domingo, 14 de agosto de 2011

5.- Latente.

  Christina se desasió del abrazo de Matt y se precipito a mí con paso firme, todo sucedió demasiado rápido, tanto que nadie pudo predecir el movimiento y por ello nadie trato de impedirlo. Christina me dio una bofetada con dureza, y luego me abrazo rompiendo en llanto, dejándonos a todos confundidos y sin palabras; la abrace sigilosamente, escuchando como sollozaba en mi oído izquierdo. Era mi mejor amiga y debía comprender su molestia, yo me había marchado sin pensar que lo que ninguno de ellos pudiera pensar, fui cobarde y me había ganado esa bofetada; el hormigueo de mi mejilla era solo un ligero escozor, comparado con el calvario que debí haberlos hecho pasar, lo peor era que no sabia como remediarlo. Al abrazo que nos dimos Christina y yo, se nos unió rápidamente Sara, gimoteando sin cesar, ahora me sentía más culpable, pues no solo había preocupado a Ian al irme, Chris y Sara también habían sufrido. Me sentía tan idiota, había pensado que al irme todo en sus vidas volvería a la normalidad, pero… ¿con que derecho lo pensaba? Mi vida jamás iba a volver a ser la misma de antes, ¿Por qué pensé que la suya si?, ellos eran tan parte de mi vida como yo de la suya, y al pretender desaparecer de esa forma lo único que había logrado era preocuparlos excesivamente y, ahora, también los había orillado a huir de dos condados, o quizá incluso hasta del país; por mi estúpida ignorancia habíamos llegado hasta ese punto. Ian no tenia la culpa de la locura de Kristen, así como nadie tenia la culpa de que Michael fuera el medio hermano de Kristen… un hermano que la protegería, igual o mas de lo que me protegía a mí cuando éramos buenos amigos. Me levante de las piernas de Ian para poder abrazarlas a ambas, les debía una disculpa tan grande, que no encontraba las palabras correctas para comenzar; las lágrimas acudieron a mis ojos con benevolencia y bajaron en tropel por mis mejillas, alojándose descaradamente en la blusa de Christina, que era varios centímetros más alta que yo…
  Era un momento mágico que pasaba bajo las atentas miradas de todos lo que nos rodeaban, probablemente todos estuvieran felices con el reencuentro, pero dudaba mucho que Mirey lo estuviera, ya que siempre anhelaba ser el centro de atención. Mirey carraspeo la garganta y nos miro con desprecio.
        -¿Podríamos dejar los gimoteos para después?- chillo mirando a Aarón fijamente-. Ya tendrán tiempo de cursilerías cuando hayamos llegado.
       -Mirey…- la reprendió Isaac, mientras nosotras nos secábamos las lágrimas y volvíamos a nuestros lugares; Mirey sonrió con suficiencia y miro a Isaac con serenidad.
       -Si, dime…- susurro con sensualidad.
       -Déjalas en paz, que tu no tengas amigas que se preocupen por ti… no es culpa de nadie, mas que tuya- argumento Isaac sin amedrentarse por la mirada asesina que le lanzaba Mirey.
  Todos sonrieron con cinismo al escuchar las palabras de Isaac, mientras Mirey los fulminaba a todos sosteniendo una mueca de disgusto que me erizo la piel; Ian abrazo mi cintura, ocultando su rostro en mi espalda para poder reír sin ser visto por Mirey.
       -Pueden irse al demonio entonces- gruño ella alejándose varios pasos de Isaac-. Hagan esto solos, ojala Ernesto los encuentre a todos… empezando por ti, niñita mimada… que necesita ser protegida por los demás ya que no sabe cuidarse sola- murmuro ella mirándome fijamente a los ojos-; haber que haces tu sola contra cualquiera que trabaje para la Hermandad, haber si te sigues guiando por tus estúpidos instintos infantiles.
