domingo, 14 de agosto de 2011

Libro Tercero. Natalia Bellager. 1.- Partida.

  Toda mi vida había dado un giro de 180° y quería recuperarla, o al menos la minoría de todo lo que había sucedido, existían cosas que no quería cambiar, pero había otras, en su mayoría recuerdos, que hubiera preferido alejar de mi mente. Ignoro totalmente como rayos salí de mi colapso nervioso luego de que Ian me encontró, oculta tras la bardita que dividía el comedor y la cocina, también desconozco como llegue ahí. Recuerdo que Irina entro a mi habitación cuando Kristen me lanzo al suelo, y me pidió huyera, pero mi cuerpo no respondía a las ordenes de mi cerebro; se que me movía, aunque no se como lo hacia. Baje las escaleras dando tumbos y escuche el motor de un auto acercarse a la casa con bastante prisa, pero no me detuve; las pantorrillas me ardían, y temía detenerme… porque algo dentro de mí me decía que  Kristen iba a ir detrás de mí en cualquier momento. Entonces resbalé, y tuve que gatear para llegar a mi escondite; la puerta se abrió de golpe y unos momentos después escuche un disparo… y después silencio. Un infinito silencio, que quiero creer llego a mi mente para protegerla de los demás acontecimientos suscitados en mi casa. Lo siguiente fueron los ojos azules de Ian, mirándome con aquella ternura que yo recordaba… tan francos y llenos de culpa, su cálida mano acariciando mi mejilla para infundirme algo de valor y confianza. Las lagrimas desfilaban por mis mejillas sin piedad alguna, mientras él trataba de calmarme… sin despegar su mirada de mí, y yo no sabia como reaccionar… hasta que fui completamente consciente de lo que estaba pasando y fue entonces que mi primer impulso fue abrazarlo y saber que era real, que no estaba soñando y que él había ido a buscarme porque la pesadilla había terminado.
       -¡No me dejes, por favor!- gemí, incapaz de soltarlo.
       -No cariño…. nunca más…- me susurro al oído, mientras acariciaba mi cabello con cuidado -. Ya todo está bien, no volverá a hacerte daño.
  Siempre me pareció tan irreal, como un hermoso sueño hecho realidad y yo… como siempre me porte como una cobarde, incapaz de mantenerme tranquila y sobrevivir a esto sola; por mi culpa había muerto Irina… y habían herido a Ian en un costado. ¿Por qué todos los que me rodeaban tenían que sacrificarse por mí?, no me parecía justo en absoluto que siempre sucediera lo mismo. Cerré los ojos mientras caminaba por la calle, aun con la misma ropa… mi playera de deportes manchada por la sangre que había emanado de la herida en mi mejilla, y el pans azul marino roto de algunas partes por mis múltiples caídas de ese día en especial; patee una lata de refresco que estaba tirada y metí las manos en las bolsas del pans… sin dejar de moverme por la calle, tenia que alejarme… había hecho enojar a Aarón y eso tendría una consecuencia. Me mordí el labio inferior al recordar la última consecuencia que tuvo mi actitud, recordé a Ian cuando entro a la cafetería… herido, apaleado por sus propios compañeros. Ian no había hecho mas que meterse en problemas desde que decidió estar conmigo y yo era tan egoísta como para negarme a alejarme de él, por su propia seguridad; era injusto para él todo lo que estaba pasando. Y yo era la única responsable, aunque él insistiera en culparse por mis errores; quizá hubiera sido mejor que yo me quedara al lado de Sean y no profundizara mis sentimientos por él, pero ahora… ya era demasiado tarde para arrepentirse, ambos lo sabíamos.
