Sentí una profunda ira al verlos, como si algo me gritara que Ian no estaba bien y no sabia porque. Dicen que las personas mueren muchas veces, mi primera muerte fue cuando vi a Ian entrar a la cafetería, tenía una herida en la ceja, que aun sangraba, aunque no pareciera importarle; se dolía de uno de sus costados, y caminaba lentamente. Había sido culpa mía que él estuviera así ahora, un nudo se formo en mi garganta; no podía dejar de mirarlo, y no notaba que mis lágrimas me habían traicionado de nuevo y habían salido sin autorización… humedeciendo sin piedad mis mejillas, formando surcos en ellas. Intente levantarme, pero una mano se poso sobre mi hombro suavemente, pero con firmeza y me contuvo, gire la cabeza, irritada, y mire la negativa de Andrew. ¿Por qué estaba en esa condición?, ¿Quién lo había herido tan brutalmente? Realmente no existía un motivo congruente, o valido.
-¿Quiénes son ellos?- gemí sin moverme, sin reprimir mi molestia, acto que todos habían notado ya.
-En resumen, son mercenarios- susurro Mirey mirándolos con rabia-, matan por placer y por dinero… su ambición es todo lo que importa.
-El de cabello castaño claro, el golpeado es Ian Bastank- murmuro Gabriel con expresión dolida-, él es parte de ellos… por que fue obligado.
-La chica es Sara Wayne, el que va con ella es Aarón Toussaint… el líder de todos los demás- me dijo Christina con serenidad.
-El resto son: Germán Swayze, George O’ Neal, Bruce Stone, William Quiroz, Maurice Russell, y Raven Novoa- dijo Andrew casi en mi oído-; en ese orden respectivamente.
-El ultimo es Alexander Flaw- murmuro Lía con temor-. No es muy amigable, y al parecer es inofensivo, pero no lo es; probablemente es el mas inteligente de todos.
Así que ellos eran los que estaban detrás de los asesinatos cometidos en Brooklyn y aquí en Baltimore, aunque aun no existieran pruebas preliminares para apuntar a un sospechoso concreto, todo eran especulaciones y falsas hipótesis, nadie iba a descubrir nada… todos ellos eran asombrosamente meticulosos a la hora de hacer su trabajo; y no ganaba nada sabiéndolo solo yo, pero parecía que todos los que estaban sentados en esa mesa lo supieran también… o al menos lo creyeran fervientemente, sin pruebas, sosteniéndose solo en sus probables teorías, las cuales no tenia mucho deseo de escuchar.
Volví a mirar hacia donde se habían sentado cuatro de ellos, los que conocía. Germán era un hombre alto, exageradamente musculoso y amenazante, como si se atreviera a matar a alguien sin dudarlo un segundo; busque el anillo que los caracterizaba y lo encontré en su mano izquierda, en el dedo meñique. El siguiente, George O’ Neal era un muchacho atractivo, de piel morena clara y ojos negros… su mirada imponía y se notaba que todos en la mesa le tenían suficiente respeto como para no molestarlo, incluido Aarón lo respetaba… también busque el anillo y lo vi en su pulgar de la mano izquierda. Bruce Stone se sentaba al lado de George, y aunque era mucho mas alto que esté… parecía que el control lo tenia el otro, aunque a la vista Bruce se veía mucho mas feroz e imponente que el mismísimo Aarón; baje la mirada a sus manos y encontré el resto de los anillos. Maurice en el índice de la mano izquierda, y Raven en el dedo medio de la misma mano; era un patrón fuera de lo común, pero sin duda algo muy simbólico, y cada uno de ellos tenia rasgos muy notorios a simple vista… sus actitudes eran diferentes entre sí, e inspiraban temor a los que tenían cerca. Nadie se sentaba cerca de su mesa, y cuando alguno se levantaba para ir por algo de comer todos se alejaban al instante, como si tuvieran grabada en la frente la palabra ‘’peligro’’ con letras de neón; aunque a mí personalmente, me inspiraban asco y una ira profunda, más que miedo… ahora sabia que si hubieran querido me habrían matado desde hacia mucho tiempo y hasta ahora ni siquiera me había sentido amenazada. Ian miro a William y le susurro algo al oído, este a su vez se levanto y tomo dos charolas, supuse que el dolor era insoportable y se lo había pedido como un favor, que le trajera algo de comer; Christina se dio cuenta de cómo mis manos se crisparon sobre la mesa mientras mantenía la vista fija en ellos, pero no dijo nada… solo suspiro y miro su plato. A ella no parecía hacerla feliz mi reacción, pero tampoco me sentía capaz de articular palabra para tranquilizarla un poco; sentía que iba a estallar en cualquier segundo y no sabia si gritaría o me levantaría y les armaría un teatro a los que estaban en aquella mesa.
No pude soportarlo ni un minuto más, me levante violentamente de la mesa y camine a la salida, sin darme cuenta que alguien caminaba en mi dirección también, me seguía, cuando lo note lo ignore y seguí caminando, sintiendo más lagrimas agolpándose en mis ojos, clamando una oportunidad para salir; me mordí el labio inferior hasta hacerlo sangrar y apresure el paso negándome a que me volvieran a traicionar… solo quería alejarme de ahí rápidamente, lo hice hasta que choque de frente con uno de ellos… el pelirrojo: Maurice. Alce la mirada desahogando un poco mi rabia al ver su expresión contrariada, pero luego sus labios se curvaron en una frívola sonrisa; bajo su mirada hasta mi labio que sangraba de forma abundante y quito una de sus manos de la charola para meterla en la bolsa de su pantalón. Me quede paralizada, como si esa escena transcurriera en cámara lenta para darle un mayor énfasis a sus movimientos, que parecían extremadamente meticulosos para un ser humano normal, realmente parecía alguien sobrehumano o anormal; alguien apareció detrás de mí y Maurice aumento la velocidad de sus movimientos, como si intentara mantener controlados los ánimos de los presentes, sacando un pañuelo de su bolsillo. Vi sus iníciales grabadas en el pequeño pañuelo con letra cursiva, luego lo doblo por la mitad, sin mirarme a mí realmente, y lo pego a mi labio con suavidad; limpio la sangre que emanaba de mi boca y clavo sus ojos en los míos, sentí como si estuviera tratando de descifrar mi alma… como si quisiera conocer mis secretos, y lo recordé: Ian. Gemí y cerré los ojos, no tanto por lo que pensé sino que también a causa de la excesiva presión que ejerció en mi herida. Pero necesitaba alejarme, no podía permitir que escudriñara en mis pensamientos o mis recuerdos; sus ojos parecían enteramente capaces de percibir hasta el más diminuto rastro de un pensamiento culposo.
-Lo siento- se disculpo con una sonrisa.
-Apártate, Maurice- estallo la voz de Gabriel detrás de mí.
-No…- susurre mirando a Gabriel-, está bien.
-Deberías ir a la enfermería- sugirió Maurice con ironía-, quédatelo… me lo regresaras en otra ocasión.
Dejo su pañuelo, ensangrentado, en mi mano, y luego siguió caminando hacia donde estaban los demás; yo volví a poner el trozo blanco de tela en mi labio y salí de la cafetería con la cabeza baja y Gabriel pegado detrás de mí como mi sombra. No sabia si estaba más confundida que molesta, pero lo que no podía evitar era recordar el demacrado rostro de Ian… y sentirme culpable por ello; Gabriel no se despego de mí hasta que llegamos al estacionamiento y me recargue contra el portaequipajes de mi auto, donde limpie mi herida y guarde el pañuelo en mi bolsillo; desvié la mirada ignorando lo mejor posible el dolor de mi labio y también para huir a la mirada de mi acompañante. Gabriel se veía excesivamente molesto cuando me anime a mirarlo de reojo, su semblante y su tensa mandíbula me lo gritaba; pensé que en cualquier instante explotaría frente a mí, por ser la única persona que se encontrara cerca de él en este momento. Pero mi espera fue en vano, el chico solo resoplo con fuerza y se recargo en el auto, junto a mí; luego me miro y señalo mi labio.