  Mirey se fue maldiciendo por lo bajo, mientras todos la miraban desaparecer al pasar junto al ala del avión, luego todas las miradas se enfocaron en mí. Mi cuerpo temblaba e Ian intentaba tranquilizarme por las palabras que Mirey había escupido en mi cara para menospreciarme.
       -Amor, no te preocupes… ella miente- me dijo Ian al oído.
       -No, no lo hace…- respondí levantándome y apoyándome en la mesa donde había estado Mirey-. Ella, aunque me pese aceptarlo, tiene razón… yo no puedo hacer nada contra ellos, injustamente son ustedes los que se arriesgan para salvarme; aun después de que hui de Baltimore tan cobardemente…
     ‘’Díganme tan solo una cosa, ¿Qué voy a hacer si les pasa algo por mi culpa?, saben que jamás me lo voy a perdonar, y saben también lo injusto que es eso… yo- yo…- susurre mientras tragaba el nudo que se formaba en mi garganta-, tengo que aprender a defenderme, para poder ser de utilidad para ustedes, me necesitan tanto como yo a ustedes. Ignoran cuantos miembros tenga la Hermandad, tan solo intuyen que sin cientos, pero eso nos les consta… y ustedes no llegan ni a 30… no hay posibilidades…
       -¿Y tú crees que tu muerte ayudara?- agrego Aarón con parsimonia-. Si lo piensas de ese modo, estás muy equivocada, quizá al filo de la navaja salga lo mejor de cada persona… pero piensa en Ian un segundo… Él ya te creyó muerta una vez, muy a penas logro salir del estupor por la llamada de Kristen, ¿Qué hará si mueres realmente?, piénsalo a la inversa, ¿Qué harías tú?
  Enmudecí mirando a Ian fijamente, las lágrimas salieron nuevamente de mis ojos, empapando mis mejillas sin piedad; era la primera vez que escuchaba a Aarón hablando de esa forma, jamás hubiera pensado que él atesoraría tanto el amor y a las personas que amaban y eran amadas. Pero tenia razón, era elocuente en lo que decía, yo no lo había creído muerto nunca y el solo imaginarlo hacia que me ardiera la garganta, que anunciaba la llegada de más lágrimas; siempre había sido independiente y nunca me resigne a que alguien más cuidara de mí si yo me sentía capaz de cuidarme sola, pero esta vez tenia que ceder a las palabras de Aarón, porque tenia razón, sin importar cuanto me negara en aceptarlo. Suspire, tenia razón… la tenia, pero ¿Por qué no se podía en mi lugar?, ¿Qué haría él si Sara se fuera a pelear al frente y él se viera obligado a quedarse?, Sara daría lo mejor de si misma para mantenerlo a salvo, pero… ¿si fallaba?, ¿si perdía la vida en el proceso? Esas preguntas no tenían respuesta, había una vaga que rondaba mi cabeza, él no estaría a gusto y mucho menos tranquilo con ello; querría ayudarla de una u otra forma, daría su vida por ella… si importar lo que a él pudiera pasarle. Eso era amor, aunque sonara mucho a Romeo y Julieta; cuando dos personas se aman, una es completamente capaz de dar su vida por la otra, y viceversa. Ninguno de nosotros podía imaginarse el dolor de perder a la persona amada, y todos lo sabían.
       -Mentira- murmure encarado a Aarón-, ¿tú estarías tranquilo quedándote mientras Sara se va y pelea sola?
      -No- respondió secamente.
      -Se que tú, al igual que yo… preferirías mil veces sacrificarte por ella, que permitir que se marche sola a una muerte segura- insistí, tomando la mano de Ian-. Ian sabe cuanto lo amo, y también sabe que yo jamás permitiría que le pasara algo si puedo impedirlo, no importa lo que a mi pueda pasarme. Estar separados no es bueno para ninguno de los dos.
  Aarón sonrío mientras nos miraba a ambos, finalmente parecía comprender que no existía la manera de lograr que yo cambiara de opinión, iba a pelear, les ayudaría, aunque muriera en el proceso… prefería hacerlo al lado de Ian, que morir por haber sido raptada y me usaran para amenazarlo, como había pasado la ultima vez.
