Volví a mirar por la ventanilla, los verdes paisajes zigzagueaban rápidamente al costado del autobús; la lluvia había sido sustituida por una ligera neblina, que apenas y semi ocultaba las copas de algunos arboles que bordeaban el camino. La sensación de letargo me embargo, eran como las 7:30 de la tarde, pronto comenzaría a oscurecer; mire a mi alrededor, casi todos estaban dormidos, unos pocos leían revistas o periódicos, y otros tantos miraban el camino quedar atrás. Regrese a mi asiento, acomodándome en el asiento, ya era hora de que durmiera, realmente lo necesitaba; me sentía como si llevara varios días despierta, y hubiera trabajado muy duro; me ardía la mejilla donde Kristen me había herido, resople y cerré los ojos, ya era pasado… ahora debía seguir adelante…
¿Qué había pasado?, me pregunte cuando baje del taxi que me llevo de la escuela a mi casa; todo estaba desierto, igual o mas lúgubre que cuando rapte a Ian la primera semana de clases, no sabía que hacer, si entrar o no a la casa, que estaba bien vigilada por varios hombres musculosos y atemorizantes. Debo ser valiente, Billy me necesita…, me insistí, apretando el paso hasta que estuve frente a la puerta, el hombre que estaba ahí se aparto, haciendo un gesto para que entrara. Mi futuro estaba tras esa puerta, aunque la idea ya no tenia el mismo significado que cuando llegue a Baltimore; ahora el significado se había retorcido tanto que me asustaba. Gire la perilla de la puerta, la abrí lentamente, intentando mantener la mente en blanco, tratando de no predisponerme a lo peor. Lo que va a pasar, pasara; sin importar cuanto luche por que no suceda, así es la vida, eso creí siempre y aun ahora, me aferraba a esa creencia.
-Vaya, que sorpresa- vocifero Kristen, dese uno de los sillones de la sala. La televisión estaba encendida-. No creí que fueras tan valiente.
-Aquí estoy, ¿Qué quieres de mí?- farfulle, cerrando ambas manos en puños.
Ella se levanto, en silencio, dándome la cara sin cobardía alguna. Era tal y como pensé, hermosa, bien proporcionada, el cabello rojo y lacio, la piel extremadamente blanca, lechosa. La mujer perfecta, ¿Por qué me odiaba entonces?, podía tener todo lo que quisiera sin tener que esforzarse mucho, solo tenía que explotar sus atributos al máximo. Trague saliva, buscando algún indicio de mi padre en la casa, pero no encontré nada.
-Descuida, te dejo una nota- murmuro haciendo una seña y dirigiendo su mirada a la mesa del comedor-. Tuvo que atender un asunto urgente.
Me acerque a la mesa y vi la nota, había tenido que ir a una corte, como fiscal de distrito y llegaría hasta pasada la media tarde. Al menos estaría a salvo de lo que iba a ocurrir en la casa. Me volví hacía Kristen, pero recibí un potente golpe en la mejilla izquierda, que me hizo estrellarme contra el suelo aparatosamente; mi piel siempre fue demasiado delicada, el hematoma no tardo en aparecer y eso provoco en Kristen una sonrisa de suficiencia. Le gustaba presenciar el pánico de otros. Recordé todo lo que me paso, la camioneta, el salón de Historia… su latente asecho desde que arribe a Baltimore, ¿Cuál era su problema conmigo? La mire fijamente, ella me tomo del cabello y me levanto; el ardor fue en aumento, como si muchas agujas se clavaran en mi cabeza, haciendo que múltiples oleadas de dolor atravesaran mi cuerpo, como diminutas descargas eléctricas.
-Llora, Natalia- chillo en mi oído con cinismo-; él no te podrá salvar, es un cobarde… a mí me dejo a las primeras de cambio, le temía a mi padre y al compromiso. No te ama, jamás lo hará.
-No importa- susurre con esfuerzo-, no importa su yo lo amo a él.
Me estrello contra la pared del comedor, cerré los ojos con fuerza, tratando de tragarme el grito que ascendió por mi garganta al sentir el penetrante dolor que provenía de mi espalda. Jadee un poco y volví a abrir los ojos para darme cuenta de su expresión, que seguía siendo arrogante y temeraria.
-Tienes agallas, pero eso no importa mucho si te enfrentas a mí- farfullo con una sonrisa.