-¿Te duele?- pregunto con algo de consternación.
-Un poco, pero creo que lo peor ya paso- admití antes de suspirar.
Gabriel rió de la nada, como si hubiera recordado algo y luego suspiro, sin mirar algún punto fijo, viendo algo más… algo muy lejano como para que también yo pudiera verlo. Lo mire confundida y lo empuje un poco, quería saber que pensaba, no me gustaba sentirme excluida de todo lo que sucedía… aunque sucediera dentro de su cabeza. Nunca me gusto el sentimiento de duda, y menos cuando alguien lo expresaba cerca de mí.
-¿Qué es tan divertido?- masculle mirándolo.
-Nada, bueno… nada importante- susurro mirándome con curiosidad-, ¿Por qué actuaste así cuando Ian entro a la cafetería?
-Eso no te importa- me escude mientras miraba a otro lado, recordándolo nuevamente… sintiendo como se abría un boquete en la boca de mi estomago, como si alguien me hubiera dado un golpe ahí-, ¿Quién le hizo eso?
-Seguramente el animal de Bruce, bajo las ordenes de Aarón- me contesto mirando la nieve que estaba sobre mi auto-; debió hacer algo que no debía.
Debió hacer algo que no debía, repetí dentro de mi cabeza y pensé en mi improvisado ‘’secuestro’’ luego de que me ayudara en el pasillo; gire y apoye mi frente contra el gélido metal del maletero, cerrando los ojos con una fuerza excesiva… había sido mi culpa y ahora nadie podía convencerme de lo contrario. La amabilidad de Maurice solo había sido una forma de darse cuenta de la culpabilidad que tenia de lo que le había sucedido a Ian, por eso sentí que su mirada escudriñaba mi alma… que su mirada de alojaba en mis entrañas y buscaba explorarme de adentro hacia afuera; golpee el maletero sin poder reprimir un segundo mas el mar de lágrimas que amenazaba mis ojos. ¡Maldita sea!, me dije llena de coraje y me erguí mirando la entrada del edificio principal; Gabriel se amoldo a mi postura como si realmente se tratara de mi sombra y no de otro chico, trague saliva y camine con paso decidido hacia la cafetería. Abrí la puerta y voltee a la izquierda, en dirección a la mesa donde se sentaban todos los compañeros de Ian… sentí nauseas, no por mí si no por el desprecio que en mí había despertado hacia ellos; Sara me miro con sus inexpresivos ojos grisáceos, sin dejar de mirarme se inclino hacia su novio y éste también me miro sin mostrar emoción alguna. Bruce y Maurice se levantaron instantáneamente al ver que me acercaba sin importarme las amenazantes miradas que me lanzaban todos en aquella mesa, todos menos Ian… quién me miraba con expresión suplicante… como si sus ojos me gritaran que me alejara; no sabia si lo que me guiaba era el coraje o mi instinto, que debía estar confundido o atrofiado… porque lo normal era que yo no me acercara a ellos si estaba plenamente segura de que representaban un peligro potencial para mi existencia.
Seguí moviéndome, lo sabía porque cada vez estaba más cerca de ellos y no porque sintiera mis extremidades; de hecho me percate de que tenía todo el cuerpo entumecido, pero no dejaba de moverme y eso me alegraba; mi subconsciente se estaba haciendo cargo de mis movimientos mientras que mi consciente se hacia cargo de formular las palabras que les diría en cuanto estuviera frente a frente con ellos. A lo lejos escuche el rechinido de varias sillas, como si muchas personas se levantaran violentamente de sus asientos; también escuche unos cuchicheos, que provenían de toda la cafetería, y una serie de pasos que se acercaban a mí rápidamente, casi corriendo. En un segundo fue como si solo existiéramos Ian y yo, solo podía verlo a él con su expresión torturada… mientras contraía sus labios en una mueca distorsionada, pude sentir como dejaba de respirar y me detenía rápidamente sin dejar de mirar sus penetrantes ojos azules; había sido una cámara lenta demasiado fugaz. Luego alce la mirada y me tope con el aniñado rostro de Maurice, saque el pañuelo que me había dado y se lo pegue en el pecho molesta; estaba decidida a hablar, pero cuando lo intente… todas las palabras se agolparon en mi garganta y se asfixiaron al chocar unas con otras; fui incapaz de hacerlo, solo me aleje cuando Maurice tomo su pañuelo.
Fui a la mesa donde habían estado todos mis nuevos conocidos, tome mi mochila y salí de la cafetería, Gabriel seguía pegado a mi espalda… eso me irrito mucho más, por lo que me gire y le lance una mirada asesina; comprendió al instante, ya que se detuvo y me miro salir de la cafetería. No iba a volver a huir, nunca más… me exigí a mi misma mientras subía las escaleras para llegar a mi salón de Filosofía, entre y deje mis cosas en el pupitre más cercano a una de las ventanas, pero en la parte de atrás… no quería llamar la atención y menos cuando estaba llorando; oculte mi rostro entre mis brazos, y seguí llorando sin pena a que alguien se diera cuenta. Escuche unos pasos acercándose, pero los ignore y mire a otro lado; pero entonces la puerta se cerro, me sentí atrapada con algo que no podía controlar y alce la mirada… solo para toparme con el chico al que había dañado físicamente, de forma indirecta. Él le puso seguro a la puerta y camino hasta el escritorio, donde se recargo y me miro, yo me levante inmediatamente y me acerque a él; no lucía molesto por mi tonta reacción en la cafetería, más bien se veía aliviado… como si hubiera estado esperado que sucediera algo mucho peor. Me recargue en el pupitre que estaba frente al escritorio y desvié la mirada apenada, no sabia que decir. ¿Qué podía decir?, ¿necesitaba defenderme o atacarlo? No lo sabia, y él no parecía que fuera a darme ninguna pista sobre el tema que íbamos a tratar; mi instinto me rogaba abrazarlo, pero mi consciencia me impedía olvidar sus heridas… heridas que yo había causado con mis actitudes prematuras e irracionales. Suspire mirando hacia la ventana, la nieve comenzaba a derretirse por causa del afanoso sol que se había apoderado del cielo; al menos pasaba algo bueno, el cielo finalmente había dejado de ser plomizo. Ian se acerco, reprimiendo un gemido de dolor, y alzo mi rostro… poniendo su mano bajo mi barbilla; mire sus ojos azules y me sentí culpable de nuevo.
-Eres más tenaz y valiente de lo que imagine- susurro sin dejar de mirarme.
-Perdóname…- murmure cerrando los ojos.
-No digas tonterías, no tengo nada que perdonarte- farfullo mientras acariciaba mi mejilla derecha con su mano, no pude evitar inclinar mi cabeza contra su cálida palma y suspirar-, jamás vi a alguien afrontar a Maurice… frente a todos los demás.
-Eso no cambia que te hayan hecho daño por mi culpa- inquirí abriendo los ojos lentamente-, me siento terriblemente culpable por ello.
-No seas tonta- me dijo, acunando mi rostro en sus manos-, pagare el precio que sea… con tal de que estés a salvo.
