domingo, 14 de agosto de 2011

5.- Encuentro.

  Le di la espalda al televisor y camine al comedor, me asome debajo de la mesa, intentando desesperadamente hallarla con bien, dentro de la casa; no estaba y se estaban terminando los lugares para esconderse, pero entonces me di cuenta de algo… de algo casi invisible. Natalia había intentado esconderse ahí, lo supe porque encontré una diminuta mancha de sangre en el mantel blanco que cubría la mesa, antes no sabíamos que ella tenia una herida en la mejilla, pero ahora si y podíamos usarlo a nuestro favor; sonreí ante la nueva posibilidad y me dedique a forzar a mis ojos a encontrar nuevos rastros de sangre, aunque no me agradaba completamente la idea. Supuse que no habría tenido fuerza suficiente para ir de pie completamente, había tenido que ir apoyada en los muebles para poder sostener el peso de su traicionero cuerpo; me acerque a la pequeña bardita que separaba el comedor de la cocina y encontré otra gota, la toque, seguía fresca… Natalia debía estar cerca, quizá demasiado, pero ¿en donde?, ¿Cómo estaría ella, además de asustada y herida?, ¿ya habría entrado en estado de shock? Tenia que averiguarlo, por mis propios medios o como fuera… pero no podía esperar ni un segundo más. Entonces un ruido capto mi atención por completo, un gemido… o un sollozo, no logre reconocerlo en su totalidad, pero decidí acercarme a su lugar de procedencia, dudoso… pero mi curiosidad abrumaba a mi duda, y quería asegurarme de que era ella o no. Tome una bocanada de aire, mientras trataba de elegir las palabras más dulces y serenas que podía.
       -¿Natalia?, ¿amor?- masculle con delicadeza para no sorprenderla.
  Entre a la cocina y sentí como jalaban mi pans, mire hacia abajo y no vi nada… al menos no inmediatamente pero no iba a desistir ahora, di otro paso y fui incapaz de levantar el pie en donde sentí el tirón. Tenia que ser ella, de eso estaba segura. Respire  hondo y me anime a agacharme.
  Lo primero que vi al inclinarme fueron aquellos hermosos ojos marrones que me cautivaron desde la primera vez que la vi, pero ahora la típica luz que emanaban estaba ensombrecida por algo que no logre reconocer… no soltó sus piernas cuando me vio, solo se quedo quieta… como si no pudiera creer lo que veía, respiraba agitadamente y luego vi mas lagrimas descender por su mejilla sin piedad alguna.
       -Natalia… soy yo- susurre en voz baja mientras extendía una mano hacia ella.
  Vi como trato de refugiarse en su cuerpo, aun estaba en shock y yo no podía culparla por ello, sabia de antemano que algo así me esperaba en cuanto pudiera verla por fin… era normal que estuviera asustada, y confundida; mire su mejilla y aun sangraba, pero supuse que no sentía dolor por la adrenalina que seguía moviéndose rápidamente por su cuerpo, adormeciéndolo como la droga que era. Me volví a levantar, buscando a Sara o a Christina con la mirada, pues me sentía incapaz de moverme de su lado; pronto las vi y con una seña ambas se acercaron con rapidez, Natalia seguía temblando pegada a mis piernas. Tome aire y volví a inclinarme para quedarme cerca de ella, pero seguía sin reaccionar a mi presencia, y tenia que ser paciente… ella estaba asustada y aun no se sentía segura en ese lugar, puesto que no sabia nada sobre Kristen o sobre lo que había sucedido exactamente; supuse que ella estaba pensando, o mas bien recordando lo que había pasado… y eso la atemorizaba aun más. Volví a tocar su mejilla y eso pareció sacarla de su estupor, me miro de soslayo y sus ojos se llenaron de una nueva carga de lágrimas, que no tardaron en rodar por sus mejillas… sus brazos me rodearon el cuello y hundió su rostro en mi pecho llorando abiertamente.
