CUATRO MESES DESPUES...
Me sentía feliz de volver a caminar, y de estar de nuevo en casa con Billy… mi madre había regresado a Omaha… luego de obligarme a prometerle que la visitaría en agosto, durante las vacaciones; llevaba casi cinco meses de salir con Ian, y Christina seguía sin hablarme. Lo cual era incomodo, ya que al estar cerca de ella… nadie me volteaba a ver, ninguno de los chicos que había conocido cuando llegue a Baltimore parecía recordarme. No era tan doloroso el hecho de haber perdido a mi mejor amiga, al haber escogido a Ian sobre ella, pero no podía evitar sentirme nostálgica por ello; además habían dejado de pasar cosas extrañas, que tenían que ver directamente con Kristen, al menos desde la perspectiva de Sara.
El calor finalmente se había hecho presente en aquel condado, y este me había obligado a usar faldas, shorts y vestidos que jamás me hubiera puesto de vivir en Omaha, aunque a Ian no parecía molestarle mucho mi cambio de apariencia, incluso parecía feliz… sobretodo con la idea de ir los fines de semana a la playa juntos; Billy quería a Ian, de alguna manera estaba seguro de que él me protegería mejor que otra persona, aunque la que iba a recogerme todas las mañanas era Sara y no Ian, como todo el mundo hubiera esperado. Suspire mientras bajaba las escaleras con la mochila a cuestas, Billy estaba preparando el desayuno en la cocina mientras yo me recogía el cabello con un listón azul, frente a un espejo que había en el pasillo.
-Buenos días cariño- sonrío mi padre cuando entre al comedor.
-Buenos días, papá- respondí mientras dejaba la mochila sobre una silla y me recargaba en la bardita que separaba la cocina del comedor-. ¿Cómo dormiste?
-Excelentemente bien, y ¿tu?- susurro con un tono de sarcasmo en la voz, él sabia muy bien que desde que salía con Ian había dejado de llorar por la noches.
-Bastante bien, aunque soñé con Chris…- admití encogiendo los hombros.
-Deberías hablar con ella- refunfuño mi padre mientras volteaba uno de los panqueques-, el equilibrio es necesario y tu no lo tomas enserio.
-No fue culpa mía que me haya roto un tobillo y ella lo haya malinterpretado- gruñí, intentando escudarme.
-Eso lo sé, pero el orgullo no es un buen consejero- me espeto mi padre con ternura.
Al parecer no solo mi madre me conocía, sin duda Billy había aprendido a leerme durante el tiempo que llevaba viviendo con él, no me parecía malo, era normal… pero no me gustaba que todos conocieran mis sentimientos y que yo desconociera los de los demás. Me quede pensativa mientras lo ayudaba a poner la mesa, y nos sentamos a desayunar con tranquilidad, y sumidos en un silencio semi-absoluto, ya que su radio estaba encendida y el ronroneo de su Mercedez se colaba por las ventanas. Era bueno sentirme mal en casa, ya que al llegar a la escuela todo el panorama cambiaba drásticamente… empezando por la entrada de aquel maravilloso Mustang plateado al estacionamiento, con una lentitud exasperante que me hacia sentir sofocada…, ignorando el hecho de que aguantaba la respiración hasta que Ian descendía del auto y me miraba fijamente; luego todo era armonía, su mano rozando la mía con cariño, sus ojos clavados al frente y aquella sonrisa, que me enloquecía, tatuada en sus labios mientras bromeaba animadamente con George y William. Suspire y levante mi plato para llevarlo al fregadero, los lavaría al volver de la escuela, mi padre me beso en la frente y salió con prisa de la casa; faltaban 15 minutos para que Sara o Ian pasaran por mí, así que decidí esperarlos afuera. Abrí la puerta y me senté en los escalones, que separaban la puerta del jardín, respire profundamente… llenando mis pulmones del cálido aire de esa mañana; aun estaba un poco oscuro, el sol apenas estaba saliendo por el horizonte, aclarando poco a poco el cielo. El césped del jardín estaba totalmente cubierto por rocío, que refulgía tenuemente bajo los primeros rayos de luz matinal; mire el cielo, pensando… recordando mis días en Omaha, el viento frio que soplaba la mayor parte del año, completamente diferente a Baltimore y sin embargo, consideraba ambos lugares mi hogar… un sitio al cual volver si lo deseaba.
El ulular de los pájaros sobre los arboles, comenzaba a arrullarme paulatinamente… aunque ahora dormía mucho más plácidamente, aun estaba algo nerviosa por mi experiencia antes de dar al hospital, la presencia latente de Kristen me estresaba y el solo recordar el miedo que me infundio en ese momento, me erizaba la piel de manera sumamente exagerada; nunca fui miedosa, no hasta ahora, y sabia que tenia un buen motivo para temer… pero también esperaba tener la oportunidad de protegerme a mi misma y a las personas que me importaban. Suspire y abrace mis piernas, era mejor que mi madre estuviera en Omaha, lejos y ajena a lo que estaba sucediendo… Billy corría peligro, por vivir el mismo lugar que yo, por eso procuraba mantenerme cerca de él, el mayor tiempo posible; además de todo extrañaba a Christina, mi mejor amiga, mi confidente… la única persona que me hizo sentir en casa cuando llegue a Baltimore, la necesitaba, mucho mas de lo que estaba dispuesta a aceptar…
Escuche el sonido de una puerta abrirse y me levante mecánicamente, mirando hacia la casa de Christina, ella iba saliendo… se veía tan magnifica como siempre, alta, rubia, esbelta; la chica fantástica que marcaba tendencias y que por dentro era una maraña de emociones y una faramalla de voces que la asediaban al tener tantas ideas al mismo tiempo. Ella me miro, algo confusa por verme afuera y sola, cuando según el plan de Aarón siempre estaría vigilada; Christina salto la barda sin esfuerzo y se acerco a mí lentamente, con un andar gracioso y extremadamente preciso. Me quede muda al tenerla frente a mí, no sabia que decir o como reaccionar, simplemente estaba paralizada por la sorpresa; la mire a los ojos, mi cabeza me decía que la abrazara y le pidiera disculpas, pero mis músculos estaban tensos.
-¡¿Qué haces aquí sola?!- escupió mirando a todos lados-. Yo pensé que iban a cuidarte.
-Aun es temprano…- articule, no se muy bien como-. No… no tardan en venir…
-Ummm, si claro- susurro mientras se sobaba la sien.
-Chris, yo…- murmure, bajando la mirada instintivamente-. Lo lamento.