       -Iremos a Hesse, Alemania…- nos informo Gabriel tranquilamente-. La Hermandad no tiene mucha gente ahí y nosotros tenemos una gran casa haya, donde podremos ocultarnos mientras los espiamos.
      -Excelente, entonces… pongámonos en marcha- respondió Ian, levantándose-. No perdamos tiempo- murmuro antes de besarme tiernamente.
  Todos intercambiaron una mirada incriminatoria, luego se alejaron de ahí para esperar al piloto del avión. Ian se quedo a mi lado, mirándome a los ojos, como si el tiempo no le importara; nos quedamos solos, y yo pase mis brazos alrededor de su cuerpo, hundiendo mi rostro en su pecho, mientras sus manos se alojaban en mi cadera.
  De pronto sentí una punzada en el cuello, era dolorosa… no como el piquete de un mosquito, era mas bien como una aguja introduciéndose lentamente en mi cuello; solté a Ian para tocar mi cuello, intentando descubrir lo que me había herido, pero no había nada… solo un pequeño bulto que me ardía al tocarlo.  Baje mi mano y vi una mancha de sangre en mis dedos, Ian gimió y busco por todos lados a mi atacante. No había nadie ahí, tan solo el eco de las pláticas que se sostenían lejos de nosotros. Pero algo nos observaba, desde un punto que no alcanzábamos a ver con claridad; era como el asecho de Kristen, pero era mucho más fuerte e intimidante. El miedo se arraigo en mi cuerpo, llegando casi hasta mis huesos, ni siquiera la presencia de Ian me resultaba reconfortante; la sensación de que ambos íbamos a morir persistía en todos mis sentidos, y a través de su mano, sabia que él pensaba lo mismo. No parecía existir una salida, al menos no una donde ambos pudiéramos salvarnos… Los dos moriríamos, lo sabíamos, pero nos llevaríamos aquello que nos amenazaba para que no pudiera dañar a nadie más.
  Cuando deseaba poder comunicarme con Ian telepáticamente, para estar a salvo al menos en nuestros pensamientos, a salvo de cualquier cosa que pudiera trasgiversar nuestras palabras una vez que fueran mencionadas. Eso que nos asechaba estaba jugando con nosotros, como un gato acorralando a un ratón, viendo su sufrimiento al no saber lo que le depara el futuro… aumentando su ansia de matar al sentir el terror; aumentando su ego al saber que la vida del animal dependía de él y solo de él.
  Se trataba de una cacería, y el depredador no parecía muy interesado en terminar con esto rápido, era como una venganza, un ajuste de cuentas, por eso había esperando tan pacientemente a que todos nos dejaran solos, sabia que pasaría. Trague saliva mientras sentía de nuevo un leve ardor en mi cuello, debido a la gota de sudor que bajo por ahí; ¿Qué podía ser tan malo?, ¿Por qué no parecía ser humano? Quise gritar, pero todo sonido agonizaba en mi pecho y moría en mi garganta, nadie iba a ser capaz de escucharlo y llegar a nosotros antes de que aquello nos asesinara. ¿Qué íbamos a hacer? Mire a Ian de reojo, estaba tenso, su mandíbula estaba tan apretada que podían distinguirse los huesos con claridad; estaba pálido, su piel era casi translucida y sus ojos tenían una mirada retadora, como si esperaran a que aquello que nos asechaba diera la cara. ¿Quién o que rayos era lo que esperaba cualquier movimiento en falso para atacar?