       -¡No me dejes, por favor!- gimió sin soltarme.
       -No cariño…. nunca mas…- le susurre al oído mientras acariciaba su cabello con delicadeza-. Ya todo está bien, no volverá a hacerte daño.
  Natalia no parecía creerme y no la culpaba, todo esto había sido demasiado para ella y apenas lograba asimilarlo. Al fin me sentía tranquilo, y caí en cuenta, completamente, de mi mismo… y sentí un dolor agudo en el costado derecho, pero me forcé a ignorarlo; no iba a convertirme en una carga para mis compañeros luego de todo esto. Me levante con Natalia en brazos, ella no movió su cabeza o sus brazos ni un ápice, pero me permitió levantarla en vilo y sacarla de la casa; todos me miraron con una sonrisa al ver que ella estaba bien, Sara abrió la puerta del Mustang y me dejo libre el acceso para sentarla en el asiento del co-piloto, luego la bese en la frente y me aleje un poco.
       -Sara y Chris se quedaran contigo un segundo, ¿si?- le dije, aun ignorando el dolor que provenía de mi costado.
  Natalia asintió débilmente y luego Christina obstruyo mi campo de visión, haciéndola desaparecer, ellas podían cuidarla… quizá mejor de lo que muchos otros hubieran podido, respire hondo y me acerque a donde Aarón y Raven seguían evaluando los cuerpos; antes de hablar… otro automóvil se acerco con prisa a donde estábamos, un Mercedes negro que yo conocía muy bien: era Billy. Todos nos volvimos a mirar al furioso hombre que bajo del vehículo con una expresión asesina, comprendíamos su molestia, mas que la de nadie mas ahí presente; azoto la puerta del carro y acorto la distancia con un par de zancadas, sin dejar de mirarme fijamente… queriendo matarme con la mirada. Di un par de pasos al frente, ignorando las negativas de los que me rodeaban, mire hacia donde estaban las chicas en mi auto y vi como ellas ni siquiera se inmutaron al escuchar el feroz ronroneo del Mercedes. Billy me tomo violentamente por el cuello de la playera de deporte, que aun portaba, aunque con una mancha enorme de sangre en un costado y otra más pequeña en el pecho… que era de su hija: Natalia. Billy no era peligroso, pero todos nosotros éramos incapaces de hacerle cualquier tipo de daño, del tipo que fuera, ya que siempre nos apoyo incondicionalmente y nos ayudo en unos cuantos asuntos ilegales, que bien podían haberlo enviado a prisión. Lo encare, sabia que era el único responsable de todo esto y tenia que pagar el precio, su mirada era gélida y amenazadora… aunque no tenia la seguridad que demostraba, al no portar un arma con la cual someterme.
       -¡Ya sabia que no eras de fiar!, ¡fui un completo idiota al permitir que  estuvieras al lado de mi hija, sabiendo lo peligroso que eres!- escupió sin misericordia-. ¿¡Donde esta!?- exigió saber con brutalidad, pero yo negué con la cabeza.
       -No te lo diré hasta que te calmes, Billy- resollé con tranquilidad-. No dejare que te vea en este estado.
       -¡No me vengas a mí con eso!- bramo, aun mas enojado que cuando llego-. ¡Déjate de estupideces!, ¡quiero a mi hija!
       -Ian tiene razón, Billy- tercio Aarón con parsimonia-; ella no esta bien y no se merece verte así. Cálmate.
       -¡Tú, cierra la boca!, ¡No te metas en lo que no te incumbe, Aarón!- vocifero Billy con furia, era normal y tenia derecho a desahogarse… pero yo no le permitiría verla hasta que su estado de violencia disminuyera hasta desaparecer-. ¡¿Dónde esta?!- chillo nuevamente.
       -Ella esta bien, Billy- susurre sin moverme-; tan solo relájate. Solo la asustaras si te ve actuar de esta manera.
       -¡¿Son idiotas?!- grazno, soltándome con ira-, ¡Mataron a mucha gente aquí!, ¿¡Y me piden que me calme?!