Negué con la cabeza lentamente, asustada. ¿Cómo podía decir eso?, ¿Cuál era su motivación para protegerme?, ¿Por qué a mí? Yo no estaba dispuesta a permitir que siguieran lastimándolo por mi culpa.
-No quiero que te lastimen por mi culpa- masculle tragando el nudo que se formo en mi garganta.
-Ellos no pueden saber que te importo, o me usaran para chantajearte- me informo sin dejar de mirarme-, así llegaran a Irina.
¿Por qué tenia que haber venido a este lugar?, ¿Por qué demonios nadie me aviso que todo seria demasiado complicado para mí? Ian tenía razón, si Aarón descubría la mutua atracción que emanábamos él y yo… Irina Slade estaba perdida, y más si Aarón… o el responsable de cumplir dicha misión decidía amenazarme o negociar la vida de Ian; cerré los ojos con fuerza, eso no podía pasar… aunque Irina y yo no fuéramos amigas, yo no era nadie para decidir cuando terminaba su vida y menos aun para exponerla a un peligro como ese.
-¿Y que se supone que debo hacer?- le pregunte con cautela-, ¿renunciar a lo que siento?
‘’A pesar de todo esto, de todo lo que se… no quiero que cambie, no quiero dejar de sentir esto- murmure mirándolo a los ojos-. No importan las consecuencias.
-Nada, por ahora- respondió con frivolidad, poniendo su dedo índice sobre mis labios-; yo no renunciare si tú no lo haces.
¿Eso era una promesa?, ¿me estaba asegurando que sentía lo mismo que yo? La culpa desapareció rápidamente, cambiada por una felicidad que no me sentía capaz de ocultar por mucho tiempo; lo mire de nuevo, perdiéndome en sus azulados ojos. No podía explicar lo que sentía, y tampoco estaba segura de querer hacerlo, simplemente lo sentía y me gustaba sentirlo…, de una extraña manera me sentía segura con él, aunque sabia que era peligroso para ambos, no importaba, a ninguno de los dos nos importaba; mataríamos por poder tener pequeños momentos como el que vivíamos ahora, serian lapsos pequeños… separados por intervalos de tiempo indefinidos y ¡no me importaba! Esperaría el tiempo necesario, nadie podría obligarme a no mirarlo durante el almuerzo… o durante la clase de Historia, si seguía ahí; era inevitable que me cruzara con él en alguno de los pasillos. Eso me mantendría conforme hasta que llegara el próximo encuentro, sin importar cuantos deseos de tenerlo cerca tuviera, esperaría pacientemente, era inevitable que sucediera… Sus ojos reflejaban lo mismo, sabíamos a lo que nos arriesgábamos y estábamos dispuestos a correr el riesgo; sabiendo que sus compañeros no estarían complacidos con ello y que los míos tampoco lo estarían… ya que me habían demostrado que no los toleraban.
El valor que me habían infundido mis conjeturas me ayudaron a que me atreviera a tocar su rostro, con sumo cuidado para no lastimarlo, lo hice… y curvo sus labios en una tierna sonrisa; sus manos bajaron por mi cuello lentamente, por mis brazos y se cerraron en la circunferencia de mi cintura. Mis menudos brazos, como si siempre hubieran pertenecido a ese lugar, se posaron cuidadosamente sobre sus hombros… deslizándose lentamente por su nuca; enrede de mis dedos en su cabello y sonreí también. Quizá mi vida en Baltimore seria más complicada que la que tuve en Nebraska, pero no la afrontaría sola… aun a distancia… Ian siempre estaría detrás de mí, cuidándome para que no cayera. El riesgo solo era el precio que teníamos que pagar para poder pasar momentos a solas, siempre encontraríamos el momento ideal para estar juntos; sin importar el día, la hora, o el lugar…
Inclino su cabeza lentamente contra la mía y entrecerró los ojos, presionando sus labios contra los míos; la sensación fue en aumento, una especie de calor se esparció por mi cuerpo… haciéndome caer en un inexplicable letargo. Respondí al beso de forma automática, sin pensarlo… no podía pensar en otra cosa que no fuera estar a su lado, para siempre, el riesgo no importaba… juntos nada podía pasarnos; me atrajo lentamente hasta su cuerpo, hasta que estuve contra él. El beso se torno más ferviente cuando estuvimos en esa posición, nada nos reprimía en este momento… no existía nadie a demás de nosotros, él no le temía a nada y yo tampoco; me esforzaba en respirar, mientras mis brazos se negaban a dejarlo ir… no quería que se fuera, la espera para volver a estar juntos podía ser larga, no estaba segura de cuanto tiempo pasaría, por eso quería aferrarme a él el mayor tiempo posible. Tenía que dejarlo ir, lo supe cuando me alejo un poco de su cuerpo… suave, pero firme; respire hondo y baje un poco la cabeza, pensativa. Ian me tomo del rostro y lo alzo para poder mirar mi expresión, luego me beso en la frente y sonrío, aun con sus labios pegados a mi frente.
-Procura dormirte tarde esta noche, ¿si?- me susurro sin soltarme.
Lo mire con expresión contrariada y se rió por lo bajo, luego volvió a poner sus labios contra los míos en un beso fugaz, luego se alejo de mí y abrió la puerta para irse; solo me quede de pie… mirándolo desaparecer por el pasillo. Resople y volví a mi asiento mientras miraba la hora en mi celular, faltaban 3 minutos para que la clase comenzara… el profesor también había ido a desayunar, así que seguramente llegaría junto con el resto de la clase; así fue, todos mis compañeros… incluidos Gabriel, Irina, Andrew y Christina, entraron detrás del profesor. Él era un hombre que parecía, vagamente, atolondrado… con una mirada mortificada; como si le resultara sumamente complicado estar al frente de un grupo tan numeroso, sin embargo, dejo sus cosas en el escritorio y saco un plumón para poner su nombre en la pizarra. Sin duda tenía rasgos orientales, pero no imagine que su apellido tuviera raíces japonesas tan fuertes, su nombre era: Paul Herikawa; comenzó a hablar sobre las raíces históricas de la filosofía moderna, pero yo estaba más concentrada en encontrarle significado a lo que me había pedido Ian. Procura dormirte tarde esta noche, ¿Qué me había querido decir con eso?, ¿Qué era lo que tenia planeado?... seguí mirando la cancha, un intendente estaba limpiando la nieve mientras el equipo de soccer calentaba; me sorprendí mucho al ver a Ian calentando, parecía que el frio no aumentaba el dolor de los golpes que tenia, y era como si no le dolieran en absoluto…
-Señorita Natalia, ¿puede decirme que significa filosofía?- me pregunto el profesor, que estaba parado a mi lado… sin que yo me hubiera fijado en ello.
-Ah…- gemí mirándolo intimidada-, la filosofía es un termino derivado del griego que significa ‘’amor por la sabiduría’’; por ello es una búsqueda que nunca concluye, puesto que nunca se obtiene el conocimiento pleno de la realidad.
El profesor asintió y siguió su camino, yo cerré los ojos relajándome en mi asiento, al menos me lo había sacado de encima… pero necesitaba concentrarme; mire a Christina, ella estaba semi volteada en mi dirección y negó con la cabeza, luego señalo a Gabriel y él me paso una nota.
¿Estas loca?, ¿Por qué desapareciste de la cafetería?... pareciera que ocultas algo Natalia, ¿Qué sucede?