Su mirada se clavo en la mía, y el aire dejo de entrar a mi sistema, de nuevo la sensación de ahogo se apodero de mi cuerpo y empecé a temer por mi vida. No era la primera vez que demostraba que podía asesinarme sin siquiera tocarme, inclusive podía hacerlo si yo estaba dormida; algo comenzó a estrangularme, a presionar mi tráquea con una fuerza incomparable, desestabilizándome. Lleve mis dos manos a mi cuello, tratando de quitarme eso que me asfixiaba, todo sin obtener un resultado satisfactorio. ¿Voy a morir?, no, ¡me niego a hacerlo!, grite dentro de mi cabeza… obligándome a golpear a Kristen de lleno en la cara, distrayéndola lo suficiente como para que dejara de atacarme. Caí al suelo de rodillas, tosiendo, recuperando el aire que se había negado a entrar. Pero sus manos ávidas tomaron mis muñecas y las ataron en mi espalda, con ayuda de alguien a quien no pude ver, ni mucho menos reconocer. Era un hombre, solo uno podría cargar con mi peso sin esforzarse mucho, me deposito en una silla, como si no fuera más que una bolsa liviana; Kristen se sentó en un sillón, al lado de la silla donde yo estaba, siendo atada de las piernas a las patas de la silla.
El pitido de una cámara de video encendida llego a mis oídos, mis ojos habían sido tapados, quizá como un medio previsor. Era ajena a las imágenes de lo que estaba sucediendo, pero los sonidos llegaban a mis oídos con una facilidad impresionante.
-Bien, no se quien demonios haya encontrado este video pero… existen algunas cosas, que posiblemente han sucedido antes de que lo encontraran, y seguramente creerán que fue un error- mascullo Kristen, develando que estaba aburriéndose mucho con lo que hacia, a pesar de que ya me había golpeado un par de veces-. Es posible que haya muerto, o huido… o que Ian Bastank tenga un tiro en la frente- mi piel se erizo ante aquella posibilidad, Ian no podía morir por mi culpa, no se lo merecía… yo no valía tanto la pena, no como para que muriera en mi lugar-, incluso que su novia este muerta en su habitación… o que Ian, su novia y mi… despreciable media hermana estén muertos y regados en esta casa; pero el desenlace no me importa, en absoluto, para mí no es mas que un juego… un juego en el que todos estarán obligados a participar, consciente o inconscientemente…
‘’Quienes me conocen les habrán dicho que soy peligrosa, mi amiga Natalia ya lo sabe, ¿verdad?- escuche los pasos de esa otra persona que acompañaba a Kristen, luego me quito el vendaje de los ojos, para revelarme que estaba siendo filmada para torturar a los que vieran el video-. Ella ya sabe de lo que soy capaz, y sabe cuanto me gusta jugar con los sentimientos ajenos… y el propósito de este juego, bueno mas bien dicho, los propósitos de este juego son… saber que tanto quieren a esta niña y… por supuesto, no haría nada sin obtener una recompensa de por medio, matar a Irina Slade… por conveniencia.
‘’Pero la verdad creo que matare a Irina primero, antes de saber que tanto son capaces de hacer, todos ustedes: Sara, Ian, Aarón, William, Raven, Maurice, George, Bruce, Alexander, Germán, Christina, Sean, Gabriel, Mirey, Andrew, Isaac, Lía, Allen, Kenneth, Steve y Matt- Kristen rió con gracia cuando la cámara volvió a enfocarla, restándome importancia, aunque yo no podía dejar de mirarla fijamente, mientras negaba con la cabeza, ¿Cómo diablos sabía tanto?, ¿Qué tan peligrosa era realmente?, ¿Cuándo investigo todo eso?-, como me gustaría ver sus caras ahora que saben que los conozco… a todos y cada uno de ustedes; pero bueno, se que son buenos y algunos… en especial, tú, Christina Evans, me dificultaron las cosas y eso no se quedara así… me vengare, y si no lo hago yo, alguien mas lo hará, así que no canten victoria antes de tiempo.
Kristen se levanto del sillón y la cámara la siguió, con el camarógrafo detrás, quien seguía con el rostro oculto. Saco una navaja de su bolsillo, sonriéndome con cinismo mientras la pegaba a mi mejilla izquierda, justo donde había aparecido el cardenal por el golpe que me propino.
-Liberemos la presión, y de paso- me susurro en voz baja mientras comenzaba a abrir una herida profunda en mi mejilla-… veamos cuanto duele.