  Aarón y Raven asintieron mientras Lía y Mirey me ayudaban a levantarme, y entonces Billy estallo en una sonora carcajada, aunque era evidente que estaba fingiendo o plenamente consumido por la ira y el coraje; pero había otra posibilidad, ni él mismo podía asimilar lo que veían sus ojos, era demasiada violencia… aun para un abogado de oficio que trataba con este tipo de casos.
       -¡Todos irán a la cárcel y no moveré un dedo para salvarlos!- nos amenazo mientras nos daba la espalda-, ¡y todo porque me embarraran a mi también!
       -Al menos bríndanos la oportunidad de explicártelo, Billy- le pidió Aarón con toda la serenidad que fue capaz de conseguir.
       -¿Qué rayos me vas a explicar?- gruño, fulminándolo con la mirada.
  Aarón respiro hondo y le mantuvo la mirada, pero todos sabíamos que Billy aun no se desahogaba, y no tardaría en hacerlo… y todo llego como una sorpresa; el padre de mi novia me acertó un golpe en el rostro, haciéndome caer hacia atrás con violencia, nadie pudo predecirlo y por lo mismo nadie pudo reaccionar a él, y al parecer ni el mismo Billy Bellager pudo prever su movimiento.
       -¡Papá!- chillo una voz aguda desde el otro lado del jardín-. ¿¡Que crees que haces!?
  Mire atónito al lugar del que provenía la voz que conocía tan bien, era Natalia… quien ahora parecía fulminar a su propio padre con la mirada, alguna de sus amigas la había curado, ya que tenia una gaza en el lugar donde antes había estado su herida y ahora se veía igual de imponente que el día que la conocí. Solo que antes su irritación me había parecido graciosa y en este momento era todo lo contrario. La joven de cabello caoba se acerco a mí y soltó un jadeo cuando se dio cuenta de que tenía una herida en el costado, una herida que no recordaba en que momento me había hecho; con un gesto le reste importancia y ella negó con la cabeza.
       -¡Aléjate de ese asesino!- le ordeno su padre, alzando un puño.
       -¡No!- sentencio la chica con frialdad-, ¡no voy a dejarlo solo porque tú lo dices!, ¡soy mayor de edad y puedo hacer lo que se me venga en gana!
       -¡No mientras vivas bajo mi techo, señorita!- la amenazo.
       -¡Como quieras!- agrego ella, mientras me apoyaba para levantarme del suelo-,  ¡y para que lo sepas, este ‘’asesino’’ me salvo la vida!... ¡Y lo amo!
  Esas palabras desarmaron completamente a Billy Bellager, que bajo los hombros al sentirse derrotado, Maurice ayudo a Natalia a llevarme hasta el lugar en donde la había dejado yo momentos antes; hice una mueca en cuanto me senté, debido al dolor… causado por el movimiento. Al parecer Kristen me había apuñalado, pero la ira que estaba contenida en mi cuerpo, aunada a la adrenalina que corría por mi cuerpo en ese momento, había impedido que yo sintiera alguna molestia, y después cuando nos pusimos a buscar a Natalia, la serotonina había reemplazado a la adrenalina y por eso mi cuerpo había permanecido adormecido hasta ese momento.
       -No debiste hacer eso- le susurre sin mirarla.
       -Ya cierra la boca, ahora es mi turno de cuidarte- respondió mientras me alzaba la playera para que Christina pudiera revisarla.
       -Siempre voy a cuidar de ti- inquirí, perdiéndome en sus ojos marrones-, sin importar lo que suceda conmigo.
       -Ian, ya basta- agrego, algo irritada-. Claro que importa lo que pase contigo, no me perdonaría si hoy te hubiera pasado algo más grave por mi culpa.
       -No seas tonta, Natalia- murmure mientras acariciaba su mejilla, ella cerró los ojos e inclino su cabeza contra mi mano-. El único culpable de esto, soy yo.