Suspire y tome mi lapicera para contestar su nota, me estresaba que no confiara en mí… pero tampoco iba a contarle abiertamente sobre Ian, no después del desprecio que habían mostrado todos cuando los vieron entrar.
No tengo nada, Chris. Solo no me siento bien.
Escribí y luego le devolví la nota a Gabriel. El profesor siguió hablando sobre los rasgos de la filosofía; me dedique a prestar la mayor atención posible, resistiendo a la tentación que representaba saber que Ian estaba en la cancha de soccer. Tome algunas notas sobre lo que me parecía más importante y escuchaba atentamente al profesor.
-La filosofía es un saber de tipo general y totalizante- nos decía el profesor sin apartar la mirada de un pequeño libro, que parecía estar leyendo con bastante interés- , pues pretende ofrecer respuesta a cuestiones de tipo general y mantiene siempre una perspectiva totalizante sobre las mismas.
Sin duda alguna era muy capaz, aunque pareciera que no miraba a nadie… si se le prestaba la atención suficiente podían darse cuenta de que si miraba a todos, que estaba al tanto de cualquier cosa que ocurriera dentro del salón; entonces comprendí que su aburrimiento solo era una careta para despistar a todos los demás. A la distancia sentí como me miraban con sumo detenimiento, una sensación similar a lo que sentí cuando Maurice me miro en la cafetería, pero estaba segura de no haber visto entrar a ninguno de los compañeros de Ian al salón; entonces busque a quien me acosaba. Mi sorpresa fue mayúscula cuando pille a Andrew mirándome, sus ojos develaban una mezcla homogénea de ira y confusión; me quede mirándolo un segundo, y fui incapaz de seguir sosteniéndole la mirada… voltee la cabeza y mire por la ventana, en dirección a la cancha. Ian jugaba como mediocampista en el equipo del colegio, y al parecer era realmente bueno en lo que hacia; reconocí a Aarón también, jugaba como defensa… en el mismo equipo de Ian, hacían un buen equipo los dos, actuaban como si fuera una sola mente controlando los cuerpos de ambos.
De nuevo el profesor se detuvo a mi lado y comenzó a hablar en voz alta, captando mi atención por completo… realmente esa era su idea, mientras yo clavaba la vista en mi libreta, llena de garabatos y algunas ideas, erróneas quizás… alejando de mi mente el rostro de Ian y nuestro pequeño arrumaco secreto.
-Finalmente, la filosofía es un saber de segundo grado- nos dijo mirando el libro, sin moverse de mi lado-, que emplea los datos y contribuciones de las ciencias, que son siempre un conocimiento de primer grado sobre la realidad- cerro si libro y miro el pizarrón-. Mañana quiero un ensayo sobre ¿el porque la filosofía es de carácter interdisciplinar e interrogativo?, pueden irse.
Al terminar de hablar, el timbre sonó; yo anote lo que nos pedía y guarde mis cosas con premura, necesitaba salir de ahí… por primera vez en toda mi vida, estaba agradecida de que mi siguiente clase fuera gimnasia… nunca fui buena, pero necesitaba un poco de aire. Baje las escaleras tranquilamente, ninguno de los chicos… o Christina se molestaron en acompañarme, sabía que solo estaban confundidos… pero no quería hablar con ellos ahora, tenía que pensar; pensar en lo que sentía por Ian, y en el peligro que corría realmente al intentar estar cerca de él. Entre al gimnasio y busque los vestidores para ponerme el uniforme para deportes, cuando llegue busque mi locker y lo abrí para dejar mi mochila, estaba sola… aun no llegaban el resto de la chicas que asistirían a esa clase. Me tome mi tiempo para vestirme, luego tome una liga de mi mochila y me recogí el cabello en una improvisada coleta; escuche los pasos de alguien más en el corredor y me paralice, recordando el miedo que sentí ayer cuando hablaba por teléfono. Existían varias posibilidades, podía tratarse de otra chica que había llegado temprano o Aarón había decidido acabar conmigo ahora que me encontraba sola y vulnerable, sin compañía o cerca de alguien que pudiera escucharme si gritaba; era completamente ilógico que me moviera de donde estaba, pero no podía dejar de mirar en dirección al pasillo. De ahí provenían los pasos, el sonido de una respiración tranquila… pacifica, me amarre los tennis y me levante acercándome a mi locker abierto; la puerta metálica cubría mi rostro, y bloqueaba mi visión hacia el lado izquierdo. Intentaba mantener mi respiración controlada, evitando jadear o alterarme… pero mi desbocado corazón me impedía estar completamente tranquila, el esfuerzo de mi corazón me pedía una entrada extra de oxigeno, cosa que me negaba a hacer; tenía miedo, y ahora más que nunca deseaba encontrarme entre los protectores brazos de Ian o detrás del imponente cuerpo de Sean. Cualquiera de los dos me hubiera brindado una confianza que ahora no tenía y que al parecer no encontraría pronto.
Cerré la puerta del locker lentamente, y mire el reluciente piso del vestidor, que refulgía con fuerza debido las enormes lámparas que colgaban del techo; una gota de sudor frio bajo de mi cabeza… haciendo un largo recorrido por mi cuello, erizando la piel de todo mi cuerpo. Era sumamente tonto que me sintiera así, y más que me pareciera que habían pasado horas desde que escuche a alguien más entrar al gimnasio, y también me parecían siglos desde que la puerta del vestidor se abrió; esos pasos seguían sin prisa, como si estuvieran destinados a aumentar mi terror. Mi nerviosismo no estaba totalmente infundado, pero mi cabeza no estaba en posición de crear hipótesis ahora. Mis dedos estaban cerrados en un puño, y mis ojos seguían clavados en el suelo; no quería moverme, tampoco ansiaba respirar agitada, me atraparía si lo hacia… no me iba a derribar frente a esto. Los riesgos deben tomarse, y lo haría… lo haría por Ian, si era Aarón lo enfrentaría… no tenia idea de cómo lo haría, pero lo haría; busque alguna arma que pudiera utilizar para defenderme, en la banca de madera encontré mi cúter de precisión, se había caído de mi mochila, y ahora lo agradecía.
Lo tome y lo guarde en el bolsillo trasero del pans, era momento de dejar de lado el miedo… no podía seguir siendo tan cobarde, Christina me buscaría aquí cuando no llegara a la siguiente clase que compartíamos; eso no me alegraba tanto como pensé, no quería que ella fuera la primera en ver mi desarticulado cuerpo tendido en el piso. Recordé la imagen censurada del noticiero de ayer, sin reprimir la inmensa cantidad de imágenes que me vinieron a la mente, cualquiera de ellas seria lasciva para quién me encontrara, la voz de la presentadora era fría, cuidadosa…, a la pobre mujer se le había formado un nudo en la garganta al decir la causa de muerte: alguien debió odiarla mucho, para desmembrarla de esa forma… luego de hacerle estallar las viseras, eso había dicho. ¿Correría con la misma suerte?, ¿Cuál de ellos lo haría?, ¿Quién se encargaría de cortar mi existencia de tajo, sin permitirme despedirme o darme una explicación valida?, ¿Cómo reaccionaria Ian, mis padres, mis amigos ante esto?