Volví a sentir que me ahogaba, cuando la filosa arma abrió la carne de mi mejilla con una facilidad impresionante; un cálido fluido carmesí broto de la incisión y lamio mi rostro hasta caer, en forma de gotas, sobre la blusa que usaba para los entrenamientos de gimnasia. Casi saboree el metal de la navaja en mi boca, su precisión le permitió dejar un par de milímetros de carne intacta, para no perforar totalmente mi mejilla. Trague saliva, tratando de alejar la imagen de Ian lamentándose por lo que, seguramente, vería y lo impotente que se sentiría; se culparía por todo esto, y no lo iba a permitir. Respire hondo para no gritar, no iba a martirizarlo aun más, no si veía el video después de encontrar mi cadáver en la cama de mi habitación. Kristen bufo molesta, mirándome y luego presiono la herida, para hacerla sangrar aun más; arañe mi mano para mitigar un poco el intenso dolor que me estaba provocando, no sucumbiría ante sus deseos, aunque tuviera que morir por ello.
-Apaga esa maldita cosa, imbécil- vocifero con ira y la cámara se apago-. Eres una estúpida, tu papelito de hacerte la valiente no te servirá conmigo.
-No es esa mi intención, te lo juro- resollé con ira.
-Si, claro… tu intensión debe ser impresionar a Ian, con tu actitud valerosa- siseo mirándome con un odio profundo, pero luego se acomodo el cabello y respiro hondo-. No voy a perder la paciencia por culpa tuya, tengo mejores cosas en las cuales pensar.
Kristen se alejo de mí con paso decidido, mientras su cómplice me cubría los ojos con una franela, que bien pudo ser un trozo de mi chaqueta. ¿Realmente iba a morir?, ¿Quién iba a sufrir la peor parte?, ¿Qué pasaría con mi mamá, con Billy, con Ian?... Los tres me necesitaban, o quizá era yo quien los necesitaba, no estaba segura; pero lo cierto era que ellos se llevarían la peor parte de todo esto que ocurría, yo… simplemente moriría, quizá sufriría un poco durante el proceso, pero al final… saldría bien librada, el dolor solo seria esporádico, al igual que el miedo. Pero, ¿y ellos? ¿Qué les esperaba?, ¿a Ian una vida de miseria, culpándose por no haberme salvado cuando tuvo oportunidad?, ¿a Billy, una vida de chantajes y odio en contra de quienes me metieron en este lio?, ¿a mamá, una vida de depresiones que la orillarían a cometer un error tan estúpido que acabaría con su vida o la alejarían para siempre de Mitch?, ¿Quién podía saberlo? Mi muerte solo traería miseria y dolor a las personas que amaba, yo jamás podría perdonarme eso, no era justo. No para ellos.
Nunca creí que terminaría así, probablemente era un buen motivo… un enorme acto de generosidad: morir por alguien a quien no conoces, o en lugar de alguien a quien amas. Era una buena forma de morir, pero… ¿Cuánto apreciaba realmente mi vida?, ¿realmente lo haría?, ó ¿mi actitud de fortaleza terminaría sucumbiendo ante la crueldad infinita de Kristen? Esas eran unas de las muchas preguntas que me hacía, pero no tenia una respuesta congruente para ninguna de ellas, solo sabia que no quería morir, si eso entristecería a las personas que amaba; quizás, si alguien me asegurara que nadie iba a llorar o a sufrir, lo haría… sin necesidad de pensarlo mucho. ¿Quién era yo para decidir que vida valía menos que la mía? Ninguna vida vale mas que otra, y ningún ser humano es Dios, o tiene la capacidad de ponerle precio a la cabeza de alguien; lo que se creen superiores a otros seres humanos, son solo personas que buscan llamar la atención, o controlar un poder… que terminara destruyéndolos. ¿En que categoría debía incluir a Kristen y al resto de sus compañeros?, ¿también debería etiquetar a Christina y los chicos?, ¿y a Aarón con los miembros de la Organización?... ¿en donde calificaba Ian? Era estúpido e incongruente pensar que Ian nunca asesino a nadie, y más por que ya me había confesado que mato a su padre, luego de que este matara a su madre; nadie sabe a donde te conduce el odio, quizás eso no justifica enteramente al bélico acto que cometió Ian, pero… ¿Quién se resistiría a hacerlo, teniendo la oportunidad?
Suspire, el cómplice de Kristen me llevaba por las escaleras, con una parsimonia que comenzaba a irritarme, cuando me dejo en el suelo de mi habitación. Conocía demasiado bien la casa, no iban a poder confundirme tan fácilmente. De nuevo los tacones de Kristen sonaron por las escaleras, haciendo irrefutable su presencia; trague saliva en silencio, mientras escuchaba el sonido de un celular que estaba haciendo contacto con otro, a través de una llamada.
-Muy bien, veo que decidiste moverte- grazno ella, antes de que el interlocutor del otro teléfono, pudiera abrir la boca para decir algo- hacia mucho que no te veía tan decidido. Por eso te daré un premio… la tengo en Charles North, en su casa… ¿Qué irónico no?- gemí de forma inaudible, ella aun no entraba, había escuchado perfectamente la puerta cerrarse luego de que me abandonaran ahí-. Morir en tu propia casa, casi suena como el titulo de un libro o de una película, que fácilmente podría ser una comedia; pero supongo que para ella no es tan divertido como lo es para mí… y que para ti no es tan satisfactorio, pero no seré tan mala como crees, es un juego… muy divertido… y para que te motives aun más… te tengo una sorpresita.
Escuche sus pisadas con detenimiento, y entonces comprendí que era el final de todo, ya no había un quizás o siquiera una posibilidad de salir bien librada de aquel problema; Ian ya se estaba enzarzando demasiado en todo esto, y resultaría herido por culpa mía. Mis lágrimas acudieron a mis ojos sin necesidad de ser llamadas, comencé a llorar, de una forma tan irracional como lo que estaba pasando. No quería que Ian me escuchara llorar, pues eso solo iba a irritarlo aun más y se sentiría mucho más impaciente; no era justo para él…
-Dile algo lindo a tu novio, Naty- susurro Kristen con sarcasmo, pegando el teléfono a mi oído mientras me quitaba la venda de los ojos; vi su lacónica sonrisa de suficiencia cuando se dio cuenta de que yo no podía dejar de llorar-. Recuerda que quizá sea lo ultimo que le digas, así que… mejor… despídete de tu noviecito.
Lloraba descontroladamente, de una forma ridículamente patética, pero no podía dejar de hacerlo. El cuerpo tiene reacciones exageradas en muchas circunstancias, esta era una de ellas. Trague de nuevo, esta vez intentando disolver el nudo que se había alojado en mi garganta; tenia que sosegar mi voz para no alarmar demasiado a Ian, ese era el verdadero propósito de Kristen… obligarme a hacer sentir mal a Ian, por culpa del terror, del que estaba siendo victima. Respire hondo y tome el celular que me tendía, tartamudee un poco antes de poder articular una frase…
-Te amo…- susurre. Era lo único que realmente importaba, que Ian supiera que lo amaba, sin importar lo que estaba pasando, era algo que ya no podía dejar de sentir… y que, ahora, prefería sentir… en lugar de miedo.
Kristen saco un arma de su bolsillo trasero y la dejo sobre mi pequeño buro de noche, se levanto de la cama sacando una navaja, para luego acercarse y cortar todas las sogas con un movimiento rápido y preciso; bien habría podido matarme, pero se contuvo… aunque sus ojos delataban el deseo que sentía por hacerlo.
-Espero que no llegues demasiado tarde, Ian- farfullo Kristen mientras se volvía a sentar en mi cama, para admirar su pequeña hazaña realizada exitosamente-; eso si que seria una lastima.
-Prométeme que les darás la noticia a mis padres y que procuraras que no sufran demasiado… por favor- le rogué, ignorando a Kristen y a su burlesca sonrisa, que me hacia desear matarla ahora que tenia oportunidad.
-Te lo prometo, todo estará bien- me prometió con voz ahogada. Lo estaba haciendo sufrir, más de lo que se merecía, mucho más de lo que yo quería, pero ambos hacíamos exactamente lo que Kristen quería, aunque ninguno se diera, completamente, cuenta de ello-. Natalia, yo también te amo.
Kristen aplaudió con arrogancia, mientras se acercaba para quitarme el teléfono. Al hacerlo me golpeo el rostro con el dorso de su mano, haciéndome caer al suelo aparatosamente; iba a torturar a Ian un poco más, y yo no podía hacer nada para impedirlo. Pensé en su arma, en la posibilidad que tendría para tomarla mientras ella se alejaba del buro; pero entonces me tomo del cabello, poniendo el celular en altavoz, para poder pasear el cañón de la pistola por mi rostro, con una delicadeza que me aterro. El miedo hacia fluir la adrenalina por mi cuerpo, lo supe porque parecía que me estaban quemando viva desde adentro, haciéndome sentir mas vulnerable de lo que ya era de por si.
-Tú sabes lo que pasara, Ian…- bramo fanfarronamente, sin dejar de rozar mi cara con el arma-. Llegaras tarde, y ella estará muerta; no podrán encontrarme nunca… nadie lo ah hecho y no serás el primero.
‘’Luego de eso, mi padre te encontrara… pelearan y yo te matare con mis propias manos, luego de narrarte mi hazaña con el mayor numero de detalles posibles y me odiaras, querrás matarme y tus sentimientos serán tu guía al infierno- aseguro ella riendo, mientras me lanzaba de nuevo al suelo-. Todos necesitamos uno, ¿no crees? Y el guía de Natalia, soy yo… lindo, ¿verdad?
-Vete al demonio- le oí decir, sin moverme de donde había caído-. No le toques un cabello, o te matare con mis propias manos.
Mi oportunidad había pasado, tan rápido que no tuve el tiempo suficiente como para maniobrar. Suspire nuevamente, cerrando los ojos, pensando en Ian y en lo que vería Billy al llegar a casa. Te amo, Ian. Te amo, pensé repetidamente… tratando de ignorar mi posible final. Escuche un ruido insignificante, y luego vi los ojos de una chica, ya la conocía… la vi por primera vez en la clase de Cálculo, justo antes de que se sintiera amedrentada por Sara. Ella me miro y me silenció con un gesto, casi, inexistente. Kristen tenía la guardia baja, era una oportunidad única, aunque había ciertos riesgos… uno muy alto de morir en el intento.
-Vete en cuanto puedas- me ordeno, en voz baja, pero muy firme.
Asentí una sola vez y la seguí con la mirada mientras se movía lentamente hacia Kristen.
-Me gusta tu tono, de modo que te esperare…- su risa era como una blasfemia recién creada, solo con el propósito de sacar a Ian de sus casillas-. Quiero que la veas morir… mientras te sientes impotente al no poder hacer nada al respecto, y deseo que me odies tanto como para dedicar el resto de tu patética vida a buscarme sin descanso… para que al encontrarme, encuentres tu propia muerte…
Irina se abalanzo contra Kristen, arrebatándole el arma sin mucho esfuerzo y encañonándola rápidamente, el teléfono cayo al suelo y la llamada quedo abierta, me enderece lentamente ante la atónita mirada de Kristen, Irina me sonrío y le disparo a Kristen cuando trato de moverse. La vi dolerse del brazo mientras se apoyaba en la pared para poder seguir en pie, aguante la respiración un segundo mientras retrocedía.
-Tienes que irte, ahora- declaro Irina sin dejar de mirar a Kristen.
-Si, yo…- murmure, mientras Irina retrocedía también y destruía el celular que estaba en el suelo.
-Es entre hermanas, vete Natalia- susurro-. Ian y los demás vienen en camino.
Asentí, agradeciéndole mentalmente mientras le daba la espalda para salir corriendo de la habitación; apenas di vuelta, cuando escuche un nuevo forcejeo. Si Kristen la asesinaba, ella vendría por mí, sin dudarlo, y me mataría por haberle dado problemas; mis músculos se tensaron, pero mi cerebro continuaba obligándolos a seguir adelante. Baje las escaleras, sintiéndome como una cobarde por permitir lo había hecho Irina, debí haberme quedado, ayudarla a dejar a Kristen incapacitada para hacernos daño; en vez de eso, estaba bajando las escaleras rápidamente. Entre al comedor, cuando escuche la puerta abrirse repentinamente, con una violencia injustificada, podía ser un amigo o un enemigo… no iba a descubrirlo; me oculte en la cocina, relajando mi cuerpo y la aceleración de mi corazón. Parpadee, y abrí los ojos de golpe al escuchar una detonación…
Estábamos entrando a la terminal de Iowa cuando abrí los ojos, me había dormido… había recordado lo sucedido en la casa de Billy. Irina Slade había muerto en mi lugar, ahora sabía que Kristen también había muerto, pero la sensación inicial de no saber quien había muerto, era indescriptible, agobiante. Algo que nunca le habría deseado nadie. Respire hondo y me acomode en el asiento. El frio de Iowa se había hecho presente, estaba anocheciendo y mis ropas mojadas no contribuían mucho al calentamiento de mi cuerpo. Sonreí sin gracia al darme cuenta que era la única que había despertado, el viaje había sido largo, mas de 6 horas, ininterrumpidas. Me acomode un poco el cabello y vi como el autobús se detenía en el estacionamiento de la terminal, faltaba muy poco para estar con mi mamá, para poder abrazarla y volver a la vida a la que siempre estuve acostumbrada; vería a Mike otra vez, podría contarle lo ocurrido y él podría darme consejos para sobrellevar el peso de la decisión que había tomado. Me mordí el labio inferior. Mamá, seguramente, ya estaría ahí con Mitch… siempre había sido un poco exagerada, y ya tendría tiempo esperándome en la terminal, quizá una o dos horas como mínimo. A mi mente llego la imagen de Ian, junto con una, disparatada, idea de lo que podría estar haciendo o pensando; él tenía que olvidarse de mí, por su propia seguridad. Si me olvidaba ya no tendría que preocuparse por lo que pudiera pasarme, volvería a dedicarse a él y a la Organización, sin más distractores ajenos a él y a su verdadero propósito. Entre a la terminal y esboce una sonrisa al identificar el rostro de mi mamá, el de Mitch y el de Michael.
-Hola, cariño- me saludo mi madre, abrazándome. Su nariz se arrugo un poco al darse cuenta de que estaba empapada-. ¿Qué ocurrió Natalia?, ¿tu equipaje?, ¿Billy?
-Mamá, yo…- murmure, avergonzada-. Tengo frio.
Su maternalismo afloro inmediatamente, haciéndola olvidar momentáneamente sus preguntas. Estuvo cerca de cobijarme con su suéter, pero Mike me arropo con el suyo primero; se había puesto muy bien, físicamente, su chaqueta me queda enorme, y estaba muy cálida, debido a que él la traía puesta momentos antes.
-Llegando a Omaha te congelaras- farfulle, tratando de quitármela.
-Deja que yo me encargue de eso, ¿si?- dijo, con una fluidez envidiable-. Me alegra tenerte de vuelta.
-Estoy feliz por verte de nuevo, en serio- admití, mirándolo fijamente a los ojos.
Mi madre nos miro con una sonrisa. Ella siempre quiso a Mike, siempre creyó que él y yo teníamos una posibilidad de terminar juntos; ahora creía que hubiera sido una mejor opción enamorarme de él, aunque fuera por la seguridad de Ian y no porque yo lo quisiera.
-Vamos por el auto, nos vemos afuera- nos informo mi madre, mientras tomaba la mano de Mitch y se perdían entre la muchedumbre.
Mike sonrío y me abrazo con ademan protector, mientras caminábamos tranquilamente rumbo a la salida. Yo lo quería mucho, y al parecer había sido perdonada por mi repentina ausencia; no creí que sería tan sencillo, pero lo era, con Mike todo era sencillo, siempre lo era. Tan sencillo y natural como respirar, era la mejor cualidad de Mike, que todos se sentían tranquilos a su lado, y con la suficiente confianza como para revelar cualquier secreto que pudieras querer ocultar para siempre.
-Te ves espantosa- me susurro al oído, mientras me soltaba.
-Vaya, gracias- gemí-. Pero debo admitir que tú te ves muy bien.
-Wow, si no te hubieras ido…- inicio con ecuanimidad-, o al menos hubieras mantenido el contacto, te lo habría dicho, y tu sorpresa no habría sido tan grande.
-¿Algo en especial que deba hacer para congraciarme contigo?- pregunte, sin alzar la mirada.
-Ya pensare en algo- respondió, sonriendo animadamente.
-Mike…- musite, deteniéndome y obligándolo a detenerse-, ¿puedes quedarte conmigo esta noche?
Su mirada se torno tan paternal, que lo abrace con fuerza, ocultando mi rostro en su cuerpo; realmente lo necesitaba, a él como persona y como amigo. Solo a él le podría decir la verdad sin que se transformara en un manojo de nervios o en un energúmeno andante, Mike era diferente, de una forma agradable y extraña… pero aun así lo quería, mucho más de lo que él imaginaba y más de lo que yo me atrevía a aceptar. Me tomo de la mano y seguimos caminando hacía la salida de la terminal, aun faltaba una hora y media de viaje en coche para llegar a mi verdadero destino: Omaha, Nebraska. El cielo de Iowa, a pesar de estar oscuro debido a la hora, estaba ligeramente nublado; la humedad estaba muy presente en el ambiente, y al parecer yo era la única persona que sentía un frio incomodo, pues todas las personas que vi en la terminal, traían blusas ligeras, faldas, shorts, etc.
Al llegar al estacionamiento, Mitch y mamá ya nos esperaban en el ostentoso Cadillac de Mitch, Mike me abrió la puerta y entre, seguida muy de cerca por él; les sonreí y me acomode sobre el cálido regazo de Mike. Mi madre tomo la mano de Mitch y este, al percatarse de ello, la beso tiernamente en la mejilla; eso fue como un golpe bajo para mí, demasiado cariño y amor cerca, haciéndome recordar todos los momentos lindos que pase con Ian en Baltimore. Desvié la mirada, enfocándola en el cielo nocturno de Iowa, mientras Mike me mantenía firmemente abrazada a su cuerpo, para evitar que me enfermara gravemente de neumonía o algo parecido. ¿Qué estarían haciendo Ian y los demás en este momento?, ¿ya habrían comenzado su incesante búsqueda de mi paradero?, yo esperaba que no, aunque seguramente así era, Ian y Christina no iban a perder tiempo; además, eran suficientes para peinar la ciudad en una noche, mientras uno o dos buscaba todas las transacciones bancarias que podría haber hecho, o simplemente rastrearían mi boleto de autobús, dando así con mi paradero: Des Moines, Iowa. Luego de eso no sería muy complicado deducir que Iowa esta a menos de dos horas de Omaha, sus chequeras les permitirían alcanzarme en Omaha en menos de 4 horas, pues no perderían el tiempo y tomarían el primer vuelo que saliera con destino a Lincoln; quizá hasta contaran con su propio avión privado, lo dejarían en algún hangar del aeropuerto, bajarían sus autos y conducirían a toda velocidad a Omaha, llegando en la mitad de tiempo que yo. Al menos no sabrían donde estaba la casa que compro Mitch luego de casarse con mamá, era algo que ni siquiera Billy sabia. Sonreí sin gracia para mis adentros, ¿podrían dar con mi paradero tan rápido como llegarían a Omaha?, ¿Qué haría yo si sucedía? Seguramente correría a los brazos de Ian y le pediría perdón, juraría amor eterno y desmedido, mientras le partía, de nuevo, el corazón a Mike. Le dirigí una mirada furtiva a mi mejor amigo, lucia cansado y algo agobiado, pero había una nota de felicidad en sus ojos que denotaba lo alegre que estaba por volverme a estrechar entre sus brazos. Sin duda él era una mejor opción para mí, era tan grande, guapo y sin duda podía protegerme, al igual que Ian: solo había un pequeño inconveniente, yo amaba a Ian y no me resultaría tan sencillo olvidarlo, de hecho me sorprendía que aun no estuviera llorando y rogándole a mamá que me llevara de vuelta a Baltimore. No se en que momento me quede dormida de nuevo, pero alcance a escuchar con claridad la amena charla que sostenía Mike con mi madre.
-¿Crees que este bien?- pregunto mi madre con la voz tortuosa.
-Esta agotada y parece triste- respondió Mike.
-No entiendo como Billy la dejo venir en ese estado, podría haber enfermado gravemente por los cambios de temperatura- farfullo mi madre con molestia-. Llegando a casa le llamare para exigirle una explicación.
-Claire, cariño deberías esperar a que Natalia te cuente lo que ocurrió- tercio Mitch, usando aquella capacidad suya para calmar a las personas-. Necesitas apoyar a tu hija antes de enojarte con Billy.
-Es que me parece muy estúpida la reacción de Billy, yo sabia que no seria capaz de cuidar a Natalia- afirmo mi madre-, jamás debí permitir que fuera allá.
-¿Han pensado que quizá Natalia así lo quiso?- susurro Mike-, quizá Natalia decidió volver por si misma, sin avisarle a Billy. Lo mejor sería llamarle para decirle que ella esta bien, debe estar muy preocupado.
-Tienes razón Michael, debo calmarme- musito mi madre, antes de soltar una fuerte exhalación…
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