  Di vuelta en una calle desconocida, o al menos no supe orientarme en ese momento, el cielo volvió a nublarse… dejando ver las lechosas nubes que traían consigo el augurio de una lluvia torrencial, pues era su época… el verano siempre propiciaba lluvias y tormentas, con ellas marejadas y algunos desastres en la playa que colindaba con la Bahía de Chesapeake. Al menos eso habían pronosticado en CNN esa mañana, el día había pasado tan lento para mí… que me habían parecido varios días en lugar de unas cuantas horas; suspire y seguí caminando, sin un rumbo fijo; esperando a que las nubes liberaran su pesada carga, pensaba que algo de agua fría me ayudaría a  olvidar y superar los acontecimientos de ese día. Aun había mucho que asimilar, aunque todos creyeran que ya estaba bien, yo seguía creyendo que de un momento a otro comenzaría a gritar y a llorar descontroladamente. Pero, hasta ahora, por más que intentaba evocar las lágrimas… estas se negaba a acudir a mis ojos, lo cual era sensato… sabiendo lo tensas y graves que estaban las cosas ahora en la sala de Billy. Ignoraba si lo mejor, para mí y para ellos, hubiera sido que aceptara la oferta de mi madre y hubiera vuelto a Omaha con ella y con Mitch; pero también para eso era un poco tarde, lo único que me restaba era superar esto… por complicado que pudiera parecer. Abrace mi cuerpo rápidamente en cuanto las primeras gotas de lluvia cayeron sobre mí, y todo Baltimore, ahora volvía a sentir miedo… un miedo inexplicable como el que sentí ese día en la camioneta de Alexander, cuando Ian insistió en llevarme al hospital; siempre odie sentirme así de vulnerable, así de débil… y también detestaba el hecho de que los demás se arriesgaran por mí. Y ahora debía tomar una decisión, aunque no sabía muy bien cual era… pero tenía que elegir entre: seguir al lado de Ian y arriesgarlos de esa manera, o dejar todo y volver a Omaha; a planear todo para volver, aunque no supiera cuando ni como lo haría.
  Me senté en una banca, tratando de mirar a través de la lluvia, que caía uniformemente sobre el centro de Baltimore. Había aprendido a querer la ciudad, a la ciudad y a sus habitantes, ahora era mi nueva casa… mi nuevo hogar, la mayoría de los que amaba estaban aquí. ¿Realmente iba a dejarlo?, era lo mejor para todos… que desapareciera un tiempo, que dejara las cosas tal  y como estaban. Suspire de nuevo, buscando mi teléfono celular en mi bolsillo; afortunadamente ahí estaba y también algo de dinero, el suficiente para viajar en autobús hasta Nebraska, ya ahí llamaría a mamá para que alguien me recogiera. Tenía todo el trayecto para pensar en una excusa. Sonreí sin gracia y comencé a caminar, esta vez a un lugar que conocía, al menos su fachada exterior, iba a la central camionera… decidida a dejar todo, irme sin equipaje… aunque me tacharan de cobarde y prófuga, porque era así como me sentía. Ya no me importaba, solo quería proteger a Ian, aligerarle la carga, permitirle pensar con la cabeza fría… sin que tuviera que preocuparse por mí y lo que pudiera pasarme. Tenía que hacerlo, por su bien.
  Finalmente mis lágrimas acudieron a mis ojos, mezclándose con el agua de lluvia que bajaba por mi rostro, apresure el paso… tratando de no pensar en lo que haría Ian al saber que me había marchado sin decirle nada a nadie; tenía pensado llamarle a Billy, una vez que llegara a Nebraska, claro… para que no pudiera decirme nada u obligarme a regresar. Comencé a correr, pensado en aquellos ojos azules que me cautivaron desde que llegue al Instituto de Baltimore, y que fueron lo primero que vi al volver a ser consciente. Perdóname, Ian. Me dije a mi misma, esperando que él pudiera entenderlo algún día… realmente tenía la esperanza de que así fuera, de que me perdonara y entendiera los motivos por los cuales lo había hecho. Había sido yo la que le complico la vida y sería yo misma la que la arreglara, o al menos la que diera el primer paso para solucionarla. Empecé a respirar irregularmente, mi corazón chocaba contra mis costillas, exigiéndome un poco de descanso pero me negué… entre más pronto llegara a la Central y abordara el autobús que me llevaría a Nebraska o a algún lugar cercano, más pronto se terminaría todo. Me detuve en las pequeñas escaleras que me separaban de la puerta de aquel enorme lugar, atestado de gente; no iba a ser tan cobarde, tome una bocanada de aire y saque el teléfono de la bolsa del pans, y busque el número de Christina en la agenda. Pulse el botón y espere a que contestara.
       -Oh, por Dios Natalia- canturreo ella aliviada-. ¿Dónde diablos te metiste?
       -Chris… yo…- titubee mirando el edificio, pasándome una mano por el cabello-, tan solo dile a Ian que lo amo. Los extrañare…
       -¿Qué tonterías estas diciendo?- exigió saber, su voz delato su confusión-. ¿Dónde estas? Te iré a recoger de inmediato.
       -No, no es necesario- me queje-. Adiós, Chris…
  Colgué el teléfono, con las lágrimas a punto de asaltarme otra vez, me limpie los ojos y busque el número de mi madre; sentía la imperiosa necesidad de avisarle que iba rumbo a Nebraska, ella se pondría feliz… pero eso no cambiaba el hecho de que me pediría una explicación, y no podía decirle la verdad.