Obligue a mis pies a moverse, uno delante del otro, en pasos lentos, pero increíblemente firmes… estaba confundida, pero necesitaba seguir, lo iba a logar… tenia fe en ello, una fe inexplicable en mi misma; llegue al borde del último locker y me oculte ahí para poder espiar sin ser vista. Vi una sombra moverse rápidamente, no la vislumbre con claridad… fue solo como un borrón, se movió demasiado rápido para que alcanzara a distinguir una silueta completa; tenia que salir de ese lugar, ya. Me incline un poco más y mire la puerta, estaba a cinco o seis metros de donde estaba, si corría podría salir; pero… ¿y si los demás me esperaban afuera? No podía estar segura de nada, y la puerta del gimnasio quedaba muy lejos de la puerta del vestidor… no lo lograría, ¿voy a morir? Era la única pregunta que podía hacerme. ¿Este era mi fin?
-¿Quiénes son ellos?- gemí sin moverme, sin reprimir mi molestia, acto que todos habían notado ya.
-En resumen, son mercenarios- susurro Mirey mirándolos con rabia-, matan por placer y por dinero… su ambición es todo lo que importa.
-El de cabello castaño claro, el golpeado es Ian Bastank- murmuro Gabriel con expresión dolida-, él es parte de ellos… por que fue obligado.
-La chica es Sara Wayne, el que va con ella es Aarón Toussaint… el líder de todos los demás- me dijo Christina con serenidad.
-El resto son: Germán Swayze, George O’ Neal, Bruce Stone, William Quiroz, Maurice Russell, y Raven Novoa- dijo Andrew casi en mi oído-; en ese orden respectivamente.
-El ultimo es Alexander Flaw- murmuro Lía con temor-. No es muy amigable, y al parecer es inofensivo, pero no lo es; probablemente es el mas inteligente de todos.
Así que ellos eran los que estaban detrás de los asesinatos cometidos en Brooklyn y aquí en Baltimore, aunque aun no existieran pruebas preliminares para apuntar a un sospechoso concreto, todo eran especulaciones y falsas hipótesis, nadie iba a descubrir nada… todos ellos eran asombrosamente meticulosos a la hora de hacer su trabajo; y no ganaba nada sabiéndolo solo yo, pero parecía que todos los que estaban sentados en esa mesa lo supieran también… o al menos lo creyeran fervientemente, sin pruebas, sosteniéndose solo en sus probables teorías, las cuales no tenia mucho deseo de escuchar.
Volví a mirar hacia donde se habían sentado cuatro de ellos, los que conocía. Germán era un hombre alto, exageradamente musculoso y amenazante, como si se atreviera a matar a alguien sin dudarlo un segundo; busque el anillo que los caracterizaba y lo encontré en su mano izquierda, en el dedo meñique. El siguiente, George O’ Neal era un muchacho atractivo, de piel morena clara y ojos negros… su mirada imponía y se notaba que todos en la mesa le tenían suficiente respeto como para no molestarlo, incluido Aarón lo respetaba… también busque el anillo y lo vi en su pulgar de la mano izquierda. Bruce Stone se sentaba al lado de George, y aunque era mucho mas alto que esté… parecía que el control lo tenia el otro, aunque a la vista Bruce se veía mucho mas feroz e imponente que el mismísimo Aarón; baje la mirada a sus manos y encontré el resto de los anillos. Maurice en el índice de la mano izquierda, y Raven en el dedo medio de la misma mano; era un patrón fuera de lo común, pero sin duda algo muy simbólico, y cada uno de ellos tenia rasgos muy notorios a simple vista… sus actitudes eran diferentes entre sí, e inspiraban temor a los que tenían cerca. Nadie se sentaba cerca de su mesa, y cuando alguno se levantaba para ir por algo de comer todos se alejaban al instante, como si tuvieran grabada en la frente la palabra ‘’peligro’’ con letras de neón; aunque a mí personalmente, me inspiraban asco y una ira profunda, más que miedo… ahora sabia que si hubieran querido me habrían matado desde hacia mucho tiempo y hasta ahora ni siquiera me había sentido amenazada. Ian miro a William y le susurro algo al oído, este a su vez se levanto y tomo dos charolas, supuse que el dolor era insoportable y se lo había pedido como un favor, que le trajera algo de comer; Christina se dio cuenta de cómo mis manos se crisparon sobre la mesa mientras mantenía la vista fija en ellos, pero no dijo nada… solo suspiro y miro su plato. A ella no parecía hacerla feliz mi reacción, pero tampoco me sentía capaz de articular palabra para tranquilizarla un poco; sentía que iba a estallar en cualquier segundo y no sabia si gritaría o me levantaría y les armaría un teatro a los que estaban en aquella mesa.
No pude soportarlo ni un minuto más, me levante violentamente de la mesa y camine a la salida, sin darme cuenta que alguien caminaba en mi dirección también, me seguía, cuando lo note lo ignore y seguí caminando, sintiendo más lagrimas agolpándose en mis ojos, clamando una oportunidad para salir; me mordí el labio inferior hasta hacerlo sangrar y apresure el paso negándome a que me volvieran a traicionar… solo quería alejarme de ahí rápidamente, lo hice hasta que choque de frente con uno de ellos… el pelirrojo: Maurice. Alce la mirada desahogando un poco mi rabia al ver su expresión contrariada, pero luego sus labios se curvaron en una frívola sonrisa; bajo su mirada hasta mi labio que sangraba de forma abundante y quito una de sus manos de la charola para meterla en la bolsa de su pantalón. Me quede paralizada, como si esa escena transcurriera en cámara lenta para darle un mayor énfasis a sus movimientos, que parecían extremadamente meticulosos para un ser humano normal, realmente parecía alguien sobrehumano o anormal; alguien apareció detrás de mí y Maurice aumento la velocidad de sus movimientos, como si intentara mantener controlados los ánimos de los presentes, sacando un pañuelo de su bolsillo. Vi sus iníciales grabadas en el pequeño pañuelo con letra cursiva, luego lo doblo por la mitad, sin mirarme a mí realmente, y lo pego a mi labio con suavidad; limpio la sangre que emanaba de mi boca y clavo sus ojos en los míos, sentí como si estuviera tratando de descifrar mi alma… como si quisiera conocer mis secretos, y lo recordé: Ian. Gemí y cerré los ojos, no tanto por lo que pensé sino que también a causa de la excesiva presión que ejerció en mi herida. Pero necesitaba alejarme, no podía permitir que escudriñara en mis pensamientos o mis recuerdos; sus ojos parecían enteramente capaces de percibir hasta el más diminuto rastro de un pensamiento culposo.
-Lo siento- se disculpo con una sonrisa.
-Apártate, Maurice- estallo la voz de Gabriel detrás de mí.
-No…- susurre mirando a Gabriel-, está bien.
-Deberías ir a la enfermería- sugirió Maurice con ironía-, quédatelo… me lo regresaras en otra ocasión.
Dejo su pañuelo, ensangrentado, en mi mano, y luego siguió caminando hacia donde estaban los demás; yo volví a poner el trozo blanco de tela en mi labio y salí de la cafetería con la cabeza baja y Gabriel pegado detrás de mí como mi sombra. No sabia si estaba más confundida que molesta, pero lo que no podía evitar era recordar el demacrado rostro de Ian… y sentirme culpable por ello; Gabriel no se despego de mí hasta que llegamos al estacionamiento y me recargue contra el portaequipajes de mi auto, donde limpie mi herida y guarde el pañuelo en mi bolsillo; desvié la mirada ignorando lo mejor posible el dolor de mi labio y también para huir a la mirada de mi acompañante. Gabriel se veía excesivamente molesto cuando me anime a mirarlo de reojo, su semblante y su tensa mandíbula me lo gritaba; pensé que en cualquier instante explotaría frente a mí, por ser la única persona que se encontrara cerca de él en este momento. Pero mi espera fue en vano, el chico solo resoplo con fuerza y se recargo en el auto, junto a mí; luego me miro y señalo mi labio.
-¿Te duele?- pregunto con algo de consternación.
-Un poco, pero creo que lo peor ya paso- admití antes de suspirar.
Gabriel rió de la nada, como si hubiera recordado algo y luego suspiro, sin mirar algún punto fijo, viendo algo más… algo muy lejano como para que también yo pudiera verlo. Lo mire confundida y lo empuje un poco, quería saber que pensaba, no me gustaba sentirme excluida de todo lo que sucedía… aunque sucediera dentro de su cabeza. Nunca me gusto el sentimiento de duda, y menos cuando alguien lo expresaba cerca de mí.
-¿Qué es tan divertido?- masculle mirándolo.
-Nada, bueno… nada importante- susurro mirándome con curiosidad-, ¿Por qué actuaste así cuando Ian entro a la cafetería?
-Eso no te importa- me escude mientras miraba a otro lado, recordándolo nuevamente… sintiendo como se abría un boquete en la boca de mi estomago, como si alguien me hubiera dado un golpe ahí-, ¿Quién le hizo eso?
-Seguramente el animal de Bruce, bajo las ordenes de Aarón- me contesto mirando la nieve que estaba sobre mi auto-; debió hacer algo que no debía.
Debió hacer algo que no debía, repetí dentro de mi cabeza y pensé en mi improvisado ‘’secuestro’’ luego de que me ayudara en el pasillo; gire y apoye mi frente contra el gélido metal del maletero, cerrando los ojos con una fuerza excesiva… había sido mi culpa y ahora nadie podía convencerme de lo contrario. La amabilidad de Maurice solo había sido una forma de darse cuenta de la culpabilidad que tenia de lo que le había sucedido a Ian, por eso sentí que su mirada escudriñaba mi alma… que su mirada de alojaba en mis entrañas y buscaba explorarme de adentro hacia afuera; golpee el maletero sin poder reprimir un segundo mas el mar de lágrimas que amenazaba mis ojos. ¡Maldita sea!, me dije llena de coraje y me erguí mirando la entrada del edificio principal; Gabriel se amoldo a mi postura como si realmente se tratara de mi sombra y no de otro chico, trague saliva y camine con paso decidido hacia la cafetería. Abrí la puerta y voltee a la izquierda, en dirección a la mesa donde se sentaban todos los compañeros de Ian… sentí nauseas, no por mí si no por el desprecio que en mí había despertado hacia ellos; Sara me miro con sus inexpresivos ojos grisáceos, sin dejar de mirarme se inclino hacia su novio y éste también me miro sin mostrar emoción alguna. Bruce y Maurice se levantaron instantáneamente al ver que me acercaba sin importarme las amenazantes miradas que me lanzaban todos en aquella mesa, todos menos Ian… quién me miraba con expresión suplicante… como si sus ojos me gritaran que me alejara; no sabia si lo que me guiaba era el coraje o mi instinto, que debía estar confundido o atrofiado… porque lo normal era que yo no me acercara a ellos si estaba plenamente segura de que representaban un peligro potencial para mi existencia.
Seguí moviéndome, lo sabía porque cada vez estaba más cerca de ellos y no porque sintiera mis extremidades; de hecho me percate de que tenía todo el cuerpo entumecido, pero no dejaba de moverme y eso me alegraba; mi subconsciente se estaba haciendo cargo de mis movimientos mientras que mi consciente se hacia cargo de formular las palabras que les diría en cuanto estuviera frente a frente con ellos. A lo lejos escuche el rechinido de varias sillas, como si muchas personas se levantaran violentamente de sus asientos; también escuche unos cuchicheos, que provenían de toda la cafetería, y una serie de pasos que se acercaban a mí rápidamente, casi corriendo. En un segundo fue como si solo existiéramos Ian y yo, solo podía verlo a él con su expresión torturada… mientras contraía sus labios en una mueca distorsionada, pude sentir como dejaba de respirar y me detenía rápidamente sin dejar de mirar sus penetrantes ojos azules; había sido una cámara lenta demasiado fugaz. Luego alce la mirada y me tope con el aniñado rostro de Maurice, saque el pañuelo que me había dado y se lo pegue en el pecho molesta; estaba decidida a hablar, pero cuando lo intente… todas las palabras se agolparon en mi garganta y se asfixiaron al chocar unas con otras; fui incapaz de hacerlo, solo me aleje cuando Maurice tomo su pañuelo.
Fui a la mesa donde habían estado todos mis nuevos conocidos, tome mi mochila y salí de la cafetería, Gabriel seguía pegado a mi espalda… eso me irrito mucho más, por lo que me gire y le lance una mirada asesina; comprendió al instante, ya que se detuvo y me miro salir de la cafetería. No iba a volver a huir, nunca más… me exigí a mi misma mientras subía las escaleras para llegar a mi salón de Filosofía, entre y deje mis cosas en el pupitre más cercano a una de las ventanas, pero en la parte de atrás… no quería llamar la atención y menos cuando estaba llorando; oculte mi rostro entre mis brazos, y seguí llorando sin pena a que alguien se diera cuenta. Escuche unos pasos acercándose, pero los ignore y mire a otro lado; pero entonces la puerta se cerro, me sentí atrapada con algo que no podía controlar y alce la mirada… solo para toparme con el chico al que había dañado físicamente, de forma indirecta. Él le puso seguro a la puerta y camino hasta el escritorio, donde se recargo y me miro, yo me levante inmediatamente y me acerque a él; no lucía molesto por mi tonta reacción en la cafetería, más bien se veía aliviado… como si hubiera estado esperado que sucediera algo mucho peor. Me recargue en el pupitre que estaba frente al escritorio y desvié la mirada apenada, no sabia que decir. ¿Qué podía decir?, ¿necesitaba defenderme o atacarlo? No lo sabia, y él no parecía que fuera a darme ninguna pista sobre el tema que íbamos a tratar; mi instinto me rogaba abrazarlo, pero mi consciencia me impedía olvidar sus heridas… heridas que yo había causado con mis actitudes prematuras e irracionales. Suspire mirando hacia la ventana, la nieve comenzaba a derretirse por causa del afanoso sol que se había apoderado del cielo; al menos pasaba algo bueno, el cielo finalmente había dejado de ser plomizo. Ian se acerco, reprimiendo un gemido de dolor, y alzo mi rostro… poniendo su mano bajo mi barbilla; mire sus ojos azules y me sentí culpable de nuevo.
-Eres más tenaz y valiente de lo que imagine- susurro sin dejar de mirarme.
-Perdóname…- murmure cerrando los ojos.
-No digas tonterías, no tengo nada que perdonarte- farfullo mientras acariciaba mi mejilla derecha con su mano, no pude evitar inclinar mi cabeza contra su cálida palma y suspirar-, jamás vi a alguien afrontar a Maurice… frente a todos los demás.
-Eso no cambia que te hayan hecho daño por mi culpa- inquirí abriendo los ojos lentamente-, me siento terriblemente culpable por ello.
-No seas tonta- me dijo, acunando mi rostro en sus manos-, pagare el precio que sea… con tal de que estés a salvo.
Negué con la cabeza lentamente, asustada. ¿Cómo podía decir eso?, ¿Cuál era su motivación para protegerme?, ¿Por qué a mí? Yo no estaba dispuesta a permitir que siguieran lastimándolo por mi culpa.
-No quiero que te lastimen por mi culpa- masculle tragando el nudo que se formo en mi garganta.
-Ellos no pueden saber que te importo, o me usaran para chantajearte- me informo sin dejar de mirarme-, así llegaran a Irina.