  Nada tenia sentido, ni siquiera el miedo que sentía, parecía una pesadilla… quería despertar pero no podía, así como tampoco lograba moverme. De pronto hubo silencio, solo se escuchaban nuestras respiraciones entrecortadas, y yo podía escuchar mi corazón palpitando frenéticamente contra mi pecho, deseando salir de ahí como fuera. El mismo deseo de mis piernas y el resto de mi cuerpo; algo se acercaba a nosotros con rapidez, y furtivamente; el viento anuncio un rápido movimiento, de algo que no parecía humano. La mano de Ian se tenso alrededor de la mía. ¿Qué estaba pasando?
  No pude verlo, Ian me coloco detrás de él con un movimiento ávido, interponiéndose entre aquello que se acercaba y yo; algo agito mi cabello y logro que mi sangre disminuyera su temperatura hasta hacerme tiritar, no era un frio normal… era algo diferente. Volví mis ojos a la espalda de Ian, habría creído que era una estatua de marfil de no ser por el leve movimiento de su espalda, causado por una sutil respiración. Tan rápido como me percate de que el ataque era inminente, algo arrojo a Ian por los aires, haciéndolo chocar violentamente contra un costado del avión; quedo inconsciente…
  Silencio. Eso venia por mí, Ian solo era un estorbo para cumplir su verdadero propósito, por eso lo había alejado; mi corazón triplico su velocidad, me sentía mareada… ¿Qué hago? Me exigí saber a mi misma, sin recibir ninguna respuesta. Mis piernas pudieron moverse de nuevo, como si una pesada carga hubiera sido retirada de mi cuerpo rápidamente. Me precipite al cuerpo de Ian, que yacía en el suelo, con un hilillo de sangre emanando de su boca; un nudo se formo en mi garganta, tome su rostro en mis manos esperando que reaccionara pero no lo hizo.
       -Amor, despierta por favor… te necesito- susurre, poniendo mi frente junto a la suya-. Despierta, por favor.
  Otra ráfaga de viento me hizo estremecer, me coloque frente a Ian para defenderlo, aunque fuera en vano. No permitiría que eso le hiciera daño alguno, tendría que matarme primero; suspire, esperando que aquello se materializara frente a mí. Te amo, Ian. No te preocupes por mí, no dejare que te dañe… le jure mentalmente, mirándolo por ultima vez.
       -¡Da la cara, cobarde!- grite hacia ningún lugar, intentando hacerlo mostrarse-. Aquí estoy, si vienes por mí te estoy esperando.
  Escuche una carcajada macabra venir desde todas las direcciones, entonces mire el ala del avión, Bruce y Aarón se acercaban rápidamente, mire a Ian. Por favor, sálvenlo… dije mentalmente, esperando lo peor; que sucedió inmediatamente, algo me tomo por el tobillo haciéndome caer de espaldas y me arrastro lejos de ellos. Cerré los ojos, no importaba lo que pasara conmigo, tenían que salvar a Ian, Algo golpeo mi cabeza con violencia y sentí como mi cuerpo cedía ante una fuerza desconocida; mi pierna izquierda giro velozmente y hubo un crujido indoloro al principio, pero luego fue insoportable, entreabrí los ojos y busque a tientas el ángulo de mi pierna. Estaba en un ángulo totalmente anormal; gracias a Dios aun no me sentía capaz de llorar o gritar, aun estaba inmersa en un estupor desconocido.
  Mire a todos lados buscando algún indicio de lo que había arrastrado hasta ahí, pero no había nada… ni siquiera alguna presencia perceptible para mí, no escuchaba cuchicheos o balbuceos de ninguna dirección, todo estaba en un sepulcral silencio, Obligue a mi cuerpo a levantarse, manteniendo presión en mi pierna para no gritar a causa del dolor, me apoye en una pared controlando mi respiración y ahogando el grito que estaba por salir de mi garganta, cuando apoye el pie; tenia una fractura en la pierna, a la altura del fémur. Chasquee la lengua para ignorar el dolor; suspire cerrando y abriendo los ojos, percatándome de la profunda oscuridad en la que me encontraba, no podía ver nada, era una oscuridad insondable… aplastante, sofocante. Pero no era absoluta, no mientras yo aun pudiera respirar y moverme, pero no sabia cuanto tiempo duraría esa condición; mi mente se lleno de imágenes, imágenes alegres, relacionadas estrechamente con algunos momentos vividos con mis padres, con mis amigos… y con Ian. Oh, Ian… gemí mentalmente, ¿Cómo estaba?, yo deseaba que estuviera bien… y que no le permitieran venir a buscarme, no teníamos porque morir los dos, mi ausencia bastaría para causar un dolor terrible en los que me apreciaban. Trate de buscar algún rayo de luz en esa oscuridad, pero no lo había, sin embargo, poco a poco mis ojos fueron adecuándose a la oscuridad de aquel lugar.
       -¿Hola?- farfulle en voz baja.
  No hubo otra respuesta, mas que el incesante eco que produjo mi voz. Había sonado quebrada, dudosa y temerosa; realmente no había esperado una respuesta, no sabía que me asustaría más… el hecho de estar sola con una fractura o en compañía del responsable de mí herida. Me esforcé por dar un par de pasos, tanteando el lugar con mis manos, necesitaba saber donde estaba, no solo por el deseo de encontrar un lugar donde ocultarme, también porque sentía que la oscuridad era el medio ambiente propicio para esa cosa. No sabia si era una cosa, pero yo, con cada segundo que transcurría, lenta y paulatinamente, me volvía presa del pánico. La desesperación se estaba apoderando de mí, la necesidad de gritar se hacia más y más fuerte; di un paso en falso y caí de bruces contra el suelo, algo se clavo en mi pierna herida y eso produjo en mí un fuerte jadeo, al mismo tiempo que arañaba el suelo para mitigar un poco el dolor. Resople y volví a levantarme, negando con la cabeza; no iba a volver a ser una carga, no dejaría que eso me matara si al hacerlo lastimaría a las personas que amaba; eso se acababa aquí y ahora, la lucha era mía, así como lo había sido la pelea con Kristen… pero yo no lo había visto de esa forma, después de esa experiencia algo había aflorado en mí… era el momento de probarlo. Me erguí lentamente, volviendo a gemir silenciosamente por el dolor de mi pierna, quise sacar todo el valor que seguía dormido en algún lugar recóndito en mi cuerpo; ¡Aparece de una vez! Grite mentalmente,  no supe el porque de mi repentina conciencia, de que eso solo se comunicaba de esa forma, solo por la vía mental… por eso sentía una aplastante ira en mi cabeza, solo era mental; respire pacientemente, esperando una respuesta a mi exigencia, pero no la hubo.
  Otra carcajada, mas presión en la oscuridad, me sentí ahogada… como si alguien estuviera ahorcándome desde atrás… no podía moverme, algo además presionaba mi pierna, como si deseara que yo gritara. No lo haría, no alimentaria su egolatría al demostrar mi debilidad, no lo haría, no lo haría; di un paso forzoso, luego otro, y eso desapareció. Estaba sudando, y podía sentir la alegría de esa cosa al verme indefensa, pero terca en no rendirme; le estaba tornando el juego más divertido. Maldita sea… gruñí, ¿Qué iba a hacer?, ¿rendirme y morir, o pelear y morir? En ambas el desenlace era el mismo, pero con la segunda moriría con orgullo, y eso no podría hacer nada contra ello, no podría decir que había muerto sin pelear, no podría hacerlo… Pelearía, estaba decidido, aunque muriera… no me importaba, iba a hacerlo. Una presencia se mostro, su aura era borgoña y su fuerza podía palparse con facilidad, el miedo que inspiraba me hizo estremecer; sus ojos eran espeluznantes, amarillos, parecía un demonio que se movía en cuatro patas acortando la distancia con parsimonia. Vi su sed de sangre, tan fácil como note sus enormes caninos… como si sonriera burlonamente al saber que yo no podía hacer nada ante su imponente presencia; se quedo quieto, unos metros frente a mí, mirándome fijamente… atento a cualquier movimiento. Mi cuerpo se paralizo, caí de rodillas frente a él, esperando mi inevitable muerte; pero no deje de mirar aquellos profundos ojos amarillos, aunque lo describía como un demonio, tenia la apariencia de un animal, orejas largas y puntiagudas, pelaje rojizo, similar al de un zorro, pero casi cuadruplicaba la altura de uno. ¿Qué eres?, pregunte sin desviar la mirada
  Una mascota, respondió una voz completamente desconocida, dentro de mi cabeza. Lo que te matara si te mueves de una forma que lo haga sentir amenazado, continuo aquella voz con suficiencia. Trague saliva, permaneciendo inmóvil ante la mirada del descomunal animal que seguía quieto frente a mí. Un mareo estuvo por desestabilizarme,  pero solo logro que cerrara los ojos un segundo. El animal desapareció cuando los abrí. ¿Dónde estaba?, se movía en la oscuridad con gracia y facilidad, tan fácilmente como le resultaría matarme; me enderece, parándome de nuevo y sentí su respiración en mi cuello, seguida de un gruñido canino. Lo mire de reojo, sin mover un musculo, no había nada… pero la sensación permanecía latente; mi corazón volvió a acelerarse, y empecé a sudar frio, otra gota me recordó el forúnculo  en mi nuca. El dolor me hizo saber que estaba viva, no de una forma que hubiera deseado, pero me hacían sentir más viva que nunca; volví la mirada al frente, tratando de serenarme; algo se movió en la oscuridad, una silueta humanoide que se movió grácilmente y el animal paso a mi lado para encontrarse con él en las sombras. La demoniaca luz que emanaba del animal me permitió reconocerlo a medias…
  Alto, musculoso, la piel perfectamente lisa, pómulos altos, manos poderosas, el cabello negro, labios carnosos… sus ojos, unos ojos que reconocería en cualquier lugar, no era la persona en la que yo los recordaba, pero era él… no me cavia la menor duda; no podía equivocarme y menos con respecto a él. Vestía pulcramente, pantalones un tanto ajustados, negros, zapatos relucientes… que refulgían bajo la luz emanada de su mascota, una chaqueta de cuero que le daba un aspecto de chico malo. Pero no era otro que mi mejor amigo, o a la persona a la que consideraba mí mejor amigo: Michael. Él sonrió malévolamente al darse cuenta de que yo lo había reconocido, a pesar de que mostrara su verdadero cuerpo y apariencia; aunque no comprendía como podía ser posible, pero luego de la aparición de aquella cosa… nada en mi cabeza tenia mucho sentido. Esa cosa no era normal y su mirada, además de profunda y aterradora, mostraba inteligencia… y no parecía ser sumisa ante Michael, él mismo la miraba como si la amara, o la quisiera mucho; otra cosa que no cuadraba en mi mente, ¿Cómo podía ser? Espere a que mi corazón se acompasara para poder articular una frase concreta y coherente, había muchas preguntas que rondaban mi cabeza, tantas preguntas como reclamos que exigían ser calmados; Michael sonreía mientras me miraba fijamente, su sonrisa era cínica, una que nunca había visto en todo el tiempo que habíamos sido amigos. Ahora no parecía protector, parecía querer matarme inmediatamente, ansiaba hacerlo… igual que como la cosa que lo acompañaba ansiaba probar mi sangre; respire hondo, calmando todo mi cuerpo, para que mi voz no sonara hueca o temerosa.
       -Así que… ¿ese es el verdadero tu?- inquirí mirándolo fijamente.
       -Si, ¿te gusta?- respondió mientras pasaba una mano por la cabeza de esa cosa.
       -Claro, si tu definición de gustar es que casi haya muerto de un paro cardiaco, entonces… me fascina- conteste con sarcasmo.
  Su risa fue demasiado armoniosa y fuera de lugar, como si su risa fuera un destello blanco en medio de la oscuridad que nos rodeaba.
       -Pero supongo que no sabes quien es ella- murmuro, mirando a la criatura.
  Negué con la cabeza, sonriendo de la forma más convincente que encontré. Al menos ahora tenia claro que se trataba de un alguien, y no de un algo… como había creído al principio.
       -Es Kristen- respondió con sequedad.
  La sangre descendió de mi rostro haciéndome palidecer. ¿Kristen?, ¿Cómo era posible?, ella había muerto, Ian la había matado, o ¿no? Mis manos se helaron, al ver que aquel animal esbozaba una sonrisa maquiavélica; la vida humana era nacer, crecer, reproducirse y morir, había algo sobre trascender, mutar o algo de otras vidas… incluso algo sobre la transformación en algún otro ente, pero jamás había escuchado algo sobre  el cambio de un humano a un animal. Y mucho menos en algo tan espeluznante como ese ‘’zorro’’, que parecía una quimera. Kristen me miro a los ojos, sin dejar se sonreír.
       -¿Kristen?- repetí con palabras, procurando no demostrar mi miedo.
       -Así es, es mi querida hermana Kristen- respondió Michael  con una leve sonrisa-; y esta encantada de verte aquí ahora.
  Entonces… todo cobro un  tétrico sentido, era ella la que quería matarme; no solo por venganza, sino porque me culpaba a mí directamente de su muerte. Ya no importaba como diablos se había transformado en eso que era ahora, era lo que menos me importaba, lo que importaba era lo peligrosa que era realmente esa criatura y cuanto daño era  capaz de hacer. Kristen era malvada, no tanto como su hermano había demostrado serlo pero lo era, y además de ello estaba enfurecida conmigo por estar con Ian. Ahora si mi muerte era inminente, Kristen me odiaba y su hermano, que se había infiltrado en mi vida, la apoyaba; él me había llevado a ese lugar.
       -No lo entiendo, Mike- trate de abogar con ese lado tierno que conocía de él-. Tu y yo…
       -Tu misma dijiste que no había un nosotros, Natalia- murmuro él sin amedrentarse, pero una sombra nublo su mirada-. El plan era simple, pero tú no te adecuaste a él… Derek me estorbaba para estar contigo, por eso lo aleje… pero tú…- gruño, al unisonó con su hermana- huiste a Baltimore en lugar de buscarme, eso rompió mi corazón, Natalia…
     ‘’Fuiste a Baltimore y te inmiscuiste en los planes de mi hermana para recuperar a Ian, y la orillaste a morir en manos del hombre que amaba- continuo él, dejándome aun más perpleja que cuando había llegado-. Pero nuestro padre aunque es bueno, bondadoso y tiene mucho Poder; no pudo hacer nada para traerla de vuelta, tan solo pudo hacer eso… moldear su alma para crear algo digno de su Poder. Una quimera, una unión de lobo, zorro y coyote, un animal inteligente, escurridizo, salvaje y poderoso.
  Michael acaricio la cabeza de la quimera, el animal respondió a la caricia con un gesto cariñoso, a pesar de su imponente maldad pude verlo; ella lo amaba, era un franco amor de hermanos.
       -Entonces…- inicie, sopesando las palabras que estaba por decir-. ¿Quién de ustedes va a matarme o a atacarme primero?
