domingo, 14 de agosto de 2011

4.- Ayuda.

De nuevo a la escuela, pensé mientras conducía el mini Cooper rumbo al colegio. En el estacionamiento abundaban autos caros, con clase: Mercedez, Volvos, un Meseratti, entre otros; me gustaba el hecho de que era la única con un mini Cooper, estaba orgullosa de mi automóvil  y más aun porque era la primera vez que lo conducía, me sentía plenamente contenta por ello. Me estacione al lado de un BMW rojo, del que descendieron unos jóvenes que reconocí a medias, se trataba de los chicos que acompañaban a Sean la tarde de ayer en la playa; baje la cabeza cuando tome mi mochila y camine rumbo al edificio principal. Mientras caminaba escuche el ronroneo de un vehículo, no pude evitar detenerme y mirar; un ostentoso Porshe negro se movía como una pantera al asecho por el asfalto del estacionamiento, como si se preparara para atacar en cuanto diera con el objeto de su deseo, que ignoraba lo que fuera. El auto se estaciono al otro lado del mío, gire la cabeza con cautela, sin mover el resto de mi cuerpo, para ver quien bajaba de ese flamante vehículo; también pude notar que no era la única que miraba al carro, y a los dueños, con admiración y recelo. El primero que bajo fue un chico alto, de piel blanca, cabello negro… corto y los ojos de un color que me pareció conocido; luego el que manejaba abrió la puerta y descendió lentamente, poniéndose unas gafas de sol… aunque seguía nublado. Un par de chicas cuchicheaban cerca de mí, refiriéndose al misterioso chico que bajaba del Porshe, yo lo conocía… su cabello negro, largo… su piel extremadamente blanca, aquella complexión física que tuve la suerte de conocer. Se trataba del mismo chico que me había ayudado ayer, cuando casi me había  matado en las rocas de la playa; él me clavo la mirada un segundo y luego saco su mochila para cerrar la puerta con facilidad. El chico que venia con él le murmuro algo al oído y se sonrío, luego se alejo de él y camino rumbo a otro edificio; Isaac camino en mi dirección lentamente, como si se enorgulleciera de que todas las mujeres del colegio lo miraran interesadas. Su magnifico automóvil, y su belleza natural era más que suficiente para enloquecer a cualquier chica; le di la espalda y me mordí el labio inferior recordando mi sueño… como había inclinado su rostro contra el mío, sus labios presionando los míos con extremo cuidado, su cálido aliento, sus manos… su cuerpo, ¡era una soberana estupidez¡ Trague saliva de nuevo y me voltee, no lo encontré y me sentí decepcionada por eso, aunque también aliviada por otro lado; pero al voltearme de nuevo mi cuerpo choco contra el suyo, sin que él se inmutara por mi tacto.
       -Buenos días- susurro mirándome a través de sus micas oscuras.
  Su voz sonó casi musical, melodiosa; me dejo como idiota mirándolo, tan atentamente que me asuste de mi posible apariencia, aunque podía verla con facilidad reflejada en sus lentes… trate de ignorarla, de ignorarme a mi misma.
       -Buenos días, Isaac- salude y baje la cabeza apenada, aunque no comprendía bien los motivos, pero supuse que era vergüenza… al haberlo soñado de esa forma.
       -Tengo clase de Tecnológicas, y ¿tu?- me dijo, mientras alzaba mi rostro y me miraba a los ojos.
       -Yo… yo también- murmure mirándolo y sonrojándome al mismo tiempo.
       -Que linda- admitió mirándome casi con ternura-. ¿Te acompaño?
  Asentí como idiota a su petición, olvidándome por completo de la hoja que debía entregarle a la secretaria, se la daría cuando fuera a mi clase de Física Nuclear; camine junto a Isaac, mirándolo de soslayo en algunas ocasiones sin que se diera cuenta, ¿Qué era diferente hoy?, ¿Por qué su repentino cambio de actitud? Me sentía terriblemente confundida, pero eso no evitaba que sintiera, lo que todos llaman… ‘’mariposas en el estomago’’, por estar tan cerca de él. Se trataba de un Isaac completamente distinto al que conocí ayer en la playa, y si me había visto besarme con Sean… no parecía molesto con ello, actuaba completamente normal, como si nada pasara; lo cual me frustro de una forma demasiado confusa.
  Mientras caminábamos por el pasillo donde estaban los lockers, nos topamos a Gabriel y a Mirey, quién rápidamente corrió a los brazos de Isaac y lo beso cerca de los labios, cerré los ojos y suspire sin que lo notaran, volteando mi cabeza en otra dirección; no sabia como explicar mis celos, pero supuse que era normal que ellos dos estuvieran juntos, ambos eran guapos y hacían una bonita pareja… aunque me costara admitirlo. Seguí caminando, ignorando las señas de Gabriel y la cínica sonrisa de Mirey, que obviamente me mandaba a mí; yo solo deseaba alejarme lo más posible de ellos, no soportaba la sensación que me había embargado, y no me importaba en absoluto el problema en el que me había metido sin intención. Quería estar sola y aun no conocía el patio donde entrenaba el equipo de futbol americano, así que salí por otra puerta y camine hasta ese campo; estaba desierto por la nieve, era perfecto… sencillamente perfecto.
  Subí las gradas y me senté en la fila más alta, donde podía ver todo el campo a la perfección, mis lágrimas aclamaban salir y ya había perdido mis deseos de luchar contra ellas; permití que salieran a su antojo, sin importarme que el helado viento me hiciera tiritar  de frio por la humedad de estás. Me quite la bufanda y la chaqueta, ignorando mis verdaderos motivos para hacerlo… había dejado que mi corazón tomara el control completo de mis acciones; eran los celos quienes hablaban realmente, por eso agradecía estar sola, al menos así podía hacer lo que me viniera en gana sin tener que escuchar las estúpidas reprimendas de quienes ahora me conocían. Mi sueño y la imagen que tenia de Mirey besando a Isaac era más de lo que podía soportar, no quería vivir de nuevo dos traiciones; iba a entregar la hoja de asistencia y me iría de nuevo, le enviaría un mensaje a Billy si se me hacia tarde… pero no creí que sucediera… necesitaba un poco de soledad, de tranquilidad absoluta. La playa no era un buen lugar para eso, y menos ahora que me traía recuerdos, pero aun había cosas de Baltimore que yo desconocía y era un buen momento para conocerlas. Tome mis cosas y volví al estacionamiento para dejarlas en mi auto y luego entrar solo a entregar esa hoja; así lo hice, abrí la puerta de mi mini Cooper y lance todo adentro, luego volví al edificio principal con la mirada perdida… solamente quería escaparme de ese lugar, rápido.
  Necesitaba comprender realmente los motivos de mi rebelde comportamiento, que recientemente había aflorado en mi persona… ya que nunca lo fui realmente, sin embargo solo podía afirmar que existía algo verdaderamente malo en mí… como para estar cegada por lo celos de esta forma tan poderosa, y aun más sin conocer bien a la persona que celaba. Después de Derek, creí que siempre estaría sola y ahora con lo de Isaac…, lo había tomado como una señal; pero tenia el presentimiento de que algo pasaría, y aun así mantenía la guardia baja… esperando a que ocurriera lo inevitable. Cuando salí de la oficina no lo vi, jamás me percate de donde se encontraba, hasta que choque de frente con él y al hacerlo me robo el aliento, logrando confundirme con una facilidad impresionante; me sentí molesta al no comprender los nuevos sentimientos que embargaban mi cuerpo, aunque no podía evitar recurrir a mi recuerdo, a mi sueño de la noche anterior… a ver su muerte sin poder intervenir para evitarla. Di un traspié pero sus reflejos, increíblemente rápidos, me impidieron que chocara contra el suelo estrepitosamente, yo solo esperaba el impacto con los ojos cerrados… pero nunca llego, lo único que sentí fue su cálida piel rozar contra la mía, como si un manto protector me cubriera por completo. Abrí los ojos lentamente, ignorando lo mejor posible el extraño hormigueo que había aparecido a lo largo de mi piel, sus encantadores ojos azules estaban clavados en los míos, con una expresión alarmada, y aliviada; intente incorporarme pero su agarre me lo impidió completamente.
       -¿Te encuentras bien?- pregunto con voz estrangulada, sin moverse un ápice de la posición en la que estábamos.
       -Si, eso creo- conteste, sintiendo… pero ignorando las escépticas miradas de todos los profesores que estaban cerca de la oficina-, gracias.
  Fui incapaz de seguir sosteniéndole la mirada, me incorpore con nerviosismo… sin percatarme que su brazo continuaba firmemente ceñido a mi cintura; cuando estuve de pie tuve el valor suficiente para mirarlo de nuevo, sonreí aliviada y volví a enfocar mis ojos en los suyos. Su expresión era un poco más relajada, pero tenía la mandíbula rígida… como si estuviera aguantando la respiración o hubiera recordado algo horrible.
  No comprendía muy bien su reacción, ni la mía tampoco; tome su rostro con mis dos manos, él hizo un mohín y yo espere hasta que la confusión se hizo presente en su rostro, mientras todo su cuerpo se relajaba inmediatamente. Su mirada dejo de ser hostil y se torno increíblemente dulce; algo dentro de mí afloro en ese momento, me devolvió la confianza en mi misma y volví a sonreír.
       -Gracias, de nuevo- murmure soltando su rostro, apenada-. Soy Natalia.
       -No fue nada- aseguro mirándome fijamente-. Mi nombre es Ian.
  Me quede anonadada, recordando lo que había escuchado el día anterior antes de salir huyendo, era peligroso estar cerca de él, o con él; pero extrañamente no me importaba, no se trataba de despecho, o que quisiera ahogar mi penas con otra persona… simplemente quería estar con él, sin importar el riesgo. Lo tome de la mano y lo arrastre detrás de mí hasta mi coche, iba a preguntarle todo lo que necesitaba saber… nadie mejor que él para dar respuesta a todas mis interrogantes; si mi vida corría peligro, me lo debía… al menos necesitaba que me concediera el beneficio de la duda, al decirme si se atrevería a matarme o no. En mi sueño él había muerto defendiéndome, y quería saber si solo se trataba de locuras mías o si realmente había soñado una remota posibilidad de vivir; tenía sentido, si él era quien moría en mi lugar tenían que dejarme en paz… ya que, no seria más un estorbo para sus planes, y no distraería a nadie más; si Ian y yo teníamos una relación… eso era peligroso para ambos, no solo para mí. Subió sin preguntar nada, luego tome el volante y arranque rumbo a mi casa… no sabia si estaba en shock, o si pretendía suicidarme, tan solo hacia lo que mi mente le ordenaba al resto de mi cuerpo. Era como si estuviera dormida y mi cuerpo solo cumpliera con sus funciones básicas; aunque ahora conducir se había vuelto una de ellas. Suspire cuando empecé a ver las lindas casas del Charles North, me sentía extrañamente protegida en ese lugar… aunque ahora, sin contar el encapotado cielo, parecía más un set de filmación… donde las casas están vacías o solo es la parte de enfrente de la casa; era como si algo nos observara desde la penumbra de alguna de las casas, ahora el paisaje nevado se veía más amenazante que tierno. Ian parecía comprender mi reacción, pero guardo silencio y miro por la ventana… ignorando mi repentino ataque de pánico, seria pésimo que me empezara a volver paranoica en un momento así; pero el peligro era inminente, siempre latente… a la espera de que volviera a bajar la guardia para atraparme. Tenía que calmarme, aunque no sabia muy bien como lograrlo; vi de reojo la sombría casa de Christina, ¿de verdad algo nos observaba?... ¿Por qué?; negué con la cabeza y di vuelta en la cochera de mi casa. Nadie esta observando, pensé repetidas veces mientras juntaba valor para salir del mini Cooper y caminar hasta la puerta para abrirla; cuando salí el árbol de cerezo que había en el jardín de al lado se estremeció… como si una ventisca imperceptible para los humanos lo hubiera movido bruscamente, una gota de sudor bajo por mi nuca haciéndome estremecer. Trague saliva y abrí la puerta, sin que me diera cuenta Ian estaba pegado a mí como mi sombra… mirando con desconfianza el movimiento del árbol, toco mi hombro y me empujo débilmente hacia adentro; ambos estábamos tensos y ninguno parecía tener idea del motivo. Cerré la puerta con llave y fui a la sala para cerrar las persianas, luego me desplome en un sillón… jadeando como si hubiera corrido cuatro kilómetros en tiempo record, pero solo era la tensión que intentaba liberarse de cualquier forma posible; Ian me imito, pero él jugaba con sus manos ansiosamente y negaba con la cabeza repetidas veces.
       -Esto está mal… muy mal- bramo al fin sin mirarme.
       -¿Por qué?, ¿Por qué los descubrí y te rapte?- inquirí sin ocultar mi desconfianza-. Te agradezco que me hayas salvado de una dolorosa caída, pero eso no cambia el hecho de que tus amigos son unos psicópatas de talla mundial- gemí mirándolo fijamente, él clavo su mirada en la mía y negó lentamente.
       -No tienes ni idea de lo que dices- aseguro, mirándome de nuevo…  esta vez de forma hostil-, si quisieran… te habrían matado desde que llegaste.
       -Hazlo entonces- lo rete, levantándome rápidamente del sillón. Ian sonrío irónicamente y negó nuevamente con la cabeza.
       -No, no lo hare…- murmuro con delicadeza-, no podría hacerlo… aunque me lo ordenaran.
  Me confundí. ¿Mi sueño había sido una predicción?, yo no quería que nadie muriera por defenderme, no tenia caso alguno que lo hicieran… solo seria un sacrificio inútil, era completamente en vano. La mirada de Ian era tortuosa, como si luchara contra algo invisible para mí… pero doloroso para él; me senté a su lado… en el mismo sillón y tome su mano cautelosamente.
       -Ayúdame a entender lo que soñé antes de venir aquí- le rogué mirando sus ojos-, y lo que trama Aarón. ¿Qué significa el símbolo?
  El chico me miro estupefacto, como si no alcanzara a creer lo que yo decía… como si fuera la primera persona, viva al menos, que conocía sus símbolos y buscara una explicación a ellos y a los propósitos de Aarón.
       -Aarón y Sara están juntos porque… aman el poder, al igual que Germán, Raven, Maurice y Bruce- susurro alejando su mano de la mía-; el resto de nosotros se les unió porque no teníamos otra opción.
  ¿Qué?, ¿hablaba en serio? Yo sabía que existían personas que amaban el poder, pero nunca al punto de asesinar a otros para alcanzarlo; yo soñé a Sara… y a un hombre, que bien podría tratarse de Aarón, pero no le vi el rostro. Yo moría en mi sueño, aunque no era realmente yo… era yo en el cuerpo de otra persona; me levante precipitadamente y abrace mi cuerpo pensativa. ¿Quiénes eran ellos?, ¿Qué los motivaba a hacer lo que hacían?
       -Matan… por la satisfacción personal que el hecho les causa, o por dinero- me dijo, como si hubiera leído mi mente.
       -Eso es… horrible- admití afrontando su mirada-, ¿Por qué no haces nada por detenerlos?
       -Trabajo para ellos, si los traiciono… destruirán todo aquello que significa algo para mí, incluida tú…- agrego levantándose también.
  ¿Qué tenia yo que ver en todo eso?, ¿solo porque significaba algo para Ian ya era un blanco? Me acomode el cabello recordando las palabras de Aarón. Ian tenía razón, no había forma de enfrentarlo… si lo hacia él, destruirían su vida y si lo hacia yo… destruirían la mía; mis padres no tenían porque pagar por mis acciones, fui yo quien se metió en la boca del lobo… sin su ayuda. Ian me abrazo con fuerza, yo no respondí el abrazo… pero significaba mucho para mí que él intentara protegerme… aunque corriera riesgo su vida; necesitaba encontrar una forma, su vida y la mía corrían peligro… no tenia planeado quedarme a observar como Aarón lo destruía lentamente por mi culpa. Debía existir alguna forma de solucionar este lío sin que alguno de los dos resultara herido, pero… no podía recurrir a Christina o a Sean, ellos no lo entenderían y quizás me verían como una traidora por mantener contacto estrecho con sus enemigos.
       -¿Y cual es tu historia?- murmure… ignorando mis pensamientos, mientras me alejaba de él.
       -¿De verdad quieres saberlo?- susurro de forma casi inaudible, mientras su miraba se nublaba de una manera inexplicable… como si cargara con un dolor interno que le impedía hablar; asentí una sola vez y él suspiro dejando su mirada fija en un lugar inexistente-. Mi padre era descendiente de los nazis, y él jamás dejo de lado la ideología de esas personas… y trato de inculcarme a mí que la raza aria es la única pura en el mundo; al principio lo creí, pero conforme pasaron los años me di cuenta de que mi padre era uno de los pocos que aun continuaban con aquella precaria ideología.
     ‘’Yo tenia amigos que no eran de raza aria, de hecho no lo comprendía… ya que ni siquiera mi madre lo era, por lo tanto ni yo mismo era un ario puro; ahí comenzó el problema con mi padre, quién además de su cuadriculada mentalidad… sufría de bipolaridad, aunque lo negara- Ian tenso los músculos de su espalda, como si tratara a toda costa… de controlar su ira-. Una mañana de septiembre, mi padre perdió su poco autocontrol y ataco a mi madre… gritándole que ella no era pura, que merecía morir; yo tenía 16 años, y vi como mi padre asesino a mi madre, apuñalándola con una saña que no comprendí jamás.
     ‘’Luego de eso, yo… no pude contenerme y lo asesine, aunque no entendía la magnitud de lo que había hecho, estaba solo y confundido… hasta que me tope con Kristen y Hunter, su padre… el líder de una Hermandad que radica en Praga; él me prometió que borraría toda la evidencia del crimen que cometí si trabajaba para él, yo acepte… pero jamás pensé que se trataría de algo tan cruel y despiadado- de un momento a otro todo su cuerpo se relajo en un suspiro-. El miedo mueve a las personas, y es la mejor arma para manipularlas, por eso lo hice… por temor a que me descubrieran, a ir a la cárcel y tener que revivir los recuerdos de ese día; tiempo después, Aarón y Sara comenzaron a tener problemas con el lider, y decidieron dejar la Hermandad, yo me les uní porque no estaba de acuerdo con sus métodos…
   No me percate de las lagrimas que había derramado al imaginar lo traumático que había sido para él ver como su padre asesinaba a su madre, solo por un estúpido ataque provocado por su enfermedad mental, además de que… él no había sido el responsable directo de la muerte de su padre… nunca se puede estar seguro de cómo se reaccionara ante una determinada situación, Ian había actuado como se lo permitió la situación; una situación que nadie hubiera sabido controlar debidamente. Arroje mis brazos alrededor de su cuello, ocultando mi rostro en la base de este, sin reprimir mis lagrimas, no sentía vergüenza alguna estando con él, era extraño pero en vez de ello me sentía segura, protegida y a salvo de cualquier cosa; todo parecía completamente perfecto e imperturbable, pero Ian me soltó y me miro a los ojos con ternura, luego acaricio mi mejilla y se alejo con aire derrotado; suspire y lo mire con detenimiento, pareciera que alguien estuviera susurrándole algo al oído, algo que lo lastimaba por dentro; se volvió para mirarme. Aun había cosas que yo desconocía y tampoco estaba en posición de asediarlo con preguntas estúpidas que él se negaría rotundamente a contestar, porque le atraerían dolorosos recuerdos.
       -Debemos volver, antes de que lo sepan- escupió y se encamino a la puerta.
       -¿No deben vernos juntos?- gemí mientras salía tras él.
       -Déjame fuera del estacionamiento, caminare- sugirió negando con la cabeza mientras tomaba su lugar en el auto.
  Encendí el motor y salí de la cochera rápidamente, mire de reojo la casa de Christina y vi a su padre en el porche de la casa. Maldición, pensé. Ojala el padre de mi mejor amiga no les comentara nada sobre lo que había visto, o que al menos hubiera ignorado la presencia de Ian; pise el acelerador con la mente casi en blanco… solo podía pensar en una cosa: salvar nuestras vidas, y no solo la mía. ¿A quien podía recurrir en un caso así? No tenía pruebas para incriminar a Aarón, y aunque las tuviera… también tendría que culpar a Ian por todo lo que sabía, pero me negaba a hacerle daño… era muy tonto siquiera tenerlo como una posibilidad factible; quizá eso había sido un error, sabia demasiado… aunque solo él lo supiera, eso generalmente era muy malo. Lo mire de soslayo y lo pille mirándome, pero se volteo rápidamente al verme, pero también vi como las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa.
  En buen momento comenzó a nevar de nuevo, no como ventisca… solo algo leve; Ian me pidió que me detuviera a un kilometro de la escuela, lo obedecí y él bajo de mi auto. Me miro a los ojos y suspiro bajando la cabeza.
       -Pase lo que pase no me busques- me rogo sin alzar la mirada-, yo te buscare a ti cuando llegue el momento, ¿si?- me miro y sonrío a medias-. Vete.
  Asentí una sola vez y arranque, era sumamente confuso lo que había pasado y yo realmente quería comprenderlo, ¿Por qué ahora lo quería de esta forma tan irracional?, no había bases solidas para sentir algo tan inexplicable, o ¿si? Al dar la vuelta para entrar al estacionamiento, vi a Isaac, a Gabriel y a Christina recargados en el Porshe del primero; cerré los ojos, deseando volverme invisible pero sabia de sobra que eso no pasaría, así que solo me restaba pensar en una buena excusa para sacármelos de encima. Respire hondo y me estacione junto al auto negro, todos me miraban… podía sentirlo a través de los vidrios del mini Cooper; tome mi mochila y salí del carro para enfrentarme a algo que no podía evadir aunque lo intentara. Cuando pude ver sus ojos descubrí, para mi sorpresa, que denotaban más preocupación que molestia, y eso me tranquilizo un poco; camine lentamente, mirando mis pies, hasta que llegue a donde estaban.
        -¿Dónde estabas, Natalia?- murmuro Christina alarmada.
         -Fui a casa, olvide la hoja de asistencia- mentí, aunque sonó muy convincente, incluso para mí-. Lo siento.
         -Gabriel, mira…- susurro Isaac señalando una de las entradas al Instituto-; apareció…
  Ian iba entrando al Instituto en el momento en el que yo charlaba con mi mejor amiga, no pude evitar mirarlo de reojo… y note como él también alzo un poco la mirada para percatarse de lo que ocurría; ambos comprendíamos que teníamos que pagar el precio por lo que hicimos, y quizá la reprimenda que me daría Christina no se comparaba con la que le daría Aarón a él. Me aferre al tirante de mi mochila y suspire con pesadez, Christina me miro y me abrazo, luego me encamino a edificio principal.
        -Es hora del almuerzo- farfullo y luego miro a los chicos-, vamos… nos están esperando.
  Ambos asintieron y caminaron detrás de nosotros con cautela, como si su deber en ese momento fuera protegernos contra cualquier peligro que se nos avecinara; me sentía terriblemente incomoda, pero tampoco tenia la confianza como para decírselos… creí que debía confiar en Christina, ella siempre había estado cuando la necesite y lo menos que podía hacer para pagarle… era confiar ciegamente en ella.
  Al llegar a la cafetería me di cuenta de que todos estaban sentados en una mesa cercana a una de las ventanas, me sorprendí mucho al ver a Irina sentada al lado de un chico alto, de piel apiñonada, ojos cafés y cabello azabache… no lo reconocí, como a la mayoría de los que estaban en la mesa; vagamente recordé a la chica que estaba al lado izquierdo de Matt, su piel blanca y sus ojos grisáceos, era una de las que había visto en la playa. También estaba la soberbia Mirey, quién me miro con desprecio y luego miro a Isaac, él rápidamente se acerco a ella y se sentó a su lado; a ella no la olvidaría tan fácil, no mientras planeara asesinarme con su fulminante mirada. Al otro lado de la chica se encontraba el muchacho que vi llegar con Isaac esa mañana, se parecían mucho… solo que ese chico tenia una mirada más amigable que la de Isaac. Christina me guio hasta un sitio vacio al lado de un chico que no conocía, ni recordaba haberlo visto jamás; era alto, piel blanca… muy saludable, los ojos de un profundo marrón claro, una musculatura sumamente atractiva pero no exagerada, pómulos altos, cabello ondulado y negro, y unos labios que seguramente le robarían el sueño a cualquier chica, durante una o varias noches. Inmediatamente me sentí abstraída por ese muchacho, desconocido para mí, pero su presencia imponía… y me cohibía de una forma inexplicable; mi mejor amiga sonrío y se sentó junto a Matt.
        -Creo que tenemos que presentarte con todos- aseguro mi amiga sonriendo con alegría.
  Asentí una vez y mire a todos los que estaban en la mesa. Mi amiga le susurro algo a su novio en el oído  y él a su vez asintió y miro a todos.
        -Se presentaran uno por uno, empezando por ti… Natalia- farfullo él mirándome a los ojos con una histriónica sonrisa.
       -Por supuesto- respondí con sarcasmo-, mi nombre es Natalia Bellager…
        -Hola, mi nombre es Andrew Sullivan- murmuro el chico que estaba a mi lado, su voz sonaba muy armoniosa y al mismo tiempo cuidadosa, como si sospesara el terreno por el cual iba a comenzar a transitar.
        -Yo soy Lía Ferrer- continuo la chica menuda que conocí en la playa-, un placer conocerte Natalia.
       -El placer es mío, Lía- admití dedicándole una sonrisa tímida.
        -Mi nombre es Kenneth Fortune- agrego el compañero de Lía con una amistosa sonrisa-, el amargado es mi hermano Isaac.
  No pude evitar soltar una risita nerviosa al escuchar lo dicho por el pequeño Kenneth y la reacción exagerada de Isaac, sin duda no le parecía gracioso el comentario de su hermano, pero intentaba con todas sus fuerzas aceptar la broma y reírse de si mismo.
        -Yo soy Mirey Polymory- murmuro la chica morena con desprecio-, e Isaac es mi novio…
  No pude evitar notar el desprecio en su voz, y su afán por hacerme entender que Isaac era su novio… como si pretendiera que yo no me acercara a él ni por error.
       -Si, si Mirey… todos lo sabemos, aunque no comprendemos como paso o que demonios le pico a Isaac- bromeo Gabriel-, yo soy Gabriel Walker… a tus órdenes.
        -Yo soy Irina Slade, y él es mi novio Steve Rede- susurro la muchacha morena de cabello chino.
       -Un placer conocerlos- admití encogiendo los hombros.
  Todos sonrieron y comenzaron a comer animadamente mientras yo continuaba pensando en las consecuencias que hubiera sufrido Ian por fugarse conmigo, y haberme contado la verdad; yo había sobrevivido ilesa, pero ¿y él?, ¿Dónde estaba?, ¿estaba bien?... nadie podría asegurarme nada. Solo me calmaría cuando lo viera sano y salvo. Aunque no podía olvidar la promesa, no podía buscarlo con libertad… él me buscaría a mí cuando lo creyera conveniente; mire mi plato intacto y lo aleje de mí, no tenia apetito y no pareció extrañarle a nadie…. lo cual me agrado mucho. Estaba jugando con mi botella de agua, ansiosamente, manteniendo mi cuerpo ocupado y mi mente… un poco distraída, estaba un poco mareada por el olor de tanta comida, aunque también podía culpar a la falta de alimento en mi sistema; pero la realidad era que estaba ansiosa por la ausencia de Ian, aunque a nadie más pareciera importarle mucho… a mí me incomodaba de una forma excesiva. Suspire y gire la tapa con cuidado, hasta que escuche como trono la tapa, anunciando que el envase estaba abierto; le di un diminuto sorbo cuando otro sonido capto mi atención.
  Escuche el sonido de la puerta exterior abrirse, y mire a algunos muchachos riendo y a otros con expresión seria y tortuosa en exceso, como si hubieran presenciado algo terrible y tuvieran prohibido comentarlo, aunque nadie más, ajeno a ellos, lo escuchara; detrás de ellos entraron Aarón y Sara con una sonrisa, muy bien fingida, tatuada en el rostro. Algo que no podía negar era lo ostentosos que se veían juntos, aunque no los conociera y por lo que había contado Ian… eran problemáticos, pero no eran malas personas; me mordí el labio inferior un segundo y luego entreabrí los labios en un inesperado jadeo que sobresalto a todos en la mesa. Era como un mal presentimiento, una repentina ira que se había apoderado de mí y estaba enfocada en aquella pareja que entraba lentamente a la cafetería, bromeando casi en silencio y sonriendo con sarcasmo…

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