Mi amiga me miro fijamente, confundida por mis palabras, no lucia molesta en absoluto… solo ligeramente irritada por la ausencia de un cuidador, o alguien que pudiera mantenerme a salvo.
-No estoy molesta contigo, Natalia- aseguro sonriéndome-. Me aleje de ti por tu seguridad, pero después no supe como volver a acercarme.
-Pudiste hacerlo en cualquier instante- le dije, tragando el nudo que se me había formado en la garganta-; pero también fue culpa mía.
-Lo siento, amiga- insistió, abrazándome efusivamente-. Todo estará bien a partir de ahora.
Estaba feliz cuando cerré mis brazos en torno a su cuerpo, cerrando los ojos y curvando mis labios en una sonrisa; al menos había recuperado a mi mejor amiga, y no me importaba que a Sara no le agradara mucho la idea, este no era un problema que le incumbiera totalmente. Pensé en Ian, él estaría feliz de verme feliz… no le importaría que Christina volviera a ser mi amiga, después de todo… sus intereses se habían cruzado, al menos parcialmente; suspire y ella me sonrío con tranquilidad.
-Todos estarán felices de que vuelvas a desayunar con nosotros, aunque sea de vez en cuando- siguió ella, alegremente-. Sobretodo Andrew, aunque no termina de resignarse a que estés con Ian, y Gabriel… quien no se cansa de preguntar por ti.
-Oh, espera…- jadee, recordando el rostro del primer chico, lo primero que se me vino a la mente al ver sus labios y escuchar su voz-, ¿Andrew?
-Si, Andrew… esta bastante interesado en ti- me aseguro con su voz cantarina-; pero esta consciente de que no debe interferir en tu relación con Ian.
Ahora si era raro, ¿Andrew Sullivan estaba fijándose en mí?, ¿acaso solo se fijaban en las chicas con problemas, a las cuales acosa una demente con sed de venganza?, ¿Qué tenia yo en comparación de Christina y Mirey?, era totalmente estúpido que se fijara en mí. Negué con la cabeza, sonriendo sin gracia, era imposible… Christina tenía que estar jugando; suspire y me acomode el cabello detrás de mi oreja, mire a otro lado humedeciendo mis labios. Mi amiga parecía sumamente contenta con en ese hecho, pero no decía nada al respecto, respire hondo y entonces escuche aquel ronroneo que conocía tan bien; mire hacia la calle y vi con claridad como refulgía el color plata bajo los débiles rayos de sol, Christina miro también, en la misma dirección que yo, pero haciendo una mueca de disgusto, completamente contraria a la mía, que era una mueca de felicidad… La persona que más me importaba venia conduciendo ese automóvil, y mi mejor amiga lo sabia, aunque lo aceptara de mala gana; sonreí y me precipite a la acera que estaba frente a la casa, ahí se detuvo lentamente y apago el motor del auto, era la primera vez en semanas que él venia por mí… por eso me alegraba.
Di un paso hacia atrás cuando la puerta se abrió, como si fuera en cámara lenta, lo vi descender del vehículo con el rostro medio cubierto por las gafas oscuras que llevaba, pero irradiaba una sonrisa envidiable; rodeo el auto y me abrazo por la cintura pegándome a su cuerpo, baje la cabeza y él busco mis labios alzándola con su dedo índice. Me era imposible resistir, en el momento que trabo sus labios con los míos perdí la noción del tiempo y olvide la presencia de Christina, que seguía inmóvil en la entrada de la casa, solo quería y ansiaba aferrarme a él; respondí el beso automáticamente, pegando mis manos a su rostro, pero él lo termino antes de que se tornara más ferviente. Sonrió y me beso en la frente mirando a mi amiga con serenidad, yo lo tome de la mano y lo guie hasta el lugar donde ella se encontraba.
-Hola- la saludo Ian con tranquilidad, sin denotar alguna emoción-. ¿Qué tal?
-Hola…- bramo Christina cruzándose de brazos-; son un poco irresponsables, ¿dejarla sola cuando saben que la asechan?, ¿en que cabeza cabe?- mi amiga sonaba realmente molesta, mientras le sostenía la mirada a Ian con frialdad.
-Me disculpo, no fue mi intensión- se excuso Ian, ignorando el apretón que le di a su mano-. No volverá a ocurrir.
-Eso espero, por tu bien y el de los demás- le advirtió Christina y luego camino rápidamente hacia su casa.
Solo pude ver como se alejaba, sin poder ir tras ella. ¿Por qué no podían llevarse bien?, ambos eran importantes para mí, no quería que existiera esa rivalidad tan ridícula y que me lastimaba tanto; lo peor era que no podía hacer nada al respecto, nunca convivirían armoniosamente, no juntos… Suspire y abrí la puerta para ir por mi mochila, soltándome del agarre de Ian. Sentí su mirada en mi espalda mientras caminaba al comedor por la mochila, se había dado cuenta de mi molestia y no sabia como reaccionar ante ella, jamás le di armas para protegerse contra eso; cerré la puerta con llave y camine hasta el Mustang sin poder alejar la imagen de Christina molesta, de mi cabeza. Espere a que Ian abrió la puerta y subí, dejando la mochila en el asiento trasero junto a la suya, él rodeo el auto y subió a su lugar… quedándose pensativo un momento, antes de encender el auto; no pude evitar mirarlo, se veía triste… consumido por un mal que no lograba detectar.
-¿Ian?, ¿Qué ocurre?- susurre poniendo mi mano sobre la suya con delicadeza-, ¿estás bien?
-Lamento ser la manzana de la discordia entre tu y Christina- respondió sin moverse, ni percatarse de mi acción-, se supone que debo cuidarte y protegerte, no herirte y obligarte a elegir.
-Deja de decir tonterías- gemí obligándolo a mirarme-, no eres la manzana de la discordia, ni tampoco me hieres o me obligas a decidir…
-Natalia…- inicio, antes de que lo silenciara poniendo mis dedos sobre sus labios.
-No tienes que decir nada más, esta decisión la tome yo… sabiendo las consecuencias y no me arrepiento- le asegure deslizando mi mano hasta su mejilla-. Quiero estar contigo, sin importar los riesgos. Estoy feliz de estar a tu lado.