       -En vista de que no lograre convencerte de lo contrario…- inicio con tranquilidad-, no hay un culpable, solo fueron las circunstancias y ambos nos vimos orillados a actuar, aunque yo… no pude hacer mucho al respecto.
  Su expresión se volvió repentinamente triste y parecía que estuviera recordando algo, algo que la incomodaba demasiado. Acune su rostro en mis manos y pegue mí frente a la suya para sacarla de ese doloroso recuerdo.
       -Natalia, ya… todo esta bien, estoy contigo y no volveré a dejarte sola- le asegure, tratando de creérmelo yo mismo-. Te amo, Natalia.
       -Te amo, Ian- susurro.
  Todos se alejaron de ahí, dejándonos solos un par de minutos, entonces… sentí la repentina urgencia de besarla, de estrecharla contra mi cuerpo, de ser plenamente consciente de que esto era real y no solo el producto de una hermosa alucinación causada por el punzante dolor de la herida abierta en mi costado; todo parecía tan irreal, incluido el dolor mismo. Bien podrían estarme llevando a urgencias en ese momento y a Natalia a la morgue, por eso lo hice. Atraje su cuerpo al mío con la mayor sutileza que pude, ella reacciono como siempre lo había hecho, de forma precipitada… incapaz de dominarse así misma o a sus deseos; pero fue ella quien marco el ritmo del beso, procurando no dañarme… y solo así pude ser tan consciente de que era real, como lo era ahora de que estaba sangrando a borbotones. Un par de pasos hicieron que ella me soltara y se girara para encarar al hombre con el que había discutido. Me sentí frustrado, ya que el beso duro apenas un par de segundos, aunque habían bastado para calmar la ansiedad de mi corazón. Vi como los músculos de Natalia se tensaron debajo su ropa, pero permaneció inmóvil, como un escudo entre su padre y yo.
       -Creo que les debo una disculpa- murmuro él, mirando el suelo.
       -Ya lo creo que sí, papá- gruño Natalia con molestia.
       -Tranquila- le murmure al oído y me levante de donde estaba sentado-. Comprendo tu ira, Billy y me disculpo por haber metido a tu hija en este embrollo, el único culpable soy yo… toma las medidas que creas convenientes, pero deja a los demás fuera de esto.
       -Ian…- susurro Natalia con desanimo.
       -Tranquila, cariño- le dijo Billy con una sonrisa-. Se encargaran de limpiar todo esto, junto con los demás y… aquí no paso nada. Sin embargo, deberían revisarte esa herida.
       -Si, me la atenderé en cuanto esto este limpio- agregue y Natalia me miro fijamente negando con la cabeza.
       -No, lo harás ahora mismo- grazno indicándome la puerta con la mano-. Yo te llevo, dame las llaves.
  Reí sonoramente al recordar que yo había hecho lo mismo con ella unos meses atrás, mientras ella estaba tirada en un camastro de la enfermería con un tobillo roto y yo me preparaba para llevarla a un hospital para que la revisaran. Le entregue las llaves sin decir nada y obedecí a su orden, ellos estaban capacitados para este tipo de situaciones y podían hacerse cargo de todo; y Natalia no me dejaría quedarme ni un segundo mas, mucho menos si estaba herido de gravedad, era una chica algo terca y temeraria… y yo no podía negarle nada. Rodeo el auto, luego de besar la mejilla de su padre, subió y encendió el motor en silencio; pero aun había algo que Natalia no había previsto, ¿Qué demonios íbamos a argumentar en el hospital al llegar?, la mire expectante… tratando de comunicarme con ella sin tener que hablar.
       -Si, si… ya lo pensé- susurro luego de suspirar-, les diremos que fue un asalto.
       -¿Cómo explicaras eso?- señale la gaza en su mejilla, la que ella retiro sin mucha discusión.
       -¿Contento?- mascullo con serenidad.
       -Mas que eso, y conforme… si es a lo que te refieres- la espete sin mirarla.