¿Por qué tenia que haber venido a este lugar?, ¿Por qué demonios nadie me aviso que todo seria demasiado complicado para mí? Ian tenía razón, si Aarón descubría la mutua atracción que emanábamos él y yo… Irina Slade estaba perdida, y más si Aarón… o el responsable de cumplir dicha misión decidía amenazarme o negociar la vida de Ian; cerré los ojos con fuerza, eso no podía pasar… aunque Irina y yo no fuéramos amigas, yo no era nadie para decidir cuando terminaba su vida y menos aun para exponerla a un peligro como ese.
-¿Y que se supone que debo hacer?- le pregunte con cautela-, ¿renunciar a lo que siento?
‘’A pesar de todo esto, de todo lo que se… no quiero que cambie, no quiero dejar de sentir esto- murmure mirándolo a los ojos-. No importan las consecuencias.
-Nada, por ahora- respondió con frivolidad, poniendo su dedo índice sobre mis labios-; yo no renunciare si tú no lo haces.
¿Eso era una promesa?, ¿me estaba asegurando que sentía lo mismo que yo? La culpa desapareció rápidamente, cambiada por una felicidad que no me sentía capaz de ocultar por mucho tiempo; lo mire de nuevo, perdiéndome en sus azulados ojos. No podía explicar lo que sentía, y tampoco estaba segura de querer hacerlo, simplemente lo sentía y me gustaba sentirlo…, de una extraña manera me sentía segura con él, aunque sabia que era peligroso para ambos, no importaba, a ninguno de los dos nos importaba; mataríamos por poder tener pequeños momentos como el que vivíamos ahora, serian lapsos pequeños… separados por intervalos de tiempo indefinidos y ¡no me importaba! Esperaría el tiempo necesario, nadie podría obligarme a no mirarlo durante el almuerzo… o durante la clase de Historia, si seguía ahí; era inevitable que me cruzara con él en alguno de los pasillos. Eso me mantendría conforme hasta que llegara el próximo encuentro, sin importar cuantos deseos de tenerlo cerca tuviera, esperaría pacientemente, era inevitable que sucediera… Sus ojos reflejaban lo mismo, sabíamos a lo que nos arriesgábamos y estábamos dispuestos a correr el riesgo; sabiendo que sus compañeros no estarían complacidos con ello y que los míos tampoco lo estarían… ya que me habían demostrado que no los toleraban.
El valor que me habían infundido mis conjeturas me ayudaron a que me atreviera a tocar su rostro, con sumo cuidado para no lastimarlo, lo hice… y curvo sus labios en una tierna sonrisa; sus manos bajaron por mi cuello lentamente, por mis brazos y se cerraron en la circunferencia de mi cintura. Mis menudos brazos, como si siempre hubieran pertenecido a ese lugar, se posaron cuidadosamente sobre sus hombros… deslizándose lentamente por su nuca; enrede de mis dedos en su cabello y sonreí también. Quizá mi vida en Baltimore seria más complicada que la que tuve en Nebraska, pero no la afrontaría sola… aun a distancia… Ian siempre estaría detrás de mí, cuidándome para que no cayera. El riesgo solo era el precio que teníamos que pagar para poder pasar momentos a solas, siempre encontraríamos el momento ideal para estar juntos; sin importar el día, la hora, o el lugar…
Inclino su cabeza lentamente contra la mía y entrecerró los ojos, presionando sus labios contra los míos; la sensación fue en aumento, una especie de calor se esparció por mi cuerpo… haciéndome caer en un inexplicable letargo. Respondí al beso de forma automática, sin pensarlo… no podía pensar en otra cosa que no fuera estar a su lado, para siempre, el riesgo no importaba… juntos nada podía pasarnos; me atrajo lentamente hasta su cuerpo, hasta que estuve contra él. El beso se torno más ferviente cuando estuvimos en esa posición, nada nos reprimía en este momento… no existía nadie a demás de nosotros, él no le temía a nada y yo tampoco; me esforzaba en respirar, mientras mis brazos se negaban a dejarlo ir… no quería que se fuera, la espera para volver a estar juntos podía ser larga, no estaba segura de cuanto tiempo pasaría, por eso quería aferrarme a él el mayor tiempo posible. Tenía que dejarlo ir, lo supe cuando me alejo un poco de su cuerpo… suave, pero firme; respire hondo y baje un poco la cabeza, pensativa. Ian me tomo del rostro y lo alzo para poder mirar mi expresión, luego me beso en la frente y sonrío, aun con sus labios pegados a mi frente.
-Procura dormirte tarde esta noche, ¿si?- me susurro sin soltarme.
Lo mire con expresión contrariada y se rió por lo bajo, luego volvió a poner sus labios contra los míos en un beso fugaz, luego se alejo de mí y abrió la puerta para irse; solo me quede de pie… mirándolo desaparecer por el pasillo. Resople y volví a mi asiento mientras miraba la hora en mi celular, faltaban 3 minutos para que la clase comenzara… el profesor también había ido a desayunar, así que seguramente llegaría junto con el resto de la clase; así fue, todos mis compañeros… incluidos Gabriel, Irina, Andrew y Christina, entraron detrás del profesor. Él era un hombre que parecía, vagamente, atolondrado… con una mirada mortificada; como si le resultara sumamente complicado estar al frente de un grupo tan numeroso, sin embargo, dejo sus cosas en el escritorio y saco un plumón para poner su nombre en la pizarra. Sin duda tenía rasgos orientales, pero no imagine que su apellido tuviera raíces japonesas tan fuertes, su nombre era: Paul Herikawa; comenzó a hablar sobre las raíces históricas de la filosofía moderna, pero yo estaba más concentrada en encontrarle significado a lo que me había pedido Ian. Procura dormirte tarde esta noche, ¿Qué me había querido decir con eso?, ¿Qué era lo que tenia planeado?... seguí mirando la cancha, un intendente estaba limpiando la nieve mientras el equipo de soccer calentaba; me sorprendí mucho al ver a Ian calentando, parecía que el frio no aumentaba el dolor de los golpes que tenia, y era como si no le dolieran en absoluto…
-Señorita Natalia, ¿puede decirme que significa filosofía?- me pregunto el profesor, que estaba parado a mi lado… sin que yo me hubiera fijado en ello.
-Ah…- gemí mirándolo intimidada-, la filosofía es un termino derivado del griego que significa ‘’amor por la sabiduría’’; por ello es una búsqueda que nunca concluye, puesto que nunca se obtiene el conocimiento pleno de la realidad.
El profesor asintió y siguió su camino, yo cerré los ojos relajándome en mi asiento, al menos me lo había sacado de encima… pero necesitaba concentrarme; mire a Christina, ella estaba semi volteada en mi dirección y negó con la cabeza, luego señalo a Gabriel y él me paso una nota.
¿Estas loca?, ¿Por qué desapareciste de la cafetería?... pareciera que ocultas algo Natalia, ¿Qué sucede?
Suspire y tome mi lapicera para contestar su nota, me estresaba que no confiara en mí… pero tampoco iba a contarle abiertamente sobre Ian, no después del desprecio que habían mostrado todos cuando los vieron entrar.
No tengo nada, Chris. Solo no me siento bien.
Escribí y luego le devolví la nota a Gabriel. El profesor siguió hablando sobre los rasgos de la filosofía; me dedique a prestar la mayor atención posible, resistiendo a la tentación que representaba saber que Ian estaba en la cancha de soccer. Tome algunas notas sobre lo que me parecía más importante y escuchaba atentamente al profesor.
-La filosofía es un saber de tipo general y totalizante- nos decía el profesor sin apartar la mirada de un pequeño libro, que parecía estar leyendo con bastante interés- , pues pretende ofrecer respuesta a cuestiones de tipo general y mantiene siempre una perspectiva totalizante sobre las mismas.
Sin duda alguna era muy capaz, aunque pareciera que no miraba a nadie… si se le prestaba la atención suficiente podían darse cuenta de que si miraba a todos, que estaba al tanto de cualquier cosa que ocurriera dentro del salón; entonces comprendí que su aburrimiento solo era una careta para despistar a todos los demás. A la distancia sentí como me miraban con sumo detenimiento, una sensación similar a lo que sentí cuando Maurice me miro en la cafetería, pero estaba segura de no haber visto entrar a ninguno de los compañeros de Ian al salón; entonces busque a quien me acosaba. Mi sorpresa fue mayúscula cuando pille a Andrew mirándome, sus ojos develaban una mezcla homogénea de ira y confusión; me quede mirándolo un segundo, y fui incapaz de seguir sosteniéndole la mirada… voltee la cabeza y mire por la ventana, en dirección a la cancha. Ian jugaba como mediocampista en el equipo del colegio, y al parecer era realmente bueno en lo que hacia; reconocí a Aarón también, jugaba como defensa… en el mismo equipo de Ian, hacían un buen equipo los dos, actuaban como si fuera una sola mente controlando los cuerpos de ambos.
De nuevo el profesor se detuvo a mi lado y comenzó a hablar en voz alta, captando mi atención por completo… realmente esa era su idea, mientras yo clavaba la vista en mi libreta, llena de garabatos y algunas ideas, erróneas quizás… alejando de mi mente el rostro de Ian y nuestro pequeño arrumaco secreto.
-Finalmente, la filosofía es un saber de segundo grado- nos dijo mirando el libro, sin moverse de mi lado-, que emplea los datos y contribuciones de las ciencias, que son siempre un conocimiento de primer grado sobre la realidad- cerro si libro y miro el pizarrón-. Mañana quiero un ensayo sobre ¿el porque la filosofía es de carácter interdisciplinar e interrogativo?, pueden irse.
Al terminar de hablar, el timbre sonó; yo anote lo que nos pedía y guarde mis cosas con premura, necesitaba salir de ahí… por primera vez en toda mi vida, estaba agradecida de que mi siguiente clase fuera gimnasia… nunca fui buena, pero necesitaba un poco de aire. Baje las escaleras tranquilamente, ninguno de los chicos… o Christina se molestaron en acompañarme, sabía que solo estaban confundidos… pero no quería hablar con ellos ahora, tenía que pensar; pensar en lo que sentía por Ian, y en el peligro que corría realmente al intentar estar cerca de él. Entre al gimnasio y busque los vestidores para ponerme el uniforme para deportes, cuando llegue busque mi locker y lo abrí para dejar mi mochila, estaba sola… aun no llegaban el resto de la chicas que asistirían a esa clase. Me tome mi tiempo para vestirme, luego tome una liga de mi mochila y me recogí el cabello en una improvisada coleta; escuche los pasos de alguien más en el corredor y me paralice, recordando el miedo que sentí ayer cuando hablaba por teléfono. Existían varias posibilidades, podía tratarse de otra chica que había llegado temprano o Aarón había decidido acabar conmigo ahora que me encontraba sola y vulnerable, sin compañía o cerca de alguien que pudiera escucharme si gritaba; era completamente ilógico que me moviera de donde estaba, pero no podía dejar de mirar en dirección al pasillo. De ahí provenían los pasos, el sonido de una respiración tranquila… pacifica, me amarre los tennis y me levante acercándome a mi locker abierto; la puerta metálica cubría mi rostro, y bloqueaba mi visión hacia el lado izquierdo. Intentaba mantener mi respiración controlada, evitando jadear o alterarme… pero mi desbocado corazón me impedía estar completamente tranquila, el esfuerzo de mi corazón me pedía una entrada extra de oxigeno, cosa que me negaba a hacer; tenía miedo, y ahora más que nunca deseaba encontrarme entre los protectores brazos de Ian o detrás del imponente cuerpo de Sean. Cualquiera de los dos me hubiera brindado una confianza que ahora no tenía y que al parecer no encontraría pronto.
Cerré la puerta del locker lentamente, y mire el reluciente piso del vestidor, que refulgía con fuerza debido las enormes lámparas que colgaban del techo; una gota de sudor frio bajo de mi cabeza… haciendo un largo recorrido por mi cuello, erizando la piel de todo mi cuerpo. Era sumamente tonto que me sintiera así, y más que me pareciera que habían pasado horas desde que escuche a alguien más entrar al gimnasio, y también me parecían siglos desde que la puerta del vestidor se abrió; esos pasos seguían sin prisa, como si estuvieran destinados a aumentar mi terror. Mi nerviosismo no estaba totalmente infundado, pero mi cabeza no estaba en posición de crear hipótesis ahora. Mis dedos estaban cerrados en un puño, y mis ojos seguían clavados en el suelo; no quería moverme, tampoco ansiaba respirar agitada, me atraparía si lo hacia… no me iba a derribar frente a esto. Los riesgos deben tomarse, y lo haría… lo haría por Ian, si era Aarón lo enfrentaría… no tenia idea de cómo lo haría, pero lo haría; busque alguna arma que pudiera utilizar para defenderme, en la banca de madera encontré mi cúter de precisión, se había caído de mi mochila, y ahora lo agradecía.
Lo tome y lo guarde en el bolsillo trasero del pans, era momento de dejar de lado el miedo… no podía seguir siendo tan cobarde, Christina me buscaría aquí cuando no llegara a la siguiente clase que compartíamos; eso no me alegraba tanto como pensé, no quería que ella fuera la primera en ver mi desarticulado cuerpo tendido en el piso. Recordé la imagen censurada del noticiero de ayer, sin reprimir la inmensa cantidad de imágenes que me vinieron a la mente, cualquiera de ellas seria lasciva para quién me encontrara, la voz de la presentadora era fría, cuidadosa…, a la pobre mujer se le había formado un nudo en la garganta al decir la causa de muerte: alguien debió odiarla mucho, para desmembrarla de esa forma… luego de hacerle estallar las viseras, eso había dicho. ¿Correría con la misma suerte?, ¿Cuál de ellos lo haría?, ¿Quién se encargaría de cortar mi existencia de tajo, sin permitirme despedirme o darme una explicación valida?, ¿Cómo reaccionaria Ian, mis padres, mis amigos ante esto?
Obligue a mis pies a moverse, uno delante del otro, en pasos lentos, pero increíblemente firmes… estaba confundida, pero necesitaba seguir, lo iba a logar… tenia fe en ello, una fe inexplicable en mi misma; llegue al borde del último locker y me oculte ahí para poder espiar sin ser vista. Vi una sombra moverse rápidamente, no la vislumbre con claridad… fue solo como un borrón, se movió demasiado rápido para que alcanzara a distinguir una silueta completa; tenia que salir de ese lugar, ya. Me incline un poco más y mire la puerta, estaba a cinco o seis metros de donde estaba, si corría podría salir; pero… ¿y si los demás me esperaban afuera? No podía estar segura de nada, y la puerta del gimnasio quedaba muy lejos de la puerta del vestidor… no lo lograría, ¿voy a morir? Era la única pregunta que podía hacerme. ¿Este era mi fin?
No hay comentarios:
Publicar un comentario