Acuno mi rostro con sus manos, incapaz de seguir dominándose y me beso con un apremio que jamás me había permitido sentir, yo lo abrace por el cuello jugando con su cabello mientras trataba de concentrarme en respirar y seguir con el compas que él había marcado; en cualquier segundo alguno de los dos necesitaría oxígeno y no quería ser la que terminara con el brío del beso. Casi me subí sobre él cuando me alejo firmemente, respirando de forma entrecortada, ambos nos habíamos excedido y eso estaba mal, al menos desde la perspectiva de Ian; tome una enorme bocanada de aire y volví a abrazarlo, ya no me permitiría besarlo, al menos no en un buen rato, pero por ahora estaba satisfecha con lo sucedido. Encendió el automóvil y piso el acelerador, sin que yo pudiera dejar de mirarlo; estar a su lado era completamente ilógico, no pensaba en nada coherente, ni tampoco tenia la capacidad de salir de mi estupor por cuenta propia… siempre había tenido que haber un tercero para que reaccionara. Trague saliva y me recargue contra la ventana, mirando el cielo con parsimonia, las nubes estaban equidistantes unas de otras… pero parecían estar atrayéndose mutuamente, lo que anunciaba un posible chubasco; no había visto el cielo de Baltimore encapotado desde hacia cuatro meses… pero las nubes no parecían cambiar en absoluto la belleza de aquella ciudad. Jamás fui tan valiente como para sacrificarme por alguien. Siempre fui demasiado inmadura y egoísta como para darme cuenta del daño que podía hacerle a los demás; apreciaba demasiado mi vida como para arriesgarla por otra persona, aunque esa persona lo mereciera mas que yo. Eso pesaba antes y no me di cuenta en que momento cambie de idea, simplemente sucedió, quizá debido al lugar en el que me encontraba… o el hecho de haber conocido a Ian, no lo sabia y tampoco mostraba mucho interés en saberlo… solo me sentía feliz de que mis pensamientos hubieran cambiado. Siempre me sentí, y fui, tan rara y ajena a todo lo que me rodeaba, tan diferente… pero no con esta latente sensación de que voy a morir, aunque no sepa muy bien como, casi puedo jurar que sucederá; como si fuera mi destino morir por alguien, alguien a quién aprecio… alguien que es muy importante para mí. Y estaba dispuesta a hacerlo, aunque me llamaran mártir o algo por el estilo, no me importaba… solo quería mantener a salvo a las personas que me importaban, así como ellas, seguramente, se esmerarían en mantenerme protegida y lejos de los problemas; mire a Ian por el reflejo del vidrio, siempre tan inescrutable, misterioso, y con ese aire casi cínico… me fascinaba, quizá demasiado… pero ya no podía cambiarlo o evitarlo.
Viro para entrar al estacionamiento, como siempre todo el mundo lo miro acercarse a su lugar… parecía que lo admiraban o le temían, no lo sabia y a él no le importaba en absoluto… ser veía impávido por las miradas, no se amedrentaba por las escépticas miradas de todos a su alrededor; por ello algunos lo tachaban de arrogante, aunque no lo fuera. Bordeo el auto y me abrió la puerta, tome mi mochila y salí con su ayuda; me tomo de la mano animadamente para llevarme hasta el edificio principal, donde compartiríamos la clase de Historia en la primera hora. Baje la cabeza, siempre me sentí algo incomoda al sentir todas esas miradas sobre mí… nunca fui muy interesante, de hecho nunca nadie me había mirado con tanto detenimiento antes, y por eso culpaba a Ian, aunque tendría que acostumbrarme ya que no parecía que fuera a cambiar. Al menos no por el momento. Entramos tomados de la mano, en inmediatamente nos asalto William con una sonrisa burlona, haciéndome el cabello a un lado para poder susurrarme al oído.
-¿Cuándo vendrán los bebés?- me pregunto antes de reír estruendosamente al notar mi sonrojo-. Picaron, eso quiere decir que no falta mucho.
-Deja de portarte como un niño, William- mascullo Ian mirándolo con fiereza-; ese tema no te incumbe en absoluto.
-Solo era una inocente pregunta- se escudo el aludido devolviéndole la mirada-, si la respuesta fuera negativa… no habrían reaccionado de esta forma…
William volvió a reír animadamente y se alejo por el pasillo, sin ocultar su diversión. Ian bufo a mi lado y me abrazo contra su cuerpo, tratando de reprimir el deseo de asesinar a su amigo… teniéndome así de cerca; no me permitió abrazarlo también, solo se quedo así, completamente inmóvil, unos segundos y luego suspiro mientras me soltaba. Mire su rostro, aun no abría los ojos, pero se veía pensativo; yo suspire y sospese las palabras de William, ¿Por qué no me parecía tan descabellada su pregunta?, y mas importante aun… ¿Por qué quería que fuera real y no solo especulaciones? Me mordí el labio inferior, no podía estar pensando en esto… no ahora, no cuando nunca lo había discutido con él, era una decisión que teníamos que tomar juntos, no solo yo; desvíe la mirada, recordando las ocasiones en las que estuvo cerca de pasar y el como se había negado a terminar lo que iniciaba, me irritaba demasiado… pero nunca dije nada, comprendía sus razones, o al menos eso quería creer. Ian tenía toda la razón en no querer hacer nada conmigo, no tenía nada que ver con lo que sentía, pero él pensaba que me había arrastrado a un abismo y que era culpa suya que mi vida y la de Billy corriera peligro. Volví a tomarlo de la mano y lo remolque hasta el salón de Historia, íbamos a llegar tarde y aun no terminaba de reaccionar; subí las escaleras con Ian a cuestas y lo guie hasta el salón, donde finalmente reacciono y me beso la frente. Cada uno tomo su lugar, él junto a William y yo detrás de ellos… junto a Christina y Matt, solo que ahora a mi otro lado estaban Irina y Gabriel; parecían vigilarme con recelo mientras el profesor hablaba, aunque no recuerdo lo que decía… tenía la vista fija en la nuca de Ian. Y no podía dejar de pensar en lo que William había dicho, quería a Ian… ¿Qué tenia de malo tener un hijo?, el único impedimento era la edad… aunque no era un obstáculo mayor, solo requeríamos un permiso firmado por mis padres para poder hacerlo; sus padres estarían felices de verlo feliz, o ¿no?, ¿Qué padre ignoraría la felicidad de su hijo?
Alce la mirada, para percatarme que el profesor seguía hablando… pero solo vi su boca moverse; me sentí nerviosa de nuevo, como si alguien desde el fondo del salón me observara… no seria del todo raro, Andrew podía compartir esta clase conmigo y yo ni siquiera me hubiera dado cuenta por mi distracción al estar cerca de Ian. Moví la cabeza, para relajarme un poco… liberar tensiones y encontrar el hilo de la voz del profesor; pero no lo logre, el aire dejo de llegar a mis pulmones… sentí como si alguien estuviera sofocándome, pero nadie lo hacia, era una sensación enteramente psicológica. Trate de jadear y llamar la atención de alguien, pero no pude… alguien me asfixiaba y no me permitía hablar o moverme; no iba a morir ahí, no… Cerré los ojos con fuerza y use todas mis fuerzas para poder moverme hacia adelante, mis músculos obedecieron lentamente… pero en cuanto lo hice la sensación desapareció; tampoco pude evitar tocarme el cuello, esperando encontrar los surcos de la ligadura que había sentido, pero no había nada… ni si quiera una leve nota de dolor. Como un rayo llego a mi mente el recuerdo de la camioneta, era ella… había vuelto, esto no había terminado, ¿Qué seguía?, ¿Cuál era su plan? Sostuve una de mis plumas con una fuerza innecesaria, provocada por el shock de adrenalina, la pluma se partió en dos… llamando la atención del profesor; que se quedo mudo al igual que todo a mi alrededor… lo único que llego a mis oídos fue el timbrazo que anunciaba el final de la clase. No se como me levante, ni como llegue al vestidor del gimnasio… pero cuando logre reaccionar Sara y Christina me miraban con una preocupación latente en los ojos; enfrente sus miradas y suspire, buscando como explicarlo y esperando a que alguna tomara la palabra para liberarme del nerviosismo. Tome aire y desvié la mirada, dándoles a entender lo que esperaba.
-¿Qué sucedió?- indago Christina buscando mi mirada.
-No, no lo se…- admití encogiendo los hombros.
-¿Fue Kristen?- inquirió Sara en un siseo.
Asentí una sola vez y abrace a Christina, buscando algo de protección.
-¿Quién demonios es Kristen?- siseo Christina mirando a Sara.
-La media hermana de Irina Slade- gruño Sara con cierta molestia-, ¿ahora entiendes el porque buscábamos a Irina con tanta urgencia?
-Usa a Natalia como puente para llegar a ella- concluyo Chris con un nudo en la garganta.
-Brillante deducción, Sherlock- grazno Sara con sarcasmo.
¿Eran hermanas?, ¿Por qué ni siquiera yo lo sabia? Y seguramente ni la mismísima Irina lo sabia, solté a Christina y me acerque a la salida con urgencia; necesitaba a Ian y él también estaba en esta clase. Abrí la puerta del vestíbulo y di un par de pasos, lo vislumbre bajo la canasta de basquetbol… pero antes de poder acercarme mi celular sonó en mi bolsillo; lo saque y vi que era un numero desconocido, Kristen… pensé inmediatamente y conteste.
-Es hermoso, ¿no?- murmuro con su voz melosa-, atlético, guapo… todo lo que podría desear una chica.
-¿Qué quieres?- gemí mientras caminaba a las gradas-. ¿Dónde estas?
-Tranquila niñita, la que pregunta aquí soy yo… y tú, solo obedeces- me ordeno con frialdad-; tengo a tu padre, en su casa… quiero a Irina, o tu vida.
‘’Elige cariño, la vida de tu padre, Irina o tu patética vida a cambio de los dos- su apuesta estaba hecha, y mi suerte con ella, ¿Qué podía hacer al respecto?- tic, tac, tic, tac… si eliges sacrificarte por ellos, tienes una hora para llegar.
La llamada se cortó mientras deslizaba el teléfono lentamente por mi rostro, ¿Cómo sabía lo que elegiría, siempre fui una mártir y estaba dispuesta a sacrificarme por Irina y por mi padre?; mire a Ian de reojo, iba a extrañarlo y él, seguramente, me odiaría por esta decisión tan precipitada. Cerré los ojos con fuerza mientras caminaba hacia la puerta, estaba segura de que pude haber huido, tuve la oportunidad de volver a Omaha, cuando se marcho mi madre… pude elegir volver con ella, pero tan estaba segura de ello, como de el hecho de que Kristen me encontraría súbitamente; no lograría estar a salvo, sin importar donde pretendiera ocultarme, y si huía… ella tenía la vida de mi padre en sus manos. No había forma de sentirme protegida y mucho menos de proteger a Billy; era inútil y estúpido el solo hecho de haber pensado que podía hacer algo.
No me tome la molestia de volver por mis cosas al vestidor, Sara y Christina seguían ahí y les iba a parecer sumamente raro, pero también pensé en que podía ser una magnifica pista para que me buscaran, aunque fuera demasiado tarde, si iba a morir… quería que alguien me encontrara alguien que no fuera mi padre. Me hería profundamente el hecho de pensar en su demacrado rostro, envejecido varios años, al ver a su única hija muerta, fría, sin vida… colocada en el suelo de la sala en una posición inocente, aunque realmente estuviera destrozada; no sabia como actuaba Kristen, pero pronto lo averiguaría. Suspire ruidosamente, el recorrido del gimnasio a la puerta del edificio principal jamás me pareció tan largo y silencioso, era como si todo a mi alrededor confabulara en mi contra para infundirme un miedo mucho mas arraigado del que ya sentía. El pasillo estaba extrañamente vacío, aparentemente muerto, ni siquiera se escuchaba el murmullo de los papeles moviéndose por culpa del viento de un ventilador o el sonido mismo del ventilador, nada… no había sonido alguno, proveniente de ninguna dirección. Me mordí el labio inferior con una fuerza innecesaria, no sangro, pero sentía como punzaba la sangre bajo mi piel… esperando encontrar un diminuto orificio por el cual salir; volví a cerrar los ojos, sin dejar de moverme, intentando alejar la vaga idea de que alguien me observaba con un detenimiento escalofriante.
Me detuve en la puerta, frente al enorme estacionamiento del instituto, justo en ese momento una nube cubrió parcialmente la luz solar… sometiendo al panorama en una lúgubre penumbra; una fría gota de sudor bajo rápidamente por mi nuca cuando baje la pequeña escalinata que me separaba del estacionamiento. Mire de soslayo mi auto, tampoco estaba dispuesta a utilizarlo para llegar a casa, necesitaba dejar más pistas sobre mi paradero, solo esperaba que Sara, Ian y Christina supieran interpretarlas para encontrarme; seguí caminando sin mirar atrás, no sabia si alguien me seguía… y deseaba que no fuera así, ya que si alguien me seguía, seguramente, eso seria fatídico para Billy.
Llegue a la puerta por la que se entraba al instituto y tome un taxi, iba a un encuentro con la muerte… o con mi posible asesina, la persona que había decidido exactamente cuanto tiempo duraría mi vida; le dije la dirección al chofer y me acomode en el mullido asiento… intentando relajarme unos minutos, para no caer presa del pánico…
Me sentía feliz de volver a caminar, y de estar de nuevo en casa con Billy… mi madre había regresado a Omaha… luego de obligarme a prometerle que la visitaría en agosto, durante las vacaciones; llevaba casi cinco meses de salir con Ian, y Christina seguía sin hablarme. Lo cual era incomodo, ya que al estar cerca de ella… nadie me volteaba a ver, ninguno de los chicos que había conocido cuando llegue a Baltimore parecía recordarme. No era tan doloroso el hecho de haber perdido a mi mejor amiga, al haber escogido a Ian sobre ella, pero no podía evitar sentirme nostálgica por ello; además habían dejado de pasar cosas extrañas, que tenían que ver directamente con Kristen, al menos desde la perspectiva de Sara.
El calor finalmente se había hecho presente en aquel condado, y este me había obligado a usar faldas, shorts y vestidos que jamás me hubiera puesto de vivir en Omaha, aunque a Ian no parecía molestarle mucho mi cambio de apariencia, incluso parecía feliz… sobretodo con la idea de ir los fines de semana a la playa juntos; Billy quería a Ian, de alguna manera estaba seguro de que él me protegería mejor que otra persona, aunque la que iba a recogerme todas las mañanas era Sara y no Ian, como todo el mundo hubiera esperado. Suspire mientras bajaba las escaleras con la mochila a cuestas, Billy estaba preparando el desayuno en la cocina mientras yo me recogía el cabello con un listón azul, frente a un espejo que había en el pasillo.
-Buenos días cariño- sonrío mi padre cuando entre al comedor.
-Buenos días, papá- respondí mientras dejaba la mochila sobre una silla y me recargaba en la bardita que separaba la cocina del comedor-. ¿Cómo dormiste?
-Excelentemente bien, y ¿tu?- susurro con un tono de sarcasmo en la voz, él sabia muy bien que desde que salía con Ian había dejado de llorar por la noches.
-Bastante bien, aunque soñé con Chris…- admití encogiendo los hombros.
-Deberías hablar con ella- refunfuño mi padre mientras volteaba uno de los panqueques-, el equilibrio es necesario y tu no lo tomas enserio.
-No fue culpa mía que me haya roto un tobillo y ella lo haya malinterpretado- gruñí, intentando escudarme.
-Eso lo sé, pero el orgullo no es un buen consejero- me espeto mi padre con ternura.
Al parecer no solo mi madre me conocía, sin duda Billy había aprendido a leerme durante el tiempo que llevaba viviendo con él, no me parecía malo, era normal… pero no me gustaba que todos conocieran mis sentimientos y que yo desconociera los de los demás. Me quede pensativa mientras lo ayudaba a poner la mesa, y nos sentamos a desayunar con tranquilidad, y sumidos en un silencio semi-absoluto, ya que su radio estaba encendida y el ronroneo de su Mercedez se colaba por las ventanas. Era bueno sentirme mal en casa, ya que al llegar a la escuela todo el panorama cambiaba drásticamente… empezando por la entrada de aquel maravilloso Mustang plateado al estacionamiento, con una lentitud exasperante que me hacia sentir sofocada…, ignorando el hecho de que aguantaba la respiración hasta que Ian descendía del auto y me miraba fijamente; luego todo era armonía, su mano rozando la mía con cariño, sus ojos clavados al frente y aquella sonrisa, que me enloquecía, tatuada en sus labios mientras bromeaba animadamente con George y William. Suspire y levante mi plato para llevarlo al fregadero, los lavaría al volver de la escuela, mi padre me beso en la frente y salió con prisa de la casa; faltaban 15 minutos para que Sara o Ian pasaran por mí, así que decidí esperarlos afuera. Abrí la puerta y me senté en los escalones, que separaban la puerta del jardín, respire profundamente… llenando mis pulmones del cálido aire de esa mañana; aun estaba un poco oscuro, el sol apenas estaba saliendo por el horizonte, aclarando poco a poco el cielo. El césped del jardín estaba totalmente cubierto por rocío, que refulgía tenuemente bajo los primeros rayos de luz matinal; mire el cielo, pensando… recordando mis días en Omaha, el viento frio que soplaba la mayor parte del año, completamente diferente a Baltimore y sin embargo, consideraba ambos lugares mi hogar… un sitio al cual volver si lo deseaba.
El ulular de los pájaros sobre los arboles, comenzaba a arrullarme paulatinamente… aunque ahora dormía mucho más plácidamente, aun estaba algo nerviosa por mi experiencia antes de dar al hospital, la presencia latente de Kristen me estresaba y el solo recordar el miedo que me infundio en ese momento, me erizaba la piel de manera sumamente exagerada; nunca fui miedosa, no hasta ahora, y sabia que tenia un buen motivo para temer… pero también esperaba tener la oportunidad de protegerme a mi misma y a las personas que me importaban. Suspire y abrace mis piernas, era mejor que mi madre estuviera en Omaha, lejos y ajena a lo que estaba sucediendo… Billy corría peligro, por vivir el mismo lugar que yo, por eso procuraba mantenerme cerca de él, el mayor tiempo posible; además de todo extrañaba a Christina, mi mejor amiga, mi confidente… la única persona que me hizo sentir en casa cuando llegue a Baltimore, la necesitaba, mucho mas de lo que estaba dispuesta a aceptar…
Escuche el sonido de una puerta abrirse y me levante mecánicamente, mirando hacia la casa de Christina, ella iba saliendo… se veía tan magnifica como siempre, alta, rubia, esbelta; la chica fantástica que marcaba tendencias y que por dentro era una maraña de emociones y una faramalla de voces que la asediaban al tener tantas ideas al mismo tiempo. Ella me miro, algo confusa por verme afuera y sola, cuando según el plan de Aarón siempre estaría vigilada; Christina salto la barda sin esfuerzo y se acerco a mí lentamente, con un andar gracioso y extremadamente preciso. Me quede muda al tenerla frente a mí, no sabia que decir o como reaccionar, simplemente estaba paralizada por la sorpresa; la mire a los ojos, mi cabeza me decía que la abrazara y le pidiera disculpas, pero mis músculos estaban tensos.
-¡¿Qué haces aquí sola?!- escupió mirando a todos lados-. Yo pensé que iban a cuidarte.
-Aun es temprano…- articule, no se muy bien como-. No… no tardan en venir…
-Ummm, si claro- susurro mientras se sobaba la sien.
-Chris, yo…- murmure, bajando la mirada instintivamente-. Lo lamento.
Mi amiga me miro fijamente, confundida por mis palabras, no lucia molesta en absoluto… solo ligeramente irritada por la ausencia de un cuidador, o alguien que pudiera mantenerme a salvo.
-No estoy molesta contigo, Natalia- aseguro sonriéndome-. Me aleje de ti por tu seguridad, pero después no supe como volver a acercarme.
-Pudiste hacerlo en cualquier instante- le dije, tragando el nudo que se me había formado en la garganta-; pero también fue culpa mía.
-Lo siento, amiga- insistió, abrazándome efusivamente-. Todo estará bien a partir de ahora.
Estaba feliz cuando cerré mis brazos en torno a su cuerpo, cerrando los ojos y curvando mis labios en una sonrisa; al menos había recuperado a mi mejor amiga, y no me importaba que a Sara no le agradara mucho la idea, este no era un problema que le incumbiera totalmente. Pensé en Ian, él estaría feliz de verme feliz… no le importaría que Christina volviera a ser mi amiga, después de todo… sus intereses se habían cruzado, al menos parcialmente; suspire y ella me sonrío con tranquilidad.
-Todos estarán felices de que vuelvas a desayunar con nosotros, aunque sea de vez en cuando- siguió ella, alegremente-. Sobretodo Andrew, aunque no termina de resignarse a que estés con Ian, y Gabriel… quien no se cansa de preguntar por ti.
-Oh, espera…- jadee, recordando el rostro del primer chico, lo primero que se me vino a la mente al ver sus labios y escuchar su voz-, ¿Andrew?
-Si, Andrew… esta bastante interesado en ti- me aseguro con su voz cantarina-; pero esta consciente de que no debe interferir en tu relación con Ian.
Ahora si era raro, ¿Andrew Sullivan estaba fijándose en mí?, ¿acaso solo se fijaban en las chicas con problemas, a las cuales acosa una demente con sed de venganza?, ¿Qué tenia yo en comparación de Christina y Mirey?, era totalmente estúpido que se fijara en mí. Negué con la cabeza, sonriendo sin gracia, era imposible… Christina tenía que estar jugando; suspire y me acomode el cabello detrás de mi oreja, mire a otro lado humedeciendo mis labios. Mi amiga parecía sumamente contenta con en ese hecho, pero no decía nada al respecto, respire hondo y entonces escuche aquel ronroneo que conocía tan bien; mire hacia la calle y vi con claridad como refulgía el color plata bajo los débiles rayos de sol, Christina miro también, en la misma dirección que yo, pero haciendo una mueca de disgusto, completamente contraria a la mía, que era una mueca de felicidad… La persona que más me importaba venia conduciendo ese automóvil, y mi mejor amiga lo sabia, aunque lo aceptara de mala gana; sonreí y me precipite a la acera que estaba frente a la casa, ahí se detuvo lentamente y apago el motor del auto, era la primera vez en semanas que él venia por mí… por eso me alegraba.
Di un paso hacia atrás cuando la puerta se abrió, como si fuera en cámara lenta, lo vi descender del vehículo con el rostro medio cubierto por las gafas oscuras que llevaba, pero irradiaba una sonrisa envidiable; rodeo el auto y me abrazo por la cintura pegándome a su cuerpo, baje la cabeza y él busco mis labios alzándola con su dedo índice. Me era imposible resistir, en el momento que trabo sus labios con los míos perdí la noción del tiempo y olvide la presencia de Christina, que seguía inmóvil en la entrada de la casa, solo quería y ansiaba aferrarme a él; respondí el beso automáticamente, pegando mis manos a su rostro, pero él lo termino antes de que se tornara más ferviente. Sonrió y me beso en la frente mirando a mi amiga con serenidad, yo lo tome de la mano y lo guie hasta el lugar donde ella se encontraba.
-Hola- la saludo Ian con tranquilidad, sin denotar alguna emoción-. ¿Qué tal?
-Hola…- bramo Christina cruzándose de brazos-; son un poco irresponsables, ¿dejarla sola cuando saben que la asechan?, ¿en que cabeza cabe?- mi amiga sonaba realmente molesta, mientras le sostenía la mirada a Ian con frialdad.
-Me disculpo, no fue mi intensión- se excuso Ian, ignorando el apretón que le di a su mano-. No volverá a ocurrir.
-Eso espero, por tu bien y el de los demás- le advirtió Christina y luego camino rápidamente hacia su casa.
Solo pude ver como se alejaba, sin poder ir tras ella. ¿Por qué no podían llevarse bien?, ambos eran importantes para mí, no quería que existiera esa rivalidad tan ridícula y que me lastimaba tanto; lo peor era que no podía hacer nada al respecto, nunca convivirían armoniosamente, no juntos… Suspire y abrí la puerta para ir por mi mochila, soltándome del agarre de Ian. Sentí su mirada en mi espalda mientras caminaba al comedor por la mochila, se había dado cuenta de mi molestia y no sabia como reaccionar ante ella, jamás le di armas para protegerse contra eso; cerré la puerta con llave y camine hasta el Mustang sin poder alejar la imagen de Christina molesta, de mi cabeza. Espere a que Ian abrió la puerta y subí, dejando la mochila en el asiento trasero junto a la suya, él rodeo el auto y subió a su lugar… quedándose pensativo un momento, antes de encender el auto; no pude evitar mirarlo, se veía triste… consumido por un mal que no lograba detectar.
-¿Ian?, ¿Qué ocurre?- susurre poniendo mi mano sobre la suya con delicadeza-, ¿estás bien?
-Lamento ser la manzana de la discordia entre tu y Christina- respondió sin moverse, ni percatarse de mi acción-, se supone que debo cuidarte y protegerte, no herirte y obligarte a elegir.
-Deja de decir tonterías- gemí obligándolo a mirarme-, no eres la manzana de la discordia, ni tampoco me hieres o me obligas a decidir…
-Natalia…- inicio, antes de que lo silenciara poniendo mis dedos sobre sus labios.
-No tienes que decir nada más, esta decisión la tome yo… sabiendo las consecuencias y no me arrepiento- le asegure deslizando mi mano hasta su mejilla-. Quiero estar contigo, sin importar los riesgos. Estoy feliz de estar a tu lado.
Acuno mi rostro con sus manos, incapaz de seguir dominándose y me beso con un apremio que jamás me había permitido sentir, yo lo abrace por el cuello jugando con su cabello mientras trataba de concentrarme en respirar y seguir con el compas que él había marcado; en cualquier segundo alguno de los dos necesitaría oxígeno y no quería ser la que terminara con el brío del beso. Casi me subí sobre él cuando me alejo firmemente, respirando de forma entrecortada, ambos nos habíamos excedido y eso estaba mal, al menos desde la perspectiva de Ian; tome una enorme bocanada de aire y volví a abrazarlo, ya no me permitiría besarlo, al menos no en un buen rato, pero por ahora estaba satisfecha con lo sucedido. Encendió el automóvil y piso el acelerador, sin que yo pudiera dejar de mirarlo; estar a su lado era completamente ilógico, no pensaba en nada coherente, ni tampoco tenia la capacidad de salir de mi estupor por cuenta propia… siempre había tenido que haber un tercero para que reaccionara. Trague saliva y me recargue contra la ventana, mirando el cielo con parsimonia, las nubes estaban equidistantes unas de otras… pero parecían estar atrayéndose mutuamente, lo que anunciaba un posible chubasco; no había visto el cielo de Baltimore encapotado desde hacia cuatro meses… pero las nubes no parecían cambiar en absoluto la belleza de aquella ciudad. Jamás fui tan valiente como para sacrificarme por alguien. Siempre fui demasiado inmadura y egoísta como para darme cuenta del daño que podía hacerle a los demás; apreciaba demasiado mi vida como para arriesgarla por otra persona, aunque esa persona lo mereciera mas que yo. Eso pesaba antes y no me di cuenta en que momento cambie de idea, simplemente sucedió, quizá debido al lugar en el que me encontraba… o el hecho de haber conocido a Ian, no lo sabia y tampoco mostraba mucho interés en saberlo… solo me sentía feliz de que mis pensamientos hubieran cambiado. Siempre me sentí, y fui, tan rara y ajena a todo lo que me rodeaba, tan diferente… pero no con esta latente sensación de que voy a morir, aunque no sepa muy bien como, casi puedo jurar que sucederá; como si fuera mi destino morir por alguien, alguien a quién aprecio… alguien que es muy importante para mí. Y estaba dispuesta a hacerlo, aunque me llamaran mártir o algo por el estilo, no me importaba… solo quería mantener a salvo a las personas que me importaban, así como ellas, seguramente, se esmerarían en mantenerme protegida y lejos de los problemas; mire a Ian por el reflejo del vidrio, siempre tan inescrutable, misterioso, y con ese aire casi cínico… me fascinaba, quizá demasiado… pero ya no podía cambiarlo o evitarlo.
Viro para entrar al estacionamiento, como siempre todo el mundo lo miro acercarse a su lugar… parecía que lo admiraban o le temían, no lo sabia y a él no le importaba en absoluto… ser veía impávido por las miradas, no se amedrentaba por las escépticas miradas de todos a su alrededor; por ello algunos lo tachaban de arrogante, aunque no lo fuera. Bordeo el auto y me abrió la puerta, tome mi mochila y salí con su ayuda; me tomo de la mano animadamente para llevarme hasta el edificio principal, donde compartiríamos la clase de Historia en la primera hora. Baje la cabeza, siempre me sentí algo incomoda al sentir todas esas miradas sobre mí… nunca fui muy interesante, de hecho nunca nadie me había mirado con tanto detenimiento antes, y por eso culpaba a Ian, aunque tendría que acostumbrarme ya que no parecía que fuera a cambiar. Al menos no por el momento. Entramos tomados de la mano, en inmediatamente nos asalto William con una sonrisa burlona, haciéndome el cabello a un lado para poder susurrarme al oído.
-¿Cuándo vendrán los bebés?- me pregunto antes de reír estruendosamente al notar mi sonrojo-. Picaron, eso quiere decir que no falta mucho.
-Deja de portarte como un niño, William- mascullo Ian mirándolo con fiereza-; ese tema no te incumbe en absoluto.
-Solo era una inocente pregunta- se escudo el aludido devolviéndole la mirada-, si la respuesta fuera negativa… no habrían reaccionado de esta forma…
William volvió a reír animadamente y se alejo por el pasillo, sin ocultar su diversión. Ian bufo a mi lado y me abrazo contra su cuerpo, tratando de reprimir el deseo de asesinar a su amigo… teniéndome así de cerca; no me permitió abrazarlo también, solo se quedo así, completamente inmóvil, unos segundos y luego suspiro mientras me soltaba. Mire su rostro, aun no abría los ojos, pero se veía pensativo; yo suspire y sospese las palabras de William, ¿Por qué no me parecía tan descabellada su pregunta?, y mas importante aun… ¿Por qué quería que fuera real y no solo especulaciones? Me mordí el labio inferior, no podía estar pensando en esto… no ahora, no cuando nunca lo había discutido con él, era una decisión que teníamos que tomar juntos, no solo yo; desvíe la mirada, recordando las ocasiones en las que estuvo cerca de pasar y el como se había negado a terminar lo que iniciaba, me irritaba demasiado… pero nunca dije nada, comprendía sus razones, o al menos eso quería creer. Ian tenía toda la razón en no querer hacer nada conmigo, no tenía nada que ver con lo que sentía, pero él pensaba que me había arrastrado a un abismo y que era culpa suya que mi vida y la de Billy corriera peligro. Volví a tomarlo de la mano y lo remolque hasta el salón de Historia, íbamos a llegar tarde y aun no terminaba de reaccionar; subí las escaleras con Ian a cuestas y lo guie hasta el salón, donde finalmente reacciono y me beso la frente. Cada uno tomo su lugar, él junto a William y yo detrás de ellos… junto a Christina y Matt, solo que ahora a mi otro lado estaban Irina y Gabriel; parecían vigilarme con recelo mientras el profesor hablaba, aunque no recuerdo lo que decía… tenía la vista fija en la nuca de Ian. Y no podía dejar de pensar en lo que William había dicho, quería a Ian… ¿Qué tenia de malo tener un hijo?, el único impedimento era la edad… aunque no era un obstáculo mayor, solo requeríamos un permiso firmado por mis padres para poder hacerlo; sus padres estarían felices de verlo feliz, o ¿no?, ¿Qué padre ignoraría la felicidad de su hijo?
Alce la mirada, para percatarme que el profesor seguía hablando… pero solo vi su boca moverse; me sentí nerviosa de nuevo, como si alguien desde el fondo del salón me observara… no seria del todo raro, Andrew podía compartir esta clase conmigo y yo ni siquiera me hubiera dado cuenta por mi distracción al estar cerca de Ian. Moví la cabeza, para relajarme un poco… liberar tensiones y encontrar el hilo de la voz del profesor; pero no lo logre, el aire dejo de llegar a mis pulmones… sentí como si alguien estuviera sofocándome, pero nadie lo hacia, era una sensación enteramente psicológica. Trate de jadear y llamar la atención de alguien, pero no pude… alguien me asfixiaba y no me permitía hablar o moverme; no iba a morir ahí, no… Cerré los ojos con fuerza y use todas mis fuerzas para poder moverme hacia adelante, mis músculos obedecieron lentamente… pero en cuanto lo hice la sensación desapareció; tampoco pude evitar tocarme el cuello, esperando encontrar los surcos de la ligadura que había sentido, pero no había nada… ni si quiera una leve nota de dolor. Como un rayo llego a mi mente el recuerdo de la camioneta, era ella… había vuelto, esto no había terminado, ¿Qué seguía?, ¿Cuál era su plan? Sostuve una de mis plumas con una fuerza innecesaria, provocada por el shock de adrenalina, la pluma se partió en dos… llamando la atención del profesor; que se quedo mudo al igual que todo a mi alrededor… lo único que llego a mis oídos fue el timbrazo que anunciaba el final de la clase. No se como me levante, ni como llegue al vestidor del gimnasio… pero cuando logre reaccionar Sara y Christina me miraban con una preocupación latente en los ojos; enfrente sus miradas y suspire, buscando como explicarlo y esperando a que alguna tomara la palabra para liberarme del nerviosismo. Tome aire y desvié la mirada, dándoles a entender lo que esperaba.
-¿Qué sucedió?- indago Christina buscando mi mirada.
-No, no lo se…- admití encogiendo los hombros.
-¿Fue Kristen?- inquirió Sara en un siseo.
Asentí una sola vez y abrace a Christina, buscando algo de protección.
-¿Quién demonios es Kristen?- siseo Christina mirando a Sara.
-La media hermana de Irina Slade- gruño Sara con cierta molestia-, ¿ahora entiendes el porque buscábamos a Irina con tanta urgencia?
-Usa a Natalia como puente para llegar a ella- concluyo Chris con un nudo en la garganta.
-Brillante deducción, Sherlock- grazno Sara con sarcasmo.
¿Eran hermanas?, ¿Por qué ni siquiera yo lo sabia? Y seguramente ni la mismísima Irina lo sabia, solté a Christina y me acerque a la salida con urgencia; necesitaba a Ian y él también estaba en esta clase. Abrí la puerta del vestíbulo y di un par de pasos, lo vislumbre bajo la canasta de basquetbol… pero antes de poder acercarme mi celular sonó en mi bolsillo; lo saque y vi que era un numero desconocido, Kristen… pensé inmediatamente y conteste.
-Es hermoso, ¿no?- murmuro con su voz melosa-, atlético, guapo… todo lo que podría desear una chica.
-¿Qué quieres?- gemí mientras caminaba a las gradas-. ¿Dónde estas?
-Tranquila niñita, la que pregunta aquí soy yo… y tú, solo obedeces- me ordeno con frialdad-; tengo a tu padre, en su casa… quiero a Irina, o tu vida.
‘’Elige cariño, la vida de tu padre, Irina o tu patética vida a cambio de los dos- su apuesta estaba hecha, y mi suerte con ella, ¿Qué podía hacer al respecto?- tic, tac, tic, tac… si eliges sacrificarte por ellos, tienes una hora para llegar.
La llamada se cortó mientras deslizaba el teléfono lentamente por mi rostro, ¿Cómo sabía lo que elegiría, siempre fui una mártir y estaba dispuesta a sacrificarme por Irina y por mi padre?; mire a Ian de reojo, iba a extrañarlo y él, seguramente, me odiaría por esta decisión tan precipitada. Cerré los ojos con fuerza mientras caminaba hacia la puerta, estaba segura de que pude haber huido, tuve la oportunidad de volver a Omaha, cuando se marcho mi madre… pude elegir volver con ella, pero tan estaba segura de ello, como de el hecho de que Kristen me encontraría súbitamente; no lograría estar a salvo, sin importar donde pretendiera ocultarme, y si huía… ella tenía la vida de mi padre en sus manos. No había forma de sentirme protegida y mucho menos de proteger a Billy; era inútil y estúpido el solo hecho de haber pensado que podía hacer algo.
No me tome la molestia de volver por mis cosas al vestidor, Sara y Christina seguían ahí y les iba a parecer sumamente raro, pero también pensé en que podía ser una magnifica pista para que me buscaran, aunque fuera demasiado tarde, si iba a morir… quería que alguien me encontrara alguien que no fuera mi padre. Me hería profundamente el hecho de pensar en su demacrado rostro, envejecido varios años, al ver a su única hija muerta, fría, sin vida… colocada en el suelo de la sala en una posición inocente, aunque realmente estuviera destrozada; no sabia como actuaba Kristen, pero pronto lo averiguaría. Suspire ruidosamente, el recorrido del gimnasio a la puerta del edificio principal jamás me pareció tan largo y silencioso, era como si todo a mi alrededor confabulara en mi contra para infundirme un miedo mucho mas arraigado del que ya sentía. El pasillo estaba extrañamente vacío, aparentemente muerto, ni siquiera se escuchaba el murmullo de los papeles moviéndose por culpa del viento de un ventilador o el sonido mismo del ventilador, nada… no había sonido alguno, proveniente de ninguna dirección. Me mordí el labio inferior con una fuerza innecesaria, no sangro, pero sentía como punzaba la sangre bajo mi piel… esperando encontrar un diminuto orificio por el cual salir; volví a cerrar los ojos, sin dejar de moverme, intentando alejar la vaga idea de que alguien me observaba con un detenimiento escalofriante.
Me detuve en la puerta, frente al enorme estacionamiento del instituto, justo en ese momento una nube cubrió parcialmente la luz solar… sometiendo al panorama en una lúgubre penumbra; una fría gota de sudor bajo rápidamente por mi nuca cuando baje la pequeña escalinata que me separaba del estacionamiento. Mire de soslayo mi auto, tampoco estaba dispuesta a utilizarlo para llegar a casa, necesitaba dejar más pistas sobre mi paradero, solo esperaba que Sara, Ian y Christina supieran interpretarlas para encontrarme; seguí caminando sin mirar atrás, no sabia si alguien me seguía… y deseaba que no fuera así, ya que si alguien me seguía, seguramente, eso seria fatídico para Billy.
Llegue a la puerta por la que se entraba al instituto y tome un taxi, iba a un encuentro con la muerte… o con mi posible asesina, la persona que había decidido exactamente cuanto tiempo duraría mi vida; le dije la dirección al chofer y me acomode en el mullido asiento… intentando relajarme unos minutos, para no caer presa del pánico…
No hay comentarios:
Publicar un comentario