       -Hola, cariño- me dijo mi madre desde el otro lado de la línea-. ¿A que debo tu llamada?
       -Mamá… quiero volver a Nebraska- le dije, sin poder dejar de llorar.
       -¿Paso algo malo, cielo?- insistió ella, descubriendo la preocupación de su voz.
       -Si, yo… termine con Ian- mentí, aunque mi voz quebrada y las lágrimas lamiendo mi rostro, lo hicieron sonar bastante convincente-. Dime que puedo ir contigo, quiero alejarme de aquí un tiempo, por favor.
       -Oh, cariño…- susurro ella, casi sentí sus brazos rodear mi cuerpo para consolarme-. Claro que puedes venir, Mitch y yo te esperaremos en la terminal de Iowa y de ahí viajaremos a Omaha.
       -Gracias mamá- susurre sin ocultar mi tristeza-. Te llamo de la central cuando este ahí.
       -Claro, mi niña…- respondió ella-. Cuídate y nos vemos en unas horas. Adiós.
       -Adiós…
  Volví a colgar y entonces el teléfono empezó a sonar repetidas veces, Christina me estaba llamando, pero no podía permitir que supiera a donde había ido, tenían las personas necesarias para peinar toda la ciudad en mi búsqueda y alguien encontraría el teléfono; suspire y borre la ultima llamada, la que le había hecho a mi madre y lance el celular a un cubo de basura. Mire hacia la ciudad de nuevo y baje la cabeza. Desde que llegue ahí supe que me iría así, con la cabeza baja… como una cobarde, como la cobarde que todos esperaban en casa. Pero no me importaba, ya no. Di media vuelta y subí la escalinata con algo de prisa, una mujer me sonrío y me indico un lugar en la fila; me sentí aliviada en ese momento.
       -Hola, ¿en que te puedo ayudar?- pregunto con la sonrisa aun dibujada en el rostro.
       -Quiero un boleto para la corrida de Baltimore a Iowa- respondí mientras sacaba el dinero.
       -Tienes mucha suerte- me dijo, luego de teclear algo en la computadora-. Solo queda un asiento y el autobús sale en veinte minutos.
       -Muchas gracias- admití mientras le extendía el dinero y ella, a su vez, me daba el boleto.
  Sonreí sin gracia y camine a unas bancas, cerca de donde salían los autobuses; aun podía arrepentirme, pero no estaba segura de querer hacerlo. Muy dentro de mí quería que sucediera lo mismo que en las películas, que Ian llegara y me pidiera que no me fuera… entonces yo rompería el boleto y correría a sus  brazos, lo besaría y volveríamos juntos a casa de Billy; mire la puerta de la Central, deseando que él entrara y me mirara, pero eso no iba a suceder… Baje la cabeza nuevamente y subí mis piernas a la banca, abrazándolas… empezando a lloriquear de nuevo; realmente iba a hacerlo, no había marcha atrás y era lo mejor para todos. Aunque sonara egoísta, sin mí… todos tendrían una mayor posibilidad de éxito y era todo lo que me importaba ahora, nada más que eso. Mire el reloj, ya solo faltaban 15 minutos, en cualquier momento comenzarían a llamar al abordaje. No era momento de ser cobarde, por primera vez haría algo bien, me alejaría por el bienestar de alguien más que no fuera yo misma; pero ¿realmente quería esto?, volver a matricularme en el colegio de Omaha, volver a mi vieja vida… sin emociones, volver a sentirme sola pues todos mis amigos se habían marchado al lado de quien me rompió el corazón. ¿Qué tan irracional era huir de dos lugares por circunstancias similares?, yo nunca fui normal, todos me lo decían, pero ahora me preguntaba si lo decían porque no era capaz de anteponer mis sentimientos a los de las demás personas. Siempre siendo pasiva para evitar un conflicto, o agresiva con quienes yo consideraba que se lo merecieran; solo estaba segura de dos  cosas, de mi cobardía y del dolor que afloraba en mi interior al quererme alejar de Ian y de todas las personas a las que consideraba mis amigos. Mire la puerta de la terminal con un poco de esperanza en que sucediera lo que yo mas anhelaba en ese momento, que todos llegaran y me pidieran que no me fuera, pero era mejor así; suspire y mire el reloj, tan solo faltaban diez minutos para que el camión arrancara con destino a Iowa, me levante y camine a la fila que comenzaba a formarse en la puerta de salida. Me limpie las lágrimas con el torso de mi mano y le entregue el boleto al policía de aduana que los estaba recogiendo; fue un recorrido tan lento, caminar de la puerta de abordaje a mi asiento dentro del vehículo. Todas mis vivencias, experiencias buenas o malas, todo lo que viví en Baltimore desde que llegue, paso frente a mis ojos como una película romántica que poco a poco llegaba a su final, un final tan inesperado como es que la protagonista se vaya sin que su pareja intente detenerla. Me senté en mi lugar, afortunadamente al lado de la ventana, así podría despedirme lentamente de la ciudad que me acogió con ternura durante los últimos meses; suspire y me recargue en el vidrio con nostalgia, al menos nadie me vería llorar… ya no más, ya no seria una carga para nadie y finalmente dejaría de ser un motivo de conflicto entre Ian y su Organización, finalmente podría hacer algo bueno por las personas que amaba, al fin Billy se libraría del peso que era cargar conmigo a diario, haciéndolo pasar corajes y amarguras. Pero al menos, no lo había hecho sentirse terriblemente mal, seguiría viéndolo… un par de semana al año, como lo hacia antes; él me extrañaría, tanto como yo a él, pero era lo mejor para todos. En Omaha nadie amenazaría con asesinarme, tan solo tenia que mantenerme lejos de la persona que me hizo huir a Baltimore, aunque, ahora, estaba completamente segura de que no importaría si me lo encontraba… ya no significaba nada para mí, se había convertido en un mal recuerdo. Lo que me mataba, era saber que no vería a Ian de nuevo… nunca más, no podía hacerle eso, no se lo merecía… no era justo jugar de esa manera con sus sentimientos. Cerré los ojos con fuerza y deje que las lagrimas barrieran con mi rostro, haciéndome recordar lo dolorosos que había sido para mí venir a vivir en Baltimore… y pensando en lo incongruente que era sentirme tan mal por dejarlo; extrañaría a papá, a Chris… pero no podía negar que a quien mas me dolía dejar era a Ian, sobre todo, después de lo que había hecho por mí. Asesino a una persona porque me creyó muerta, mato a la mujer que amenazo con asesinarme… me había dicho que me amaba y yo lo creía, también yo lo amaba… era un sentimiento que no podía negar, ni tampoco quería dejar de sentirlo, aunque ahora me provocara un dolor tan profundo.
  Me acomode en el asiento, algo bueno venia de todo esto… vería a mi mamá otra vez, podría pasar tiempo de calidad con ella y con Mitch, me acostumbraría de nuevo a la vida a la que estaba tan acostumbrada; sería yo nuevamente, la muchacha torpe que vivía en un pequeño pueblecillo en Nebraska, quien no se llevaba muy bien con ningún tipo de clima, la misma que tenía accidentes con frecuencia, todo volvería a la normalidad. Inclusive, vería de nuevo a Michael. Suspire al recordarlo, el muchacho que conocí en mi tercer año de Instituto, había sido mi mejor amigo los últimos 4 años y yo me había olvidado de él, de una forma deliberada y cruel cuando no lo merecía. Ahora podía disculparme, aunque lo más probable sería que me odiara por irme sin darle ninguna explicación y no ponerme en contacto con él luego de que mi vida se soluciono, ni siquiera había pensado en él durante mi estadía en Baltimore. Suspire. Era una pésima amiga, no merecía a ningún amigo siendo como era y mucho menos, comportándome como lo hacia, era terriblemente injusto. Abrí los ojos lentamente, el camión empezaba a ponerse en marcha… pronto me alejaría de la ciudad por la autopista, mire el anden por el que había caminado para abordar; cuando deseaba que Ian apareciera ahí, de repente… sin aviso o antelación, yo me bajaría inmediatamente del camión, sin importarme las consecuencias que eso trajera… lo haría, me disculparía y lo besaría, prometiéndole así, que jamás volvería a hacer una tontería de ese tamaño. Demasiado hermoso para ser cierto, él ni siquiera imaginaba donde estaba, por mucho que me amara no podía leer mi mente y no era capaz de predecir mis movimientos, aunque yo fuera demasiado obvia, en ocasiones lograba sorprenderlo. Respire hondo y mire a la mujer que se sentó a mi lado, no parecía incomoda, ni siquiera me dirigió una mirada… ni siquiera de soslayo; sonreí sin gracia, no era la primera vez que alguien me ignoraba de esa forma, no era alguien que llamara mucho la atención, hacerlo jamás fue mi propósito en la vida, simplemente me gustaba ser yo misma, me miraran o no… eso  no me importaba. Por eso, el que alguien como Ian se fijara en mí, siempre me pareció tan irreal… un sueño tan fantástico que se desvanecería con el tiempo, aunque jamás antele que seria yo la que terminaría con ella.
