras me miraba de una forma similar-, si la respuesta fuera negativa… no habrían reaccionado de esta forma…
    Dicho eso el muy idiota se largo por el pasillo, dejando a Natalia pensando en un sinfín de cosas, de las que yo, posiblemente, jamás me enteraría. Pero su rostro denotaba una alegría inexplicable, como si la idea de William no le sonara del todo descabellada; sonreí y la mire con detenimiento, tratando de descifrar su inescrutable mirada. Vi como se mordió el labio suavemente, era una expresión que tenia múltiples significados, de los cuales, no conocía muchos en sí. Parecía pensar en algo lejano, como si recordara algo, entonces caí en la estupefacción, recordando las incontables veces que estuve a punto de ceder a la tentación  y a hacer el amor con ella; pero no podía, ya era suficiente con haberla arrastrado a un abismo sin fondo, y ponerla en un inminente peligro al igual que a su padre. Sentí, vagamente, la presión de su mano en la mía, y me guio a ciegas hasta el salón de Historia, era ajeno al reloj, al tiempo en si mismo. Suspire en la puerta y la bese en la frente. Necesitaba dejar a un lado todos mis prejuicios, antes de poder hacer algo con ella realmente; fue a su lugar, al lado de la ventana, y yo ocupe el mío a una distancia prudente de ella. El profesor entro y empezó a dar su clase con tranquilidad, mientras en mi cabeza se seguían fraguando ideas sobre lo que había estado pensado Natalia luego de la, molesta, intervención de William; quizá no era tan mala idea la propuesta de William, pero aun tenían que pasar muchas cosas para que algo así sucediera, tenia que acabar con la hermandad, y dejar a un lado todo mi pasado… solo de esa manera podría encontrar un futuro bello con ella, de otra manera solo la haría sufrir con mis incesantes pesadillas, que me recordaban todo lo malo que había hecho a lo largo de mi vida. Resople, cuando escuche un jadeo y gire la cabeza, Natalia estaba en estado de shock; parecía que la estuvieran ahorcando, estaba luchando contra si misma, intentando salvarse de una muerte segura.
  Me levante de mi asiento, pero el profesor me hizo una seña para que me quedara en mi lugar, y sin embargo él tampoco hizo nada por ayudar a Natalia. Todos estaban mudos por lo que había pasado y ninguno podía moverse; vi como lo dedos de Natalia se deslizaba por su cuello, con la mirada perdida en el frente. Su piel se erizo de forma inexplicable y sus dedos se crisparon sobre el cuerpo de una pluma, haciéndola ceder, partiéndola en dos sin mucho esfuerzo. ¿Qué estaba pasando?, ¿Por qué ni siquiera me miraba?, suspire y volví la mirada al frente tratando, en vano, de concentrarme en la clase. El timbre sonó, dejando al profesor maldiciendo en voz baja, anoto algo en el pizarrón y se despidió con un gesto. Resople y me volví para mirar a Natalia, se levanto de su asiento con rapidez y salió del aula tambaleándose. Quise ir tras ella, pero William me detuvo.
       -Aarón quiere hablar contigo- susurro, haciendo un movimiento con la cabeza.
  Seguí su mirada y me tope con la de Aarón, quien estaba recargado en la puerta de nuestro salón, con la mirada fija en el asiento de Natalia y no precisamente en mí, era como si me atravesara… tratando de explicar lógicamente lo sucedido con Natalia unos segundos antes. Me levante de mi asiento, tomando mis cosas y me acerque a Aarón con cautela, él resoplo violentamente cuando estuve a su lado y luego camino detrás de mí con rapidez hasta darme alcance.
       -Creo que sabes lo que esta pasando, Ian- me susurro.
       -No, realmente no lo se- respondí, tragándome el nudo que se había formado en mi garganta-. Si sabes algo, dímelo ahora Aarón. Hare cualquier cosa por ella, sin importar sobre quien tenga que pasar.
       -¿Estas seguro de lo que dices?- susurro con cierta complicidad.
       -Totalmente, ¿Por qué habría de temer ahora?- gemí con ansiedad.
       -Porque creo que si conoces a la persona que esta haciendo todo esto- agrego, desviando su atención de mí-, de hecho la conoces bastante bien… ya no me queda ninguna duda.
       -Deja de hablar en clave y ve al grano de una buena vez- gruñí, buscando su mirada con urgencia- ¿Quién es?
       -Necesitamos replegarnos y así veremos que pasa, quizá al saber que estamos juntos no suceda nada extraño o malo…- continúo con parsimonia, sin molestarse en devolverme la mirada-, o al menos que no le pase nada malo a ella.
  Aarón se alejo por el pasillo del segundo piso con rapidez, dejándome pensativo en el lugar donde me había citado. ¿Realmente podía tener razón?, ¿yo conocía a la persona que quería herir a la persona que amaba?, si era así ¿de quién rayos se trataba?, ¿Por qué no podía recordar los rostros de las personas con las que había trabajado por tantos años? Gruñí, era tan estúpido estar considerando ese tipo de tonterías cuando debería estar corriendo al gimnasio para ver que rayos le había sucedido a Natalia durante la clase de Historia, esa actitud no era normal en ella y además lucia asustada con lo que le estaba pasando, aunque solo estuviera pasando dentro de su mente y nadie mas se hubiera dado cuenta de ello. Resople y camine con prisa hacía el gimnasio, sintiendo claramente como alguien me seguía sigilosamente con la mirada, como un depredador esperando a que su presa este a su alcance para saltarle al cuello y asesinarla. Trague saliva sonoramente, disminuyendo mi velocidad para así poder encontrar a quien me estuviera asechando con esa calma… si me concentraba lo haría. Bufe y abrí la puerta del gimnasio, ahí la mirada dejo de asecharme y simplemente desapareció; mire a Aarón, estaba hablando con Raven tranquilamente… pues ambos se miraban de una forma confusa e inescrutable. Suspire, al fin me sentía tranquilo, deje mis cosas en una de las bancas y me acerque a donde estaban mis dos compañeros; en el camino me saque la chaqueta y la lance a donde había dejado mis cosas, Raven me lanzo una pelota y la detuve con una sonrisa irónica, cuando la puerta el vestidor de mujeres se abrió repentinamente. Natalia se veía muy bien con el uniforme deportivo del Instituto, pero parecía preocupada… la vi suspirar y alzar la mirada hasta cruzarla con la mía, pero luego bajo la cabeza y camino con rapidez a la salida. Era extraño, su actitud nunca había sido esa, siempre lucia alegre… ¿Qué había pasado ahí dentro?...

No hay comentarios:

Publicar un comentario