  Ninguno respondió, pero la quimera se movió velozmente en mi dirección, apresando mi brazo derecho en sus fauces; grite con fuerza al sentir la presión y sus colmillos perforando mi piel, como si se tratara de filosas navajas. La sangre salió a borbotones de las múltiples heridas de mi brazo, el olor me hizo tambalear, pero Kristen parecía disfrutarlo mucho, el sabor y el sonido de mis gemidos y alaridos de dolor. Ella siguió mordiendo hasta que otro de mis huesos empezó a ceder por culpa de la presión; el dolor de la fractura de un hueso era indescriptible, ya lo había sufrido dos veces, y aun tenia una fractura en la pierna… de la que soportaba el dolor, solo porque mi vida dependía de ello; pero no sabia que haría al tener otra fractura. La pierna me impedía correr o moverme con rapidez, no podía darle pelea a Kristen, no en esa condición, y ahora preocupándome por un brazo también; no tenia oportunidad, pero al menos Ian estaba a salvo con Bruce y Aarón. Caí al suelo, dominada por el peso de Kristen, mire a Michael… su rostro seguía impávido, con la boca torcida en una sonrisa tétrica; luego cerré los ojos no había más que esperar, el dolor de ambas fracturas estaba apoderándose de mi fuerza, me estaba agotando, pero mucho más rápido de lo que hubiera podido imaginarme. Algo más estaba robándose mi energía, dejándome totalmente vulnerable ante mi atacante.
  Todo se volvió oscuridad, sabia que Kristen seguía arremetiendo contra mi cuerpo, una y otra vez, abriendo múltiples llagas en todo mi cuerpo, esta vez sin pretender fracturarme ningún hueso; ya no podía moverme, y el dolor era lo único que me mantenía consciente; cuanto deseaba que fuera eso mismo lo que me provocara la inconsciencia, para no tener que seguir sufriendo todo esto. Trate de concentrarme para que la imagen de Ian se apoderar de mi mente y alejara cualquier rastro de miedo o dolor, y lo logre. Sus ojos azules, su rostro marmóreo, su inigualable sonrisa; aun me parecía ilógico que alguien como él estuviera conmigo, pero ya no dudaba de su amor, y me constaba cuanto me amaba, aunque no estuviera conmigo en ese momento, desde donde estuviera… él estaba preocupado por mí, y estaba tratando de encontrarme… si ya había reaccionado y no estaba herido. Mi madre, mi padre y Mitch, debería estar igual de preocupados por mí… y por mi repentina ausencia; seguramente culparían a Ian por no haberme protegido, pero él no tenia la culpa.
  Oh, Dios…ellos no pueden verme así… gimotee al imaginar mi cuerpo lleno de marcas de mordidas, dos huesos rotos… prácticamente deshechos. No, ellos no podían  verme así, porque si Kristen era un animal salvaje…  ¿Por qué no desaparecía todo vestigio de mi extinta vida? Sonreí mentalmente sin gracia, ella no haría eso, disfrutaba… al igual que Michael, ver como sufrían los demás con sus maldades. Recordé el video que había hecho para atormentar a Ian, ella jamás le permitiría hacerse conjeturas sobre mi muerte, ella le demostraría que cualquier conjetura era poca cosa, comparada con lo que había sucedido realmente conmigo.
  La muerte no llegaba, yo aun respiraba, sentía el aire entrando a mis pulmones, aunque con cierta dificultad; pero el ritmo fue estoicamente  interrumpido, la que unas afiladas y poderosas garras acuchillaron mi pierna herida; me enderece, solo para ver que la herida era tan profunda que podían vislumbrarse los huesos de mi pierna. Mi cabello estaba enmarañado, lleno de la sangre que rodeaba mi cuerpo; todo me dolía… pero aun podía moverme un poco…
       -Kristen…- la reprendió Michael con parsimonia-. Ya basta, déjala desangrarse; perforaste la aorta… tiene un par de minutos, lo que tardaran esos idiotas en encontrarla.
  La quimera se alejo de mi cuerpo. Así que solo eran un par de minutos, era la primera vez que la muerte me sonaba mas a un premio que a algo doloroso; finalmente moriría, el dolor se iría, me abandonaría y yo me iría. El dolor de abandonar a Ian y a mis padres me atormentaba, pero… yo sabía que todos estarían felices de que mi penosa agonía terminara, aunque ese fuera el único resultado posible. Suspire, escuchando los pasos de la quimera y Michael alejándose de mí… junto con unos jadeos desesperados aproximándose… Ian, te amo… pensé, dejándome caer…

No hay comentarios:

Publicar un comentario