       -Tenia que pasar…- murmure para mi misma y recargue la cabeza en el asiento.
  La mujer que viajaba a mi lado resoplo y torció los labios de una manera, un tanto, atemorizante… y volvió a ignorarme. Volví a cerrar los ojos, el camión comenzaba a mecerse tan lentamente que comencé a dormitar; el sueño estaba venciendo mi capacidad de soportar el cansancio. Había dormido bien, aunque no estaba del todo segura de cuanto tiempo había pasando desde aquel momento… ignoraba cuanto tiempo transcurrió desde que deje la escuela por esa llamada, y lo que estaba haciendo ahora, no tenia ni una remota idea. No recordaba mucho, era  como si mi cuerpo hubiera entrado en un transe mientras ocurría o mi mente trataba de mantenerme al margen de ello; cualquiera de las dos me impedía recordar con claridad lo que había sucedido, y me desesperaba estar tan confundida, no lo soportaba… las dudas me mataban, aunque me era imposible desterrarlas completamente de mi cabeza. Ya no estaba segura de nada, era todo lo que tenia que aceptar para seguir adelante y con vida, pues no era una gran garantía que irme mejoraría las cosas, probablemente la Hermandad no olvidaría que por mi culpa asesinaron a sangre fría a Kristen… tal vez, en lugar de hacer un bien, estaba poniendo en riesgo a mi madre y a Mitch.
  Era frustrante, ¿Por qué no podía tener por lo menos la certeza de algo?, era ilógico… y al mismo tiempo muy racional no saber lo que me deparaba el futuro…, pero ahora sentía miedo, un pánico inexplicable que me oprimía el pecho despiadadamente, desestabilizándome al grado de sentirme mareada, y que, probablemente, de estar de pie hubiera caído aparatosamente al suelo. Mire el cielo, la lluvia seguía presente sobre Baltimore, era un poco raro… cuando llegue estaba nevando y ahora, que me marchaba, llovía torrencialmente. Me sentía como una egoísta, como una cobarde… pero no podía volver, ya no; no después de haber ilusionado a mi madre con mi llegada, y después de haber preocupado tanto a Christina y a los demás, tal vez huir no seria lo mas complicado, lo realmente complicado seria volverme invisible para George y el resto de la Organización, sería realmente sencillo encontrar mi destino si rastreaban la llamada y mi boleto de autobús. No podía permitir que sucediera, no debían encontrarme, ni mucho menos seguirme, todo tenia que ser como si nunca hubiera ocurrido; aunque la idea me hiriera gravemente. Me deje vencer por el sueño, y el cansancio de todos los sucesos el día; pero apenas y cerré los ojos cuando comencé a recordar lo que había sucedido cuando salí del vestidor.
  Una fuerza descomunal me hizo ignorar a Ian, quizá el miedo que germino en mí cuando ella me llamo, jamás me había sentido tan cobarde y valiente al mismo tiempo, era complicado y contrariado, pero estaba dispuesta a hacer lo que me pedía, aunque no conociera a Irina muy bien…, amaba a mi padre y no permitiría que Ian muriera por mi culpa, eso no me lo perdonaría nunca. Suspire ruidosamente, mientras trataba de recordar… temiendo sufrir síndrome de estrés postraumático, era normal que lo padeciera, pero quería estar totalmente segura del porque lo padecía; el trauma por mi secuestro exprés era un buen inicio, pero ¿Cómo se lo explicaría a mi madre?, ella enloquecería al saberlo, odiaría a Billy por no protegerme y aborrecería a Ian, porque lo vería como el único culpable de mi estado de salud. Ojala me encontrara con Mike al llegar a Iowa, o que él me estuviera esperando en Omaha cuando llegara a casa; él era el único que podía ayudarme realmente en una situación tan complicada como esta, además le tenia la suficiente confianza como para contarle, absolutamente, todo lo que había sucedido. Claro, si me perdonaba por la ausencia de noticias mías, los últimos cinco meses; tendría que disculparme con él por ello, esperaba que lo hiciera, de corazón lo esperaba…

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