       -¿De que hablas?- inquirió mirándome, al llegar a un cruce donde estaba encendida la luz roja.
       -El auto- concluí sonriendo, ella me siguió mirando… esperando una respuesta-. Es demasiado lujoso como para que no nos lo hayan quitado.
       -Demonios, Ian- garzo mientras volvía a pisar el acelerador-. ¿Querrías dejar de ser tan pesimista?
  Solté una carcajada y mire por la ventana con tranquilidad, mirando su actitud a través del reflejo del vidrio, estaba confundida, pero no volvió a decir nada en todo el trayecto hasta el hospital. Era un nuevo entorno, donde nunca la había visto desenvolverse, siempre tan tranquila y serena… aunque en ocasiones parecía tan vulnerable como una hoja de papel; pero nunca imagine que realmente fuera a desenvolverse como si trabajara en un lugar así, puesto que no conocía mucho de su vida en Omaha.
       -Ven, te ayudo a bajar- susurro mientras abría mi puerta.
       -Claro, gracias linda- respondí, apoyándome un poco contra su cuerpo.
  El dolor había adormecido mi cuerpo y solo sentía una débil punzada en el lugar donde debía encontrarse la herida, contuve el gemido que afloro en mi pecho cuando comenzamos a subir los escalones que llevaban directamente al edificio hospitalario; no iba a agobiarla mas con lo sucedido, ya había sufrido bastante por un buen tiempo, que ojala pudiera extenderse al resto de su vida. La escalinata me pareció eterna, y al parecer a Natalia igual… pude escuchar como maldecía en voz baja mientras caminábamos con algo de prisa hacia el interior del hospital. Una enfermera nos vio desde la puerta y se precipito a nosotros, al mirarme pareció algo sorprendida que aun estuviera consciente y fuera completamente capaz de moverme por mi mismo, con la ayuda mínima, aunque debió atribuírselo a que era una herida hecha hace pocos minutos, lo cual no era totalmente cierto; Natalia la miro y tomo aire mientras me remolcaba con algo de esfuerzo.
       -Esta herido en el costado izquierdo, herida con arma punzocortante- dijo Natalia con un hilo de voz.
       -¿Hace cuanto que fue herido?- pregunto la enfermera mientras nos ayudaba a subir.
       -Dos o quizás tres horas- respondí en un jadeo.
  Los ojos de la enfermera se abrieron como platos al escucharlo, generalmente la perdida de sangre y el dolor provocaban la inconsciencia del paciente… pero parecía sorprendida, sabia que la adrenalina mitigaba el dolor… ya que su acción primordial era hacer que una persona sobreviviera; pero lo que no sabia era porque había adrenalina recorriendo mi cuerpo y ninguno de nosotros esta dispuesto a contárselo. Los tres entramos al hospital y la enfermera nos llevo a un consultorio, para poder ir por un doctor que estuviera en disponible en ese momento para curar y suturar mi herida. Solté el aire, que había mantenido guardado, en cuanto me acosté en la camilla del consultorio; Natalia sonrío y se paro al lado derecho de donde estaba y me tomo de la mano, mientras con la otra me acariciaba el rostro con ternura, le sonreí y entrelace mis dedos con los de ella, sintiéndome atado a su mirada.
       -Todo estará bien- me aseguro, sin pode ocultar sus lagrimas de alegría.
       -Lo sé, y lo estará porque estas aquí… conmigo- conteste sin dejar de mirarla.
  Quiso abrazarme y yo también ansiaba hacerlo, pero el medico que me atendería entro en la habitación para comenzar a curar la herida de mi costado; lo hizo con sumo cuidado, comprendiendo que lo que yo menos quería era causarle mas dolor a Natalia. Una enfermera se puso a limpiar la herida que ella tenía en la mejilla, mientras que le explicaba que fuimos victimas de un inexistente asalto y que yo la había salvado, arriesgando mi propia vida. Ambos parecían convencidos con la historia y nos dieron de alta al terminar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario