Escuche el sonido de un teléfono fijo sonar incesantemente, mientras que los zapatos de mi madre sonaban frenéticamente sobre el piso de madera, acercándose rápidamente al repiqueteo del aparato.
-¿Hola?- murmuro mi madre al teléfono, mientras yo me esforzaba por abrir los ojos-, ¡Billy!- exclamo con sorpresa-, tranquilo, habla más despacio por favor. Un segundo, habla con Mitch- finalizo mi madre, al darse cuenta de que la miraba fijamente.
-Yo, quiero hablar con él- susurre, pidiéndole silenciosamente a Mike que me bajara.
-Por supuesto, cariño- accedió ella abrazándome-. Mientras tanto te preparare un baño caliente y Mitch hará algo rico de cenar.
-Gracias- susurre mientras tomaba el auricular del teléfono, Mike no se aparto de mi lado, parecía mi sombra mucho mas que otro ser humano-. Hola, papá.
-¡Natalia!, gracias al cielo estas bien- grito mi padre, dejando notar su alivio-, ¿Por qué no me dijiste nada?
-No me habrías dejado hacerlo, me hubieras pedido que lo pensara o te habría parecido ridículo porque no han pasado ni 10 horas desde que te dije que lo amaba- conteste, sosegando mi voz lo mejor posible.
-Así que ha sido por él- grazno mi padre, irritado-; no lo habría imaginado. Pero al menos pudiste dejar una nota o llamarme a mí en vez de a Christina.
-Lo lamento mucho, papá…
-Tranquila cariño, me alivia saber que estas bien y que estas con tu madre- admitió sin esfuerzo-; se que ella será más capaz que yo de aconsejarte. Pero debo decirte que Ian esta viajando ahora mismo a Lincoln, lo dedujo muy rápido y nadie fue capaz de detenerlo; parece un buen chico, deberías hablar con él.
-No estoy segura de querer hacerlo- me mordí el labio inferior, obligándome a recordar el día que lo vi en tan mal estado en la cafetería, la sangre palpito a través de la piel de mi labio y por eso me detuve, no quería que sangrara de nuevo.
-Nadie te obliga a nada, solo piénsalo con detenimiento y toma tu decisión sin dar muchos rodeos…
-Lo hare- accedí, mirando a Mike-. Adiós papá, cuídate y de nuevo… lo lamento.
-Descuida, todo esta bien. Cuídate tu, te amo cariño- me dijo, antes de cortar la comunicación.
Ahora si me sentía como una estúpida bien hecha, al parecer iba a lastimar a más personas de las que beneficiaria con mi decisión. Billy me había demostrado que podía vivir muy bien sin mi presencia y quizá hasta lo disfrutara más, al no tener que preocuparse constantemente por mis actitudes y mi inclinación por meterme en líos. Pero ahora solo había algo a lo que tenía que atenerme, Ian estaba en camino y yo no encontraba las palabras para explicarle lo que había pasado por mi mente en el momento que decidí irme; lo conocía demasiado bien y seguramente habría culpado a Aarón por mi partida, pero lo cierto era que ni yo misma conocía a la perfección mis motivos. Tal vez el temor a morir fue lo que me orillo a hacerlo, o quizás el miedo de que Ian muriera defendiéndome, no lo sabia. Maldita sea, ¿Cuándo se torno todo tan complicado? Cerré los ojos al mismo tiempo que mis brazos se cerraron en torno a Mike, era él todo lo que me quedaba por ahora, el único pilar que me mantendría en pie tanto como lo necesitara. Él también me abrazo, susurrándome al oído que todo iba a estar bien, tan solo escucho la mitad de mi conversación y aun así, seguramente, había entendido todo.
-Debo ir a bañarme, antes de que venga mi madre y me arrastre al baño- reí mientras lo soltaba.
-Es una buena idea- me concedió.
Lo bese en la mejilla camine por el pasillo que daba tanto al baño, como a mi habitación; entre a la habitación de baño y abrí las llaves de la regadera y luego comencé a quitarme la ropa mojada con la que había viajado. Mi cuerpo desnudo me hizo sentir mucho mas vulnerable, más de lo que ya me había sentido unos días antes. Un escalofrío subió por mi columna, como si se tratase de una descarga eléctrica, trague saliva mientras me armaba de valor para voltear y encarar a lo que me asechaba. Esto no podía pasar nuevamente, o ¿si? Voltee decidida, pero solo me tope con la fría y empañada pared de azulejos que estaba a mi izquierda.
-Estoy nerviosa…- susurre para mi misma, mientras alejaba los ojos de mi reflejo en la pared y entraba a la ducha-. Pero, ¿Por qué?
Kristen había muerto, Ian la había matado para salvarme, así que… ¿Por qué el temor?, no tenia ninguna explicación valida o coherente. El calor del agua recorriendo mi cuerpo con delicadeza logro relajarme lo suficiente para que todo aquello a lo que temía desapareciera, con la misma rapidez con la que había aparecido. Tome una bocanada de aire mientras buscaba una toalla con la mano para salir; sonreí para mi misma cuando escuche un barullo en la cocina. Mitch estaba en la cocina, preparando algo de cenar para todos los que estaban en la casa esa noche. Suspire ruidosamente, mientras corría a mi habitación. Todo estaba ahí, intacto; mi cama, mi ropero, mis libros y toda mi ropa, eso me calmo aun más, mi habitación siempre me hizo sentir segura, tranquila y protegida. Busque una fina blusa verde, que era mi favorita, de manga larga. Tome unos jeans y me enfunde con ellos mientras buscaba unas balerinas con la mirada, las encontré y me las puse, para luego tomar el cepillo y pasarlo por mi cabello cuidadosamente; entonces descubrí algo, que me dolía, suspire molesta y comencé a palpar mi cráneo con cuidado, hasta que di con la razón de mi malestar. Tenía una pequeña herida cerca de la nuca, provocada, seguramente, cuando Kristen me lanzo contra la pared; la sangre no me gustaba y tenía que ocultarla para no preocupar a nadie. Abrí uno de mis cajones y saque un trozo de gasa, junto con un poco de tela adhesiva, y comencé a curar yo sola la lesión de mi cabeza; al terminar la oculte con mi cabello y salí de mi habitación, guiada por el aroma que provenía de la cocina.
Aun no podía ahuyentar completamente el temor que se había apoderado de mí unos minutos antes en la ducha, había sido demasiado real, tanto como cuando Kristen vivía y me asechaba a la distancia. ¿Qué podía ser ahora?, o mejor dicho ¿Quién era esta vez? y ¿Por qué solo a mí? Si esto continuaba, el desenlace seria similar o peor al de Baltimore, pues esta vez podían matar a mi mamá o a Mitch por mi culpa. ¿Qué iba a hacer ahora?, yo no podía protegerlos contra alguien como Kristen, ni tampoco podría pelear contra algún miembro de la Hermandad, si nos atacaban estábamos perdidos; no iban a desperdiciar la oportunidad que tenían, matándonos sin que nadie se lo esperara, sin que nadie pudiera ayudarnos. Éramos un blanco demasiado sencillo, aunque quizá ello nos brindaría una oportunidad, a Kristen le gustaban los retos y la diversión que suponía enfrentarse a alguien que podía ganarle, tal vez si no suponíamos un reto para mi nuevo cazador, perdería el interés y nos dejaría en paz. Sin duda, era un posibilidad bastante realista y viable, bastante factible; pero también existía la posibilidad de que ni siquiera se molestara en averiguar si éramos una presa difícil, quizá su misión era solo matarnos sin hacer demasiada faramalla o dejar demasiadas pistas. Realmente el peligro ya no estaba en Baltimore, sino aquí en Omaha, ¿quería, yo, enteramente volver a Baltimore ahora que no había un peligro latente en casa de Billy?
Me senté en la mesa con aire ausente, cosa que todos notaron inmediatamente. Mike me tomo de la mano para infundirme confianza, mientras mi madre me miraba fijamente, al igual que Mitch.
-¿Qué ocurre, Natalia?- susurro mamá con preocupación, igual a como la escuche cuando me fracture el tobillo.
-No es nada- mentí-, en serio- murmure, mirando a Mike fijamente.
Comimos en silencio, yo sabía que mi madre tramaba algo dentro de su cabeza, probablemente la forma más correcta de asaltarme con preguntas sobre mi repentino regreso; que aunque la hacía muy feliz, también la contrariaba demasiado. Sus sentimientos se encontrarían confundidos, al igual que los míos, justo en este momento, en el que estaba volviéndome enteramente consciente de lo que acababa de hacer. A mí no me hacia tan feliz como a todos, el haber regresado a Omaha, al lugar que fue mi hogar por tantos años, de hecho… me entristecía lo suficiente como para querer volver inmediatamente a Baltimore. Cuando terminamos, recogí mi plato y lo lleve al fregador, donde lo lave y espere a que los demás llevaran los suyos, para así terminar de lavarlos de una buena vez.
-Oye, Mike- susurro Mitch con alegría-, ¿quieres acompañarme a comprar una pieza para el auto?
-Por supuesto, vamos- accedió Mike, con la misma alegría.
Vaya, se llevaban demasiado bien. Gemí, todo había sido planeado, según podía darme cuenta. Mitch y Mike se irían, para que de esa manera mi madre pudiera hablar conmigo sin ninguna interrupción; suspire mientras me acomodaba el cabello, esperando pacientemente a que llegara mi madre con el resto de los trastes. Era el momento perfecto para que me asaltara con preguntas imprudentes e inesperadas. Me pareció raro, por primera vez en años, me resultaba tedioso tener que escuchar a mi madre con sus sermones sobre responsabilidad y moral; no tenia ni un poco de ganas de escucharla, así como tampoco quería discutir con ella. Cerré los ojos y trague saliva mientras abría el grifo con extremo cuidado, para no perder de vista ningún movimiento de mi madre, escuche como sus pies se arrastraron tímidamente desde el comedor; la mire de reojo, tratando de escudriñar su expresión, pero siempre parecía, totalmente, carente de aflicción o molestia, siempre parecía alegre… feliz, contenta. Era imposible enojarse con ella. Mire el agua yéndose por el desagüe mientras ella se recargaba en una pared que estaba detrás de mí.
-¿Quieres contarme que ocurre?- inicio, con un tono dulce en la voz-. Por favor, hija, no me digas que no es nada.
-Termine con Ian- sentencie, volviéndome para poder mirarla a los ojos-. Solo eso.
Me apoye contra el fregador, al sentir que todo mi mundo se desestabilizo al decir aquellas palabras, era mentira, pero no podía permitir que ella lo supiera; solo Billy lo sabia y tampoco creía conveniente que mi madre lo supiera.
-Oh, cariño- murmuro ella, precipitándose hacia mí para abrazarme-. Discúlpame, no debí preguntar.
-Era tu deber como madre- la espete, cerrando mis brazos en torno a su cuerpo.
-Lo sé, pero te lastima hablar de ello- me corrigió, ¿Por qué tenia que haberse dado cuenta de ello?-. Tranquila, todo estará bien.
-Supongo que mi destino es quedarme sola, para siempre- le susurre al oído, cuando lo que realmente quería decir era no, nada estará bien… nunca más. Pero no podía ser honesta, me mataba tener que mentirle pero no encontraba otra salida.
-No seas tonta, aun tienes toda la vida por delante- me aseguro-; solo es cuestión de tiempo para que encuentres a alguien que de verdad te ame y te valore.
Ya lo había encontrado, solo que las circunstancias nos había alejado y ya no encontraba como volver sin lastimar a todos lo que amaba, o al menos a la mayoría de ellos. No pude evitar las lágrimas que asaltaron mis ojos en ese momento, así que las deje correr libremente mientras humedecían la blusa de mi madre; a ella no parecía molestarle, quizá por ello fuera madre, porque siempre estaba pendiente de su hija y porque no le molestaba nada de lo que yo pudiera hacer, bueno o malo, que pudiera decepcionarla. Le sonreí cuando la solté, ella limpio las lágrimas de mis ojos con delicadeza y también me sonrió; luego ambas suspiramos y nos echamos a reír.
-Gracias por recibirme de vuelta- le dije.
-Esta es tu casa y serás bienvenida siempre que quieras- me aseguro, abrazándome nuevamente.
-Gracias, mamá- admití, rindiéndome ante su abrazo.
Era tan normal estar con mi mamá de esa forma, la echaba mucho de menos, la extrañaba… me había hecho falta los últimos meses, me hizo falta cuando me sentía confundida con respecto a Isaac y Sean; me hizo falta cuando me sentí acorralada por el grupo de Aarón, pero de igual manera había sido lo mejor que ella hubiera estado lejos durante el desarrollo de todos lo problemas de los que fui víctima, o mejor dicho, de los que fui un daño colateral. Era mejor así, que fuera totalmente ajena a todo eso… a todo lo que paso, a lo que yo quería olvidar; ella me dio los trastes y yo termine de lavarlos, ante su atenta y maternal mirada. Yo amaba a mi mamá y la posibilidad de que la estuviera poniendo en riesgo me estaba consumiendo, y no podía hacer nada al respecto; no podía encarar a quien me seguía, si que antes él o ella se comunicaran conmigo como la última vez. ¿Qué hacer?, ¿Cómo sacarlos de este problema? Entonces la imagen de Ian, sumamente molesto por mi partida, acudió a mi mente y se apodero de ella con una velocidad excepcional; ¿realmente estaría molesto por mi huida o le molestaría más el hecho de que mi vida estaba en riesgo por mi propia imprudencia?, probablemente la respuesta era un ‘’sí’’, carente de expresiones, algo que me golpearía como un látigo y dejaría el rastro por siempre en mi cuerpo, como una marca. Una lágrima rodo desde mi mejilla, para juntarse con el resto de agua que había en la tarja, ¿había cometido un error?, ¿Cómo saberlo? No existía una manera, al menos no una sencilla, no encontraba ni siquiera una respuesta a esa pregunta; mi madre se alejo de la cocina cuando el vehículo de Mitch ronroneo cerca de la entrada, finalmente habían regresado. ¿Cuánto tiempo había pasado?, ¿Por qué no era capaz de medir el tiempo?, ¿era una secuela del trauma que acababa de vivir?, ¿era el cansancio?
Me detuve un segundo a pensarlo. No, tenia que ser otra cosa; yo ya estaba consciente de lo que había pasado, ya había recordado lo que sucedió en la casa de Billy, y cuando llegue a Omaha todo estaba bien conmigo; o al menos lo estaba hasta antes de sentirme asechada de nuevo. ¿Otra manera de asustarme?, ¿quizá una ramificación de la capacidad de control mental de Kristen?, ¡maldita sea, ¿Qué era?! Sostuve la respiración un segundo, esperando a que la sensación de ahogo me dominara, pero no sucedió. Entonces tenia que ser otra cosa, pero ¿Qué?
Salí de la cocina secándome las manos, Mike alzo la mirada inmediatamente para cruzarla con la mía y poder darse cuenta de mis pensamientos; vi su rostro, lucia confundido, como si no alcanzara a comprender lo que me sucedía. Vaya, si lo supiera… yo misma se lo habría preguntado, pensé… ni siquiera yo comprendía que me pasaba; y si lo sabía, no comprendía como podía expresarlo o decírselo a alguien, sin que me juzgara como una demente con paranoia o un, muy aceptado, síndrome de estrés pos-traumático. Camine a mi habitación y Mike me siguió. La luz del crepúsculo se colaba con eficacia por el enorme ventanal que estaba, en lugar de otra pared, del otro lado de la casa; abrí la puerta y entre en mi habitación, seguida de cerca por Mike.
-¿Qué ocurre, Natalia?- me pregunto, mirándome fijamente mientras yo cerraba la puerta detrás de mí.
-No lo se…- admití encogiendo los hombros-, quizá ya enloquecí o solo estoy cansada; pero si se algo… tengo mucho miedo, Mike y no se de que.
-Explícame, no logro comprender- insistió, tumbándose sobre mi cama.
-¡Si pudiera explicártelo mejor, lo haría, Mike!- estalle, cubriendo mi rostro y luego llevándome ambas manos al cabello-. No se como hacerlo.
-¿A que le temes?, ¿Qué paso en Baltimore?- me atajo, volviendo a clavar su mirada en mi cuerpo-. Puedes confiar en mí, lo sabes de sobra.
-Le temo a un alguien, no a un algo- respondí con cautela, sin darle demasiada información-, en Baltimore… alguien murió por culpa mía, por protegerme- continúe, ante su escéptica mirada-. No quiero morir, Mike. Me asusta.
En ese momento todas mis fuerzas me abandonaron, y caí al suelo destrozada, sin poder darle una oportunidad a mis labios para que siguieran moviéndose; lloraba de una forma irracional y desmedida, provocando que Mike se levantara de la cama y me rodeara con sus brazos para consolarme. Era con una de las, pocas, personas con las que me sentía protegida y a salvo; pero en este momento creía que sería mucho más peligroso para él estar cerca de mí, que un confort para mi alma y mi escaza fortaleza. Pero no podía negarle a mi cuerpo la sensación de bienestar, de protección, de amor incondicional; aunque yo no pudiera brindarle ninguna de esas sensaciones a Mike. Me sentía mal por ello, probablemente me habría ahorrado todo esto si me hubiera enamorado de él y no de Derek; si hubiera sido así, yo jamás habría dejado de Nebraska, nunca hubiera huido a Baltimore, nunca habría conocido a Ian… en ese momento sentí una punzada en el pecho, ¿Cómo podía pensar eso?, Ian era lo mejor que me había pasado en la vida, era estúpido pensar que solo se trataba de un error; no lo era, jamás lo sería, nunca me iba a arrepentir de amarlo y mucho menos de haberlo conocido.
Mike me cargo y me deposito en mi cama, debajo de las cobijas, y se acorruco a mi lado; yo, por mi parte, inmediatamente me acomode sobre su pecho, para poder darme cuenta si se iba o no. Aunque ya sabía que no lo haría, él me apreciaba y no era capaz de abandonarme luego de lo que le había confesado. Respire hondo y él comenzó a acariciar mi cabello con ternura, orillándome a dormitar; me aferre a su playera, dejándome llevar por lo bien que me sentía en ese momento. Aunque siempre estaría latente la posibilidad de despertar gritando, era normal… aun me acosaba el recuerdo de esa detonación, la detonación que le arrebato la vida a Irina. Eso bastaría para hacerme sentir temerosa y vulnerable, aunque no podía serlo ahora… no ante lo que estaba pasando en mi casa, conmigo y, posiblemente, también con mi familia. Me quede dormida luego de eso, aunque mi mente no dejaba de maquilar ideas, ni tampoco de pasar imágenes como en un video muy poco gracioso.
¿Cuándo vería a Ian aquí en Omaha?, yo realmente quería verlo, lo extrañaba, lo necesitaba y luego de la llamada de Billy, sabia que él a mi también. Sonreí inconscientemente ante aquella idea, ambos queríamos estar juntos, lo deseábamos fieramente. Volví a acomodarme en la cama, escuchando vagamente como Mike tarareaba una canción de cuna, era muy lindo conmigo, un amigo que nunca creí merecer, pero que siempre estaba ahí… sin importar lo mal que lo tratara, nunca me había dejado desamparada. Abrí un ojo y vi que la mortecina luz de la luna se filtraba sin esfuerzo entre las vaporosas cortinas de mi habitación; no supe deducir que hora era, quizá dos o tres de la mañana, no lo sabía. Pero otra vez me sentía acosada por alguien, alguien que compartía el espacio con Mike y conmigo; alguien que nos vigilaba tranquilamente desde las sombras de mi habitación, ¿Quién era?, ó ¿Quién podía ser? No sabia si quería saber eso, posiblemente era necesario… pero no quería saberlo, tal vez no era relevante y solo serviría para entorpecer, aun más, mi capacidad de actuar ante esta situación. Cerré los ojos otra vez, tratando de ignorar esa sensación, contrarrestándola con el recuerdo de Ian y la primera vez que vi sus ojos; solo eso bastaba para alejar cualquier temor de mis pensamientos…
-¿Hola?- murmuro mi madre al teléfono, mientras yo me esforzaba por abrir los ojos-, ¡Billy!- exclamo con sorpresa-, tranquilo, habla más despacio por favor. Un segundo, habla con Mitch- finalizo mi madre, al darse cuenta de que la miraba fijamente.
-Yo, quiero hablar con él- susurre, pidiéndole silenciosamente a Mike que me bajara.
-Por supuesto, cariño- accedió ella abrazándome-. Mientras tanto te preparare un baño caliente y Mitch hará algo rico de cenar.
-Gracias- susurre mientras tomaba el auricular del teléfono, Mike no se aparto de mi lado, parecía mi sombra mucho mas que otro ser humano-. Hola, papá.
-¡Natalia!, gracias al cielo estas bien- grito mi padre, dejando notar su alivio-, ¿Por qué no me dijiste nada?
-No me habrías dejado hacerlo, me hubieras pedido que lo pensara o te habría parecido ridículo porque no han pasado ni 10 horas desde que te dije que lo amaba- conteste, sosegando mi voz lo mejor posible.
-Así que ha sido por él- grazno mi padre, irritado-; no lo habría imaginado. Pero al menos pudiste dejar una nota o llamarme a mí en vez de a Christina.
-Lo lamento mucho, papá…
-Tranquila cariño, me alivia saber que estas bien y que estas con tu madre- admitió sin esfuerzo-; se que ella será más capaz que yo de aconsejarte. Pero debo decirte que Ian esta viajando ahora mismo a Lincoln, lo dedujo muy rápido y nadie fue capaz de detenerlo; parece un buen chico, deberías hablar con él.
-No estoy segura de querer hacerlo- me mordí el labio inferior, obligándome a recordar el día que lo vi en tan mal estado en la cafetería, la sangre palpito a través de la piel de mi labio y por eso me detuve, no quería que sangrara de nuevo.
-Nadie te obliga a nada, solo piénsalo con detenimiento y toma tu decisión sin dar muchos rodeos…
-Lo hare- accedí, mirando a Mike-. Adiós papá, cuídate y de nuevo… lo lamento.
-Descuida, todo esta bien. Cuídate tu, te amo cariño- me dijo, antes de cortar la comunicación.
Ahora si me sentía como una estúpida bien hecha, al parecer iba a lastimar a más personas de las que beneficiaria con mi decisión. Billy me había demostrado que podía vivir muy bien sin mi presencia y quizá hasta lo disfrutara más, al no tener que preocuparse constantemente por mis actitudes y mi inclinación por meterme en líos. Pero ahora solo había algo a lo que tenía que atenerme, Ian estaba en camino y yo no encontraba las palabras para explicarle lo que había pasado por mi mente en el momento que decidí irme; lo conocía demasiado bien y seguramente habría culpado a Aarón por mi partida, pero lo cierto era que ni yo misma conocía a la perfección mis motivos. Tal vez el temor a morir fue lo que me orillo a hacerlo, o quizás el miedo de que Ian muriera defendiéndome, no lo sabia. Maldita sea, ¿Cuándo se torno todo tan complicado? Cerré los ojos al mismo tiempo que mis brazos se cerraron en torno a Mike, era él todo lo que me quedaba por ahora, el único pilar que me mantendría en pie tanto como lo necesitara. Él también me abrazo, susurrándome al oído que todo iba a estar bien, tan solo escucho la mitad de mi conversación y aun así, seguramente, había entendido todo.
-Debo ir a bañarme, antes de que venga mi madre y me arrastre al baño- reí mientras lo soltaba.
-Es una buena idea- me concedió.
Lo bese en la mejilla camine por el pasillo que daba tanto al baño, como a mi habitación; entre a la habitación de baño y abrí las llaves de la regadera y luego comencé a quitarme la ropa mojada con la que había viajado. Mi cuerpo desnudo me hizo sentir mucho mas vulnerable, más de lo que ya me había sentido unos días antes. Un escalofrío subió por mi columna, como si se tratase de una descarga eléctrica, trague saliva mientras me armaba de valor para voltear y encarar a lo que me asechaba. Esto no podía pasar nuevamente, o ¿si? Voltee decidida, pero solo me tope con la fría y empañada pared de azulejos que estaba a mi izquierda.
-Estoy nerviosa…- susurre para mi misma, mientras alejaba los ojos de mi reflejo en la pared y entraba a la ducha-. Pero, ¿Por qué?
Kristen había muerto, Ian la había matado para salvarme, así que… ¿Por qué el temor?, no tenia ninguna explicación valida o coherente. El calor del agua recorriendo mi cuerpo con delicadeza logro relajarme lo suficiente para que todo aquello a lo que temía desapareciera, con la misma rapidez con la que había aparecido. Tome una bocanada de aire mientras buscaba una toalla con la mano para salir; sonreí para mi misma cuando escuche un barullo en la cocina. Mitch estaba en la cocina, preparando algo de cenar para todos los que estaban en la casa esa noche. Suspire ruidosamente, mientras corría a mi habitación. Todo estaba ahí, intacto; mi cama, mi ropero, mis libros y toda mi ropa, eso me calmo aun más, mi habitación siempre me hizo sentir segura, tranquila y protegida. Busque una fina blusa verde, que era mi favorita, de manga larga. Tome unos jeans y me enfunde con ellos mientras buscaba unas balerinas con la mirada, las encontré y me las puse, para luego tomar el cepillo y pasarlo por mi cabello cuidadosamente; entonces descubrí algo, que me dolía, suspire molesta y comencé a palpar mi cráneo con cuidado, hasta que di con la razón de mi malestar. Tenía una pequeña herida cerca de la nuca, provocada, seguramente, cuando Kristen me lanzo contra la pared; la sangre no me gustaba y tenía que ocultarla para no preocupar a nadie. Abrí uno de mis cajones y saque un trozo de gasa, junto con un poco de tela adhesiva, y comencé a curar yo sola la lesión de mi cabeza; al terminar la oculte con mi cabello y salí de mi habitación, guiada por el aroma que provenía de la cocina.
Aun no podía ahuyentar completamente el temor que se había apoderado de mí unos minutos antes en la ducha, había sido demasiado real, tanto como cuando Kristen vivía y me asechaba a la distancia. ¿Qué podía ser ahora?, o mejor dicho ¿Quién era esta vez? y ¿Por qué solo a mí? Si esto continuaba, el desenlace seria similar o peor al de Baltimore, pues esta vez podían matar a mi mamá o a Mitch por mi culpa. ¿Qué iba a hacer ahora?, yo no podía protegerlos contra alguien como Kristen, ni tampoco podría pelear contra algún miembro de la Hermandad, si nos atacaban estábamos perdidos; no iban a desperdiciar la oportunidad que tenían, matándonos sin que nadie se lo esperara, sin que nadie pudiera ayudarnos. Éramos un blanco demasiado sencillo, aunque quizá ello nos brindaría una oportunidad, a Kristen le gustaban los retos y la diversión que suponía enfrentarse a alguien que podía ganarle, tal vez si no suponíamos un reto para mi nuevo cazador, perdería el interés y nos dejaría en paz. Sin duda, era un posibilidad bastante realista y viable, bastante factible; pero también existía la posibilidad de que ni siquiera se molestara en averiguar si éramos una presa difícil, quizá su misión era solo matarnos sin hacer demasiada faramalla o dejar demasiadas pistas. Realmente el peligro ya no estaba en Baltimore, sino aquí en Omaha, ¿quería, yo, enteramente volver a Baltimore ahora que no había un peligro latente en casa de Billy?
Me senté en la mesa con aire ausente, cosa que todos notaron inmediatamente. Mike me tomo de la mano para infundirme confianza, mientras mi madre me miraba fijamente, al igual que Mitch.
-¿Qué ocurre, Natalia?- susurro mamá con preocupación, igual a como la escuche cuando me fracture el tobillo.
-No es nada- mentí-, en serio- murmure, mirando a Mike fijamente.
Comimos en silencio, yo sabía que mi madre tramaba algo dentro de su cabeza, probablemente la forma más correcta de asaltarme con preguntas sobre mi repentino regreso; que aunque la hacía muy feliz, también la contrariaba demasiado. Sus sentimientos se encontrarían confundidos, al igual que los míos, justo en este momento, en el que estaba volviéndome enteramente consciente de lo que acababa de hacer. A mí no me hacia tan feliz como a todos, el haber regresado a Omaha, al lugar que fue mi hogar por tantos años, de hecho… me entristecía lo suficiente como para querer volver inmediatamente a Baltimore. Cuando terminamos, recogí mi plato y lo lleve al fregador, donde lo lave y espere a que los demás llevaran los suyos, para así terminar de lavarlos de una buena vez.
-Oye, Mike- susurro Mitch con alegría-, ¿quieres acompañarme a comprar una pieza para el auto?
-Por supuesto, vamos- accedió Mike, con la misma alegría.
Vaya, se llevaban demasiado bien. Gemí, todo había sido planeado, según podía darme cuenta. Mitch y Mike se irían, para que de esa manera mi madre pudiera hablar conmigo sin ninguna interrupción; suspire mientras me acomodaba el cabello, esperando pacientemente a que llegara mi madre con el resto de los trastes. Era el momento perfecto para que me asaltara con preguntas imprudentes e inesperadas. Me pareció raro, por primera vez en años, me resultaba tedioso tener que escuchar a mi madre con sus sermones sobre responsabilidad y moral; no tenia ni un poco de ganas de escucharla, así como tampoco quería discutir con ella. Cerré los ojos y trague saliva mientras abría el grifo con extremo cuidado, para no perder de vista ningún movimiento de mi madre, escuche como sus pies se arrastraron tímidamente desde el comedor; la mire de reojo, tratando de escudriñar su expresión, pero siempre parecía, totalmente, carente de aflicción o molestia, siempre parecía alegre… feliz, contenta. Era imposible enojarse con ella. Mire el agua yéndose por el desagüe mientras ella se recargaba en una pared que estaba detrás de mí.
-¿Quieres contarme que ocurre?- inicio, con un tono dulce en la voz-. Por favor, hija, no me digas que no es nada.
-Termine con Ian- sentencie, volviéndome para poder mirarla a los ojos-. Solo eso.
Me apoye contra el fregador, al sentir que todo mi mundo se desestabilizo al decir aquellas palabras, era mentira, pero no podía permitir que ella lo supiera; solo Billy lo sabia y tampoco creía conveniente que mi madre lo supiera.
-Oh, cariño- murmuro ella, precipitándose hacia mí para abrazarme-. Discúlpame, no debí preguntar.
-Era tu deber como madre- la espete, cerrando mis brazos en torno a su cuerpo.
-Lo sé, pero te lastima hablar de ello- me corrigió, ¿Por qué tenia que haberse dado cuenta de ello?-. Tranquila, todo estará bien.
-Supongo que mi destino es quedarme sola, para siempre- le susurre al oído, cuando lo que realmente quería decir era no, nada estará bien… nunca más. Pero no podía ser honesta, me mataba tener que mentirle pero no encontraba otra salida.
-No seas tonta, aun tienes toda la vida por delante- me aseguro-; solo es cuestión de tiempo para que encuentres a alguien que de verdad te ame y te valore.
Ya lo había encontrado, solo que las circunstancias nos había alejado y ya no encontraba como volver sin lastimar a todos lo que amaba, o al menos a la mayoría de ellos. No pude evitar las lágrimas que asaltaron mis ojos en ese momento, así que las deje correr libremente mientras humedecían la blusa de mi madre; a ella no parecía molestarle, quizá por ello fuera madre, porque siempre estaba pendiente de su hija y porque no le molestaba nada de lo que yo pudiera hacer, bueno o malo, que pudiera decepcionarla. Le sonreí cuando la solté, ella limpio las lágrimas de mis ojos con delicadeza y también me sonrió; luego ambas suspiramos y nos echamos a reír.
-Gracias por recibirme de vuelta- le dije.
-Esta es tu casa y serás bienvenida siempre que quieras- me aseguro, abrazándome nuevamente.
-Gracias, mamá- admití, rindiéndome ante su abrazo.
Era tan normal estar con mi mamá de esa forma, la echaba mucho de menos, la extrañaba… me había hecho falta los últimos meses, me hizo falta cuando me sentía confundida con respecto a Isaac y Sean; me hizo falta cuando me sentí acorralada por el grupo de Aarón, pero de igual manera había sido lo mejor que ella hubiera estado lejos durante el desarrollo de todos lo problemas de los que fui víctima, o mejor dicho, de los que fui un daño colateral. Era mejor así, que fuera totalmente ajena a todo eso… a todo lo que paso, a lo que yo quería olvidar; ella me dio los trastes y yo termine de lavarlos, ante su atenta y maternal mirada. Yo amaba a mi mamá y la posibilidad de que la estuviera poniendo en riesgo me estaba consumiendo, y no podía hacer nada al respecto; no podía encarar a quien me seguía, si que antes él o ella se comunicaran conmigo como la última vez. ¿Qué hacer?, ¿Cómo sacarlos de este problema? Entonces la imagen de Ian, sumamente molesto por mi partida, acudió a mi mente y se apodero de ella con una velocidad excepcional; ¿realmente estaría molesto por mi huida o le molestaría más el hecho de que mi vida estaba en riesgo por mi propia imprudencia?, probablemente la respuesta era un ‘’sí’’, carente de expresiones, algo que me golpearía como un látigo y dejaría el rastro por siempre en mi cuerpo, como una marca. Una lágrima rodo desde mi mejilla, para juntarse con el resto de agua que había en la tarja, ¿había cometido un error?, ¿Cómo saberlo? No existía una manera, al menos no una sencilla, no encontraba ni siquiera una respuesta a esa pregunta; mi madre se alejo de la cocina cuando el vehículo de Mitch ronroneo cerca de la entrada, finalmente habían regresado. ¿Cuánto tiempo había pasado?, ¿Por qué no era capaz de medir el tiempo?, ¿era una secuela del trauma que acababa de vivir?, ¿era el cansancio?
Me detuve un segundo a pensarlo. No, tenia que ser otra cosa; yo ya estaba consciente de lo que había pasado, ya había recordado lo que sucedió en la casa de Billy, y cuando llegue a Omaha todo estaba bien conmigo; o al menos lo estaba hasta antes de sentirme asechada de nuevo. ¿Otra manera de asustarme?, ¿quizá una ramificación de la capacidad de control mental de Kristen?, ¡maldita sea, ¿Qué era?! Sostuve la respiración un segundo, esperando a que la sensación de ahogo me dominara, pero no sucedió. Entonces tenia que ser otra cosa, pero ¿Qué?
Salí de la cocina secándome las manos, Mike alzo la mirada inmediatamente para cruzarla con la mía y poder darse cuenta de mis pensamientos; vi su rostro, lucia confundido, como si no alcanzara a comprender lo que me sucedía. Vaya, si lo supiera… yo misma se lo habría preguntado, pensé… ni siquiera yo comprendía que me pasaba; y si lo sabía, no comprendía como podía expresarlo o decírselo a alguien, sin que me juzgara como una demente con paranoia o un, muy aceptado, síndrome de estrés pos-traumático. Camine a mi habitación y Mike me siguió. La luz del crepúsculo se colaba con eficacia por el enorme ventanal que estaba, en lugar de otra pared, del otro lado de la casa; abrí la puerta y entre en mi habitación, seguida de cerca por Mike.
-¿Qué ocurre, Natalia?- me pregunto, mirándome fijamente mientras yo cerraba la puerta detrás de mí.
-No lo se…- admití encogiendo los hombros-, quizá ya enloquecí o solo estoy cansada; pero si se algo… tengo mucho miedo, Mike y no se de que.
-Explícame, no logro comprender- insistió, tumbándose sobre mi cama.
-¡Si pudiera explicártelo mejor, lo haría, Mike!- estalle, cubriendo mi rostro y luego llevándome ambas manos al cabello-. No se como hacerlo.
-¿A que le temes?, ¿Qué paso en Baltimore?- me atajo, volviendo a clavar su mirada en mi cuerpo-. Puedes confiar en mí, lo sabes de sobra.
-Le temo a un alguien, no a un algo- respondí con cautela, sin darle demasiada información-, en Baltimore… alguien murió por culpa mía, por protegerme- continúe, ante su escéptica mirada-. No quiero morir, Mike. Me asusta.
En ese momento todas mis fuerzas me abandonaron, y caí al suelo destrozada, sin poder darle una oportunidad a mis labios para que siguieran moviéndose; lloraba de una forma irracional y desmedida, provocando que Mike se levantara de la cama y me rodeara con sus brazos para consolarme. Era con una de las, pocas, personas con las que me sentía protegida y a salvo; pero en este momento creía que sería mucho más peligroso para él estar cerca de mí, que un confort para mi alma y mi escaza fortaleza. Pero no podía negarle a mi cuerpo la sensación de bienestar, de protección, de amor incondicional; aunque yo no pudiera brindarle ninguna de esas sensaciones a Mike. Me sentía mal por ello, probablemente me habría ahorrado todo esto si me hubiera enamorado de él y no de Derek; si hubiera sido así, yo jamás habría dejado de Nebraska, nunca hubiera huido a Baltimore, nunca habría conocido a Ian… en ese momento sentí una punzada en el pecho, ¿Cómo podía pensar eso?, Ian era lo mejor que me había pasado en la vida, era estúpido pensar que solo se trataba de un error; no lo era, jamás lo sería, nunca me iba a arrepentir de amarlo y mucho menos de haberlo conocido.
Mike me cargo y me deposito en mi cama, debajo de las cobijas, y se acorruco a mi lado; yo, por mi parte, inmediatamente me acomode sobre su pecho, para poder darme cuenta si se iba o no. Aunque ya sabía que no lo haría, él me apreciaba y no era capaz de abandonarme luego de lo que le había confesado. Respire hondo y él comenzó a acariciar mi cabello con ternura, orillándome a dormitar; me aferre a su playera, dejándome llevar por lo bien que me sentía en ese momento. Aunque siempre estaría latente la posibilidad de despertar gritando, era normal… aun me acosaba el recuerdo de esa detonación, la detonación que le arrebato la vida a Irina. Eso bastaría para hacerme sentir temerosa y vulnerable, aunque no podía serlo ahora… no ante lo que estaba pasando en mi casa, conmigo y, posiblemente, también con mi familia. Me quede dormida luego de eso, aunque mi mente no dejaba de maquilar ideas, ni tampoco de pasar imágenes como en un video muy poco gracioso.
¿Cuándo vería a Ian aquí en Omaha?, yo realmente quería verlo, lo extrañaba, lo necesitaba y luego de la llamada de Billy, sabia que él a mi también. Sonreí inconscientemente ante aquella idea, ambos queríamos estar juntos, lo deseábamos fieramente. Volví a acomodarme en la cama, escuchando vagamente como Mike tarareaba una canción de cuna, era muy lindo conmigo, un amigo que nunca creí merecer, pero que siempre estaba ahí… sin importar lo mal que lo tratara, nunca me había dejado desamparada. Abrí un ojo y vi que la mortecina luz de la luna se filtraba sin esfuerzo entre las vaporosas cortinas de mi habitación; no supe deducir que hora era, quizá dos o tres de la mañana, no lo sabía. Pero otra vez me sentía acosada por alguien, alguien que compartía el espacio con Mike y conmigo; alguien que nos vigilaba tranquilamente desde las sombras de mi habitación, ¿Quién era?, ó ¿Quién podía ser? No sabia si quería saber eso, posiblemente era necesario… pero no quería saberlo, tal vez no era relevante y solo serviría para entorpecer, aun más, mi capacidad de actuar ante esta situación. Cerré los ojos otra vez, tratando de ignorar esa sensación, contrarrestándola con el recuerdo de Ian y la primera vez que vi sus ojos; solo eso bastaba para alejar cualquier temor de mis pensamientos…
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